viernes, abril 20, 2007

No Necesitamos Banderas: Vive Latino - Escenario Verde.


El siguiente es mi comentario para Toma.cl del escenario verde en el Vive Latino, del pasado Domingo 15 de abril en el Club Hípico. Día de lujo...

Chile no está acostumbrado a los grandes festivales ni a las cumbres de músicos de muchos lados. Quizás por geografía, tal vez por desgano. ¿Quién sabe? Peor ahora, y en vista de lo que vimos ayer, la tendencia al cambio se ha consolidado. El Festival Vive Latino versión 2007 en Chile fue todo un éxito tanto en concurrencia como en presentaciones.

Con tres escenarios y muchos nombres confirmados, se dio inicio casi puntualmente a la cita del rock latinoamericano. Una verdadera cumbre que, al menos en la calendarización horaria, funcionó impecable durante todo el día. Los escenarios principales se iban complementando. Si Los Miserables terminaban su show a las 4 de la tarde en el escenario verde, podías pasarte al escenario amarillo para ver la segunda mitad del set de Plastilina Mosh. Un hecho que se dio prácticamente a cada hora y en cada lugar. Incluso, si ambos escenarios topaban un poco, podías ir al escenario blanco,. El de la SCD y las bandas nuevas y no tan nuevas locales, y disfrutar de verdaderas exposiciones de nuevo y fresco talento. Un éxtasis para cualquier fanático de la música. L escenario verde partió puntual con el funk de Tea Time y su Funk Attack en pleno, siguiendo con el primer número nacional poderosísimo en el escenario del medio: los oriundos de Villa Alemana, Lafloripondio, que demostraron el poder que dan los años de circo. Después, la oportunidad para De Salóon de demostrar que se la pueden en las grandes ligas, y con un tercer disco bajo el brazo, lograron convencer a la cada vez más sofocada y sedienta (de agua) audiencia.

Vive Latino no sólo se alimenta de bandas chilenas. Después de De Salóon, un par de bandas que ya tienen camino hecho en sus países, pero que acá no necesariamente son conocidos. Primero, el correcto show de los mexicanos Zoé y luego el funky sabrosón calentón de los venezolanos Los Amigos Invisibles lograron respeto a la escucha, pero un leve involucramiento. La gente también tiene que descansar para cargar pilas y disfrutar del resto de la velada.

A las 3 y media en punto aparecen sobre el escenario Los Miserables. Ya sabemos de su gran concurrencia sin prácticamente nada de difusión y de su discurso consecuente. Claudio García no se quedó callado y, entre un hit y otro, aprovechó de recordar a los verdaderos contestatarios (“no como esos pendejos de Tronic”), reivindicar a Weichafe, ausentes de esta cita (“ellos debieron estar acá, y no esos weones de Difuntos Correa”) y de saludar a los amigos (Sinergia, Chancho En Piedra, Los Bunkers y, nuevamente, a los ausentes Weichafe). En poco más de media hora, fue uno de los primeros en convocar una cantidad considerable de público (más de 15 mil personas sólo en ese escenario) y de dejar la vara alta para el siguiente número. Pero la cancha y los seguidores de El Otro Yo, que aparecieron por el escenario verde a las 4 y media, cumplieron las expectativas y deleitaron son sus eternos sonidos adolescentes. Todo estaba listo para uno de los primeros números fuertes de la maratónica jornada.

El público desesperado se ubicó a como diera ligar para ver y vacilar con Los Búnkers, quienes ya habían hecho de las suyas en el vive Latino que se realizó en México el año pasado. Con no más de 5 minutos de retraso, el quinteto penquista mostró con un nutrido set de hits que hace rato están en los oídos de muchos, y traerían a escena al gran prócer del rock nacional, Jorge González, para cantar “Llueve sobre la ciudad” (esa línea “tengo tantas cosas que decir” le queda perfecto al hacedor de letras más iluminado que ha dado nuestra nación). A pesar de los mismos guiños de siempre, Los Búnkers demuestran oficio y cancha en este tipo de eventos. Y complacen a las endemoniadas fanáticas que empujaban para todos lados.

