sábado, mayo 27, 2006

Archivos septiembre de 2005.


Viernes 30 de septiembre de 2005:

Frank Zappa.

Un show previo a Navidad de la segunda temporada de Saturday Night Live, en esos tiempos en que se respiraba actitud de Rocanrol en el semillero de comedia. Candice Bergen de anfitriona. Llega el momento musical. "Y ahora, damas y caballeros, el regalo especial de Navidad: los sonidos dulces de Frank Zappa". Aplausos de la audiencia en el estudio 8H. Y Zappa, reconocido rompeesquemas, comienza a tocar junto a su banda. Interpreta I´m The Slime, junto con la voz en off característica de SNL, Don Pardo. Zappa, como profesor sicodélico, le da las instrucciones que debe leer. De las pantallas, comienza a salir un viscozo líquido verde, un moco gigantezco. Y la canción se extiende hasta el infinito. De ese tono fue la obra en vida de Frank Zappa, un férreo opositor al consumo de drogas lisérgicas, pero fiel defensor del consumo de tabaco y café.

Pocas cosas son tan pelacables, ingeniosas, novedosas, irritantes, prolíficas, vanguardistas y trascendentes como las que hizo Zappa a lo largo de su carrera. Pero sumarse a la tendencia de alabarlo sin conocerlo es demasiado fácil. Zappa ya es una marca registrada del respeto, una verdadera "vaca sagrada". Cuidado con el que se oponga al juicio histórico de su genialidad! Pero, al final del día, al mismo Zappa le importaría un carajo que se le considere como una deidad. Su extensa obra oficial (que entre discos de estudios, rarezas, en vivo y demases suma la cantidad de 74 discos) es la prueba contundente de su máximo norte, quizás su única dirección válida: causar conmoción; irritar lo establecido con un humor demasiado particular y delirante; la locura canalizada con un claro propósito de remecer mentes y sacudir conciencias dormidas. O, quizás, sólo quería joder un rato. Algo tan sencillo como eso.

Después de algunos intentos a comienzos de los 60, forma The Mothers Of Invention en 1964. Y les tomaría dos años para ver su disco debut, el indispensable Freak Out, en donde se hacen evidentes las particulares excentricidades de Zappa como compostor. Con su segundo disco, Absolutely Free, consolida su reputación de provocador profesional, con bellas tonadas como Son Of Suzzy Creamcheese. Cerró los 60 con ¡8 discos bajo el brazo!, un verdadero síntoma de obra prolífica, destacando de ese año el album Uncle Meat, y la parodia al Sgt. Pepper (al menos en su portada) con We´re Only In It For The Money, y el cierre de la década con el increible Hot Rats, su primer album como solista.

1970 trae otro disco clave para Mothers Of Invention, el album Weasels Ripped My Flesh, que incluye el clásico My Guitar Wants To Kill You Mama. Para este período, Zappa dividió su tiempo entre los Mothers Of Invention, sus trabajos como solista y una formación más vaudeville de los Mothers..., que incluía las voces de los ex Turtles, Flo & Eddie, además de un delirante proyecto de disco y poelícula llamado 200 Motels. Otro disco notable es el en vivo Filmore East - June 1971. Mientras que en el disco The Grand Wazoo Zappa evoca el sonido de Jazz de las big bands, en Over-Night Sensation y Apostrophe logra hacer una especie de antropología social, ganando finalmente reconocimiento masivo para mediados de los 70. Firma contrato grande con la Warner y edita en 1976 una de sus grandes obras, Zoom Altures, además de otro indispensable, One Size Fits It All. Después de algunos discos instrumentales, el Zappa ácido e irónico vuelve con todo en el disco de 1979, Sheik Yerbouty, con un sonido más tradicional, destacando la canción Baby Snakes, y convirtiéndose en el más vendido de su carrera.

En los 80 siguió con el mismo ritmo de lanzamientos y presentaciones. Ahora Zappa ya ha logrado niveles vanguardistas en la guitarra, creando toda una escuela de improvisación y experimentación en las seis cuerdas; de esto dan cuenta la serie de discos Shut Up ´N Play Yer Guitar. Notables también The Man From Utopia y Baby Snakes, ambos de 1983, y el par de London Symphony Orchestra, de dos volúmenes. Zappa ya mira en retrospectiva, y lanza una seguidilla de 12 discos en vivo de la célebre serie You Can´t Do That On Stage Anymore, que cubre el período de 1965 a 1988, y que considero la entrada definitiva al mundo desquiciado de Zappa en su plenitud. En los 80 Zappa hizo noticia al ser uno de los voceros frente al Congreso de los EE.UU. por la campaña de defensa de la libertad de expresión del Rock frente a la FMRC, que censuraba producciones y letras de compositores modernos, llegando incluso a pensar en ser Presidente. ¿Resultados creativos?.. el disco conceptual Frank Zappa Meets the Mothers Of Prevention y el reconocimiento definitivo dle establishment, con un Grammy por el genial Jazz From Hell.

A pesar del diagnóstico de cáncer a la próstata, Zappa siguió componiendo, grabando y tocando en vivo. Finalmente, fallece un 4 de diciembre de 1993, a los 52 años recién cumplidos, y con una obra póstuma lista, Civilization: Phase I,II.

Si quieren escuchar Zappa: la serie en vivo y el set Lather.



Miércoles 28 de septiembre de 2005:

Randy Newman.

Siempre me ha sorprendido la fuerza que tiene el piano para poder sostener una simple canción. Es difícil lograrlo, pues sólo se tiene una voz y el piano para el cometido. El piano es lo suficientemente imponente como para sonar como una orquesta, si se lo propone. Y la voz no necesita ser privilegiada, dentro de los cánones clásicos que siempre se exigen; basta con que de ella salgan palabras ácidas y efectivas para tener como resultado una canción de apariencia dulce, pero de fondo irreverente, inteligente, increíble y rompe-esquemas. Eso es lo que hace el tipo de lentes que ven en la foto, Randy Newman.

Newman es de los mejores compositores salidos de California de los últimos 35 años. Sus composiciones, hasta finales de los 60, habían sido grabadas por muchos intérpretes, desde Pat Boon a Ray Charles, y desde Peggy Lee a Wilson Picket. Estas canciones parecían atemporales, pues llamaban mucho a la nostalgia de las composiciones orquestales de los años 30, pero con letras absolutamente contemporáneas. Con el tiempo, estas letras se volverían cada vez más ácidas y críticas. ¿A qué puede hacer crítica un tipo de apariencia cotidiana, de gruesos lentes y apariencia demasiado normal e inofensiva? A las cosas más esenciales de su entorno inmediato: los miedos, inseguridades, paranoias, excesos e ignorancia de sus coterráneos gringos. Newman, a lo largo de toda su carrera (tanto en discos propios como en composiciones para otra gente y música de películas) ha demostrado que su mirada irónica no se ha perdido.

En 1968 hace su debut discográfico con su disco homónimo, cargado de temas personales. Pasa casi inadvertido y vende poco, lo que se volvería para Newman algo común en su trayectoria de culto. Su siguiente trabajo, 12 Songs, sigue la línea y va afirmando su particular estilo, incluyendo letras temáticas (My Old Kentucky Home; Underneath The Harlem Moon). Pero es el siguiente trabajo el que deja más en claro su prouesta: sólo su piano y su voz en el disco Live, editado en 1971, sacado de una presentación en vivo.

Sin duda que el mejor disco de Newman, a mi gusto, es el Sail Away, de 1972; en él encontramos las canciones más representativas de su carrera. Letras irónicas, lúdicas y ácidas pueblan el disco de principio a fin: burlándose de la fama en Lonely At The Top; ironizando sobre los conflictos religiosos en God´s Song (That´s Why I Love Mankind); y su obra maestra, la autocrítica en forma de ironía y lleno de elementos lúdicos en Political Science, en donde deja pésimo a las cúpulas de poder en su país, poniendo de manifiesto esos deseos mesiánicos de hegemonía total que siemrpe ambiciona el "primer mundo": su "inocente" narrador (el que utiliza Newman para relatar) suena como un Bush cualquiera, queriendo sacar a todos del medio y apoderarse del mundo; aunque haya sido escrita en mediod e la guerra de vietnam, la canción sigue estando vigente. Todas estas increíbles letras están cubiertas de melodía dulce en una voz distinta y en un piano envolvente y nostálgico, casi de vaudeville.

Newman continuaría la línea más ácida en su siguiente trabajo, Good Old Boys, con perlas de la talla de Mr. President (Have Pity On The Working Man), Louisiana 1927, Guilty y Back On The Feet Again. Completando la trilogía de genialidades, el disco Little Criminals,de 1977, con uno de sus mayores éxitos comerciales, la canción Short People, y crudas visiones en Sigmund Freud´s Impersonation Of Albert Einstein In America y You Can´t Fool The Fat Man.

Newman consolidó su prestigio como compositor efectivo y lúdico. Después de algunos trabajos más como solista, y varias presentaciones en vivo, comienza a alternar sus discos en solitario con trabajos en bandas sonoras y música incidental de películas. Entre las que ha colaborado, se cuentan las de The Natural, Three Amigos, Awakenings, Avalon, The Paper, Maverick Pleasantville, Seabiscuit, y algunas de Disney: A Bug´s Life, Toy Story 2 y Monsters Inc, por la cual se ganó el Oscar 2002, y después de haber sido nominado muchas veces anteriormente, por canción original para la película (If I Didn´t Have You?). Un reconocimiento bastante innecesario y tardío, pues no se necesitaba de un Oscar para apreciar el trabajo de Newman en películas.

