viernes, junio 09, 2006

Un poco sobre esos amores platónicos.


Una canción que se me ha quedado pegada en el inconsciente es The Man Who Loves Women, de Tom Petty & The Heartbreakers, que aparece en el último disco de estudio a la fecha de esta tremenda banda de rocanrol, The Last DJ. El disco es conceptual: Petty establece (nuevamente) declaraciones de principios, defensas a los últimos bastiones de la honestidad brutal y un llamado a despertar las conciencias a nivel música. ¿Algo nuevo? Simplemente, los valores que Petty ha defendido durante toda su carrera.

Tom Petty & The Heartbreakers - The Man Who Loves Women

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Volviendo al tema con el que empecé este nuevo registro de 5 mil caracteres, la canción en cuestión es un manifiesto sobre un tipo que se enamora a diario, un gallo que ama a las mujeres. Un enamoradizo cualquiera, podríamos decir. Un tipo que las mira a todas y que se fascina como si fuese siempre la primera vez. ¿Un iluso? ¿Un fantasioso? ¿Un soñador? ¿Un incomprendido? ¿Un artista? ¿Un romántico? Todo depende de cómo se le mire. Para unos, un iluso. Para el resto de nosotros, un romántico de los que hacen falta en este mundo frío e indiferente hacia el prójimo (¿tiene algo que ver lo que puse recién?).

El enamoradizo siempre cae en lo que conocemos universalmente como "amor platónico", esa idea medio vaga que se le da una mayor relevancia a un aspecto más espiritual que sensual al amor. Propiamente hablando, es una elevación filosófica de la manifestación de una idea hasta la contemplación de la misma, que varía desde la apariencia de la belleza hasta el conocimiento puro y desinteresado de su esencia.

El amor platónico deja atrás la sensualidad cuando su razón le hace comprender que la belleza es tanto más perfecta cuanto más apartada está de la materia corruptible. Es cierto que nuestra juventud, nuestro corazón y nuestras hormonas nos llevan siempre a un plano sensual, donde todo es instinto y desborde emocional, de ese que no nos deja pensar con la "cabeza fría" y nos hace cometer actos de dudosa sanidad mental (serenatas, regalos, canciones, palabras especialmente dedicadas a ellas, y un largo e imaginativo etc). Todos hemos caído en eso, ¿cierto? Pensando en ella todo el tiempo, como preciadas diosas que nunca en nuestra vida podremos hablar y decirles lo que sentimos por ellas.


Las musas inspiradoras de los amores platónicos, esas verdaderas artífices de nuestros enfatuamientos espirituales, son algo difícil de alcanzar. Aunque les hablemos, sepan de nosotros o sospechen de nuestras reales intenciones, el concretarlo no está en esta realidad, sino que en un universo paralelo, donde 2+2 son 3 y el mundo no es como lo conocemos. Imagínense lo que sería este mundo si todos esos amores platónicos y enfatuamientos espirituales lograran concretarse y pasar del espíritu al cuerpo. En ese instante, todo cambiaría de una sola vez.

Esa meta inalcanzable, ese pedestal en el cual ponemos a la musa que nos inspira a movernos cada minuto, se desvanecería para siempre y nos pondría en un nuevo plano. La magia se acabaría y todo pasaría a otro nivel. De seguro, ese no-se-que inexplicable que hacía que estuviésemos inspirados no se haría nunca más presente de la manera en que lo hacía, sino que ahora sería algo más concreto y "real". Del mundo de los sueños, las esperanzas, los anhelos y las ilusiones, pasamos de golpe a la realidad, con la seguridad de tener a nuestro lado a ella, la que nos inspiró durante todo ese tiempo y nos hizo sentir que podíamos viajar en una nube edulcorada.

La realidad dice otra cosa: no hay tal dulce, ni tales cosas maravillosas y de ensueño, sino que cosas maravillosas que sólo la realidad y lo concreto pueden dar. Una realidad que puede ser completamente distinta a lo que nos imaginábamos en nuestros días de amor platónico como norma de vida. Sin embargo, es un plano al cual todos los enamoradizos queremos llegar algún día, ¿cierto?


Sin embargo, y aunque la realidad diste bastante de lo que nuestra imaginación y esperanza puedan decir al respecto, siempre es recomendable atreverse a dar el paso para superar la barrera de lo especulativo y meternos en un área donde la realidad nos inunde. Confesar nuestros sentimientos a ellas es una de las cosas más corajudas que podemos hacer, pero que siempre tendemos a no hacer por miedo, inseguridad y desconocimiento de un plano que se nos hace difícil de vislumbrar. El convertir un sentimiento platónico en uno tangible es de lo más difícil y cambia mucho las cosas. ¿Acaso no les ha pasado? Sé que todos lo hemos vivido, de una forma u otra. Las confesiones cambian miradas y sentires. Pero es lo que debe hacer

El que describe muy bien toda esta situación del amor platónico es (¿quien otro?) el troesma Dylan, en la hermosa canción She Belongs To Me. A pesar del título posesivo que no hace más que reflejar el estado mental de cualquiera que se enamora, el troesma describe en esas estrofas a una chica artista, independiente, maravillosa y etérea. Así es como solemos ver a nuestras musas inspiradoras: perfectas, angelicales y motivadoras.

Bob Dylan - She Belongs To Me (en vivo 1966)

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¿Cuáles son sus amores platónicos?

2 comentarios:

C. dijo...

Se viene la tertulia musical.

Un abrazo.

Javiii Herrera dijo...

sniff.. todo tierno y romantico...
Amor platonico no tengo desde mmm 6to.. y obvio era el gallo de 4to medio k uno miraba ilusa...
sino, lo mejor es pensar en alguien, y sonreir inmediatamente, media complice y espectanteee

slaudos ni;o, nos vemos