No pasó mucho rato para que, a las 6 y media aproximadamente (el primer atraso relativo de la jornada, al menos en el escenario verde) para el regreso de Jorge González a la tarima. Acompañado de un par de músicos, partió con “Tren al sur” y una muestra de su trabajo electrónico. Aún con bases y un par de personas secundándolo, toda la atención se centrar en su magnética presencia. El tipo es un capo y se merece el respeto de todos nosotros. Obviamente, la gente lo pidió nuevamente. Con sólo su Telecaster al hombro y un “voy a repasar ahora mis grandes fracasos” de entrada, González paseó por su notable registro solista. “Cumbia triste”, “Fé” y “Mi casa en el árbol” fueron pasando mezcladas como si fuesen un solo mensaje. El show no queda ahí y el prócer invita a unos discípulos como soporte: Los Búnkers. Juntos, hacen hits de Los Prisioneros: “Brigada de negro”, “We are sudamerican rockers”, “Maldito sudaca”, “No Necesitamos Banderas” (con unas palabras del siempre lúcido González sobre los enemigos que nos rodean y el interno) y el cierre de lujo con “¿Por qué no se van?”. Los shows que da González nunca se repiten, y en eso es como Dylan. Y siempre se agradece.

Lamentablemente, el prolongado gran show del ex líder de Los Prisioneros mermó la recepción de unos siempre sólidos y poderosos Divididos. El show que dieron Mollo, Arrendó y Ciavarella es tan de lujo que convence a cualquiera. La aplanadora del Rock, en tan sólo 40 minutos, prendió y se llevó una ovación con el solo de dientes del legendario guitarrista en el clásico cover de Hendrix, “Vodoo Chile”. Pasaron “Cielito Lindo”, “El 38”, “Paisano de Hurligham” y “Ala delta”, entre otras en el apretadísimo set, en el que igual convencieron y cumplieron (ojala nuevo disco pronto, para la vigencia de la aplanadora). Debido al atraso, la gente se impacientó mucho y comenzó a hacer sentir su malestar tras la partida del trío más poderoso y demoledor que pisó alguno de los escenarios hasta ese minuto.

Y todos esperaban a Los Tres. En lo que hasta ahora estaba siendo una especie de cumbre del rock nacional, la actuación de Los Tres se enmarcaba con todas las de la ley en una gira de presentación de su disco “Hágalo Usted Mismo”. ¿Fomes? ¿Repetidos? ¿Guatones? ¿Acaso eso importa? Creo que no se les da mucho crédito a unos tipos que ahora la están rompiendo mucho más en vivo que en los “años mozos”, y que tienen la rutina de banda internacional que son, el hacer un show promocionando nuevo disco. Punto. La experiencia, el carrete y la vida les ha dado mucho a Álvaro Henríquez, Titae Lindl y Ángel Parra, y eso se nota en sus presentaciones. Capaces de conmover con la nueva “Cerrar y Abrir”, de hacer llorar a la multitud con “Amor Violento” y “He barrido el sol”, y de dar u cierre de lujo junto a los mexicanos de Zoé en “Déjate caer”, el de Los Tres cumplió las expectativas.

A las 10 en punto, un poco tarde, Attaque 77 comenzó su prendido set y con mucha gente convocada en el escenario verde. Pasaron sus hits clásicos y sus cobres marca registrada. Sin duda, un momento emotivo estuvo en la legendaria “Hacelo por mí”. Cincuenta minutos que se sintieron muy tarde, mucho frío pero buen set. Sólo quedaba uno solo. Un grupo argentino. Y no cualquiera, sino que una leyenda del metal.

Recién a las 11 con 20 se apareció la rata argentino a, la rata del metal clásico. Rata Blanca en pleno se tomó ese escenario, con el cansancio de la gente y el desgaste de más de 12 horas seguidas de música. Aún si no te gustan, su show prendidísimo y de oficio te convence de una, con el carisma indiscutido del vocalista Adrián Barilari y el porte de gigante de la Edad Media del virtuosísimo guitarrista Walter Giardino. Con tan sólo 55 minutos, Rata Blanca mostró prácticamente todos sus hits y la triada legendaria para el final, con “Guerrero del arcoiris”, “Mujer amante” y “la leyenda del hada y el mago”, dejando un sabor a victoria y misión cumplida en todos los asistentes al festival. Al menos, los que se pasaron por el escenario verde.

1 comentario:

noesmasqueblabla dijo...

Tengo miedo a teleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee