sábado, noviembre 24, 2007

Sobre la nueva palanca en mi vieja guitarra.


Cuando partí con este espacio, nunca pensé que iba a durar tanto ni que iba a escribir tanta weá junta; más bien, tanta weá agrupada en montoncitos de cinco mil caracteres. Y acá estoy, redactando este texto número trescientos cincuenta y seis (para los que se marearon con las palabras, 356), tratando de hablar sobre algo pero con la foto pa subir ya lista.

Ahí me ven. Weno, no me ven a mí tan directamente (la foto donde salgo más feliz que la chucha está en el otoló de los auténticos Fother Muckers, http://www.fotolog.com/fothermuckers/23615911 ), pero igual le spuedo asegurar que estaba disfrutando de un gran momento. Yo ya hablé (escribí, en verdad) más de alguna vez sobre mi fascinación con el tipo de guitarra Old Black, la legendaria Gibson Les Paul Gold Top que el viejo y querido Neil Young le echó mano, alteró, cambió cosas, la pintó de negro y le puso un vibrato trémolo Bigsby tipo B7 (disculpen la jerga de nerd guitarrero, pero me emociona contar estas weás :P). Weno, de eso me referí en un texto que llamé “Las guitarras de mi vida”, http://www1.fotolog.com/hecrock41/8860560 . Y siempre soñé con acercarme un poco que sea a ese concepto de guitarra, ese cuerpo Les Paul con la palanca tipo Bigsby, por más improbable, ilógico, inaudito e imbécil que sonara.

Para muestra, un botón: el viejo y querido Neil Young haciendo una del troesma Dylan...


Hasta que llegó la hora de tener una palanca tipo Bigsby para mí. Yo la veía lejana porque la legítima es demasiado cara, de al menos unas 120 lukas que no tengo simplemente. Y yo pensaba con la lógica de que mi vieja guitarra no es una Gibson Les Paul como pa andar comprando un Bigsby caro y legítimo; como que, sencillamente, nos e justifica nomás. Siempre contemplé el ponerle una palanca alternativa, que me diera la posibilidad de experimentar con sonidos y cosas así (nuevamente jerga de nerd guitarrero :p). Pero se veía cada vez más lejana la posibilidad. ¿Cuándo mierda iban a traer una de esas cosas por estos lados?

Hace un par de semanas la pillé en una de esas tiendas de San Diego dedicadas a instrumentos, equipos y piezas de todo tipo para el músico o el aspirante a músico que esté trabajando a diario pa lograrlo. Para mi sorpresa, ahí estaba la palanca tipo Bigsby, pero no la B7 que usa el viejo y querido Neil, sino una tipo B5, que no tiene la extensión hasta el borde de la guitarra. A mis ojos, ese detalle daba exactamente lo mismo. La esencia del Bigsby (sin ser Bigsby legítimo, obviamente) estaba ahí, esperando a que yo me la comprara. Me acuerdo que me faltaba apenas una luka. Al día siguiente, volví, y el tipo de la tienda ya sabía de inmediato que yo iba a buscar la palanca.

Eso fue hace un par de semanas. Y quedaba sólo instalarla, pega de luthiers de guitarra y verdaderos artesanos de la madera. Pero es una pega que, obviamente, cuesta sus wenas lukas, por lo menos 15 mil pesos chilenos que puta que están devaluados en estos tiempos. Ese trabajo es casi de joyería y de alto riesgo por lo demás: como el trémolo en cuestión se pone literalmente “encima de la madera”, corres el riesgo moral de matar a la pobre guitarra. Imagínense una guitarra perforada por un taladro y destrozada en casi mil pedazos. El trabajo d einstalar el trémolo había que hacerlo bien.

Y en eso me ayudó mi banmeit Martín Del Real ayer en la tarde. Como la gran ventaja de que el trémolo vaya arriba de la guitarra lo hace más “manejable” (aunque con gran riesgo igual), decidimos arriesgarnos y trabajar para instalarlo en la vieja guitarra. Total, no había absolutamente nada que perder. Había taladro para hacer agujeros esenciales a la hora de meter tornillos, teníamos las herramientas necesarias para atornillar, alicates, llave inglesa, tuercas… todo lo necesario para maestrear como Dios manda. Ah, y cómo olvidar el mencionar la ayuda de esa gran herramienta llamada Internerd. Entre fotos, textos, guías, foros y videos de lutiers gringos que se peinan pa instalar Bigsby como si fuese una pichanga dominguera, el asunto tenía toda la cara de salir favorable.

