domingo, abril 29, 2007

Una pelá de cable arbitraria y antojadiza sobe Pink Floyd.


La primera vez que vi esta gran pero gran foto que estoy subiendo ahora fue en local de videos de Rock clásico llamado “Circus”. Su dueño es un melómano de aquellos, fanatiquísimo de todo lo que huela a 70s y conocedor amplio de bandas, tendencias y nombres. Entre los souvenires que tiene en su local, está una guitarra firmada por Mark Farnr (líder de Grand Funk Railroad, su banda predilecta de toda la historia), posters varios, y este póster notable de Pink Floyd, con esas bellas chicas que están pintadas cada una de algún disco clásico de las leyendas vivientes.

Lo de Pink floyd acá siempre me llamará la atención. Alguna vez dije por este espacio que, si Argentina tiende a los Stones, en Chile, más que por The Beatles, se tiende a Pink floyd. Sinceramente, creo que no hay ningún otro lado del mundo (al menos, de países similares al nuestro) en que se disfrute más de la obra de la banda inglesa que acá. Tal vez por nuestra melancolía intrínseca y nuestro gusto por las cosas depuradas, pulcras y cuasi perfectas, el sonido trabajado y cerebral de Pink Floyd siempre nos vino bien. Siempre nos gustaron esas texturas elaboradas, ese sonido pulido hasta el máximo, esas obras monumentales. Y hasta ahora nos siguen conmoviendo. Prueba indiscutible de ellos son los dos llenos totales, separados tan sólo por 5 años, de los shows que dio Roger Waters, emblemático genio conceptualista e inquieto ser humano, en nuestro país. Una de las postales más bellas que he podido captar con mis ojos para dejar indelebles en mi memoria es la encendida masiva de “antorchas” (encendedores o pequeños papelillos :p) cuando comienza a sonar Mother ene se primer show del 2002. Lamentablemente, y por falta de plata, me perdí este año la experiencia de disfrutar e un Dark Side Of The Moon íntegro en vivo. El mismo tipo que renegó de sus llenos totales de estadios estando en plenos exitosos 70s, ahora se le ve agradecido de la posibilidad de conectar con la audiencia a través de esas canciones inmortalizadas en 1973.

Waters tocando mother, del In The Flesh Live...


Personalmente, yo separo a Pink Floyd de la camada de bandas progresivas que han inundado nuestros oídos vía Radio Futuro. Todo lo que es Rock sinfónico y casi de conservatorio pierde una esencia importante de la música popular: la suciedad, la espontaneidad, la pasión visceral y la falta de un “do it yourself” hacen que todo se disfrute de maneras muy distintas al jolgorio de un Johnny B. Goode. Como wen nerd melómano que no se asume como tal , conozco un montón de bandas progresivas y sonidos sinfónicos que no comparto.

Unos verdes Pink Floyd, en el promo de Arnold Layne...


Pero Pink floyd no entran en ese grupo por una razón muy sencilla: han sido capaces de conectar con una sensibilidad esencial en la humanidad como casi ninguna otra banda ha podido lograr en mucho tiempo. Probablemente, nadie más lo haga. Lo que partió como un experimento abierto y vanguardista en Londres, fundado por unos inquietos Syd Barret y Roger Waters en 1965, terminó siendo una de las murallas en la que nos sostenemos en emociones, vibraciones y sentidos. A todos nos ha llegado, de alguna u otra forma, Pink Floyd. Partiendo por esas preguntas odiosas de los fans y los notando, del tipo “¿Cuál Pink Floyd prefieres, el de Barret, el de Waters o el de Gilmour?”. Con eso, se asume de inmediato que estamos hablando de tres bandas distintas e incompatibles entre sí, estando sumamente equivocados.

Echoes, del Live At Pompei...


Me acuerdo de algo que escribió Aravena en Rockaxis, hace como unos 5 años atrás, quizás antes, sobre el porque Pink Floyd es tan perfecto y ha llegado tanto: porque, en su evolución e historia, se ve simbolizada nuestra evolución como raza humana, desde los cimientos de la Antigüedad (Barret fundando y el Piper), la experimentación y la búsqueda espiritual desde el Saucerfull hasta la claridad lúcida del Dark Side Of The Moon), el Renacimiento (la añoranza por Barret del Wish You Were Here), la modernidad (lo industrial y magnánimo del Animals) y lo contemporáneo, con una revisión angustiante de nuestra situación de hombres modernos (The Wall, con Pink como personaje cristalizador). En muchas de esas ideas, le encuentro la razón. Igual es un wen ejercicio caricaturesco ese, jejeje.

Los Pink Floyd reunidos por 23 minutos en el Live 8, tocando Shine On, You Crazy Diamond...


Hasta nuestros días, y por el resto de la historia, el The Dark Side Of The Moon estará vigente. Creo que no hay otra obra que trate de mejor forma nuestra condición de humanos. Nuestros miedos, nuestras frustraciones, anhelos, deseos y despertares a la realidad que nos rodea. El Dark Side Of Teh Moon es perfecto ene se sentido, aunque el maestro Waters diga y requetediga que en The Wall pudo expresar mejor estas temáticas. Peor en The Wall (particularmente, en el disco en vivo Is There Anybody Out There) está mi solo preferido de todos los tiempos: el de David Gilmour tocando esas notas perfectas y emotivas, tan sólo como él puede tocarlas nomás. Waters necesita de dos guitarristas para lograr lo que Gilmour hace solito y sin ningún esfuerzo. No el de virtuoso ni depurado, sino el del alma, ese que va directo a la trascendencia y a la inmortalidad. Lo dije por acá hace casi dos años y ahora lo vuelvo a decir.

Pink Floyd haciendo Confortably Numb, del Earls Court, de 1980...


¿Cuál es su momento favorito de Pink Floyd? ¿Les gusta Pink Floyd? ¿Creen en su capacidad de retratar mejor que nadie nuestros estados mentales y espirituales? ¿Creen?

viernes, abril 27, 2007

Sky Blue Sky.


Hace casi tres años que estábamos esperando escuchar estos sonidos puestos en un disco. Aunque ya conocíamos varias de las tonadas que lo componen, otra cosa es disfrutarlo en el clásico formato de álbum, unas doce canciones que, de seguro, te elevarán el alma hasta lugares insospechados. Claro que, cuando de Wilco se trata, estos lugares insospechados ya se venían venir.

El sexto disco en estudio del ahora sexteto de Chicago (serían ocho discos si sumamos los de Mermaid Avenue, esos con canciones nunca publicadas de Woody Guthrie, que grabaron junto al trovador británico Billy Bragg) Demoró mucho en salir. Ya se hablaba a comienzos del año pasado que Jeff Tweedy y compañía iban a entrar a grabar estas nuevas canciones, algunas de ellas ya estrenadas e incorporadas a sus demoledores shows en vivo. Lo del disco en vivo Kicking Televisión – Live In chicago los tuvo bastante ocupados girando, además del proyecto de Tweedy junto a Jim O’Rourke y sus presentaciones en solitario (con un DVD en vivo incluido, el Sunken Treassure) fue demorando esta nueva entrega de canciones inmortalizadas en registros. Y el esfuerzo, era que no, valdría la pena.