Newman nunca se ha inclinado por las revisiones arqueológicas para su carrera. Por eso, sorpendió a todos al editar una extensa revisión de su obra en el Anthology, y un Best Of. Además, de una verdadera delicia para introducirse en su extenso trabajo, con la edición de The Randy Newman Songbook Vol. 1: sólo él con un piano, reinterpretando sus canciones más emblemáticas. Es una invitación que hace Newman para revisitar su amplio trabajo.

Es increible lo que ganan esas viejas canciones al sacarle el acompañamiento. Nos muestran que sigue vigente, que su mirada lúdica y su sátira descarnada de los mejores trabajos todavía tiene significado y aplicaciones en la contingencia. Uno de los mejores compositores contemporáneos.



Lunes 26 de septiembre de 2005:

A HArd Day´s Night.

Recién me acordaba de la primerísima vez que vi A Hard Day´s Night. Fue un Viernes 25 de diciembre de 1993... si!!! Me llegó como regalo de Navidad, junto con la película Help!. A esas alturas, yo era un rayadísimo de The Beatles: tenía los cassettes en CrO2 (esos de cromo), el libro "The Love You Make: An Insider´s Story Of The Beatles" desde hacía medio año antes, me lamentaba una y otra vez el no haber podido ir al concierto de Paul McCartney en un Estadio Nacional a medio llenar. En fin... demasiado enchufado con The Beatles, por lo q mi cara de cabro chico feliz era evidente esa noche.

Lo primero que hice, luego de la comida y del compartir con la familia, fue poner ese VHS de la distribuidora VMC (la que sacó ediciones en cinta de ese par de películas Beatle) y me encantó de principio a fin. Es cierto que la película apareció en plena Beatlemanía, pero no hay que quitarle créditos. A Hard Day´s Night es un genial ejercicio de narración. Es una bien lograda mirada lúdica y satírica de un día cualquiera en la vida de estos cuatro chicos de Liverpool que, por esas casualidades de la vida, estaban sonando en todas partes. Y resultaban divertidísimos, casi como una especie de hermanos Marx del Londres Alocado que quedó inmortalizado en tantas fotos, artículos y música.

Brian Epstein, casi como para asegurarse algún acierto en caso de que The Beatles sólo estallaran como un fenómeno pop más, se aseguró un contrato para una película con Walter Shenson, de United Artist. Lo dirigiría el notable y emergente realizador de comedia, Richard Lester; y lo escribiría el reconocido guionista de teatro, Alun Owen, quien se fue de gira con ellos para hacerles un seguimiento y captar su esencia como grupo de amigos que están en medio de todo el alboroto. Y sacó unas acertadísimas caricaturas cómicas de John (anarco revelde), Paul (seductor encantador), George (tímido, pero impertinente) y Ringo (el gracioso, pero melancólico).

Todo el humor porteño que llevaban en la sangre, Owen fue capaz de llevarlo a palabras y líneas en el guión. Un ejemplo: sólo bajo la mirada ácida de un nativo de Liverpool, el ser más alto que alguien es culpa personal y no una coincidencia, generando conflicto entre el manager Norm (Norman Rossington) y el asistente Shake (John Junkin). Sólo bajo ese prisma fresco se puede mirar con más gracia la desesperación de un director de TV al borde del colapso (un notable Victor Spinetti).

Sin embargo, el que definitivamente se roba la película es el gran antagonista de la historia: el abuelo de Paul, interpretado por el genial Wilfrid Brambell, reconocidísimo actor de teatro, e incorporado a la película para darle más peso actorar, previendo de que los chicos "no se la pudieran" con la actuación (Aunque Lennon y Starr demostraron lo contrario, dándole matices a sus presentaciones). El abuelo de Paul se muestra como un viejo desgraciado y bueno para meterse en problemas... pero muy limpio. La ironía perfecta puesta por Owen es el tratarlo de "clean old man" en vez de "dirty old man", como realmente se muestra en la trama.

La película concentra su tiempo-espacio en un par de días de actividades diarias de The Beatles: escapar de la horda de fanáticas en una estación de tren, saliendo de carrete muy restringido, enfrentando las ruedas de prensa, ensayando para una presentación para la TV, grabando... y sin espacios para distraerse. Cualquier ventana para salir de la rutina, la aprovechan. Y eso Owen lo supo retratar de manera genial. Los diálogos parecen improvisados y espontáneos, pero no lo son. No parecen elaborados, sino que fluyen naturalmente a través de cada escena.

El uso del blanco y negro es el indicado para poder narrar esta especie de falso documental sobre un grupo popular en la cima. Y esto es mérito del estilo poco ortodoxo de Lester. El blanco y negro es el que le da el tono necesario de realidad, que jamás se habría logrado si se hubiese filmado en color. Aunque las tomas quedarían exactamente iguales, quedaría la sensación de que lo que vemos no es real. Además, este tono de realidad se logra por los encuadres usados: tomas cercanas, cámaras móviles; todos esos elementos combinados dan como resultado un ritmo trepidante y un sentido de libertad que, prácticamente, sentaron las bases del lenguaje que vemos en los videoclips: el mensaje inmediato, cercano, impactante.

A Hard Day´s Night fue reestrenada a comienzos del siglo XXI en versión remozada, y no pierde vigencia en absoluto. Sus códigos se mantienen tan frescos como en el verano de 1964. Una comedia increíblemente bien escrita, que todavía sigue dictando lecciones de estilo y ritmo de comedia. Es eso lo que hace que siga vigente: su delirante tono cómico d la mano de Lester.

Ya cumplió cuarenta años. 41, en realidad. Y puede ser reestrenada una y otra vez y seguir llevando gente a las salas. Sinceramente, creo que se escapa del fenómeno de la Beatlemanía y logra su muy merecido lugar dentro del Séptimo Arte.



Domingo 25 de septiembre de 2005:

Yajaira en la Sala Master, 23 de septiembre.

Son las 10 y media de la noche de un Viernes 23 de septiembre. Una intensa sesión improvisada y alargada de Descendiendo inunda los oídos de la audiencia de la Sala Master de la Radio Universidad de Chile y, probablemente, los de los auditores que sintonizan la señal a esa hora, en el 102.5.

En el escenario (mejor dicho, la zona de la sala en que están los focos y los equipos de amplificación), una tenue pero suficiente luz es la única iluminación la larga zarpada desértica que sale por los amplificadores de guitarra y bajo, junto con la batería sencilla, pero que suena pesadísima. Se respira Black Sabbath y Kyuss en el ambiente. Comegato (bajo, voz; en la foto, el de la derecha), Sam (guitarra; en la foto, el de la izquierda) y Piri (batería; en la foto, al medio) revientan la formal sala, ante la mirada atenta del público, sentado y sumido en un viaje por sonidos áridos y pegados.

Yajaira, uno de los grupos más sólidos de la escena independiente, y celebrando 10 años de existencia, en el escenario. Y en el lanzamiento de su cuarto disco, Desolazión, en una sesión en vivo para la radio universitaria.

La cita tenía como hora de partida las 21 hrs, con una espera de media hora para la transmisión en vivo. Sonaban de fondo Steppenwolf, Black Sabbath y Grand Funk Railroad, mientras los asientos se iban ocupando, hasta no quedar ninguno cuando el reloj marcaba las 21:30.

La gente seguía llegando a la sala y, al ver que todos los asientos estaban ocupados, se quedaban de pie. Sin previo aviso, Comegato pasa a la zona de tocar y dejó junto a su equipo de bajo un poco de incienso y hojas quemándose, impregnando rápidamente el lugar de aroma a sahumerio, casi preparando para una entrega de ritual. Sam y Piri se asomaron y tomaron inmediatamente sus lugares. La música seguía sonando de fondo. Súbitamente, bajó de volumen; el conductor del programa, Ignacio Franzani, da la bienvenida a la audiencia al programa en vivo y anuncia a Yajaira, poniendo en contexto toda la situación que tomaría lugar en unos minutos. Como última recomendación, Franzani sugirió que todos se plegaran a los aplausos pregrabados de la presentación.

Pasaron un par de minutos y, por el sistema de sonido, se escuchó la presentación del espacio de música en vivo. La gente comenzó a aplaudir y Franzani presentó a Yajaira. El ahora trío de rock stoner abre los fuegos de la presentación con Horizonte, de su primer disco. Casi sin respiro, comienzan los sonidos nuevos de su último disco, que el trío recrearía en el mismo orden que en el CD. Inician el paseo con la atmosférica Abre El Camino, siguiendo con Estados Alterados y la hipnótica Lobo, con una improvisación extendida, mostrando que les acomoda muchísimo más estar como trío que como cuarteto. La guitarra de Sam es lo suficientemente poderosa y árida como para mantener la crudeza que afirman la batería de Piri y el bajo profundo de Comegato, quien ha pulido su voz de manera notable. Mientras toda esta descarga sonora tomaba lugar, el público movía sus cabezas de arriba a abajo, como si estuvieran hipnotizados. Lo que podría estar ocurriendo en cualquier local de pequeña capacidad, con mucho humo de cigarro y falto de aire, se desarrolla en un pulcro estudio.

El nuevo disco es corto, por lo que sólo quedan dos canciones para estrenar: Ciegos Y Sordos, y la que le da nombre a la placa, Desolazión. Con este tema, Yajaira dio cierre al primer bloque, y Franzani anunció comerciales. La sala ya estaba llena, y los músicos descansaban unos minutos. Sus amigos más cercanos se acercaron a saludarlos al costado del área de los equipos, al mismo tiempo que ubicaron unas 4 sillas en el escenario para la pequeña entrevista de rigor. Siendo las 10:15 PM, Franzani comenzaba la entrevista. Comegato aprovechó la ocasión para promocionar el festival del décimo aniversario de Yajaira, que se realizará a fines de octubre. No han pasado más de 7 minutos y Franzani cierra la entrevista, dejando que los Yajaira tomen sus lugares nuevamente. Los respetuosos aplausos dejaron ver un poco de ansiedad para saber qué es lo que tocarían en la segunda parte del programa.