Un videiño mostrando la instalación de un Bigsby...


Después de un en rato midiendo, calculando, taladreando, eligiendo los tornillos precisos y demases, estábamos listos para instalar las cuerdas y ver cómo funcionaba el asunto. En el camino, quedamos asombrados de lo linda que se estaba viendo esa vieja guitarra de cuerpo Les Paul y de marca Samik que tantas alegrías me ha dado en la vida. Había algo que me hacía verla como si fuese nueva. La custión funcionaba, sin dudas.

El último paso llegó: las cuerdas, una por una, instaladas en la vieja guitarra con un nuevo aire refrescante. En un momento, pensamos que nos estaba faltando algo. El momento crucial de la instalación del trémolo es poner el muelle (un resorte que permite la movilidad y el funcionamiento de la palanca misma). Sin las cuerdas, la palanca queda demasiado levantada. No queda como en las fotos e imágenes que he visto siempre!, pensaba un yo asustado como cabro chico a punto de toparse con Maikol. Pero, afortunadamente, asociamos el poner las cuerdas como el paso final y el que llevaría a tener todo el trabajo listo. Y así fue: la palanca con su muelle terminaron cediendo tal y como se decía en todos lados, y la guitarra quedó lista con su nuevo ingrediente.

Ayer la probé. ¡Nos quedó la raja! Ese trémolo maneja subidas y bajadas de tonos con una facilidad que aún me sorprende. Va a ser una gran compañía en vivo, junto con mi querida Epiphone Casino. Muy pronto la estaré re-estrenando a la vieja guitarra. Atentos a las novedades en http://www.fotolog.com/fothermuckers . Y sigan pasando por el My Space, http://www.myspace.com/fmuckers .

Y el sticker de Weichafe sigue ahí, debajo de la base del trémolo. Ese no se va nunca, es parte del espíritu de la vieja guitarra.

domingo, noviembre 18, 2007

Sobre Tarantino, apasionados y eternos adolescentes.


¿Han cachado la ya clásica imagen (que puede ser cliché si se quiere, pero no lo es) del típico pendejo freak, de gustos y costumbres freak, que durante sus años de adolescencia pasó muchas, muchísimas horas dedicado a sus gustos, a sus aficiones, a su pasión? Más que ser un nerd o un perno, esta gente es entusiasta por naturaleza y desarrolla su pasión d manera casi enfermiza. Al menos, para la percepción “normal”.

¿Qué es lo normal? ¿Que de adolescentes se deba carretear en fiestas escolares? ¿Agarrarse minas? ¿Vanagloriarse de tus fantasías que ni siquiera son realidad? ¿Cumplir con todos los “deber ser”? ¿Ser popular en el colegio? ¿Qué te considere tu entorno social al cual no perteneces del alma? Todas esas frivolidades que ocurren en ese lapso de tiempo en que adolecemos de muchas cosas y en el que vamos formando la personalidad. Una adolescencia que, a veces, sencillamente no se vive bajo los cánones comunes y socialmente aceptaos, sino que se experimenta tarde, y luego de haber pasado el umbral del éxito, del momento en que todas tus ambiciones, obsesiones, fanatismos y demases te empiezan a dar el pan de cada día. Y te inscriben en los libros de la historia mundial. Como le pasó al tipo que ven retratado en la imagen, Quentin Tarantino.

Para nadie es un misterio el ascenso en público de la figura del gran realizador de los últimos 20 años. Y su principal gracia es el no calzar con el prototipo de cineasta intelectualoide, conceptual y complejamente enredado. No es que esté criticando ese perfil, por cierto. Sólo quiero acotar el hecho de que Tarantino venga de un lado completamente distinto, si no de las fuentes, sí de la dedicación y la fascinación por ellas. Para un tipo que pasó toda su infancia y parte de su adolescencia sin hacer amigos en el colegio y que se dedicaba a jugar con sus monos de GI Joe e inventarles diálogos con palabrotas, ver televisión casi todo el día o ir al cine, es ahora cuando Tarantino disfruta como cabro chico de aquellas cosas que nos importan tanto teniendo 15 años. Y todo hecho bajo el prisma de la pasión desmedida. Si Tarantino, ya de cabro chico, sabía que podrían venir cosas grandes en el futuro. Los típicos sueños que uno tiene.