Doce canciones conforman el Sky Blue Sky, en donde Wilco ahora se muestra en gloria y majestad como el sexteto que ya habíamos escuchado ene l disco en vivo. Cada uno de ellos se nota en cada canción y están plenamente integrados a las etapas de creación y elaboración de los arreglos. En Sky Blue Sky, Wilco juega con nuevos formatos, quiebres innovadores, energía, plenitud y goce al entregar las nuevas melodías. Jeff Tweedy confirma lo iluminadísimo que es como autor de letras, usando metáforas para ir describiendo atmósferas. Además, es evidente el trabajo colectivo en el armado de la música. Casi todas las canciones se fueron desarrollando en equipo.

De la catarsis sonora a la calma más pura que te puedas encontrar, de los susurros casi en tu oído hasta los cánticos casi sacados de un templo, el Sky Blue Sky está marcado por un sentimiento: el Soul. Ahora, más que nunca, los Wilco integran este gran elemento a su capa sonora, que se ha nutrido de la tradición de la canción norteamericana del country y del muro de sonido del gran Brian Wilson, pasando por la vibra y esencia de Neil Young. Si Wilco antes cruzaba lo sutil y elegante del Pet Sounds con el sonido poderoso de Neil Young & Crazy Horse, ahora refuerzan esa vibra con la paleta soul, que recubre a estas canciones de un dulce sabor. Ese sabor que e va quedando desde las primeras escuchas del disco.

La partida de Tweedy solo en el primer compás y el quiebre dentro de Esther Way van marcando la tónica de varias de las canciones, donde todos se están luciendo en varias capas sonoras. Le sigue la bellísima You Are My Face, con armonías del gran bajista John Stirratt (son verdaderamente notables sus líneas de bajo en las 12 canciones del Sky Blue Sky) y un middle eight que derrite de inmediato, con una Twwedy exponiendo o más profundo del alma. El groove calmado de Impossible Germany, una de las ya conocidas en vivo desde hace más de un año, nos sorprende con una gran sección poderosa de ¡3 guitarras! al mismo tiempo (Tweedy, el virtuoso de jazz Nels Cline y el joven multiinstrumentista Pat Sansone), bordeando los 6 minutos, dejándonos un respiro en la aterciopelada Sky Blue Sky, con sonido marca registrada de los de Chicago: ese manejo único de sutilezas y matices y, sorbe todo, de intensidades y volúmenes.

El redoble del sólido batero Glenn Kotche le da la intro al verdadero canto celestial y espiritual de Side with The Seeds, con un Tweedy casi hablándole a los feligreses con su música y unos pianos demoledores que dan paso a guitarras filosas y un desarrollo intenso, todo junto en una sola canción, casi para no creerlo. Casi como continuando esa veta intensa de sonido y de quiebres extasiadotes, Shake It Off nos lleva del relajo a la potencia en tan sólo un compás, con unos Wilco muy cómodos en el impacto sonoro, dando cuenta del oficio en vivo que les ha hecho ganarse el respeto de muchos: casi no hay banda que les llegue a los talones siquiera a la hora de tocar en vivo. Sinceramente, creo que con estas canciones, los Wilco nos muestran que la música no tiene etiquetas y que hay libertad para todo lo que uno quiera hacer.

La calma vuelve y se instala en los oídos de forma dulce en Please Be Pattient With Me, en donde Jeff Tweedy maneja absolutamente todo, reforzado en su propio camino de experimentación en solitario; vayan fijándose en los variados arreglos que esta belleza sonora expone en tan sólo tres minutos y fracción. Una letra de interrogantes ante la angustia y la desesperanza de la soledad se complementan con inquietantes quiebres en Hate It Here. Otra muestra de las sutilezas de Wilco, y casi siguiendo con la temática del track anterior, se viene con la emocionante y delicada Leave Me Here (Like You Found Me). Definitivamente, no hay ninguna otra banda que esté a la altura de Wilco a la hora de pintar tantas capas sonoras distintas en tan sólo 3 minutos y medio.

Walken, en vivo, del Lollapalooza 2006...


El Soul se apodera ya completamente de la atmósfera en la intensa y cautivante Walken, una vieja conocida si ya eres un habitué de los registros en vivo bootleg de los Wilco. Una sencilla y efectiva canción de amor del maestro Tweedy, quien jamás cae en simplismos ni facilismos ni ningún tipo de “ismos” para llegar directo a tu corazón; “mientras más lo piensas, sabes que es verdad”. El viaje de Sky Blue Sky está casi llegando a su fin y se viene el primer single, la misma que los Wilco subieron para descarga en su My Space, la hermosa What Light, con mucha luz y claridad de parte de Tweedy para recomendar el cantar sobre lo que quieras decir, el pintar sobre lo que ves, el reflejar lo que percibes de tu realidad, pues hay una luz; cuál, eso no importa, pues está dentro de ti, una verdadera reivindicación de la libre expresión que tanto se coarta y, sobretodo, auto-coarta; un mensaje del alma, un código sobre la humanidad expresado en tan sólo wenos deseos… un mensaje conmovedor que no te encuentras puesto con elegancia y sutilezas en un single radial, pero con Wilco bien sabemos que las normas no se aplican.

El disco termina con absoluta potencia sonora en su vertiente más pura posible, con arreglos de cuerdas en el middle eight y una guitarra rítmica que la lleva en On And On And On. Podría seguir, seguir y seguir, todo en una misma línea. Pero ya han pasado 53 minutos y el disco ha llegado a su fin. Se lanza oficialmente el 15 de mayo y, a modo de estreno, lo estaremos revisando este Lunes 30 de abril en La Bestia Rock, a las 5 de la tarde, por RadioUC.

lunes, abril 23, 2007

Sobre Virginia Tech Vs el pan de cada día en Irak y la violencia.


Ha causado gran conmoción en el mundo la horrible matanza de 32 personas (puros estudiantes en la Universidad Tecnológica de Virginia (o Virginia Tech), en Estados Unidos, en manos de un chico norcoreano llamado Cho Seung Hui, de 23 años, hijo de inmigrantes. Según lo que se ha informado y ultra comunicado en medios, el chico tenía problemas graves de integración y no aguantaba más una situación que, de seguro, viven miles de jóvenes en condiciones similares ¿Qué hizo él? Lo que pasa cuando no se logra desahogar ni liberar todo ese resentimiento parido: descargarse contra los que consideres enemigos. Eliminarlos y sacarlos del medio. Aparte de renunciar a todo lo que conociste como vida y cotidianeidad.

El caso del joven coreano, que se quitó la vida borrándose la cara de un escopetazo luego de cometer el múltiple y lamentable delito, se suma a la tragedia que ocurrió en 1999 en Columbine. Más encima, el pasado Viernes 20 de abril se cumplieron ocho años de aquello. Lo que une estas desgracias es la alienación del mundo y la frustración. Eso conlleva a estos desenlaces catárticos en los que las vidas se van. Para ellos, es la única salida, la más dolorosa de todas.

¿Qué culpa puede tener la música de Marylin Manson (lo que escuchaban los de la tragedia de Columbine) o el ver una y otra vez Old Boy? Parece que a los medios gringos se les olvida que ellos mismos promueven la violencia en forma de miedo, paranoia y desesperación apocalíptica. La gente no se hace más violenta por escuchar a un roquero que usa la estética para darle forma a un mensaje de crítica, o a una película de culto japonesa. Es cosa de revisar los noticieros centrales de allá y de ver el contenido de las series de ficción que tienen semanalmente millones y millones de espectadores. Sinceramente, hay mucha más crudeza en el prime time gringo que en las películas hongkonesas, por ejemplo. No olvidemos el hecho de que esta violencia en ficción, en la mayoría de los casos, se usa para retratar y condenar una realidad que no queremos ver, pero que sí consumimos sin darnos cuenta.