Y dieron inicio al segundo set con Larga Huella, cargada de atmósfera pesada. Para continuar, pegaron de inmediato En Nombre, con un relajo que contrasta con toda la vibra densa y pegada que ha quedado en el ambiente y en los oidos de la audiencia. Todo esto servía de preámbulo al momento más alto de la noche, con Descendiendo y su prolongado instrumental de improvisación. El público cayó en un estado hipnótico, dejando que sus cabezas se relajaran y oscilaran hacia abajo para seguir las ondas desérticas que salían de esos poderosos amplificadores.

Y llegó el cierre. Comegato agradecía a la gente que asistió y a la radio por el espacio dado. Pero todavía quedaban algunos minutos de programa. Y los Yajaira vuelven a tomar posiciones. Base, una suerte de síntesis del sonido característico de la banda, cierra de manera sutil la jornada.



Jueves 22 de junio de 2005:

Hendrix.

¿Hay algo más obvio que decir lo capo, único, genial, innovador, vanguardista, soñador, inspirador, lleno de feeling, gurú, guía, precursor de una nueva forma de tocar, la base de todo lo que asumimos hoy como guitarra que significó lo que hizo Jimi Hendrix? Es prácticamente citar una base de creencia, un axioma que no se pone en duda y que jamás se puede rebatir. La personificación d la letra del poeta Chuck Berry.

Justo el mismo día cuando nosotros celebramos nuestra nacionalidad e idiosincrasia, Hendrix dejó de estar entre nosotros los mortales. A la tan añorada edad de muerte con la que fantasean prácticamente todos los suicidas inconscientes que pretenden lograr un cadáver exquisito: 27 años. La misma en la que se fueron Joplin, Morrison y Cobain; la misma a la cual muchos de los fanáticos y seguidores de los mártires pretenden llegar y no seguir más.

Pero James Marshall Hendrix, el zurdo guitarrista-artista-genio-figura, escapa a la vapuleada regla de que "el rocanrolero es más valorado muerto que vivo". Hendrix fue capaz de hacer muchísimas cosas por las cuales se le celebraba y respetaba aún estando en vida. Hendrix fue, durante buena parte de 1966, un secreto a voces. Y, como dice bien esa frase, nunca profeta en su tierra. En EE.UU. sólo recibió miradas extrañas frente a su particular manera de presentarse. Mal visto por los negros (que lo acusaron muchas veces de "venderse a los blancos y darle la espalda a la causa de sus hermanos") y visto como excentricidad por los blancos que trataban de mezclar el Folk con el Rock. No fueron sus coterráneos los que vieron primero su genialidad. Fueron los británicos los que lo hicieron. Keith Richards alucinó con él y lo recomendaba a todos. Lo escucharon, lo vieron y se volvieron totalmente locos y adictos a él. Fueron ellos los que se lo llevaron a Inglaterra (en particular, Chass Chandler, ex bajista de The Animals y su eventual manager) para que pudiese grabar y armarse un power trío a-la Cream, la Hendrix Experience, con Mith Mitchell en la batería y Noel Redding en el bajo.

Por eso, cuando tocó en el festival de Monterey, Hendrix causó tamaña impresión en su propia tierra. Su hogar, que ya estaba cambiando, estaba más abierto a recibirlo. Su sacrificio de la guitarra, según cuenta Eric Burdon, es erótico y conmovedor al lado de la violenta violación que hacía Townshend. Y fue Townshend el que le contó a Eric Clapton de Hendrix; lo llama para que se junten a ver una película al cine, una de esas italianas que a Clapton le encantaban. En medio de la función, Pete le dice "hace muy poco vi a un guitarrista que nos dejará a todos sin trabajo; se llama Jimi Hendrix". No pasó poco antes de que compartieran cartel.

Sus contemporáneos siempre recurren al concepto "música de otro planeta" para describir lo que hacía Jimi. "Verlo tocar era como ver a alguien de Marte", ha dicho Santana en más de alguna ocasión. "No sólo tocaba la guitarra: tocaba EN la guitarra, CON la guitarra, DESDE la guitarra", también han dicho de él. Lo que nuestros oídos de hoy pueden percibir como algo fundamental, en esos años fue toda una revelación.

Como todo eximio virtuoso del alma, Hendrix era un tipo muy tímido. Pasaba con la guitarra al hombro todo el día y era capaz de comunicarse con ella; pero, si no la tenía con él, se desesperaba. Fue capaz de tocar acordes y secuencias que sólo a él le podían salir. A pesar de las técnicas ultra depuradas de las que abusan varios guitarristas de hoy, nadie ha podido llegar a su nivel. Es que lo de Hendrix pasa más por el espíritu que por la pericia. Sus canciones, grabaciones y presentaciones son capaces de llegar a lo más profundo de nuestras almas. Y en eso se parece mucho a su ídolo máximo, Bob Dylan. Hendrix lo pasaba escuchando constantemente, rayando con lo improvisado de las grabaciones del troesma. Y fue el único que fue capaz de reinterpretarlo e incorporarlo de manera natural. Un ejemplo de eso es la versión de All Along The Watchtower, que el mismo Dylan, en sus conciertos, interpreta a-la Hendirx.

En sus múltiples grabaciones, tanto los discos oficiales como los numerosos inéditos de rarezas y en vivo, queda en evidencia que Hendrix siempre fue un fanático de la música, sin ningún prejuicio. Era capaz de hacer suyos tanto el legado de los bluseros como la vanguardia de un Sgt. Pepper. Hendrix era capaz de meter en un mismo tema a Frank Sinatra y la sicodelia Floydiana.

Hendrix siempre fue un inquieto en vida, buscando numerosas maneras de reinventarse y regenerarse. Cambió de grupos, probó nuevas fórmulas (tanto en power tríos como en combos eléctricos-rítmicos) y nunca se fue por el camino fácil, trabajando constantemente para lograrlo.

Pero el destino quiso otra cosa. Y encontró la muerte casi por accidente, de una sobredosis (algunos dicen, y yo defiendo esto, que fue por negligencia médica), dejando el cadáver joven y haciendo crecer su figura a niveles insospechados.

Hace 35 años que ya no está...



Martes 20 de septiembre de 2005:

La Yein Fonda.

En todos estos años de largos asados familiares y salida a alguna fonda Rock, ir a la Yein Fonda se me hacía un panorama muy costoso para mi limitado presupuesto. Este año, pagar 9 mil pesos por una jornada de música chilena se salía un poco. Pero me las arreglé y me preparé inconscientemente para la posibilidad de asistir este año, y no perdérmela como en los anteriores.

Son eso de las 8 y media de la noche de Domingo y por la TV pasaba esa ceremonia de los Emmy que no deparaba ninguna sorpresa. Y suena el teléfono. "Weon, prepárate pa que vayamos a la Yein Fonda", escucho desde el otro lado del auricular. "Ya, wena!", le respondo con un entusiasmo salido de no se donde. Me arreglo (me abrigo un poco, en realdiad), y bajo del 4o piso, pues me estaban esperando abajo. Faltando 10 minutos para las 9, llegamos rápidamente a la Quinta Normal. No nos cuesta dar con la carpa gigante en la que está montada la Yein Fonda. Ya desde fuera se escuchaba un fuerte vozarrón de mujer. Una preciosa voz: la de María Ester Zamora, a quien sólo había escuchado en grabaciones y en presentaciones en vivo envasadas.

Entrando a la fonda, me doy cuenta que el lugar es una mezcla de todo: mesas típicas de fonda; cajas como las que se ven en los conciertos al aire libre, una enorme cocina de fondo, que tenía como destacado un inmenso cuadro de Salvador Allende y fotos de The Godfather más atrás; una zona adelante, que se podía ocupar tanto para bailar cueca como para ver el show; y un escenario lleno de amplificadores, micrófonos e instrumentos.

Viene la primera ronda de chicha con un pedazo de limón, la que está tan suave , que cumple con el dicho de "ni chicha ni limoná": parece un jugo agradable más que una bebida alcohólica. En el escenario, la voz de María Ester Zamora, junto con los notables cuequeros Pepe Fuentes, Rubén Gaete, Iván Cazabón, Raúl Vargas y Bernardo Mosqueira seguía llenando el lugar con sus ondas profundas. Después de un breve intermedio, aparece el dueño de casa, Alvaro Henríquez, con algunos de los viejos cuequeros, para tocar temas del disco Peineta. Acá Henriquez deja que los avezados la lleven, quedando en un segundo plano. La noche seguía avanzando y era el momento de comerse una empaná de horno junto con otro vaso de chicha.

A esta verdadera sobredosis de cueca (que debería ser, en realidad, costumbre) le sucedió la presentación de González y Los Asistentes, la que me gustaría que hubiese prendido más, pero que no podía hacer mucho frente a un público ya entonado que quería sólo escuchar tonadas populares. Un breve receso da el paso a la presentación de Henríquez, quien invita de partida a Joselo, el de Café Tacuba, para estrenar un par de temas del disco que hicieron juntos... y no hubo pifias, como dijeron que hubo la noche inaugural. A continuación, Henríquez se lanza a darle al público lo que querían escuchar: una selección de lo más masivo de su repertorio, pasando por temas archiconocidos de Los Tres, Pettinellis y sólo un par de temas de su trabajo solista. Todo esto, haciendo subir a medio mundo para apoyarlo. Y se viene el momento más alto, cuando entra sin aviso el "Pollo" Fuentes, cantando en su ya clásico vibrato el tema Hospital. Fuentes se queda para unos 4 temas más, adueñándose de la tarima popular. El respetable no da más del éxtasis nostálgico. Increíble.