Para Tarantino, la televisión fue determinante para su visión del mundo, siendo niño durante la primera mitad de los 70. Según ha contado el propio director, la guerra de Vietnam y el caso Watergate supusieron un golpe doble que destruyó la fe de los norteamericanos en su propio país. Los mejores relatos de antihéroes y “perdedores” son de esa época post crisis de Watergate. Taxi Driver, obviamente, una de las mejores y una de las influencias en la mente del niño Tarantino, junto a las pesimistas epopeyas de zombies de George Romero, o la considerable cantidad de películas sobre Vietnam que se filmaban una vez terminada la guerra. A la mezcla, obviamente, hay que agregarle mucho Godard.

Un perfil de Robert De Niro, por el fan Tarantino...


Tarantino era tan apartado de lo socialmente normal que ni siquiera terminó el colegio, y no por falta de capacidades, sino porque sentía que no le entregaba nada más. No salía a carretes adolescentes, no tenía amigos ni vida social ahí y era lo que en todas partes se conoce como un weon raro. Y como todo weon seco, dejó el colegio para ponerse a trabajar y encontrar su destino. Y se inscribió en actuación para sacar a ese performer histriónico que siempre llevó dentro.

Sin embargo, al revelación vendría en uno de los puestos más freak de todos: atendiendo un videoclub llamado Video Archives. Y aquí Tarantino sencillamente pulió todo aquello que fue fomentando desde pendejo: el gusto desquiciado por el cine y las películas. Tarantino era de esos tipos que organizaba ciclos de películas en el videoclub, junto a su socio y consejero espiritual Roger Avery. Si él te atendía en el videoclub, era capaz de recomendarte películas y guiarte en una larga carretera de films que podían cambiar tu vida o, al menos, podían hacerte pasar un wenísimo rato. Su única preocupación era el cine, le interesaba absolutamente TODO el cine. De ello, dio cuenta el realizador español Álex De La Iglesia en una entrevista: en una cena que compartieron, Tarantino le preguntó a De La Iglesia si acaso sabía donde conseguir la copia en 35 mm de una película de Sevilla de 1973, película que De La Iglesia ni siquiera sabía que existía. Así de brigido. Al segundo plato, el director español se quería ir, ya que no aguantaba más la conversa de puro cine de un, según él, desquiciado personaje. “Quieres conocer a la persona, y descubres que la persona es sólo cine”.

De La Iglesia sobre Tarantino...


¿Desquiciado? ¿Zafado? ¿Freak? Son formas de verlo. Pero lo de Tarantino va mucho más allá de eso. Para gente como él, la pasión por lo que aman es lo que las lleva adelante. El entusiasmo los conduce en cada paso que dan y se les nota. Hablarán aceleradísimos y serán un torrente explosivo de verborrea, pero se les nota en la cara que loe sán disfrutando. Que siguen siendoc abros chicos en ese sentido, que no pierden la capacidad de asombro ante nada y que siempre habrá algo que esperar de ellos.

Del videoclub al tras la cámara. De ver películas a hacerlas. Así podríamos estar pensando en un montón de casos en que un fan, de ser un espectador como tantos otros, a estar al otro lado de la calle. A subirse al escenario. A sentarse en la silla de director. A contar historias.

Y ustedes, ¿conocen más casos de gente así de apasionada por lo que hacen? Parece que son pocos en este mundo cargado a la mediocridad, el intelecto mal entendido y la conformidad de la derrota. Pero de seguro existen más tipos como Tarantino por ahí.

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domingo, noviembre 11, 2007

Californication.


Primeros minutos de una nueva serie: un coro celestial claramente reconocible (el que da la intro de You Can’t Always Get What You Want, de los Stones) precede a la irrupción de un convertible, de donde baja un tipo con pinta de recién entrado en sus 40, prácticamente viniendo de algún prendidísimo carrete de la noche anterior, y de seguro con caña del alma. Entra a una iglesia y deja el pucho en una fuente de agua. De inmediato, desafía a la imagen de Jesús crucificado con un “Ok, esto es entre tú y yo. Nunca habíamos hecho esto, pero tiempos desesperados piden medidas desesperadas”. Lo interrumpe una joven monja, a la cual le confiesa que está en crisis. Es un escritor y ha perdido la inspiración para escribir. Ella le ofrece dos soluciones: algunas oraciones o sexo oral. El confundido escritor en crisis, más confundido aún con semejante invitación, y tras ver que la joven monja ya se ha removido toda túnica posible y muestra todos sus atributos. El escritor acepta…. ¿está pasando de verdad o es tan sólo una fantasía?

