jueves, febrero 01, 2007

Cortez.


Nuevamente, subo una foto personal. Ustedes saben que no soy muy dado a subir fotos personales, y que le doy más relevancia al texto que a la foto que suba en este fotolog (y ahora también blog). Me disculparán, pero no pude resistirme a dejar esta foto fuera. ¡Está muy wena! Y, por cierto, sacada con una máquina de fotos automática. La tuve que escanear para subirla acá.

No se asusten. No me vino ningún ataque sorpresivo de egocentrismo como para que esto pase a ser un vil y vulgar EGOlog. No señores. Más bien, la foto está tan wena (según yo) porque trae muy wenos recuerdos de una wenísima jornada en vivo de la breve e intermitente actividad de Cortez, la otra banda en la que toco, aparte de Fother Muckers.

Creo que ya les he contado de Cortez, pero nunca está mal reiterarles algunas ideas. Cortez nació por ahí en abril de 2005, como un proyecto que teníamos en mente con Marcelo Gallo (el Melo) un gran amigo de las tocatas de Weichafe. Estábamos viendo la posibilidad de tocar juntos e intentar formar una banda. Él tenía un amigo que tocaba el bajo (Luis Peredo, el Pere) y sólo nos faltaba un baterista. En esos días, yo tocaba en otra banda llamada Los Paranoias (en alguna oportunidad contaré su historia, jejejej), donde tocaba batería Matías Valdés (el Mimo), y lo invité a que se sumara para probar qué pasaba.

En abril de 2005, como para probar qué resultaba, nos juntamos por primera vez a tocar en una sala de ensayo. Ni siquiera teníamos un nombre para este eventual proyecto, sólo las ganas de juntarnos a tocar y ver qué pasaba. Los primeros minutos de tocar fueron de tropiezos en cada segundo. Un desastre total, lleno de acoples, desafinaciones, descalibraciones, desavenencias espontáneas y descoordinaciones fatales. El Hec, el Melo, el Mimo y el Pere trataban de comunicarse en medio del caos y, por muchos momentos en esa primera sesión, parecía que así iba a ser nomás.

Sin embargo, la magia llegó en un momento inesperado. Según recuerdo, de la nada se me ocurrió empezar a tocar una canción muy querida por mí: Cortez The Killer, de Neil Young & Crazy Horse. Ese pedazo de canción es una pegada (“zarpada”, como dirían los argentinos) de apenas tres acordes y del mismo cambio todo el tiempo. El momento se afirma a pura improvisación, y llama a simplemente ser honestos para tocar. Como me sabía la letra, la canté yo, aparte de ir guiando a los cabros por los distintos pasajes y los distintos moods de un mismo cambio. Y eso fue lo que hicimos en ese primerísimo ensayo de ese proyecto que aún no tenía nombre.

Aun no conoce Cortez The Killer, de Neil Young & Crazy Horse? Acá va una versión en vivo, de 1991, del Weld...


Con el tiempo, se fueron agregando canciones. Recuerdo que el Melo nos hizo CDs con algunas canciones que podríamos empezar a tantear en los ensayos que podríamos tener. Aí fueron apareciendo cosas de Peral Jam, Jimi Hendrix, los mismísimos Beatles y Mad Season. En los ensayos que siguieron, siempre se presentaban los típicos problemas de descoordinación y desastre de principiantes. Pero, ¿qué carajo importaba, si cada vez que llegaba el momento espontáneo de tocar Cortez The Killer pareciera que estuviésemos tocando de toda una vida juntos?

Al cabo del tiempo, adoptamos de forma natural el nombre de Cortez. Para nosotros, era sinónimo de algo puro y visceral, tan desgarrador como sincero, en el cual no importa qué tan bien toques sino cuánto de tu alma entregas. Acá no hay virtuosismo efectista ni maquinaciones leonas para ganarse a la gallá. En Cortez, sólo están las ganas de pasarlo bien.

Lamentablemente, nuestro camino ha sido muy inconstante por las circunstancias que nos han rodeado. Principalmente, la para nada insignificante razón de que el Melo encontró un trabajo muy weno en el extremo sur de Chile. Desde mediados del 2005 que tiene que viajar y no vuelve en meses. Acá a Santiago vuelve apenas un par de veces al mes, cuando regresa de vacaciones. Es en esos momentos cuando Cortez vuelve a la actividad. Sinceramente, creo que ya tendríamos canciones propias si nuestro camino fuese más continuo. Pero así nomás nos ha tocado hasta ahora.

Sólo hemos tocado en público en un par de ocasiones. A fines de julio, en un carrete en la casa del Melo, y el pasado Lunes, celebrando su cumpleaños en el Clandestino, y también el debut oficial de Cortez a público en serio. En un set de casi una hora y de puros covers, casi los mismos que se propusieron en el (ya) lejano 2005, cuando recién nos juntábamos. Al parecer, las versiones van creciendo a medida que pasa el tiempo. Son como viejos amigos que uno se encuentra en contadas ocasiones, y con los cuales compartes un trago y una wena conversa. No es de todos los días, sino de momentos memorables.

Me pregunto: ¿sería todo distinto si la vida de Cortez no pasara por esos prolongados períodos de congelamiento? ¿Cómo serían nuestras propias canciones’ ¿Seguiríamos con ese espíritu fresco de improvisación? ¿Funcionaría o sería un completo y rotundo desastre? Todas son preguntas que tienen respuestas, pero estas aún no se ven con claridad.

Ahora, sólo queda esperar a que las estrellas se posicionen y nos permitan tocar juntos nuevamente. Sé que ganas de tocar tenemos todos. También el alma para hacerlo. Y también sabemos que lo pasamos más bien que la cresta tocando juntos.

Una canción como Cortez The Killer es única en su especie. Lo suficientemente poderosa como para inspirar a cuatro cabros que se juntan a tocar bajo un nombre inspirado en ella. Y para disfrutarla en versiones extensas de más de 15 minutos, tal y como al viejo y querido Neil Young, junto a sus secuaces de Crazy Horse, les gusta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahora que soy una blogger más, me veo obligada a doblepostearte :P

Saludos!

andréz canario dijo...

puuuuuuuta...
pensaba que el video era de la tocata de Cortez, y no del Nil Yang... igual te quiero hec!