martes, mayo 23, 2006

Archivos julio de 2005


Sábado 30 de julio de 2005:

Dog Day Afternoon.

Esas películas basadas en hechos reales no siempre resultan bien. Y es simplemente porque la realidad supera a la ficción. Hay muchísimas cosas que pueden quedar de lado u omitirse para favorecer el relato dramático. Pero, al final del día, ¿no es la realidad la fuente de inspiración para las mejores historias de ficción que conocemos y estaremos por conocer?

"El robo debió haber tomado diez minutos. Cuatro horas después, el banco parecía un espectáculo de circo. Ocho horas después, era lo más candente de la televisión en vivo. Doce horas después, ya era historia. Y es verdad".

Parece la bajada de un artículo de crónica roja de un diario. Y tal vez lo fue, en cierto sentido. Describe un frustrado asalto a un banco, ocurrido en 1972. Este caso fue llevado al cine, en la magnífica película Dog Day Afternoon (Tarde de Perros), una pequeña obra maestra subvalorada del genial director Sidney Lumet, quien recibió hace muy poco un Oscar honorífico por su trayectoria.

En Dog Day Afternoon se aprovecha muy bien una trama sencilla. Dos tipos entran a la sucursal de un banco para asaltarla. Y el robo resulta mal. No hay dinero suficiente y la policía llega antes de lo esperado. Frustrados por el fracaso del asalto, deciden tomar de rehenes a la gente que estaba adentro. Con el correr de las horas, el asalto genera una creciente atención de los medios de comunicación, con un despliegue en vivo pocas veces visto. Así todo adquiere un tono casi circense: los asaltantes generan simpatía con la audiencia, prolongan la situación a muchas horas. Así vamos viendo cómo uno de los ladrones, Sonny (Al Pacino, intenso y sorprendete como de costumbre, en uno de los tantos papeles que le dio una nominación al Oscar) va "ganándose" a la audiencia, y genera empatía. Sin ser un ejemplo de moralidad, Sonny representa, de alguna forma, las ganas de la gente común y corriente de poder reventar y llevar las cosas al extremo. Quizás demasiado al extremo. Sonny no se ve como un criminal de carrera, sino que como un tipo común y corriente, que se vio en la necesidad de hacer lo que hizo. Pero nada de lo que hiciera iba a funcionar.

Como ven, la historia no presenta muchas complejidades. Como ocurre en la vida real, a veces las cosas son demasiado sencillas como para darles. Lo que distingue a Dog Day Afternoon de otras películas es el tono que establece desde un comienzo: reflejar ese hastío en New York, no el de Manhattan ni las zonas acaudaladas, sino el de la ciudad atestada de malos ánimos en medio del calor insoportable del verano. La vida de la calle, con el tema de Elton John, "Amoreena", de fondo, pintando el cuadro de manera perfecta. En ese cuadro es donde vemos que se desarrolla la acción y la caída personal de Sonny.

Dog Day Afternoon es de esas películas urbanas que están demasiado bien logradas. Consigue captar perfectamente el ritmo y la esencia urbana de New York. Pero la historia en si, por ser demasiado "cotidiana" y sacada de la cobertura de la vida real, no da para sostener completamente el relato. Y acá es donde entran las actuaciones. La más lograda es, sin lugar a dudas, la de Pacino en el rol de Sonny. Pacino le da la complejidad suficiente para afirmar el relato de dos horas de manera sublime.

Además, Dog Day Afternoon sienta las bases de los relatos dramáticos e atracos frustrados. Dos ejemplos son los de Mad City y Airheads, las que, en sus distintos tonos y matices, nos muestran el abuso que cometen los medios de comunicación con las situaciones de rehenes.

Los medios de comunicación tienen el poder de hacer héroes de villanos. De esa forma, la audiencia siente simpatía por el asaltante. Y lo elevan a categoría de cuasi héroe, porque logra estallar y desafiar al sistema que les ponen trabas.