Otro detalle que deberíamos considerar como relevante es el hecho de que la gente en gringolandia puede comprar armas de fuego hasta en supermercados y multitiendas, como quien se va a comprar un artefacto electrónico. No es posible que hasta cabros de colegio tengan acceso a un arma de fuego con tan sólo comprarla. Demás que, en estos días, los putos de la N.R.A., esos que Michael Moore persiguió, particularmente al que es prácticamente el viejo símbolo de tanta boludez junta, su presidente, el actor Charlton Heston, saldrán con actos reivindicatorios de su derecho a usar rifles y armas de fuego y ser unos enfermos mentales amparados por una política de mierda.

Lo de los medios infundando miedo y paranoia gratuitos no es ninguna novedad para ninguno de nosotros. Acá mismo lo vemos en las ediciones centrales de las noticias de los canales de televisión abierta. Los mismos que no dicen “ex dictador” sino que “ex comandante en jefe” y los mismos que le dieron duro al Transantiago, mostrando las mismas imágenes de caos, sin mostrar la otra cara de la moneda. Son tendenciosos y se rigen por principios propios. En otras palabras, les importa una wea qué piensa su audiencia, pues se saben todopoderosos al respecto. Es cosa de ver cómo nos informan: como si fuésemos tontos y carentes de opinión.

Esos mismos medios (no solo acá, sino que en todo el mundo) le dan varias páginas a una tragedia que se llevó al vida de 31 personas y le dejan el mínimo espacio a una terrible y lamentable atentado en Irak, donde un hombre bomba se llevó la vida de ciento noventa personas en un lugar público, por un coche bomba. ¡190 personas! Un número, ante todos los ojos de cualquiera con más de dos dedos de frente. Y de eso, apenas nos enteramos. Ya sean 32 o 190, son vidas humanas que encontraron un nefasto y arbitrario punto final. En verdad, la muerte trágica de tan sólo una persona debería afectarnos como seres humanos. Pero ese es precisamente el problema: nos insensibilizamos ante la masacre, la inhumanidad y los horrores que nosotros mismos somos capaces de realizar.

Al parecer, el ver tanta noticia sobre los conflictos armados en el medio oriente nos ha vuelto indolentes ante lo que recibimos de allá. Además, cultural y geográficamente hablando, el medio oriente queda demasiado lejos y es una cultura que no comprendemos del todo (por no decir que ni siquiera hacemos el esfuerzo por intentar comprenderla siquiera), lo que hace que estemos emocionalmente alejados de lo que pasa allá, pero que sí nos impacta el triste desenlace de Cho Seung Hui en Virginia. A él le damos espacio. Mostramos sus videos de delirio frente al espejo (los que el mismo chico mandó junto con una carta, en un sobre por correo, a la NBC; horrible decisión del canal que lo difundió, por lo demás), pero no denunciamos a los que secuestran y ejecutan civiles en zonas de guerra. Y todo esto es, en gran parte, por nuestra intromisión como cultura occidental en sus vidas y sus costumbres. Todo por el afán de unilateralidad que la administración gringa pretende con cada vez más fuerza.

La violencia en Irak, lamentablemente, es pan de cada día. Ya no nos resultan novedosos los diarios atentados y ataques en lugares y plazas públicas. Tampoco que el gobierno de gringolandia siga ahí, porfiando como weones, en pos de la “defensa de la libertad”. Si alguien reclama en contra de ellos, se le quita importancia. Eso ya no ocupa grandes titulares ni pesar colectivo, sino que un mezquino apéndice en la sección de “internacional” de cada diario y noticiero. Estoy seguro que, en el momento que escribo esto, algo lamentable está pasando de nuevo. Y más rato también. Y mañana, de seguro. ¿Nos enteraremos de alguna de ellas? Tal vez sí, tal vez no.

Quisiera no pensar ni asumir que nos hemos vuelto indolentes hacia el dolor ajeno por el hastío de verlo por los medos todos los días. El día en que nos volvamos indolentes será el día en que dejamos de ser humanos. El siempre sabio Neil Young cristaliza este repudio a la violencia hacia nosotros mismos en ese pedazo de canción que es Ohio, junto a David Crosby, Stephen Stills y Graham. Nash. La canción habla sobre la tragedia en Kent State, a comienzos de mayo de 1970. A menos de 2 semanas de lo ocurrido, la canción rotaba en radios. Y la gente reaccionó. ¿Podrá pasar algo así nuevamente? Quién sabe.

Ohio, de la gira Freedom Of Speech, de CSNY 2006...

viernes, abril 20, 2007

No Necesitamos Banderas: Vive Latino - Escenario Verde.


El siguiente es mi comentario para Toma.cl del escenario verde en el Vive Latino, del pasado Domingo 15 de abril en el Club Hípico. Día de lujo...

Chile no está acostumbrado a los grandes festivales ni a las cumbres de músicos de muchos lados. Quizás por geografía, tal vez por desgano. ¿Quién sabe? Peor ahora, y en vista de lo que vimos ayer, la tendencia al cambio se ha consolidado. El Festival Vive Latino versión 2007 en Chile fue todo un éxito tanto en concurrencia como en presentaciones.

Con tres escenarios y muchos nombres confirmados, se dio inicio casi puntualmente a la cita del rock latinoamericano. Una verdadera cumbre que, al menos en la calendarización horaria, funcionó impecable durante todo el día. Los escenarios principales se iban complementando. Si Los Miserables terminaban su show a las 4 de la tarde en el escenario verde, podías pasarte al escenario amarillo para ver la segunda mitad del set de Plastilina Mosh. Un hecho que se dio prácticamente a cada hora y en cada lugar. Incluso, si ambos escenarios topaban un poco, podías ir al escenario blanco,. El de la SCD y las bandas nuevas y no tan nuevas locales, y disfrutar de verdaderas exposiciones de nuevo y fresco talento. Un éxtasis para cualquier fanático de la música. L escenario verde partió puntual con el funk de Tea Time y su Funk Attack en pleno, siguiendo con el primer número nacional poderosísimo en el escenario del medio: los oriundos de Villa Alemana, Lafloripondio, que demostraron el poder que dan los años de circo. Después, la oportunidad para De Salóon de demostrar que se la pueden en las grandes ligas, y con un tercer disco bajo el brazo, lograron convencer a la cada vez más sofocada y sedienta (de agua) audiencia.

Vive Latino no sólo se alimenta de bandas chilenas. Después de De Salóon, un par de bandas que ya tienen camino hecho en sus países, pero que acá no necesariamente son conocidos. Primero, el correcto show de los mexicanos Zoé y luego el funky sabrosón calentón de los venezolanos Los Amigos Invisibles lograron respeto a la escucha, pero un leve involucramiento. La gente también tiene que descansar para cargar pilas y disfrutar del resto de la velada.