Así parte la nueva serie que la cadena Showtime ofreció en el verano recién pasado en gringolandia, y que terminó la semana pasada (gracias a esa maravilla llamada torrent, la pude ver completa durante este fin de semana). Se llama Californication (sí, tal cual como el disco de los Red Hot Chili Peppers) y, con semejante primeros 2 minutos, podríamos pensar fácilmente que es una serie que sólo trata de sexo, de temáticas que ni siquiera se tocan en los medios y la exploración de los límites de la decencia que podría permitir una producción en TV pagada. Pero Californication no trata sobre sexo, sino con algo que da para pensar mucho y que lo tenemos tan obviado que nos parece normal: la eterna dualidad moral en que siempre ha estado la civilización occidental, con la modernización y la búsqueda de la felicidad malinterpretada como la satisfacción del aquí y ahora. Y la muestra de manera atrevida, irreverente, jugada y arriesgada en sus formas. No por nada, dicen que es de lo más pornográfico que se pueda ver por la TV, sin tener el premium.

Trailer...


Californication nos muestra la vida de Hank Moody (David Duchovny), un escritor que vive en Los Angeles, la Sin City que ha inspirado más de alguna notable canción que retrata estos mismos temas que la serie. Hank tiene bloque y no ha podido escribir ni siquiera una palabra en años. Su último libro publicado, una novela existencialista llamada God Hates Us All (sí, otra referencia rockera… tarea pa la casa) que fue adaptada al cine y convertida (más bien, destruida) en una mamona comedia romántica llamada Crazy little Thing Called Love, protagonizada por “Tom y Katie”.

Hank sabe que al hacer ese sucio trato con Hollywwod, su vida fue a la mierda. Trata desesperadamente de mantener contacto con la familia que perdió: su hija de 12 años y su ex novia, a punto de casarse. Hank está asqueado con su vida, con el cómo se le han dado las cosas. Se siente usado y decepcionado, buscando el placer y el adormecimiento. Y en eso se le va la vida, entre tanta mujer que se le cruza por delante, tanta juerga de la cual participar y tanta vida por tratar de re-orientar. El escritor sigue ahí, solo que dormido e imposibilitado de siquiera escribir tan solo una línea.

Hank Moody tiene mucho de un gran autor llamado Charles Bukowski, quien en verdad se llamaba Hank Charles Mukowski. Pero el Hank de Californication vendría a ser un Bukowski de clase alta, sin pasar las pellejerías por las que pasó Bukowski en la vida real. Recién fue famoso a los 50 años con su primera novela, previo haber pasado por pegas indignas y un empleo horriblemente rutinario en el correo. El Hank de Californication claramente no pasa por eso, pero los paralelos son bastantes: sexo, drogas y rocanrol. Alcohol hasta el cansancio. El desfile de chicas en la cama, sin ninguna posibilidad de exigir anda salvo un wen polvo y listo. El frenesí sexual no es más que una respuesta a la decepción y a la frustración; las cosas no resultan como uno creía y el mundo que una vez conociste como mundo se destroza.

Ese Los Angeles maldito que tanto odia Hank Moody es el mismo Los Angeles que ofrece un camino rápido al éxito con el intercambio de tu alma a sistema. Si lo consigues, te pierdes para siempre. Aunque no todo está perdido. En Californication también podemos ver el esfuerzo que hace Hank por salir de su asqueada vida. Sabe que necesita la salvación, y que esta viene de la mano de recuperar lo que antes tuvo. La serie, más que tratarse de sexo y desenfreno, trata de la búsqueda de la redención. Es una historia de amor, desencanto y búsqueda de segundas oportunidades. Hank Moody, con todas las diferencias que una ficción tiene de la realidad, representa a todos aquellos que lo han perdido todo en lo afectivo por el ritmo acelerado del éxito y la carretera descendiente.