¿Por qué generan empatía este tipo de personajes? Quizás es porque logran hacer que el espectador se identifique y proyecte sus propias ganas de desahogarse y lograr la catarsis. Por medio de ella, se pueden denunciar fallas en el sistema. Desigualdades, falta de oportunidades, cierre de puertas y ventanas. Lo que acontece a diario nomás, pero que un tipo normal, en medio de la desesperación, decide atreverse a hacer. Como es de esperarse, no logra nada "concreto", salvo ser absorbido y marcado por el sistema. Ya sea muertos o en la cárcel, el destino de estos antihéroes llevados al extremo son usados para decir "esto es lo que les pasará si osan con rebelarse".

¿Son estos antihéroes el vivo ejemplo de las fallas del sistema? Definitivamente.

Pero los medios no hacen otra cosa más que aprovechar la miseria humana para ganar puntos de rating y vender más ejemplares. Basta leer cualquier sección de crónica roja o ver las noticias a las 9 para comprobarlo.



Jueves 28 de julio de 2005:

El día en que el troesma Dylan tomó la guitarra eléctrica y cambió la historia para siempre.

En la tarde de un Domingo 25 de Julio de 1965, Bob Dylan se encontraba probando sonido junto a la Butterfield Blues Band. Estaban ahí ensayando, medio apurados, un par de temas.

La situación no se hace tan extraña debido a que en esas fechas se estaba realizando una nueva versión del Newport Folk Festival. La cita indiscutida de la música de contracultura. Todos los exponentes del Folk tocaban ahí. Durante la primera mitad de los 60s (y quizás antes), dicho festival había adquirido tintes de conciencia social. En medio del Movimiento de Derechos Civiles, era ese el lugar en el cual todos los activistas se podían juntar y renovar sus "votos de compromiso" con la causa. Se veía a la guitarra eléctrica y al Rocanrol en general como herramientas del sistema para adormecer conciencias.

Por eso, rechazaron de plano cualquier acercamiento con el mundo del "mainstream". Odiaban al rocanrol. La guitarra eléctrica era vista prácticamente como bandera confederada. Y los emergentes grupos británicos, como meros imitadores de lo que fue de verdad hace unos 7 años atrás. Los únicos que •"se salvaban", a jucio de ellos, eran los viejos exponentes del Blues que habían encontrado en la guitarra eléctrica una poderosa voz de acompañamiento. El resto, "que se pudran".

Bob Dylan ya era considerado como "la voz de una generación". Con 5 Discos editados a la fecha, en The Freeweelin´ Bob Dylan y The Times They Are A-Changin´ se consagró ante el público por sus espectaculares líricas llenas de reflección, msiticismo, pasión y realidad. Creó verdaderos himnos. Y, obviamente, era uno de los números fuertes en el festival de ese año. Ya había sorteado con éxito presentaciones en ediciones anteriores, y varios intérpretes consagrados del circuito folkie versionaban sus temas.

Pero, para esa tarde de Domingo, Dylan tenía otra cosa en mente: introducir 110 volts de electricidad para sonar más fuerte que nunca. Su reencantamiento con el Rocanrol de viejo cuño (recuerden que, en su adolescencia, tocaba covers de Little Richard mientras azotaba el piano en las fiestas de colegio) lo llevó a tomar de nuevo la guitrra eléctrica. Cansado de la estigmatización con los movimientos político-sociales, Dylan comienza a escribir letras más personales. La primera muestra fue en su cuarto disco, Another Side Of Bob Dylan. La transformación vino a comienzos de 1965, con su disco Bringing It All Back Home, en el que pretendía (citando al título) "traer todas las raíces de vuelta a casa". Y la mitad del disco es eléctrico. Pero nada comparado a lo que pensaba hacer para esa noche de Domingo: darle un giro a su carrera y recorrer nuevos caminos.

De seguro no lo tenía completamente claro en el momento; sólo lo sabe él. Y se hizo acompañar por los respetados blueseros de Paul Butterfield, entre los que se contaba el genial guitarraista Mike Bloomfield y el tecladista Al Kooper. Dylan ensaya con los músicos versiones improvisadas de un par de temas nuevos. Para los pocos que observaron el ensayo, se notaba la espontaneidad de la situación.