Y Henríquez continúa de maestro de ceremonias, invitando a 3/4s de Café Tacuba al escenario: Joselo, Memo y Quique, quienes se largan con 4 clásicos de su repertorio. Henríquez cierra su extenso set con El Pueblo Unido, a.k.a. La Marcha de la Unidad Popular, con el público coreando fuerte, y con varios de Los Búnkers en el escenario.

Y la noche sigue avanzando, dando paso a uno de los números más divertidos y prendedores que vi en la jornada: unas cuecas bien hechas por Los Tricolores, que presentó al actor Daniel Muñoz en una faceta que no lo habíamos visto antes: cuequeando fuerte y bien, haciendo percusión con un par de platos. Absolutamente notable.

Ya son las 3 am y la fiesta sigue en marcha. El dueño de casa se asoma al escenario y anuncia a sus coterráneos de Los Búnkers. Con su arsenal de canciones populares lograron prender nuevamente al respetable. Y, especialmente, con unas soberbias versiones que se mandaron al hilo: un Last Train To Landon de la ELO y tres de The Beatles (Day Tripper, One After 909 y You Can´t Do That). Y debo decir que los cabros no han cambiado mucho desde esa vez que los vi haciendo un tributo a los muertos del Rocanrol un 31 de octubre de hace mucho tiempo atrás, cuando todavía no llegaba la Sony ni la masividad temprana que abrazaron después. El Domingo pude comprobar que siguen teniendo la chispa que les vi en ese pequeño pub de Cumming. Y eso se agradece.

Después de tamaño despliegue, no quedaba mucho por hacer. La presentación del conjunto de folclore femenino Las Santiaguinas fue un apropiado cierre de jornada.. al menos para mí. Eran las 4:15 y necesitaba dormir un poco.



Domingo 18 de septiembre de 2005:

Un dieciocho más: rock nacional, Weichafe y chilenidad.

Hemos llegado a un nuevo dieciocho de septiembre. El vinito tinto (pero del weno), los anticuchos, las empanadas gigantes, los asados interminables (tanto como 4 di¬as seguidos de pura carne a la parrilla), las cuecas de borrachos improvisadas (de esas que salen cuando te ven con una guitarra bajo el brazo y te dicen "compariiiito, rajese con una cueeeeca!"), las fondas varias (esas que, penosamente, se inundan de mas ritos alejados de nuestra esencia) y las tocatas y eventos por montones.

Asi es. Un dieciocho mas. Y de seguro que, al pasar el 19, todas las cosas se guardaran. los discos de folclore nacional, las parrillas. Se volvera a la habitual piscola y cerveza, a las cumbias sin sentido, a la moda del momento y al pelambre del minuto. Las fondas se cerraran y se reinauguraran las discotecas con ritmos de moda, de esas que estan cada vez mas arriba. Y volveremos a identificarnos en tribus y agrupaciones extrañas, que no tienen nada de chilenas.

Lamentablemente, ese es el panorama que nos depara para el Martes 20, cuando toda esta euforia momentanea se haya disipado. Y no es nada mas que un reflejo de nuestra forma de enfrentar nuestra realidad. Veo que cada vez menos nos creemos el cuento de que podemos ser los mejores del mundo. En Chile nos invade el pesimismo, esas ganas de bajar de inmediato a cualquiera que vaya subiendo, la competencia mal entendida, el desgano, la apatia y la falta de ganas en general.

Aca en Chile nos cuesta hablar de una escena solida. Recien ahora el cine comercial empieza a despegar, en una industria inexistente que deberia tener los estrenos nacionales como costumbre y no como acontecimientos especiales. Aunque vemos que la cosa mejora, aun queda mucho camino por recorrer.

En cuanto a la musica, ahi si que nos falta un monton. De partida, la participacion del producto nacional en la difusion en medios es bajisima aca en Chile. No alcanza a ser la decima parte por ley (lo que es una verguenza, en comparacion con el 60 % en Brasil y el 40 % en Argentina), lo que la pone en gran desventaja en comparacion con el resto de lo que se ofrece. Ademas, el mercado aca es tan pequeño que no les alcanza a los musicos para "vivir de la musica".

Y la ida a eventos en vivo es escasa. Basta decir que, para que se llene algun Estadio Nacional aca, debe ocurrir un milagro o, mas bien, un evento ultra bien promocionada (Waters en el 2002) o uno de alta espectativa (Los Prisioneros en el 2001). Si no, solo se convoca a unos cientos, con suerte unos pocos miles.

¿Que nos hace tan distintos de otras partes del mundo? ¿Por que aca no se puede hablar de una industria cultural madura, autosuficiente y completa? Es cierto que, tras el golpe de 1973, se interrumpio nefastamente el fomento a la cultura propia. Pero seguir escudandonos en eso tiene mucho de disculpa. Hay mucho por hacer como para seguir abajo en los animos. Es hora de actuar, obviamente sin olvidarnos de nuestro sufriumiento.

Lo primero que podemos hacer, lo que esta al alcanze de nuestras manos, es apoyar a nuestros grupos nacionales. Y no con ese tono condescendiente de "si es chileno, es weno", sino que valorandolos realmente. Hay un monton de bandas notables que andan dando vueltas por nuestro pais. Nadie se ha dado cuenta, pero hay harto movimiento del cual apenas nos damos por enterados.

Triburbana trae propuestas que pueden seguir el camino trazado por Los Jaivas, pero con nuevos brios y potencia a full. Mecanica Popular ha logrado rescatar elementos importantes del folclore nuestro en su propuesta. Guiso y sus socios de la nueva escena independiente han dado frescura a la escena local, con sus permanentes lanzamientos de EPs y frecuentes presentaciones en vivo. Los Bunkers vuelven a escena con un cuarto disco (el que, parece, es el mejor de su carrera). Chancho En Piedra internacionaliza su carrera en festivales clave. En fin... creo que me faltan ejemplos por dar.

El que destaco en esta oportunidad, en la foto que subo hoy, es al power trio nacional Weichafe. Son todo un ejemplo de la autogestion y el hacer las cosas por si mismos. Ya llevan tres discos a su haber, sin sello que los respalde en promocion ni distribucion, tampoco tienen difusión en medios; mezclan en su propuestas todo el Hard Rock heredado de Cream, Black Sabbath y Jimi Hendrix, pasando por mucho Beatles y Neil Young, y muchisima cosecha de lo mejor de lo nuestro: Jaivas y Victor Jara; y en sus tocatas logran conectar de manera unica con su publico. Ya es normal que llenen una sala SCD o una Batuta sin problemas. Falta un paso mas grande: llenar un Teatro Providencia o, por que no, un estadio Vi¬ctor Jara.

El de Weichafe es solo un ejemplo del potencial de muchii¬simos grupos nacionales. Y la solucion, como lo expuse antes, esta tan al alcance de nuestras manos que es posible hacer algo a un corto y mediano plazo.

Comprar los discos de los grupos nacionales; asisitir a sus tocatas; pedirlos en los medios... no es mucho pedir, ¿cierto?

P.D.: Perdonen la falta de acentos y el exceso de simbolos extraños, pero algo le pasa al flog que no me los acepta. Deben estar todos borrachos en el Admin... Felices 18!



Jueves 15 de septiembre de 2005:

Sobre el Top 50 de 1964, el rey Townshend y otras yerbas.

En este minuto estoy escuchando por radio online un Top 50 de la Billboard, del 13 den septiembre de 1964. Pasa el You Never Can Tell del troesma de la guitarra, Chuck Berry. En este rato he podido escuchar perlas maravillosas de gente tan distinta como Dean Martin, Dionne Warwhick, The Searchers, The Temptations, The Supremes, Little Anthony & The Imperials, The Rolling Stones, The Beatles (y con más de un tema, esos cabros la hicieron de oro en los charts de la época :p) y un largo etc que sigue avanzando... ¿sigo con la lista?

Todo este verdadero viaje al pasado por lo que más se escuchaba por radio y se vendía como discos sencillos en ese período me hizo pensar en el status de Rey. El sólo escuchar la intro de You Never Can Tell me hizo vislumbrar una corona de Rocanrol puro, sencillo, barato y descarnado que siempre perteneció (y pertenece todavía, según varios) a Chuck Berry... aunque también me hizo recordar la maravillosa escena del baile de Pulp Fiction, esa en que Travolta vuelve a bailar para la cámara, pero esta vez con la diosa Uma Thurman.

Volvamos a lo del status de Rey. Ya es lugar común hablar de Elvis Presley como el Rey del Rocanrol. Y otros (que no son pocos) corrigen esta afirmación, postulando a Chuck Berry como el Rey definitivo. Pensémoslo bien... ¿realmente importa darle la corona a uno de ellos? Es re fácil discutir la calidad de deidad que se le da a Presley... basta ver su trabajo en las películas y su regreso nostálgico para jóvenes dueñas de casa (sus fanáticas quinceañeras de los 50) para quitarle ese status de inmediato. Con Berry, se hace más difícil. No cualquiera inventa una forma de tocar guitarra que influenciaría todo lo que viniese después. Y no cualquiera es capaz de tocar una guitarra medio desafinada y lograr que los sonidos se vuelvan tan incendiarios como celestiales.