El desenfreno que muestra Californication no es para escandalizar, sino que para graficar de manera coherente este tipo de vida, tan al filo en lo emocional y, a la vez, tan entrañable que nos hace necesariamente sentir empatía por lo que estamos viendo. Es como lo que pasa con Leaving Las Vegas: ese viaje hacia el infierno, con el anhelo de encontrar un milagro salvador que probablemente nunca llegue. Pero Hank sigue manteniendo la ilusión de recuperar lo que alguna vez dio por sentado, esa estabilidad tan cotidiana que le perdemos la importancia. Y eso siempre será interesante de ver en la pantalla.

viernes, noviembre 09, 2007

Yo Soy Weichafe.


Sábado 4 de agosto, afueras del Galpón Víctor Jara, 9 de la noche: una extensa fila de gente va pasando de manera ordenada, y todos con una sonrisa en los rostros, sabiendo que tendrían la posibilidad de ser inmortalizados en un registro audiovisual. La cita, obviamente, era la grabación de un show en vivo. Más bien, un show en vivo que sería grabado. El show de Weichafe, celebrando sus 10 años de carrera con la grabación de un show en vivo de largaduración.

Lo de largaduración se tradujo en un show de tres horas, separado prácticamente en tres bloques: el primero, uno show con puro material de hits y singles: canciones cortas e intensas, reconocibles caballitos de batalla y demases; la segunda parte, el intermedio acústico, con delicados arreglos; y la tercera, la vuelta a los himnos y los cierres gloriosos (casi como un “lote de chaos” si se quiere”. En esa velada histórica nos e dejó anda al azar y se registró de manera íntegra.

¿El resultado? De las 30 canciones que se interpretaron en el show, 19 de ellas terminaron en el CD y 24 en el DVD, formando un pack llamado “Yo Soy Weichafe”, el que se puede encontrar en todos lados desde la semana pasada. El quinto disco de la que, a mi juicio, es la mejor banda de Chile funcionando en este momento. Sus 10 años lo acreditan; su ética de trabajo los refuerza; su entrega en vivo es la mejor que tenemos por estos lados; su evolución musical se nota en cada disco y no piensan en ceder. De todas formas, son un ejemplo a seguir. Si no a seguir, al menos un ejemplo que respetar. Y ellos parten por respetar a su público, poniendo el foco en ellos para su quinto disco. De hecho, tres de sus fans aparecen en la portada, representando a las distintas generaciones a las que llega Weichafe.

Todo se dio para que este quinto disco haya sido en vivo y se haya concretado uno de los deseos del grupo de hace años: el poder plasmar en un registro ese poderío que tienen en sus shows desde que existen como banda, algo que los discos de estudio cuesta que logren dar cuenta, porque son cosas de naturaleza distinta nomás. El disco en vivo es un momento que, por más preparado y “a prueba de errores” se produzca, aún capta un momento único e irrepetible: el éxtasis y el goce del momento, la ausencia de fórmulas probadas y la apuesta total por el aquí y el ahora. El entregar tu alma y tu vida ahí, arriba del escenario, y que la gente participe de esa entrega, todo en perfecta sincronía. Cuando eso sucede desde el plano de la honestidad, conmueve. Y mucho. Angelo Pierattini, Marcelo Da Venecia y Mauricio Hidalgo saben lo que es estar ahí, al pie del cañón. Y es ahora cuando reciben los frutos del respeto y el reconocimiento.

Eso es lo que recorre el CD/DVD en vivo de Weichafe. Canciones que ya se han convertido en himnos quedaron inmortalizadas como jamás podrían haber quedado en estudio: Pan De La Tarde, la apertura gloriosa de Salvador, la renovación con Me Voy A Encerrar; el par de perlas prístinas que son Silencio y Tres Puntas; y la potencia aguerrida de Ripio Y Soledad. Todas las antes mencionadas van en el primer bloque, el de entrada, el del golpe certero con el cual partir, y el que deja con la suficiente energía para que la gente mantenga sus espíritus en alto y se recoja un poco con lo que sigue.

Els et acústico, un lujo como pocos. Para los que seguimos a Weichafe de hace años, sabemos que lo acústico forma parte importante de sus puestas en vivo, y es ahí donde los músicos juegan más con las formas y las maneras de tocar. Y para la ocasión especial, invitados en la cuerdas: (Isabel Vásquez en la viola y Leo Guzmán en el contrabajo) dieron toques majestuosos a piezas clásicas y emblemáticas del repertorio de Weichafe como Dios Es Sólo Para Algunos, De Espalda Al Cielo y las Cosas Simples, casi como dictando cómo tocarlo de manera óptima, pero completamente integrados a la dinámica del grupo.