A las 3 y media en punto aparecen sobre el escenario Los Miserables. Ya sabemos de su gran concurrencia sin prácticamente nada de difusión y de su discurso consecuente. Claudio García no se quedó callado y, entre un hit y otro, aprovechó de recordar a los verdaderos contestatarios (“no como esos pendejos de Tronic”), reivindicar a Weichafe, ausentes de esta cita (“ellos debieron estar acá, y no esos weones de Difuntos Correa”) y de saludar a los amigos (Sinergia, Chancho En Piedra, Los Bunkers y, nuevamente, a los ausentes Weichafe). En poco más de media hora, fue uno de los primeros en convocar una cantidad considerable de público (más de 15 mil personas sólo en ese escenario) y de dejar la vara alta para el siguiente número. Pero la cancha y los seguidores de El Otro Yo, que aparecieron por el escenario verde a las 4 y media, cumplieron las expectativas y deleitaron son sus eternos sonidos adolescentes. Todo estaba listo para uno de los primeros números fuertes de la maratónica jornada.

El público desesperado se ubicó a como diera ligar para ver y vacilar con Los Búnkers, quienes ya habían hecho de las suyas en el vive Latino que se realizó en México el año pasado. Con no más de 5 minutos de retraso, el quinteto penquista mostró con un nutrido set de hits que hace rato están en los oídos de muchos, y traerían a escena al gran prócer del rock nacional, Jorge González, para cantar “Llueve sobre la ciudad” (esa línea “tengo tantas cosas que decir” le queda perfecto al hacedor de letras más iluminado que ha dado nuestra nación). A pesar de los mismos guiños de siempre, Los Búnkers demuestran oficio y cancha en este tipo de eventos. Y complacen a las endemoniadas fanáticas que empujaban para todos lados.

No pasó mucho rato para que, a las 6 y media aproximadamente (el primer atraso relativo de la jornada, al menos en el escenario verde) para el regreso de Jorge González a la tarima. Acompañado de un par de músicos, partió con “Tren al sur” y una muestra de su trabajo electrónico. Aún con bases y un par de personas secundándolo, toda la atención se centrar en su magnética presencia. El tipo es un capo y se merece el respeto de todos nosotros. Obviamente, la gente lo pidió nuevamente. Con sólo su Telecaster al hombro y un “voy a repasar ahora mis grandes fracasos” de entrada, González paseó por su notable registro solista. “Cumbia triste”, “Fé” y “Mi casa en el árbol” fueron pasando mezcladas como si fuesen un solo mensaje. El show no queda ahí y el prócer invita a unos discípulos como soporte: Los Búnkers. Juntos, hacen hits de Los Prisioneros: “Brigada de negro”, “We are sudamerican rockers”, “Maldito sudaca”, “No Necesitamos Banderas” (con unas palabras del siempre lúcido González sobre los enemigos que nos rodean y el interno) y el cierre de lujo con “¿Por qué no se van?”. Los shows que da González nunca se repiten, y en eso es como Dylan. Y siempre se agradece.

Lamentablemente, el prolongado gran show del ex líder de Los Prisioneros mermó la recepción de unos siempre sólidos y poderosos Divididos. El show que dieron Mollo, Arrendó y Ciavarella es tan de lujo que convence a cualquiera. La aplanadora del Rock, en tan sólo 40 minutos, prendió y se llevó una ovación con el solo de dientes del legendario guitarrista en el clásico cover de Hendrix, “Vodoo Chile”. Pasaron “Cielito Lindo”, “El 38”, “Paisano de Hurligham” y “Ala delta”, entre otras en el apretadísimo set, en el que igual convencieron y cumplieron (ojala nuevo disco pronto, para la vigencia de la aplanadora). Debido al atraso, la gente se impacientó mucho y comenzó a hacer sentir su malestar tras la partida del trío más poderoso y demoledor que pisó alguno de los escenarios hasta ese minuto.

Y todos esperaban a Los Tres. En lo que hasta ahora estaba siendo una especie de cumbre del rock nacional, la actuación de Los Tres se enmarcaba con todas las de la ley en una gira de presentación de su disco “Hágalo Usted Mismo”. ¿Fomes? ¿Repetidos? ¿Guatones? ¿Acaso eso importa? Creo que no se les da mucho crédito a unos tipos que ahora la están rompiendo mucho más en vivo que en los “años mozos”, y que tienen la rutina de banda internacional que son, el hacer un show promocionando nuevo disco. Punto. La experiencia, el carrete y la vida les ha dado mucho a Álvaro Henríquez, Titae Lindl y Ángel Parra, y eso se nota en sus presentaciones. Capaces de conmover con la nueva “Cerrar y Abrir”, de hacer llorar a la multitud con “Amor Violento” y “He barrido el sol”, y de dar u cierre de lujo junto a los mexicanos de Zoé en “Déjate caer”, el de Los Tres cumplió las expectativas.

A las 10 en punto, un poco tarde, Attaque 77 comenzó su prendido set y con mucha gente convocada en el escenario verde. Pasaron sus hits clásicos y sus cobres marca registrada. Sin duda, un momento emotivo estuvo en la legendaria “Hacelo por mí”. Cincuenta minutos que se sintieron muy tarde, mucho frío pero buen set. Sólo quedaba uno solo. Un grupo argentino. Y no cualquiera, sino que una leyenda del metal.

Recién a las 11 con 20 se apareció la rata argentino a, la rata del metal clásico. Rata Blanca en pleno se tomó ese escenario, con el cansancio de la gente y el desgaste de más de 12 horas seguidas de música. Aún si no te gustan, su show prendidísimo y de oficio te convence de una, con el carisma indiscutido del vocalista Adrián Barilari y el porte de gigante de la Edad Media del virtuosísimo guitarrista Walter Giardino. Con tan sólo 55 minutos, Rata Blanca mostró prácticamente todos sus hits y la triada legendaria para el final, con “Guerrero del arcoiris”, “Mujer amante” y “la leyenda del hada y el mago”, dejando un sabor a victoria y misión cumplida en todos los asistentes al festival. Al menos, los que se pasaron por el escenario verde.

lunes, abril 16, 2007

Tanto por hacer: pega, uc, radio, Fother Muckers y comentarios.


Estoy cansado. Si, muy cansado. Pero no por cosas que me tengan desesperado ni colapsado porque no me gustan, al contrario.

Mmmmm… ¿por dónde parto? Ahh! Ya sé. Como ya les he contado, sigo trabajando en el tribunal. Según lo presupuestado, me quedan aún 2 semanas de estar yendo allá para completar la pega que se me asignó. Y, honestamente, creo que estará lista para este Sábado. Imagínense un lugar que está siendo desmantelado y que necesita de muchas manos para que esto suceda. El plazo que se tiene para entregar todo es en junio, lo que quiere decir que, en el mejor de los casos, me podrían llamar nuevamente para otro mes más. Si no me llaman, nevermind. Ya cumplí 2 meses de ir a una oficina a archivar causas. Y les confieso que aún no me gusta. Pero me acostumbré. Y he conocido gente distinta a mi mudo, con metas diferentes y con pasados disímil. Como todo grupo humano, en verdad. En una de esas, podría escribir un libro con lo que eh visto, jejejeje. Pero, pro ahora, no lo haré. Y, si lo hago, será exclusivamente vivencial.

Tengo prueba en un rato más. Una prueba de Ética De Las Comunicaciones. Y he leído poco, por no decir nada. La semana pasada fue complicadísima en asuntos de tiempo y plata, por lo que no pude sacar fotocopias. Afortunadamente, me hice de la manera de ir leyendo los textos (que so pocos y nada de ilógicos o mutantes, en veldá :p). La prueba, como deben suponer, es cortísima: no más de media hora. No es el fin del mundo ni un porcentaje sustancial (no más del 10 por ciento es la weaita esa :p). pero igual preocupa, aunque sea un poco. Weno; honestamente, no me quita el sueño. Y nunca me lo ha quitado. ¿Para qué complicarse por asuntos académicos, si la vida real y el ritmo de trabajo te impone metas y plazos por cumplir, responsabilidades que tomar y responder y resultados?