¿Pero no será la corona uno más de los intentos en los cuales nosotros, los seres humanos pensantes (aunque pensemos estupideces :P) que todo lo analizamos y comparamos, por poner parámetros de medición? ¿No escuchamos en los medios muchos de esos comentarios tipo "X tiene influencias de Y, pasado por un pcoo de Z y de W"? De esas comparaciones se genera esa corona de Rey Del Rocanrol. Y su propósito es evidente de inmediato: establecer el patrón de comparación máximo. Y puede que John Winston lo haya inaugurado al decir "antes de Elvis, no había nada".

¿Lennon, un Rey? No hay poca gente que lo elevó a esa categoría. El joven Lennon, ese de lengua filosa y venenosa, al que se le celebraba todo lo que dijese. El genio de The Beatles, según los lennonianos más acérrimos. El que inspira un modo de vida, un modo de ver las cosas. El que nos hizo imaginar que no había cielo, ni posesiones, ni religión que dividiera a los hombres. El mismo que fue asesinado y se convirtió en lo que luchó durante toda su vida por nunca ser: un mártir. Y pensar que Lennon decía hasta el cansancio (y haciendo alusión a los "mártires" Joplin, Morrison y Hendrix) que, más que llorar y tributar a los muertos, había que celebrar a los vivos, a los que seguían peleando a diario, a los que no se rendían ante los problemas que trae el diario vivir. Los héroes anónimos y cotidianos que vemos en cada esquina, pero en los que nunca pensamos por llorar a los mártires.

Yo propongo a otro candidato para esa eventual corona de Rey del Rocanrol. A alguien del pueblo. A un rocanrolero que sea el fiel reflejo de su público. A un letrista descarnadamente cercano y humano, a uno que fue perdedor como todos nosotros. Al que siempre le iba mal con las mujeres, como a todos nosotros. Al que le costaba encontrar las palabras para decirle a la chica que el gustaba, como a todos nosotros. Al que encuentra en el escenario la vía de catarsis necesaria para no colapsar mentalmente, como a muchos de nosotros nos gustaría estar. Alguien que sea capaz de sacar a guitarrazos a cualquier entrometido engrupido que quiera aprovecharse de la tarima para decir boludeces de cualquier tipo. A un cabro largucho, de nariz prominente.

¿El candidato perfecto? Peter Dennis Townshend, más conocido como Pete. Pete Townshend. El mismo que rechazaria de plano ponerse semejante corona en serio. Aunque sí la use, a modo de chiste, en alguna presentación; tal cual como lo ven en la foto que subí en esta ocasión. El rey Townshend, ese que fue capaz de poner, en una sola obra conceptual, todas nuestras inquietudes más esenciales. ¿O me van a decir que Tommy no trata de eso precisamente? Razón suficiente para que Peter Dennis se ponga la corona encima. Pero, como es de esperar de él, la botaría al suelo y la usaría con otros fines.

El ranking del Top 50 de ese lejano 1964 que nunca viví sigue avanzando. Y han vuelto a sonar The Beatles (lo digo de nuevo... esos cabros calaron profundo en la escena!! Imposible meter tanto tema en un ranking!! Weno, al menos imposible hoy).

La corona tomó el color rojo de la sangre pasión furiosa, esa capaz de destrozar una guitarra en pleno acto. El rey claudicando en plena ceremonia...



Martes 13 de septiembre de 2005:

A Bigger Bang.

Créanme esto. No hay nada que se compare a despertar escuchando un buen riff de guitarra para empezar el día. Comenzar la jornada con el ánimo arriba, aunque sea por 3 minutos 12 segundos. Eso es lo que dura el primer track del nuevo disco de The Rolling Stones, A Bigger Bang.

Esta nueva colección de 16 canciones (la más extensa desde el Exile On Main Srteet) apareció hace exactamente una semana. El primer disco de canciones inéditas en 8 años (exceptuando las 4 estrenadas en el Forty Licks, su compilado de 40 años) encuentra a los Stones con nuevos bríos y sacando fuerzas de flaqueza: Charlie Watts se recuperó de un cáncer y casi se muere en un accidente automovilístico; Ron Wood sigue luchando con su adicción al alcohol monitoreado por su jefe Mick Jagger. Éste, dedicado a mantener el imperio rollingo, controla férreamente cada una de las variables, no dejando nada al azar. Y Keith Richards sobreviviendo cada día, y mostrándose en esta ocasión como el principal motor creativo y sonoro de las nuevas composiciones que pueblan A Bigger Bang.

El sonido de A Bigger Bang es fresco, visceral, potente y rockerazo en extremo. De inmediato es evidente el fiato logrado en la producción con Don Was y de los Glimmer Twins para estar al servicio de la vibra más clásica de los Stones. Ya no encontramos acá los elementos tecnológicos de la anterior entrega de 1997 Bridges To Babylon. La intención de los sexagenarios Stones acá es clara: pegar fuerte y desde la partida. La portada acá dice mucho: los cuatro Stones que quedan activos alrededor de una misteriosa luz, quizás la del origen. Tal como ellos, el origen de muchas cosas que hoy damos por sentado.

El disco abre con ese tema que ha sido parte de cada mañana desde que tengo el disco en mis manos, ya sea escuchándolo en el equipo antes de salir o en los fonos camino a la u. La guitarra más clásica de nuestro querido "Riff" Richards se hace presente en Rough Justice, uno de los puntos fuertes del disco, recordando al You Got Me Rockin del Voodo Lounge, así de directo, simple y efectivo. Le sigue Let Me Down Slow, un corte claramente radial y más relajado que el de apertura. Después, un inspirado riff del troesma Richards abre It Won´t Take Long, bajando las revoluciones con ecos de la etapa media funky de los Stones con Rain Fall Down.

Street Of Love, el primer single para las radios de rock clásico (algunos podrían decir "adulto fome" :p), trae la cuota de balada infaltable en cada disco de los Stones, y uno de los temas menos logrados, casi descartable. Las cosas mejoran considerablemente al llegar ese Blues que pareciera sacado del viejo Mississippi que es Back Off My Head, con slide y harmónica, toda la carne a la parrilla (como corresponde nomás). Después llega un tema marca registrada Rolling Stones de todos los tiempos por donde se le mire, She Saw Me Coming. El toque personal de Jagger se hace presente en la balada que sigue, Biggest Mistake. Y Keith Richards en la voz principal de uno de los temas más bellos del disco, This Place Is Empty.

Oh No Not You Again está cargada de ironía en la letra y guitarras poderosas de la dupla Richards-Wood, de seguro será uno de los predilectos en vivo. La guitarra marca registrada de Richards se roba la película en Dangerous Beauty. Bajan nuevamente las revoluciones para un tema personal (especialmente por lo ocurrido con Watts hace poco) y con aire minimalista, Laugh I Nearly Died.

Y la crítica en la lírica encubierta con un ritmo americano llevadero llega con Sweet Neo Con, una mirada ácida a los neo conservadores que se han apoderado nuevamente del poder. A estas alturas, sorprende un poco ver a un Jagger potentado económicamente haciendo críticas ácidas contra tipos que son prácticamente de su generación. Recordemos la potencia en la industria que representan los Stones, por lo que la letra ácida podría ser tomada como un chiste más que en serio.

Una guitarra rockeraza y llevadera trae el siguiente track, Look What The Cat Dragged In. Siguiendo la línea, le sigue Driving Too Fast. Y cierra el disco una de Keith Richards, Infamy; tres minutos de guitarra clásica de Richards con un toque algo moderno y un toque medio oscuro, un cierre apropiado para el disco y un número fijo del set que harán en la gira "On Stage", la que los traerá por estos lados en febrero de 2006.

En resumidas cuentas, un disco energizante, que obviamente está lejos de la genialidad del período 68-72, ese de los cuatro discos indispensables para cualquier colección. Pero, ¿les tenemos que exigir que sean geniales a estas alturas del partido? Ya hemos asumido que los Stones van sacando discos "excusa" para salir de gira por el mundo. Y con A Bigger Bang, por muy refrescante que nos suene al escucharlo, no va a ser la excepción.

¿Y qué más exigimos, si aún hoy son capaces de entregar una colección notable de canciones? De seguro elegiremos 3 o 4 de este disco como nuevos clásicos para la lista.

Ahora solo a esperar a febrero/06.



Domingo 11 de septiembre de 2005:

Prairie Wind.

En marzo de este año se le encontró un aneurisma cerebral a Neil Young. Después de su presentación en la ceremonia del Rock & Roll Hall Of Fame, donde presentó a The Pretenders y tocó con ellos un par de temas, se quejó de un fuerte dolor de cabeza. El diagnóstico fue desalentador: debía someterse a una intervención quirúrgica de inmediato. Así fue cómo se internó en un hospital y fue operado los primeros días de abril. Afortunadamente, la operación resultó exitosa. Su estado de convalecencia le impidió asistir a un homenaje que se le iba a rendir en su país natal, Canadá, en la ceremonia de premios JUNO, realizada a sólo una semana después de su operación.

Todo esto enmarcó la previa al nuevo disco que saldrá al mercado a fines de este mes. Un material de naturaleza acústica y reposada, que fue grabado a comienzos de este año, y que está poblado de remembranzas de su vida. Este disco vendrá a cerrar una trilogía de discos personales y acústicos que comenzó con Harvest y siguió con su secuela en Harvest Moon. Pero el título escogido para esta ocasión no es en vano: Prairie Wind (viento de pradera – o plegaria, si se quiere también) alude explícitamente a todo lo que ha vivido Neil Young en el transcurso de este año.

Una pista de la postura actual de Young se vio en su presentación en el Live 8 de Canadá, donde tocó tres temas: un tradicional canadiense (el bellísimo Four Strong Winds, de Ian Tyson), un tema nuevo y Rockin In The Freeworld versión acústica. En su rostro se notaba claramente el alivio de haber sobrevivido. De seguro se está tomando las cosas con calma y reforzó la colección de 10 canciones que estrenará en este nuevo disco, que he tenido el gusto de escuchar en esta última semana.

El disco abre con el primer single, The Painter, que contiene un poco de descontento en el coro, donde le habla a una joven pintora, diciéndole cosas como "si sigues cada uno de tus sueños, te puedes perder", llamando claramente a la prudencia. Le sigue No Wonder, que musicalmente nos recuerda al clásico de CSNY, Find The Cost Of Freedom, y acá Young confiesa que siguen dando vuelta cosas que pasaron hace no mucho ("escucho a Willie cantando en la radio de nuevo... esa canción del 9/11 sigue sonando en mi cabeza") y denuncia las indecencias morales de los poderosos ("un senador se sienta en su sillón de cuero... los que murieron no significan nada para él... recogió su dinero, como el resto").

Falling Off From The Face Of The Earth trae un poco más de luces al disco, en la forma de una bella tonada con palabras de agradecimiento. Las cosas se encienden un poco al llegar Far From Home, en clave Country clasiquísima, con harmónica "marca registrada" de Young desde ese ya lejano hit Heart Of Gold, y contándonos sobre su viaje desde Canadá a los Estados Unidos. En It´s A Dream, el piano y los arreglos de cuerdas son los protagonistas de una cuasi canción de cuna.

El ambiente se torna un poco más áspero cuando llegamos al track Nº 6, elq ue le da el título al disco, Prairie Wind; un tema filoso, en la línea del cierre de su anterior entrega con los Crazy Horse en Greendale, de afinacioens bajas y viajes al desierto y la pradera perdida con el viento de la plegaria. Después de semejante vibra, vuelve el recogimiento con una bella melodía con harmónica en Here For You, donde el amor maduro y sin miedos se apodera de sus palabras ("Sí, te extrañaría... pero no puedo retenerte..."), quizás reflejando el estado de las relaciones cuando se está de gira una buena parte del tiempo, muchas veces alejado de la familia, la que Young tiene hace casi 30 años con Peggi.

Los ecos de Old Man se sienten en This Old Guitar: la eterna compañera de viajes de Young, la guitarra acústica, es protagonista acá ("esta vieja guitarra ha causado quiebres, pero nunca buscó el oro... no la culpen por mis errores, sólo hace lo que se le ordena"), junto a los coros de su esposa. En He Was The King, un tema medio isnpirado en la figura de Elvis, da las instrucciones de partida a un Country up tempo, sacado prácticamente en una sola toma, donde todo queda arriba en el tema más lúdico del disco.

Y el cierre viene de la mano de ese otro tema que ya habíamos escuchado en vivo hace un par de meses; el Gospel mezclado con el Folk se toman el final en When God Made Me, con el Fisk University Jubilee Choir; acá Young se hace varias preguntas sobre nuestra misión en la vida y nuestro lugar en ella ("cuando Dios me creó... ¿pensaba sólo en mi país o mi color de piel?... ¿acaso previó las guerras que dijimos pelear en su nombre?... ¿nos dio el don del amor para saber elegir?... ¿acaso determinó en que sólo hay una manera de acercarse a él?... ¿me dio el don de la compasión para ayudar a mi prójimo?").

When God Made Me cierra de manera hermosa y sublime un hermoso disco reposado y maduro, en donde Neil Young da cátedra maestra de expresión de sensibilidad con mínimos elementos: guitarras acústicas, piano, arreglos sutiles, voces delicadas y una mente y alma iluminados.


Jueves 8 y Viernes 9 de septiembre de 2005:

The Rutles.



La historia de The Rutles comienza por allá en 1959, cuando dos jóvenes ebrios se conocen tras caer juntos al suelo. Ron Nasty (guitarra rítmica y voces) y Dirk McQuickly (bajo y voces), después de apoyarse mutuamente para levantarse del suelo lleno de cerveza, supieron de inmediato que una leyenda había nacido. Una leyenda que duraría tanto como la hora de almuerzo. Aunque no había nada de talento para afirmarla.

A este singular par se les unió Stig O´Hara, un guitarrista sin peinado fijo, pero tardaron dos años en encontrar un baterista permanente. Y lo encontraron en Barrington Womble, quien estaba escondido en la van. Lo convencieron de que se cambiara el nombre a Barry Wom y que se cambiara el peinado para ahorrar crema para el pelo. Ya estaban listos para debutar y se consiguen un manager, Arthur Scouse, en una apuesta que perdieron. Scouse quedó tan impresionado de la música de los chicos que los envió de inmediato a Hamburgo, y ellos aceptaron sólo porque quedaba fuera de Liverpool, resultando ser (según la opinión de ellos) el peor lugar de Alemania, En esos días había un quinto Rutle, Leppo, quien se paraba a un costado del escenario. Durante 15 meses tocaron en el peor lugar de Hamburgo, el Rat Keller. Vovlieron a Liverpool con más trajín en el cuerpo.

En octubre de 1961 los escuchó Leggy Mountbatten, quien supo de The Rutles por un marinero. Detestó su música, sus peinados y el rudio que metían... pero le gustó sus pantalones. Y se ofreció como manager definitivo. Tal como lo cuenta en su autobiografía, "A Cellaful of Goys", les preguntó a los chicos qué le pedían a cambio de ser su manager. "Un par de mermeladas y cerveza", le responde Ron Nasty. Y Leggy llegó al día siguiente con una caja de cervezas, dos frascos de mermelada y un contrato de 15 páginas. Los chicos, instintivamente confiando en este tipo medio suave y bien arreglado, firmaron de inmediato.

El efecto de Leggy en The Rutles no se hizo esperar: cambiaron sus chaquetas de cuero por trajes, los hizo ser puntuales y llevó sus fotos y cintas a Londres. Archie Macaw fue el primero en interesarse en ellos. Se ofreció para grabarlos y llevó a Leggy donde Dick Jaws, un editor desempleado y sin habilidades de níngún tipo, para que los firmara en su casa discográfica de por vida.

Inmediatamente, The Rutles entraron a grabar al estudio. Su primer disco, Please Rut Me, lo grabaron en apenas 20 minutos. El segundo les tomó un poco más. Y el éxito estaba a punto de llegar.

1963 fue el año de irrupción definitiva para The Rutles, con varios éxitos a su haber. El primero fue Love Me Rut; vinieron después Twist And Rut y Please Rut Me. Para diciembre tenían cerca de 20 hits y habían impresionado a la reina en el Royal Command Performance. Había estallado la Rutlemanía, como salió en un titular londinense.

En 1964 The Rutles conquistaron América, entrando de manera nunca antes vista con el single Hold My Hand, el primero publicado por Capatol Records. Cuando viajaron a EE.UU. por primera vez, 10 mil fanáticas los esperaban en el aeropuerto Kennedy para recibirlos. Pero ellos llegaron a La Guardia. Al día siguiente, un 9 de febrero de 1964, se presentan por primera vez en el Ed Sullivan Show, con una audiencia estimada en 73 millones de personas.

Y llegó el momento para conquistar el mundo del cine. The Rutles protagonizan la película A Hard Day´s Rut, todo un éxito de taquilla dirigido por Dick Leicestershire. También tuvo su banda sonora, en la que además de la canción que da título a la película, destacaba Can´t Buy Me Lunch. En 1965, The Rutles estrenan su segundo film, Ouch!, otro éxito de taquilla, con una banda sonora que los encontraba experimentando nuevos horizontes... que no eran notorios al principio.

En su segunda visita a América, llenaron pro primera vez el Che Stadium (nombrado así en honor a Ernesto "Che" Guevara). Como medida de precaución, los chicos de The Rutles llegaron en helicóptero un día antes, lo que les permitió estar a salvo antes que llegara el público, en una de los golpes más brillantes de las relaciones públicas. El público gritaba de tal manera que nadie notaba ninguna diferencia. Fueron los mejores 20 minutos que se recuerden en mucho tiempo.

En 1966, enfrentaron la mayor amenaza de su carrera. Nasty proclamó que los Rultes eran "más grandes que God" (Dios), diciendo que éste ni siquiera había grabado un disco exitoso. Los fans salieron airados a reclamar a las calles, quemaron sus discos. Y las ventas se dispararon, pues la gente compraba discos para luego quemarlos.

Pero todo fue una confusión. El reportero que publicó la cita de Nasty tenía problemas de audición, y lo que Ron realmente dijo fue que eran más grandes que... Rod Stewart, quien todavía no tenía un disco exitoso. Nasty se disculpó en conferencia de prensa con Dios, Rod y la prensa. todo esto en medio de la agitada y exitosa gira mundial de 1966... la que sería la última para The Rutles.




A un año después de la última gira, The Rutles se vio envuelto en otro escándalo: en San Francisco, Bob Dylan los introdujo a una sustancia que tendría una enorme influencia en ellos: el té. Fueron sus efectos placenteros los que marcaron las sesiones de grabación de su más célebre disco, Sgt. Rutter's Only Darts Club Band.

El lanzamiento de este disco, un verdadero punto de referencia para la música popular, llevó a un verano de campanas, flores y consumo de té. Pero no perduraría: Dirk Quickly, negándose a mentir en una entrevista, admitió que no sólo tomaba té, sino que también disfrutaba de los bizcochos. Todo esto llevó a un deleite de los medios y las autoridades, quienes persiguieron a muchas estrellas del pop por el consumo de té. Incluso arrestaron a Ron Nasty por posesión de hojas de té. Se levantó todo un movimiento en pro de la legislación del cultivo de té, hasta salió un artículo completo dedicado al tema en la Times.