La tercera parte, el poderío total en postales para el recuerdo: el ritual de palmas para 5:30 AM, la atmósfera de ruido y potencia en Tierra Oscura Del Sol, aire fresco en la siempre inquietante Sí, Me Saqué Los Dientes; lo frenético de Cuesta Respirar; la siempre pedida y pocas veces tocada Suerte; el ritual del respetable en Suicidio General; la luminosidad de Respiro La Luz Del Sol; la confirmación de himno de No Soy Malo, renovada con el frenesí de Festín De Muecas; el cierre de lujo de Hazme Dormir; los agradecimientos de la banda al público que siempre los acompaña; los gritos; los coros; los “Chi chi chi, le le le, Weichafe de Chile”; el “cumpleaños feliz” cantado por la gente a los Weichafe al final del show; los aplausos; los “muchas gracias”… tantas imágenes que se pueden ver una y otra vez en el DVD, filmado en HD y con sonido 5.1, como para ir cambiando el estándar de la aun escasa videoteca musical de Chile.

En el DVD, además, viene un documental de 20 minutos en que podemos apreciar la evolución musical de la banda en estos 10 años de carrera, con un repaso por todos sus discos de estudio y las luces de la elección del primer single del disco en vivo: Pichanga. Un documental del cual fui parte: elaboré el guión periodístico, entrevisté a los cabros del grupo y conversamos de muchísimas cosas. Un resumen de uno de los aspectos tratados compone el documental.

Hoy lo están lanzando con fusión doble en el Galpón Víctor Jara. Demás que pueden ir a darse una vuelta por ahí, a las 21 o a las 23 hrs. Yo lo haré. Y disfrutaré tanto como las veces anteriores. Es que con Weichafe no hay errores, sólo un ser tú mismo. ¿Qué puede salir mal si eres tú mismo? Weichafe la tiene clara al decir “Yo Soy Weichafe”.

PD: Revisando los archivos, me encuentro con otros texos weichaferos. Acá les dejo los links, por si los quieren re-ver:

sobre rock nacional un dieciocho: http://www1.fotolog.com/hecrock41/8654031 ;
show en vivo de fines de 2005: http://www1.fotolog.com/hecrock41/8654031 ;
Weichafe en la Sala Master: http://www1.fotolog.com/hecrock41/9580294 ;
comentario de Pena De Ti: http://www1.fotolog.com/hecrock41/9792005 ;
Weichafe en el Quieres Rock Vol 1: http://www1.fotolog.com/hecrock41/9929777 ;
comentario de Harto De Todo: http://www1.fotolog.com/hecrock41/10454810 ;
artículo de lanzamiento de Harto De Todo: http://www1.fotolog.com/hecrock41/10454810 ;
sobre el show de celebración de los 10 años: http://www1.fotolog.com/hecrock41/12491350

jueves, noviembre 01, 2007

Sobre el goce de tener el primer disco en nuestras manos.


He estado pensando mucho en mi travesía de vida, particularmente en los últimos 10 años, que han visto en mí tantas caídas como aciertos. Hace 10 años, incluso menos, hace unos 3 años, jamás me hubiese imaginado el tener un disco propio en mis manos. El primer disco, el que estamos mostrando en la foto que subo en esta ocasión, con la formación completa: yo, Marto, Pihuelo y Simao.

Tengo 26 años y, según lo que dicta el libro del “deber ser” de alguien que egresó del Instituto Nacional (particularmente, de un cuarto medio matemático), en este minuto debería haber estado titulado y trabajando en alguna empresa, como Ingeniero, haciendo mucha pero mucha plata, cambiándome de casa a un departamento top, comprándome auto del año, pensando en casarme y siendo “emprendedor y digno”. Los dos últimos años como un colegial fueron muy difíciles, y difícilmente puedo guardar un wen recuerdo del colegio. No tengo insignias pegadas en la mochila ni voy a los primeros días de clases a cantar ebrio el himno del colegio. Pero el puto colegio te planta ideas fijas en la cabeza.

Sin embargo (y por suerte), instintivamente, elegí el camino de la realización personal y la felicidad. A punta de tropezones y años perdidos tratando de seguir una carrera que mi “deber ser” me dictaba a seguir, mi vida a los 22 años se estaba volviendo una mierda. Tal como dice la letra de Powderfinger de Neil Young, “tenía 22 años y me preguntaba qué hacer”. Una crisis heavy, que me llevó a tomar la decisión de salirme de la Ingeniería que me carcomía el ser cada día y tomar un nuevo rumbo: periodismo. Partir de cero no es fácil, pero implica automáticamente limpiar el organismo, limpiar el alma y seguir lo que quieres hacer. Eso he estado haciendo desde hace ya cuatro años, con un montón de cambios entre medios. Entre ellos, Fother Muckers.

Es por eso que, al recibir nuestras copias del primer disco en nuestras manos el lunes recién pasado, se me vienen todas estas cosas en la mente. Es muy probable que estuviese escrito en alguna parte. Tenía que llegar a la Facultad de Comunicaciones para conocer al Pihuelo y a Simao y, con el tiempo, hacernos amigos y compartir de música todo el rato. Todo ese deambular de mi vida en esos 5 años después de haber salido del Instituto Nacional (salí en 1998!! :o) era necesario para poder volver a ser joven y poder vivir un adolescencia normal y en calma como nunca la tuve estando en la enseñanza media. Era necesario el ir viviendo y tropezándome para encontrar mi camino.

Y acá estamos: a más de tres años de entrar a periodismo en la UC y a más de dos años desde que nos formamos como Fother Muckers, hoy tenemos nuestro disco en las manos. No Soy Uno ya es una realidad y estará disponible muy pronto en tiendas. Ya empezamos toda la pega de promoción para el disco. Nos escucharán en radios con entrevistas y el primer single Tres Caras Largas, nos leerá en entrevistas en sitios especializados, nos verá en la tele en alguna fracción de segundo… todo eso es lo que conlleva este verdadero hito que es el primer disco. Y sólo queda disfrutarlo y seguir trabajando. Por ejemplo, ayer Pihuelo y Simao estuvieron en el programa Alta Fidelidad, en una hora de entrevista, hablando de lo humano y lo divino. Este viernes estaremos en Nación Rock&Pop también en entrevista y presentando nuestro single. Para hoy debería estar arriba la entrevista para Emol.com. Y así se suma y sigue.

Esto ya tiene un año: una muestra de las sesiones de grabación de No Soy Uno...


Hasta ahora, no me ha afectado la “depresión post-parto”, ese “y ahora, ¿qué?”, como le escuchaba al Pihuelo ayer en la Radio Zero. Aún con la sonrisa en el rostro, sigo disfrutando el hito. Es una de las cosas más importantes que me ha pasado en la vida y la seguiré disfrutando. Si no lo disfrutas, ¿de qué sirve? Quizás este disfrute mío esté obviamente filtrado por todos esos años de “fracasos” y de no obtener “logros”, pero por ahora eso no me preocupa. Sólo hay que gozarla.

Y tocar en vivo. Y mucho. Tocar en cada ocasión que se nos presente. Salir fuera de Santiago a tocar: el viernes pasado tocamos en el Piedra Feliz en Valparaíso, y ha sido un a de las mejores experiencias en vivo que hemos tenido como banda. Estamos cada vez más sólidos en la entrega y embaladísimos como siempre, y con cada vez mayor comunicación. Estamos encontrando nuestra manera de disposición como grupo frente a esas situaciones, y hemos llegado siempre a la misma idea: lo pasamos bien tocando y somos honestos arriba del escenario. Nada más que eso.

Ando prácticamente a mil por hora en la vida. Entre las clases (estoy en cuarto y hay que cumplir pa poder terminar la carrera, obviamente; me queda un año más), el programa de radio (La Bestia Rock, los lunes y viernes a las 11 pm por http://www.radiouc.cl )y las actividades con Fother Muckers (ensayos, reuniones, shows en vivo y demases), mi vida está copada de pega. Pero bajo ninguna circunstancia es pega incómoda y que me den ganas de dejarla, al contrario. Sigo ahí, disfrutando. Y no voy a dejar e disfrutar en ningún momento.

Estén atentos a las novedades. Sigan pasando por el MySpace, el fotoló y, próximamente, el sitio web oficial. Seguimos trabajando gustosos y tocando como Dios manda. Pasándolo bien tocando. Y con el primer hijo bajo el brazo. Un disco es como un hijo, cierto? Al menos la sonrisa en el rostro nos no la saca nadie.