lunes, febrero 05, 2007

Muertos De Risa.


En lo absurdo siempre encontraremos la verdad presentada de manera descarnada. En lo absurdo siempre las moralejas son completamente aplicables a nuestra vida cotidiana. En lo absurdo es en donde vemos nuestros defectos tal cual son, peor amplificados y hasta caricaturizados para asimilarlos y comprenderlos mejor. Sin dramas, sin sutilezas y sin sensiblerías de ningún tipo. Es el humor negro el que, incluso, sería capaz de redimir nuestras almas podridas por el cinismo, el egoísmo y todos los “ismos” que se les vengan a la cabeza.

Alex De la Iglesia conoce muy bien el humor negro y el absurdo como códigos de un lenguaje que maneja como pocos. Así lo ha probado en su contundente y jugosa filmografía, plagada de historias surrealistas en la forma, pero cercanas y desgarradamente humanas en el fondo. Y, por cierto, cada vez más lúdico, jejeje. Recordemos Crimen Ferpecto (pueden leer mis pelás de cable sobre esa gran película acá) y El Día De La Bestia, sólo pro citar una de ellas. Sin embargo, creo que De la Iglesia tocó el cielo y una cima difícil de superar en Muertos De Risa, que estrenó en el último año del siglo veinte.

Muertos De Risa es de esos acontecimientos únicos en una década, en una era o en un siglo. LA, hasta ahora (ojalá que se venga otra), obra maestra de De la Iglesia es uno de esos relatos épicos que abarcan la suficiente cantidad de años como para ver el deterioro de nuestra sociedad occidental. Particularmente, para el realizador, de la España de los 70 hasta la de comienzos de los 90. ¿Y qué mejor que ir mostrando las contradicciones de un pueblo completo canalizando todo en una pareja de “humoristas”? De esa forma, De la Iglesia nos presenta el auge y la decadencia de Nino y Bruno, la pareja más exitosa de la comedia española, verdaderos íconos pop y referentes culturales. Al menos, en el mundo de la ficción, jejjeje.

Nino (el genial actor de comedia Santiago Segura) y Bruno (El Gran Wyomming, un notable personaje popular de España – conductor del CQC español, por cierto) conforman el dúo cómico de mayor éxito en España, a pesar de las serias diferencias entre ellos. ¿Diferencias irreconciliables? Más que eso: un odio parido entre los dos, el mismo que hizo de su show basado en una simple y vulgar cachetada, grito y plata en su país. Así es: nada de chistes ni rutinas cómicas elaboradas. Lo que llega a ser ícono pop no son esas cosas tremendamente libreteadas, sino que las cosas más simples, esas que se hacen medir. Una simple bofetada puede despertar reacciones delirantes, dicen por ahí.

El recorrido de Nino y Bruno juntos comienza en los últimos años de la dictadura de Franco, y con mucha violencia. Nino canta “temas” de Nino Bravo; Bruno, atiende en el bar donde Nino está cantando. Un hecho trágico (del cual no les contaré nada :p) pone sus destinos juntos como aspirantes a “artistas” (no “artistas”, por cierto) sin una pizca de talento. Aun así, tras asociarse a un manager sin escrúpulos, y gracias a un acto de violencia pura (la bofetada, en sí, es símbolo de brutalidad máxima, si lo piensan), logran la fama y fortuna. Sus logros “profesionales” no se basan en un histrionismo o comicidad natural, sino que en esa exhibición impúdica de la degradación, todo representado en esa legendaria bofetada. La que hace que el público se mate de la risa y necesite de ellos como si fuesen la próxima línea de coca.

Julián, el manager (Alex Angulo), lo explica de manera sublime en esta línea de la película: “Lo bueno eran las bofetadas. Así de sencillo y brutal. Así de absurdo. A la gente se le salían las tripas de la risa. Aquello era un acto de anarquía total, una liberación absoluta de cualquier compromiso ético, como dijo no sé quien en un periódico. Ellos hacían en el escenario todo lo que hemos deseado hacer alguna vez. Abofetear a alguien con total impunidad. Sin la menor importancia, sin recibir castigo alguno. Abofetear a nuestro jefe, suegra, jefe de gobierno o al Papa. Había algo de amoral en todo esto. Algo siniestro 'pero no es así en todos los placeres de la vida?'”. Es precisamente esa ostentación de la violencia desmedida y la humillación categórica (Bruno es quien le pega a Nino) la que actúa como catarsis de una sociedad que tuvo cuatro décadas de represión. La ferocidad de Franco y su régimen “cotidianeizó” la violencia a tal grado que, presentada como espectáculo cómico, llega a ser tan popular como la familia real.

Sin embargo, ambos se necesitan. Esa celebración de lo mediocre y lo decadente sólo es posible si ambos están. Nino necesita de Bruno, y viceversa. El odio que se profesan se convierte en egolatría enfermiza, llegando a niveles de lo “bizarro” pocas veces vistos en el cine. Mientras la veía, pensaba “¿cómo a los weones de Joligud no se les ocurrió llevar un relato así a las pantallas de lo meinstrim?” Pero un relato así de crudo, lúdico, brutal y descarnado es inviable para el estándar con el que se maneja el cine gringo ahora. Quizás en los setenta se hubiese hecho algo así, who knows.

Muertos De Risa es, en el fondo, “un drama humano que parece un chiste”. Acá no encontrarán valores como la hermandad o la solidaridad. No, señores. En Muertos De Risa, De la Iglesia nos muestra cómo hemos llegado a enaltecer el odio y la brutalidad como entretenimiento de marquesinas, teatros y televisión en vivo. Sólo el odio y la envidia mantienen vivos a Nino y Bruno, una pareja cómica como pocas. Mejor dicho, como muchas que vemos en nuestra cultura.

Muertos De Risa es un crudo retrato de occidente tal cual es: la celebración de la violencia como el entretenimiento por excelencia. Y eso no lo vemos todos los días en las películas. Si aún no la han visto, véanla cuanto antes.

3 comentarios:

noesmasqueblabla dijo...

Veo que me tienes entre tus links :)
Ehhh... gracias

Lamentablemente, ese blog no me dejó entrar nunca más, así que el que ahora tengo funcionando y updateado con frecuencia es www.noesmasqueblablabla.blogspot.com

Me cagaron con la página... sonaba más bonito con dos bla... pero en fin... jajaja

noesmasqueblabla dijo...

Mi nombre sigue siendo el mismo, como ves...

Y el Ehhhhh
Era más bien un Eeeeeee

:P

noesmasqueblabla dijo...

Jajaja... creo que el pasar de la Rock & Pop a la Rolling Stones no fue un cambio tan grande como el mío que un día decidí mandar todas mis Miss 17 (no se lo cuentes a nadie... jaja) al tacho de la basura...

Muchas gracias por el comentario (me trajo recuerdos de mi semestre con Marquez)... yo también admiro tu manera de escribir porque encuentro que suena tan madura y profesional, de calidad y denotando el conocimiento.

:)

Saludos