Mientras tanto, Stig O´Hara había caído bajo la influencia de Arthur Sultan, un gurú de la mística Surrey, introduciéndolo a su trabajo en tablas de Ouija. Sultan invitó a todos los Rutles a un fin de semana de trabajo en tablas cerca de Bogney. Como siempre, la prensa los siguió.

Pero la tragedia caería sobre ellos. Mientras estaban en su búsqueda espiritual en Bogney, reciben la impactante noticia de la pérdida de su manager, Leggy Mountbatten. Deprimido y sin amigos, Leggy había decidido emigrar a Australia para convertirse en profesor. Fue un impacto fuerte para The Rutles. Quedaron devastados. Pero la noticia no era para nada inesperada: les preocupaba mucho el comportamiento de Leggy en los últimos meses. Se estaba interesando mucho en los retadores de toros españoles, y en California causó polémica su beso a una balsa de caucho. Pero se las arreglaba para mantener juntos a The Rutles y ahora ya no estaba.

El primer fracaso de The Rutles vino inmediatamente después de la muerte de Leggy, con The Tragical History Tour. No era la mejor idea para un film la historia de cuatro porfesores de Oxford en su gira por distintos locales de té; fue destrozada por la crítica.

En 1968, Dirk y Ron viajaron a Nueva York para anunciar el lanzamiento de Rutles Corp, su propio sello discográfico y corporación. Nasty dijo que lo habían fundado para "ayudar a la gente a que se ayuden a sí mismos". Desafortunadamente, Rutles Corp hizo sólo eso: mucha gente se sigue ayudando a sí misma con el correr de los años. Y muchos parásitos se subieron a esta nueva empresa, que perdía dinero más rápido que el gobierno inglés. El despilfarro en Rutles Corp abarcaba de todo, y a escala monumental: máquinas de escribir, televisores, teléfonos... desaparecieron hasta las oficinas.

En este período, Dirk se casó con Martini, una actriz francesa. Y Nasty, luego de asisitir a una exposición de arte, quedó infatuado con la artista Chastity, una sencilla chica alemana, cuyo padre había inventado la Segunda Guerra Mundial. Nasty quedó fascinado con el arte autodestructivo de Chastity. Anunciaron su compromiso al día siguiente, desde una tina.

Y Stig se había apartado del ojo público. Tanto como para que todos pensaran que había muerto. Se corrió el rumor de su muerte por todos lados. Sin embargo, Stig estaba vivo y en Londres, pero muy escondido... más bien, tirado en la cama con Gertrude Strange, una chica americana, cuyo padre había inventado la mina de lapa. Pasó un año con la chica; un día despertó y ella se había marchado, sin dejar dirección, número de teléfono ni (afortunadamente) niños.

Por su parte, Barry también había desaparecido. Estaba evadiendo impuestos. Eric Manchester, agente de prensa de The Rutles, creía que Barry quería iniciar un rumor con su propia muerte para publicidad. Cuando finalmente Barry atendió su teléfono, Rutle Corps estaba en su momento más álgido.

Para solucionar los descalabros económicos, Nasty se contactó con Ron Decline, el agente más temido del mundo. Pero cada Rutle tomó sus propios consultores: Stig, el consejo de Billy Kodak; Dirk, a Arnold
Schwarzenweisengreenenbluenbraunenburger
para consultar el fin de su nombre; Barry, al I Ching.

En medio de toda la polémica, lanzaron Let It Rot en disco, película y demanda legal. Mostraba a The Rutles como nunca antes: cansados, desdichados, malhumorados y como todo el mundo. Éste, junto a Shabby Road (cuya portada ayudó mucho a los rumores de muerte) marcaron el final de la obra de The Rutles.

En diciembre de 1970, Dirk demandó a Stig y Nasty, Barry a Dirk, Nasty a Stig y Barry, y Stig se demandó a sí mismo accidentalmente. Fue el fin de una era dorada, y el comienzo de otra para los abogados de todas partes.

¿Qué pasó con The Rutles?

Barry se convirtió en peluquero. Stig, en una azafata. Dirk, con su esposa Martini, fundaron el grupo de punk rock Punk Floyd, en donde él canta y ella no.

Nasty le dio la espalda al mundo por muchos años. Salió de su autoexilio para presentarse en SNL en 1977.




Martes 6 de septiembre de 2005:

Pixies.

Es difícil poder apreciar el verdadero valor de las cosas cuando hay un juicio que lo precede. Y eso pasa, simplemente, por no haber vivido cuando correspondía la exposición del fenómeno que causó dicho objeto. Ejemplos hay muchos, quizás casi todo lo que escuchamos los que extrañamos lo que no pudimos ver.

Algo parecido pasa con los cuatro tipos que ven en la foto. Cuatro personas comunes y corrientes, sin ningún brillo evidente a la vista que los destaque del resto. Salvo cuando escuchamos lo que eran capaces de lograr juntos. Y ahí es donde podemos decir que los incorporamos a nuestras discotecas, a nuestros archivos de MP3 y a nuestra colección de DVDs. Porque nos impactó lo que escuchamos y nos interesó saber algo más de ellos. Algo más allá del prejuicio de los geniales que fueron.

De izquierda a derecha: Joey Santiago (guitarra lead), Kim Deal (bajo y voz, también conocida como Mrs. John Murphy), Charles Thompson (mejor conocido como Black Francis o Frank Black, guitarra rítmica y voz) y David Lovering (batería) formaron The Pixies, una de las bandas seminales para mucho del sonido contemporáneo que escuchamos a diario.

The Pixies se formó gracias a Santiago y Thompson, quienes se conocían de la universidad. Sumaron a Deal y Lovering a sus filas y se dedicaron a mezclar las melodías más reconocibles del mundo con sonidos noise y experimentales. La imaginería lírica de Thompson se mezclaba con las limpias melodías, reforzadas en una clave poco vista (mejor dicho, nunca vista): el verso suave y el coro fuerte. El contraste perfecto del relajo con la catarsis y la vuelta al relajo, con armonías vocales logradas en conjunto por Thompson y Deal, una guitarra sencilla pero interesante, una sección rítmica llevaderamente bipolar (bajo contundente y batería casi esquizofrénica, tan suave como poderosa en muchos puntos). ¿El resultado? Canciones que perfectamente podrían ser radiables y exitosas a nivel masivo... pero que se habían adelantado a su tiempo. Esos años tenían en sus charts a las estrellas del Pop de chicle y a las bandas de glam metal más ridículas que se pudieran ver, copias deslavadas de callejeros de Los Ángeles. Y los chicos de The Pixies se veían como cualquier hijo de vecino... hasta nerds y despreocupados.

En 1987 editan su primer EP, Come On Pilgrim. Y en 1988 lanzan su LP debut, Surfer Rosa. Este disco se convertiría en uno de los más importantes de la década de los 80, e incluía un clásico de todos los tiempos, el Where Is My Mind? y Bone Machine. En Surfer Rosa se encuentran las claves para entender a toda la escena indie que se formaría posteriormente. Unos verdaderos "Beach Boys en ácido", como les llamaron en más de una ocasión.

Su mayor momento de popularidad y su irrupción definitiva en el mundo de la masividad vino con el siguiente disco, Doolittle (1989). Esta placa nos muestra a unos Pixies que depuraron su fórmula innovadora, con canciones inolvidablemente melodiosas como Monkey Gone To Heaven y Here Comes Your Man. En medio de tanto ruido sin sentido, un sonido fresco y reminiscente de lo más melódico de The Beatles y Beach Boys era más que necesario. Vinieron las giras masivas, el éxito al otro lado del Atlántico y las expectativas.

Y comienzan a desgastarse. Black Francis se apoderaba de la cuota de autoría en la banda, quitando espacio a Kim Deal a la hora de las ideas. Aún así, logran sacar un disco de buena factura, el Bossanova (1990), con sólo canciones de Black Francis (al mismo tiempo, Deal formaba junto a su hermana a The Breeders). El álbum tiene éxito, pero el desgaste de la enorme actividad (a pesar de los pocos años de funcionamiento) hizo que The Pixies siguiera resquebrajándose.

En su siguiente disco, Trope Le Monde (1991), tratan de recuperar algo de la mística de antaño. A pesar de haber buenos intentos, el quiebre entre Francis y Deal era ya definitivo. Comenzaron a tomar largos períodos sabáticos hasta que, en 1993, Francis anuncia por la BBC la disolución del grupo, al mismo tiempo que le enviaba la noticia por fax a sus demás compañeros.

En el 2004 The Pixies volvió a la actividad con intensas giras. Se supone que están trabajando en material nuevo (de hecho, hay un adelanto con el tema Bam Thwok disponible en la red), pero con las actuaciones en vivo bastó para satisfacer la demanda por conocerlos.

¿Cuándo pude comprender la importancia de The Pixies? Al escuchar su versión de ese clásico raro y perdido de Neil Young llamado Winterlong. La canción es melódica y hermosa de por sí. Y The Pixies grabó una impecable y poderosa versión para un disco tributo a Young, en 1989. Fue ahí recién cuando me convencieron sin tener todo el prejuicio de su genialidad detrás. Ese que se hizo más notorio cuando Cobain, depués de saberse su disolución, los citó como una de sus bandas preferidas.

Lo de The Pixies es uno más de los casos de bandas seminales. Pero con ellos hay buenas canciones que se quedan en nuestra memoria eternamente.



Domingo 4 de septiembre de 2005:

No Direction Home: The Soundtrack - The Bootleg Series Vol. 7.

Casi no he parado de escuchar esto desde hace un par de noches. Recién fue lanzado el pasado Martes 30 de agosto, para promocionar el esperadísimo documental (al menos, esperadísimo para mí :p) dirigido por el genio (y fanático de Dylan) Martin Scorsese, No Direction Home, que trata sobre los primeros cinco años de carrera del troesma de todos los tiempos, Bob Dylan.