La semana que terminó fue la más intensa en mi albor de redactor para Toma.cl. Es la semana a la que he ido a más conciertos para cubrirlos y redactar comentarios sobre ellos. Primero, el Martes a Velvet Revolver (el texto que subí en la oportunidad anterior), en el que me basé en la verdad que pude observar. No tengo que andarme justificando por lo que vi y lo que escribí. Ahí no hay nada tendencioso, sólo un dar cuenta de lo que se vio y lo que se transmitió. Si el show es malo, uno como periodista debe decir que fue malo y fundamentarlo; si la gente se ofusca, allá ellos. Lo de Evanescence del Viernes aún no lo tengo listo porque no he tenido tiempo suficiente para sentarme a escribirlo (el Sábado tuvimos que quedarnos hasta, por lo menos, las cinco de la tarde por inventario y rendición de cuentas – imagínense), peo ya lo tendré. Y no se trata de ser benevolente o no, sólo de atenerse a la verdad. Y punto. El resto, que se relaje.

Y ayer al Vive Latino en toda su extensión. Recién a las 11 de la noche del Sábado el editor de Toma.cl me confirma que voy al magno evento, y que las credenciales están allá mismo. Una verdadera odisea fue el ingresar entre la multitud al mediodía, y con un sol cada vez más inquietante y fuerte. Peor valió la pena. No pasó mucho rato antes de sentirse comodísimo en la situación y el de enfrentarse a un festival como Dios manda. Y, ojala vengan muchos más. Que los que falten a una cita estén para la siguiente y que el público respete los shows y disfrute de todo lo que tiene a su alcance en tres escenarios y más de 12 horas ininterrumpidas de música y presentaciones de lujo. Y pensar que tengo que escribir de ello. Todo un lujo de trabajo! ¿Lo más memorable para mí? ¿Lo mejor? ¿Las decepciones? ¿Los sin pena ni gloria? Al final del día, esas son sólo categorías que nos gusta poner a los seres humanos a la hora de hacer balances. Puta que nos gusta balancear, weon! Pasamos balanceando a cada rato por nuestra naturaleza a aprender de lo que vemos. Sólo sé que Jorge González dio un show digno de prócer de la patria del rock nacional, que los Divididos son poderosísimos a pesar del breve set y que Los Tres, a pesar de que todos digan que son fomeques, guatones y repetidos, hacen un show de la putamaire. De eso, y de mucho más, escribiré hoy.

Y Fother Muckers. Definitivamente, seguimos. Y seguimos firme, para darle duro a las presentaciones en vivo. La próxima es este Jueves 19 de abril en el Bar Onaciú, ubicado en pleno barrio Belalvista, en Loreto N° 460. Si no me equivoco en la numeración, queda casi en esquina con santa Filomena. No conozco el lugar, en todo caso. Tocaremos ahí por una invitación que nos extendió una banda amiga, Los Usuales. A ellos los eh escuchado, pero no los he visto en vivo, por lo que me llevaré la misma sorpresa que ustedes, cuando vayan a vernos este Jueves. Porque, asumo, se sumarán a la cita, ¿veldá? Va a estar entretenido. ¿Saldremos disfrazados de pensadores rusos? Como que me le está gustando la idea, jejejej,. ¿Quién sabe?

Hoy, en La Bestia Rock, un especial con perlas maravillosas en vivo. Si los temas son largos, es porque hay que sentarse y darse lujos, ¿no es cierto? Hoy a las cinco de la tarde en punto, por RadioUC. Se repite a la medianoche, por si se lo quieren repetir. Y lo dejan puesto tipo podcast en “programas destacados”. Al menos, lo pediré con vehemencia hoy.

Han pasado veinte minutos desde que estoy escribiendo esto. Mejor me le voy. Por lo de la prueba y todo eso. Después del trámite, a redactar comentarios, señores. Y, en la tarde, a ensayar para lo del Jueves. Ay, que se está ocupado en estos días! Pero entretenido, eso no se los niego. Aunque me gustaría dormir un poco más.

Nos vemos!

jueves, abril 12, 2007

Velvet Revolver: "Es tan fácil" complacer perdiendo la dignidad?



Lo siguiente es el comentario que estará dentro de cualquier momento disponible en Toma.cl.

Cuando anuncian la venida de dos “monstruos” del Rock en distintas formas ye stilos, esperamos que el show sea imperdible. No sólo por la historia y la leyenda juntan, sino para comprobar que el riesgo aún existe y que es posible de verdad renovar los votos en la dignidad intrínseca del ser humano. El tener el espíritu inquieto, el ir probando cosas nuevas, el aventurarse e ir envejeciendo con decencia. Cuando eso no pasa, da mucha pena el ver los resultados. Y este Martes 10 de abril pudimos ver dos caras de una misma moneda.

Por un lado, y con apenas una hora para dar cuenta de sólidos 25 años de saludable carrera, Bad Religion irrumpió en el austerísimo escenario de una Pista Atlética a medio llenar. En tan limitado tiempo, la legenda del punk mostró lo más granado de su carrera. Parecía que faltaban canciones a la cita y que el delirio colectivo (al menos en las primeras filas) desbordaría las barreras. Comandados por un siempre pulcro Greg Graffin, fueron dando un hit tras otro: La partida de “American Jesús”, el clásico noventero “21st Century Digital Boy” y una de las primeras, “Along The Way”. Tantas canciones quedaron fuera, que perfectamente podríamos pensar en otra fecha para los Bad Religión, quienes entregaron el escenario a las 9 en punto.

Tras una larga e innecesaria espera, recién faltando 10 minutos para las 10 se apaga la música de fondo (que incluyó varias perlas de los 90) y las luces bajaron para darle paso a lo que la gente, que ya colmaba un poco más la cancha, estaba esperando. Y fueron pasando uno a uno, y los siguió una voz en off que parecía venir del pasado no tan lejano: “from Hollywood, VELVET REVOLVER!”, tal como la consigna que solía ocupar Guns N’ Roses para sus, según cuentan , apoteósicos shows en vivo. La guitarra marca registrada de la leyenda que es Slash (con pucho en la boca, rulos en la cara y sombrero incluido) comienza a dar las primeras notas de una canción nueva (“Let It Roll”) y el show se da por oficialmente inaugurado.

Hay que reconocer que la energía desplegada por la cruza de los retazos que alguna vez fue Guns N Roses (Flash, el bajista Duff McLaghan y el baterista Matt Forum, junto con el ex Wasted Youth, Dave Kushner) y Stone Temple Pilots (su frontman rehabilitado una y otra vez, Scott Weiland) desborda por montones desde el escenario a la fanaticada, al menos en los primeros 15 minutos del show, con temas como “Superhuman”, “Sucker Train BLues” y Fall To Pieces”; luego algunos adelantos de su próximo disco, “Libertad” (según su sitio oficial, aparece en julio de este año). Saltos, paradas desafiantes, guitarras afiladas y power callejero como le gusta a muchos fueron gratamente recibidos por el respetable, quienes hacían amén incluso a los “what`s up, mother fuckers?” que preguntaba de vez en cuando un Weiland sumido en su personaje de estrella del Rock. Baile, movimiento y actitud de la posada fueron su tónica durante toda la velada. Casi una parodia.

Y ese es el gran problema al toparse con los Velvet Revovler en vivo. Pasadas las primeras canciones, uno puede darse cuenta que lo que está viendo arriba del escenario es una sombra de lo que alguna vez fue o quiso ser. Una triste e indigna caricatura de sí mismos. Cuando eso pasa, hay mucho de lo cual preocuparse. Pero, la rentablemente, como público parece que esperamos ver a nuestros próceres rockers drogos y alcohólicos rehabilitados a punta de clínicas privadas. Es como si gozáramos con cada cliché barato y facilista de lo que la industria musical, esa que se decide en grandes corporaciones como vendiendo comida rápida, dicta acerca de cómo debe ser un “rockero”. Y, lo peor de todo, es que estamos dispuestos a pagar una entrada cara por verlo, comprar sus discos y consumir todo el merchandising relacionado con el aura de la calle impuesta por las leyes del mercado.

El show pasa y el pasado se agarra con fuerza en el set. De la nada, y muy majaderamente hay que decir, fueron apareciendo hist probados, tanto de los Guns como de STP. Que “Crackerman” y “Sex Type Thing” de los emblemas del Rock corporativo de los noventas, e “It`s So Easy” (parecía que sí era fácil complacer; de hecho, siempre lo es), “Used To Love Her” o “Mr Brownstone” de los callejeros más recordados y llorados de fines de los 80. La pista atlética parecía un club de mala muerte con grupos tributo para recordar glorias pasadas.

Sin embargo, el momento más no-memorable de la noche fue el primer bis. Tras el obvio cierre con “Set Me Free” (del primer disco del grupo, “Contraband”, de 2004), se vino un lamentable cover de “Wish You Were Here”, el clásico inoxidable de Pink Floyd, coreado con fuerza por el complacido respetable, y que sólo se le puede perdonar a su autor por el sólo hecho de haberla parido desde el fondo de su alma por la pérdida, al menos en presencia, de un querido amigo. Sin duda, fue uno de los peores momentos que cualquiera de nosotros puede esperar de ver en una banda que, por el currículum previo, está consolidada en la memoria colectiva. O, al menos, pretender mantener la llama viva. Ni cerca de ser un homenaje. No sabía si reír o llorar.

El show terminó con “Slither” y unos 80 minutos que dejaron mucho que desear. En ningún momento, pude ver a unos músicos entregados a su labor y comprometidos con una causa más grande que cada uno de ellos. Tampoco vi una celebración de seguir vivos o de seguir haciendo carrera en la carretera. Sólo me tocó presenciar un frío espectáculo, con cero comunicación con los que se supone que son los que afirman una leyenda a punta de recuerdos del pasado, los mismos que, en definitiva, les dan de comer en los albores de sus cuarentas. Un triste esteriotipo que da más pena que rabia. Ojala nos demos cuenta antes de que sea demasiado tarde.

Quizás no es una sola moneda, sino que 2 cosas distintas. Un Bad Religión dando señales de buena salud y esperanzas de un crecimiento digno; y un Velvet Revolver que inspira lástima como caricaturas de sí mismos.

lunes, abril 09, 2007

The U.S. Vs. John Lennon.


Mucho se ha escrito sobre el gran John Lennon. Y mucho hemos escuchado y visto de su vida y obra, de sus 40 años de vida y su trágico fin aquel 8 de diciembre de 1980 en manos de un asesino demente. Material de Lennon hay de aquí hasta el fin de los tiempos, por decirlo de alguna manera.

No han faltado documentales y reportajes que traten de dar cuenta de cada aspecto de la vida del beatle más humano que podamos encontrar. El más logrado, porque es el más “personal” de los documentales, es el “Imagine: John Lennon”, armado en base exclusiva a entrevistas que dio Lennon, de las muchísimas que dio para la televisión, radio y prensa escrita. Material audible e imágenes de audio hay suficientes. Como Lennon era un tipo al que le gustaba dejar absolutamente toda su vida registrada a modo de diario personal,. El material abunda.

Pero faltaba un documental que le hiciera justicia a un período complicado dentro de su viaje humano junto a su amada Yoko Ono. Y ese documental tardó unos 30 años en realizarse. Al fin lo hemos visto y tiene por nombre The U.S. Vs. John Lennon (estrenado en cines en gringolandia en octubre del año apsado y lanzado en DVD este pasado febrero, y ya disponible por estos lados). No puede haber título más directo que ese, ¿cierto? Acá está acotadísimo el tema: la pelea de John Winston Lennon por su derecho a residir y trabajar en EE.UU., su derecho a ser un newyorkino como tantos otros. Una lucha que no estuvo exenta de abusos, persecuciones, política contingente-militante la mismísima Casa Blanca.

El trailer...


Bien es sabido el activismo opinante por la paz que John Lennon tuvo hasta su muerte. Junto con Yoko, encabezaron varias campañas por la paz. Aprovechando la tribuna que tenía como fab tour, Lennon se preocupó por acercar el activismo pro paz hacia las masas. Hasat ese instante, eso sólo estaba destinado a los intelectuales. Lennon quería romper con todo eso al utilizar herramientas propias del marketing en pos de la difusión a nivel masivo del mensaje de la paz. Para ello, se valió de todo: una semana en un hotel en Ámsterdam, dar conferencia de prensa junto a Yoko envueltos en una bolsa gigante, pagar marquesinas gigantescas en las principales metrópolis del orbe para la Navidad, y el simbólico gesto de devolver su M.B.E. que recibió en 1965, en plena beatlemanía. En lo musical, sus deseos de paz y wenas intencione quedaron inmortalizados en su obra. Revisen varias de las letras del disco de 1971 Imagine para comprobarlo.

Por ello, cuando el díscolo Lennon decide mudarse a Nueva Cork (“si viviese en el tiempo el imperio Romano, me habría ido a vivir a Roma definitivamente”, dijo alguna vez), fue objeto de preocupación para el conservador gobierno de Richard Nixon. En plena guerra de Vietnam condenada por la opinión pública, y con un nuevo escenario electoral (recién se estaba permitiendo a los jóvenes de 18 años votar), la presencia de un músico famoso mundialmente amenazaba la decisión de un montón de jóvenes ahora participantes del sistema político. ¿Qué hacer con el rockero inglés? Perseguirlo hasta el hastío. Investigarlo y espiarlo en cada instante. El FBI lo haría, obviamente. Y se le perseguiría y deportaría al más mínimo tropiezo, presente o pasado. Si todo esto lo escuchó a forma de rumor, le comunico que hay documentos que prueban que es cierto.

Con entrevistas a los activistas Tariq Alic y John Sinclair, los periodistas Walter Cronkite (hombre ancla de la tevé gringa de esos días), Gerardo Rivera (célebre presentador de tevé)y Carl Bernstein (el que destapó lo de Watergate en el Washington Post), el gran linguista y activista de izquierda Noam Chomsky, el veterano de Vietnam activista Ron Kovic, el ex candidato demócrata George McGovern, el ex gobernador de Nueva York Mario Cuomo, la profesora y activista Angela Davis, el escritor Gore Vidal, el co fundador de las Panteras Negras Bobby Seale y, por supúesto, su viuda Yoko Ono, el documental da cuenta de manera íntegra y cabal del Lennon político y humano, del Lennon inquieto por el mundo que lo rodeaba, el Lennon que se hacía amigo de los activistas Abbie Hoffman y Jerry Rubin para luchar por una causa, el Lennon que les hacía cancione spara la causa y que estaba totalmente consciente de lo que iba provocando en la opinión pública. Ese Lennon militante, el Lennon que tú yo queremos por humano y cercano, es el que se muestra en este gran documental.

No hay que confundirse. Para perfiles cabales y completos sobre la persona y el artista, hay otras fuentes y material al cual acceder. El magnífico The U.S. Vs. John Lennon nos deja en claro con una gran edición y un notable trabajo de investigación el porqué de la importancia de Lennon no sólo en la música, sino que en la cultura occidental. Lennon, al arriesgarse y comprometerse con la vida y la paz, nos muestra un camino hasta ese momento inédito y moralmente inspirador. En un mundo materialista y cada vez más individualista como el que vivimos, comprometerse desinteresadamente por el bienestar de tu prójimo es casi un hecho de locura. Y Lennon, en su legado, nos enseña cada día a que no es así.

Lo resume mejor que nadie Gore Vidal en la entrevista que sale en el documental: “Lennon representa la vida; Nixon , y ahora Bush, representan la muerte”.

viernes, abril 06, 2007

Por finde largo, archivo: The Gathering en el Teatro Caupolicán.


Al fin un fin de semana largo! Nunca había disfrutado d etanto día libre junto desde antes de ponerme a trabajar de archivaldo (que, por cierto, sigue hasta fines de abril). Por lo mismo, no escribiré mucho ahora. Sólo descansaré y terminaré cosas pendientes.

Por lo mismo, acá les va un súper archivo reciente: el comentario del concierto de The Gathering en el Teatro Caupolicán, de este año. El mismo que quedó registrado en su integridad para la inmortalización en un DVD. Aprovecho de decirles que no sigo a The Gathering, que no son de cabecera y que no vibro con ellos. Esto fue derechamente pega. De la no remunerada eso sí. Más detalles, en el siguiente testo:

THE GATHERING SE INMORTALIZA EN SU NUEVO HOGAR
Por Héctor Muñoz Tapia
(comentario para Toma.cl)

Que The Gathering venga nuevamente a Chile ya no es noticia. De que le vuele la cabeza a todos sus fans, que repletan cada venia que programan, está de más decirlo. Lo que sí hace del concierto del pasado Sábado 24 algo que pasará a la historia (al menos, de la banda y de relevancia para sus fans, claro está) es el hecho de que todo lo que ocurrió ahí estará inmortalizado.

Así es. Esta ocasión va a quedar enmarcada en un DVD, que se llamará “A noise severe”, el cual la banda espera editar a fines de este año como registro oficial de la gira con la que están promocionando su más reciente disco, “Home”. La banda holandesa avisó de la grabación de su DVD en vivo hace bastante tiempo, el suficiente como para crear un ambiente especial entre sus fieles seguidores en nuestro país. Este dato no es poco: hace mucho tiempo que prácticamente todos los que disfrutamos de la música en vivo venimos deseando que una banda inmortalice a la audiencia que formamos todos en un registro para la posteridad.

La jornada partió puntualmente a las 8 de la noche, con la breve presentación de los teloneros Crisálida, en un set de 5 canciones, y demostrando un nivel de profesionalismo tal que los posiciona dentro de lo más destacado del metal local. Después de una breve espera de no más de veinte minutos más, y la activación de una grúa con cámara por sobre las cabezas de la gente en cancha filmando cada movimiento en múltiples direcciones y posiciones, la música de fondo se detiene y aparece en escena Juan Carlos “Lobo” Araneda, el hombre de Radio Futuro, a darle el vamos a la grabación del DVD. Los motivos visuales del futuro “A noise severe” comienzas a aparecer en la pantalla de fondo y los latidos de una nueva vida a punto de ver la luz inundan el sistema de sonido del Teatro Caupolicán. Cuando faltaban 10 minutos para las 9 de la noche, la banda toma posesión del escenario y le da el vamos al show, al DVD y al registro para la posteridad.

Sorprende gratamente el ver oficio en el escenario. No por nada son ya 15 años de carrera los que tienen la banda holandesa en el cuerpo, y el carisma único de su hermosa vocalista, Anneke Van Griesbergen. Sólidamente, y sin ningún respiro en la apariencia, The Gathering logra hipnotizar a la concurrencia devota y a los incrédulos que los pudiesen subestimar. ¿Metal gótico? ¿Tarrería inentendible? ¿Headbanging? Nada de eso. Lo de The Gathering va por crear un ambiente propio, un viaje en el cual embarcar a su público y dirigirlo a puro sentimiento y atmósfera. Es lo que la misma Anneke dice que es el “trip rock”; su pelo rojizo ondulado, sus ojos claros, su sonrisa amplia y su apariencia angelicalmente cercana la hacen la chica soñada de muchos de los que ven en el riff metalero con tintes progresivos y ambiciones derechamente angelicales como la salvación del mundo. Anneke es la musa que cada uno de los asistentes al restaurado teatro sigue e idolatra.

El show estuvo marcado por la potencia que ya veíamos en el título de este nuevo material, el “ruido severo”, pero no el que te molesta y destroza, sino el que se te mete en el sistema sanguíneo como una dosis poderosa de adrenalina, morfina, heroína o como quieras llamarlo. Potencia intravenosa directo a tus sentidos, que abrió fuegos con “Shortest day” y siguió su recorrido en un poco más de dos horas de show. Notable es el manejo de la guitarra de Rene Rutten, con sus guitarras de contornos redondos y derechamente clásicos (nada de formas angulosas como solemos ver en el metal) y su estampa que recuerda a la de otro capo de la guitarra poderosa de atmósferas, Alex Liffeson, de Rush.

El “chi-chi-chi, le-le-le, viva Chile!” se escuchó con regularidad entre canción y canción, incluso la misma Anneke se sumó a la celebración. Si eligieron a Chile es por la entrega del público acá. Mal que mal, esta fue la tercera visita de la banda holandesa a nuestro país, con dos experiencias sumamente, según ellos mismos, excelentes. De verdad se sienten como en casa. Ese “The Gathering, you are in home”, por lo menos en el teatro Caupolicán en esa noche de Sábado, era la pura y santa verdad.

¿Momentos destacados? Varios. Quizás el más emotivo fue “Broken bones”, con tan sólo el piano y la voz angelical de Anneke. O la reacción de un Teatro Caupolicán repleto cuando comienzan a tocar “Strange machines” y el teatro se viene abajo con la potencia de la banda y la de ellos mismos. O en “Leonor”, la gente sigue prendidísima y coreando absolutamente todo. O ese final de lujo que dieron con “Travel”. En fin. Tantos momentos que se pueden revivir en la mente con tan sólo mirar el setlist adjunto.

Dos horas de un set perfecto, poderoso, emotivo e hipnótico hacen del show de The Gathering uno de los mejores de lo que va de este 2007 y el gusto a página escrita en la historia de los show en vivo. Así que, cuando ya haya sido editado el DVD, vayan revisándolo. Lo más probable es que vean sus rostros ahí. A esperar nomás; por mientras, los recuerdos ayudarán a mantener el momento vivo.

Setlist:

Shortest Day
In Between
Liberty Bell
Probably Built in the Fifties
Even the Spirits are afraid
Saturnine
Monsters
Alone
A Noise Severe
Broken Glass (Piano Version)
Leaves
Eleanor
In motion 1
Strange Machines
Waking Hour
On Most Surfaces
Great Ocean Road
Third Chance
Black Light District
Travel

Recuadro:

Impecable producción, puntualidad en la apertura de puertas y comportamiento ejemplar de la concurrencia nos demuestran que las cosas en Chile pueden funcionar con un nivel de primera, a pesar del caos y la desesperación en el que podemos vivir en nuestra transformada cotidianeidad.

martes, abril 03, 2007

Una historia con tintes beatle de 3 caras largas, hace dos años.


Lo que ven ahí es una reliquia que tiene la astronómica cifra de… 2 años. Así es. Hace exactos 2 años que tengo esa credencial. Y ahora que lo pienso, es la primera credencial que tuve en mi vida. Ahí, tal cual lo leen: “Héctor Muñoz – The Fother Muckers”. Y era la que nos daban a los participantes de la competencia de la Convención Beatle Chilena que organizaron los días 2 y 3 de abril de 2005 para elegir a la banda que tocaría en al convención argentina.

¿Cómo fue que participamos en semejante evento, siendo un grupo que recién se estaba formando? Al comenzar el mes de marzo y las clases, Cristóbal nos cuenta que nos inscribió para competir en dicho evento que se realizaría en un mes más en el teatro Novedades. “¿Cómo hacerlo, si apenas nos hemos juntado y no hemos sacado ninguna canción vétale siquiera?”, me preguntaba yo, con algo de sensatez. Peor nos embarcamos y punto. Así nomás la cosa.

En los ensayos veíamos qué canciones beatle hacer. Revisamos un montón de ellos y nos quedamos con 3 (con los que mejor salían y más nos tincaban): Across The Universe, I’m So Tired y I Want You (She’s So Heavy). Con Cristóbal se nos ocurrió hacer una versión en clave Reggae de Across The Universe por el puro jugo nomás, pero Simón y Diego no se embarcaron. Recuerdo que la que siempre salió muy bien era I’m So Tired ( o Estoy Tan Tirado, como le gusta presentarla a Cristóbal :p). Con I Want You, pasaba otra cosa: un poderío que me erizaba todos los pelos. La clave era tocarla pesadísima, muy “stoner sabbathera”, como diría algún experto por ahí. Para ello, yo ocupé el no tan viejo truco de bajar la sexta cuerda de la guitarrra a Re. De esa forma, tenía todo un tono más grave, bien denso y desértico.

Todo iba bastante tranquilo. Decidimos tomarlo con relajo y, llegado ese Domingo 3 de abril, pasarlo la raja tocando por primera vez en público. Mal que mal, era el debut en público de The Fother Muckers, nombre que Cristóbal siempre tuvo en mente para el eventual grupo que se estaba formando. Sólo pasarlo bien, de eso se tarta, ¿cierto? Pero la ansiedad va jugando en contra, en especial con las cuerdas. Guitarra que tomaba, guitarra que le cortaba cuerda. Cuando fuimos a la reunión del Viernes previo a la competencia (con 2 representantes por grupo), le corté la cuerda del bajo “McCartney”zado del bajista de una de las bandas tributo. Tocaba algo en la guitarra negra que el wen Pancho Monzón me había prestado (la mía la había destrozado unos días antes, en lo que fue la última presentación en vivo de Los Paranoias :p) y se cortaba la cuerda. Una angustia tremenda.

Un poco más temprano ese Viernes previo, mientras los “tres caras largas” (Cristóbal, Simón y yo) practicábamos en casa del wen bajista, yo cabeceaba de sueño en el sillón. En el rato en que me quedé dormido, podía sentir a lo lejos a los cabros haciendo harmonías para llamarme. “Héctor, Héctor, ooh oh oh…” escuchaba con un pie en la realidad y el otro en el limbo. Al despertar, me dicen al unísono. “Héctor, te hicimos una canción!”. Y tocaron la canción Héctor por primera vez para mí. De inmediato, enganché con la melodía que el par de amigos había hecho y le hice arreglos de guitarra. Para las 7 de la tarde, justo antes de la reunión previa de todos los competidores, Héctor (la canción, que es pura música) estaba prácticamente lista.

Ese Domingo llegué después de las tres de la tarde al Novedades, caminando y con la guitarra al hombro. Tenía una barba más o menos larga y el pelo largo suelto, con una polera de Help!, una pinta de “destructor”, más bien un vagabundo destructor :p Los cabros llegaron juntos al rato después. Simón andaba con la caña (del carrete por su cumpleaños del día anterior) y vestido como actor joven. Cristóbal, de riguroso traje y con algunos implementos escénicos en el auto: una pequeña mesa de centro de madera, una botella de vino, una copa y una rosa para el bolsillo delantero del traje. La espera fue angustiosa en el backstage, mientras veíamos pasar gente disfrazada como los Beatles de distintas etapas. Bandas con nombres como Backbeat, Beatolds, Sargento Pimienta, Liverval (esa era de Valparaíso) y un similar etcétera nos precedió.

Eventualmente, salimos pasadas las 8 y media de la noche, casi a las 20:45 si mi memoria no falla. Nos presentaron solemnemente y conectamos nuestros instrumentos en los equipos que pusieron para todos. Y de inmediato partimos, en la que tiene que ser una de las partidas más feas, desubicadas y desafinadas de todas en la historia: un Re mayor desafinadísimo y tembloroso, con miedo en los dedos y nervio en las venas. Afortunadamente, nuestra rendición de Across The Universe salió digna y distinta a la tónica de clones vétale que se estaba dando hasta esa hora en el evento. Luego, el show en I’m So Tired, con Cristóbal sirviendo un vino que no existía en una copa de a de veras, que terminó en el suelo quebrada después del célebre “no no no”. Sólo quedaba I Want You.

En el momento en que bajé la sexta a Re, me sentí una especie de monstruo de la guitarra. Le dimos con fuerza a esa progresión heavy de acordes, con un ritmo sólido y la locura mía y de Cristóbal en escena. Simón centrado y firme, Diego dándole duro a esos tarros, yo haciendo acoples y usando el atril del micrófono, tirándolo al suelo y dejando la guitarra contra el amplificador, y Cristóbal gritando, tirándose al suelo y moviéndose para todos lados. El final extenso entre el caos, la catarsis y el rocanrol sincero, del más sincero que se pueda encontrar, ese del alma, el que no tiene fórmulas, pues es la expresión personal de cada uno de nosotros. Así fue el cierre de nuestro breve pero intensísimo set de tres canciones.

Obviamente, no ganamos. Ni siquiera quedamos entre los finalistas. Pero algo especial había nacido en ese Domingo tres de abril de dos mil cinco. De hecho, fijamos este día como cumpleaños de Fother Muckers. Ergo, hemos cumplido dos años como banda.

The Fother Muckers había tocado por primera vez frente a público. Y la primera vez fue ante puros desconocidos que reaccionaron con asombro, gusto o indiferencia. No lo sé en verdad. Pero de que reaccionaron, lo hicieron. Y mucho agua ha pasado bajo el puente para los auténticos Fother Muckers. Aún seguimos siendo “tres caras largas”. Weno, no tan largas por estos días.