El disco doble, del cual pueden ver su simple pero poderosa y efectiva portada ahí arriba, es la banda sonora de dicho documental. Y también la séptima entrega de "The Booltegs Series", la seguidilla de material inédito, que había circulado por muchísimo tiempo en manos de coleccionistas, que Columbia Records decidió "oficializar": temas nunca antes lanzados; versiones alternativas de clásicos y no tanto; y material en vivo de incalculable valor casi arqueológico.

El "No Direction Home: The Soundtrack - The Bootleg Series Vol. 7" (título oficial de este disco doble) continúa la línea de las entregas anteriores de rarezas del troesma. Pero su importancia radica en otro aspecto: sintetiza de manera sublime el primer período de la carrera de Dylan, desde unas primeras grabaciones caseras hasta la célebre gira con The Hawks, en donde recibió pifias e hizo historia. Este disco doble muestra de manera sublime la evolución creativa e interpretativa de Dylan, desde la simpleza folkie hasta la complejidad de las composiciones con la eléctrica colgando.

El disco parte con la primerísima grabación de Dylan que se encontró, la canción When I Got Troubles, que data de 1959, en la que canta y toca la guitarra acústica, con una voz distitna a la de los primeros discos (recordemos que, en su éxodo a Nueva Yoork, Dylan cayó muy enfermo y quedó afectado durante un buen tiempo de su garganta); le sigue otra "home recording": Rambler, Gambler. Después, una versión en vivo de This Land Is Your Land, de su ídolo Woody Guthrie, tomada en una presentación de cercana a su primer disco, y la sigue apropiadamente una toma alternativa de Song To Woody, su tributo personal a su propio troesma Guthrie. Y queda en evidencia su búsqueda por sintonizar de forma auténtica con todo lo que escuchaba de Guthrie, Leadbelly y Hank Williams.

A continuación, un par de grabaciones caseras de buena calidad: su rendición del tradicional Dink´s Songs y I Was Young When I Left Home. Le sigue la inédita Sally Gal y un demo de Don´t Think Twice It´s Allright, con una deliciosa guitarra, superior incluso a la versión que salió editada en su segundo disco. Después llega Man Of Constant Sorrow, tomada de una presentación para la TV de 1963. Y de un mismo set en vivo, y magistralmente interpretadas, llegan Blowin In The Wind y Masters Of War, seguidas por otro par de otra presentación, A Hard Rain´s A-Gonna Fall y When The Ship Comes In.

Después de esos momentos en vivo, llega una histórica sesión de grabación de Mr. Tambourine Man, con más voces en el coro. Para cerrar el primer disco, una toma en vivo del himno Chimes Of Freedom y una preciosa toma alternativa de It´s All Over Now Baby Blue.

El segundo disco nos lleva a 1965 y a la genialidad absoluta del troesma, reflejando cambios a pasos agigantados. Parte con una hermosa toma alternativa de She Belongs To Me. Y violentamente pasa al histórico momento del festival de Newport del 65: la toma en vivo de la improvisada y crudísima Maggie´s Farm; el disco también grafica perfectamente que no hay vuelta atrás, pasando del blanco y negro de las tomas acústicas al color de los sonidos eléctricos y espontáneos. Buenas muestras de ellos vienen con la versión up-tempo de It Takes A Lot To Laugh, It Takes A Train To Cry, seguida de una toma de Tombstone Blues, con más voces al coro.

Una toma más reposada de Just Like Tom Thumb´s Blues da el paso a una sorprendente versión de Desolation Row, con guitarra eléctrica y bajo incluidos de manera sublime. Una nueva perspectiva se había iniciado y las tomas alternas de Highway 61 Revisited y Leopard-Skin Pill Box Hat dan cuenta de ello: tocadas en vivo en la misma sesión, con una espontaneidad casi inédita. Cierran la batería de tomas alternas Stuck Inside Of Movile With The Memphis Blues Again y Visions Of Johana, más poderosa que en su versión original.

Para cerrar el disco dos, un par de temas que ya habían visto la luz oficial hace 7 años: el cierre de la histórica presentación en el Free Trade Hall de Manchester. La impecable y atmosférica Ballad Of A Thin Man, el infame grito "¡Judas!" de un espectador frustrado, la orden de Dylan a The Hawks de "play fuckin loud" y la intensa y desgarrada versión de Like A Rolling Stone, la canción seminal, inspiración de inspiradores.

Dos horas y media de material de valor incalculable, este disco doble puede servir como una apropiada forma de introducción a la obra de Dylan, incluso de mejor forma que cualquier compilado que ande dando vueltas por ahí.

Cuento los días para poder ver el documental.



Jueves 1 de septiembre de 2005:

The Isle Of Wight Festival.

"La Isla de Wight es un condado insular situado en la costa sur de Inglaterra, enfrente de la ciudad de Southampton. Coloquialmente es conocida como "La isla" (The island) por sus habitantes. Su población en el año 2001 era de 132.731 habitantes.

La isla de Wight es el único distrito unitario de Inglaterra que tiene estatus de condado. Tiene un único representante en el Parlamento".

Eso es lo que sale en las enciclopedias cuando se consulta por la isla de Wight. Y hay varios sitios dedicados a ofrecer paquetes de turismo para la isla.

Pero nosotros la conocemos casi exclusivamente por el "Isle Of Wight Festival", un evento realizado sólo en seis ocasiones: 1968, 1969, 1970, 2002, 2003 y 2004. Pretendía ser un evento anual, el más grande que se organizara en Gran Bretaña, de música popular internacional. Así tal cual: el festival de la isla de Wight debía ser un evento enorme y lo suficientemente atractivo como para generar interés de todos lados.

El primero se realizó el Sábado 31 de agosto y Domingo 1 de septiembre de 1968; tocaron varios grupos sicodélicos de ese entonces, destacando The Move y Jefferson Airplane. Tuvo varios problemas de organización y logística: atrasos en la programación, dificultades para llegar a la isla, etc.

Para el segundo, realizado el Viernes 29 y Domingo 31 de agosto de 1969, se había creado toda una mística con respecto a la isla de Wight. Era el lugar preferido por poetas e intelectuales de la época. Y el festival tuvo números poderosos para la jornada del Viernes: tocaron Family, Free, Moddy Blues y The Who. Para el Domingo, se presentaron números de Jazz y encabezaron Ritchie Havens, Bob Dylan y The Band. Esta presentación de Dylan era la primera en público en año y medio, por lo que había mucha expectación por su regreso a los escenarios y el ojo público ya centraba su interés en la isla de Wight. Dylan tocó apoyado por The Band un set Country y Folk, con recreaciones innovadoras de canciones "viejas" y en al parada de su disco de ese año, Nashville Skyline.

Con el éxito de Woodstock, se vio en el festival de la isla de Wight una oportunidad para batir esos records de las afueras de Nueva York. Y esta vez, los organizadores se tiraron con todo. Se organizaron cinco jornadas en cinco días seguidos, del Miércoles 26 al Domingo 30 de agosto de 1970. Y el cartel, en esta oportunidad, era impresionante: Jimi Hendrix (en su última presentación en público), The Who (quizás la mejor de todas las presentaciones del festival), The Doors (con un Morrison ya en el final), Taste (con Rory Gallaguer en la guitarra, excelentes), Joan Baez, Kris Kristofferson, Joni Mitchell (quien sufrió unos percances bien desagradables en medio de su rpesentación), Miles Davis, ELP (en su debut en los grandes escenarios), Jethro Tull, Family, Procol Harum, Leonard Cohen (sólido, como siempre), Free, Moody Blues, Gilberto Gil y Sly & The Family Stone, entre otros.

La entrada costaba 3 libras esterlinas. Y acá entraron en conflicto con al gente. Con la idea de la revolución enla cabeza, muchísimos reclamaron por el cobro de entrada en un evento que se exigía que fuese gratis. Y, aunque llegaron 600 mil personas al festival (superando el record de Woodstock), el evento de ese año pasó a la historia como el quiebre definitivo de la generación de las flores. Los que se quedaron sin entrada se agruparon en las rejas y divisiones que cerraban el espacio ocupado. Hubo de todo: violencia, manifestaciones, intentos de echar abajo la cerca y reclamos de todo tipo, muchos de ellos interrumpiendo los actos mientras eran presentados. Se acusaba a los músicos de enriquecerse al cobrar cantidades asombrosas de dinero por sus presentaciones.

Ya todo se había viciado y no había vuelta atrás. El festival de ese año le da el cierre definitivo a la paz de los hippies, que de por sí sola era incapaz de mantenerse. Las utopías quedaron atrás y afloró lo más desagradable del ser humano: el egoísmo y la avaricia. ¿Qué más quedaba por hacer? Ya se había visto en la tragedia de Altamount que las grandes masas comenzaban a colapsar rendidas por la falta de comunicación y entendimiento. La violencia había entrado y los ánimos estaban encendidos frente al mundo que colapsaba por todos lados. Hasta el mundo que se habían construido comenzaba a caerse a pedazos. Una revolución que se pelea con una mano en la guitarra y la otra en la billetera.

Es por eso que los recuerdos que pueden quedar de ese festival no son muy agradables. Al final del día, ¿qué es lo que queda? ¿La música?

¿Es por sí sola capaz de sobrellevar todo? En realidad, se hace difícil. Con todo lo que ocurre en el mundo, la música no puede darse el lujo de aislarse y alienrase. Debe interpretar sus tiempos y provocar. Después de esto, sólo quedaba cobrar entrada y llenar interminables campos y estadios.

Vean el documental Message Of Love, de Murray Lerner, sobre el festival de 1970. Ahí queda todo claro.

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