Y así subieron ese Domingo en la noche. La gente estabna esperando ver al joven Dylan con guitarra acústica y harmónica al cuello. Y se encontraron con un Dylan con chaqueta e cuero y Fender Stratocaster al hombro, que dio apresuradamente la partida a su breve set. Maggie´s Farm dio el puntapié inicial. Y la gente reaccionó airada. Comenzaron a abuchear insistentemente. Les shockeaba estar expuestos a música de tanta intensidad como la que estaban tocando Dylan y los músicos que lo acompañaban.

Le siguió un futuro nuevo himno universal llamado Like A Rolling Stone. más de 6 minutos de la fusión de letra delirante con música dura pero sobrecogedora. Pero el público purista de Newport no lo podía comprender ni aceptar. Siguieron abucheando. Y el show se detuvo ahí.

Dylan salió del escenario con lágrimas en los ojos y temblando. En cuasi estado de shock, al igual que toda la audiencia, que seguía abucheando insistentemente. Sorprendentemente, le rogaron a Dylan que volviera al escenario, pues estaban pidiendo su regreso.

Dylan volvió a escena con la guitarra acústica. Seguía temblando. Y tocó, como entre profetizando y sentenciando, It´s All Over Now Baby Blue. Para la siguiente canción, necesitaba una harmónica en Mi. Y no encontraba una en ningún lado. Mientras tocaba, pidió una. Se la pasaron. La puso en el gancho y tocó Mr. Tambourine Man. Sacó aplausos y se bajo del escenario, un poco más calmado.

Pero el "daño" ya estaba hecho. Dylan dio un giro en su carrera y, de paso, en la música popular.

37 años después, volvió al mismo escenario. Obviamente, sacó aplausos. Ya todo había cambiado.



Martes 26 de julio de 2005:

Magnolia.

¿Les ha pasado que, después de ver una película larga, dan ganas de que ésta hubiese durado más sólo para poder compartir un poco más de tiempo con personajes tan cercanos que crean empatía?

Eso pasa tras las tres horas que dura Magnolia, la tercera película del talentoso realizador Paul Thomas Anderson. Un contundente relato de múltiples historias. Una particular mirada a las distintas sensibilidades. Una mordaz crítica hacia muchos de los vicios en los que cae la civilización contemporánea.

Hay nueve tramas en la historia. Tramas que no necesariamente van ligadas entre sí, pero que van pasando con fluidez y armonía, en una historia coral formidable y soberbia. Acá en Magnolia se mantienen un ritmo perfecto, sin pausas. Anderson logra momentos increíbles en estas tres horas de película gracias al cuidado desarrollo de estas tramas.

Ahora bien, es cierto que Magnolia, en esencia, apunta hacia una tendencia que se ha venido dando con mayor fuerza en las películas contemporáneas sobre la crisis existencial en el mundo "civilizado". Y ahí es donde entran muchas temáticas universales en medio: la soledad, la perversión, la culpa, el engaño, la falta de amor, el amor no correspondido, la muerte.

El interesante guión de Magnolia nos propone que la razón no controla las vueltas de la vida y hay que vivir hoy, porque el mañana es incierto. Pero, esperen un momento... ¿no hemos visto y escuchado ese sermón muchísimas veces? ¿Qué novedad nos puede traer tres horas de relato sobre un sermón tan escuchado anteriormente? ¿Acaso American Beauty no apunta a la misma dirección de redención de sus personajes? Lo que hace a Magnolia distinta y notable es su particular forma de presentarnos a los personajes que desarrollan sus propias historias sin tener nada que ver entre ellos. Por lo menos, esa es la impresión que da la primera hora de película.

La curiosa forma narrativa de Magnolia nos presenta a un padre moribundo (Jason Robards), una esposa joven (Julianne Moore), un enfermero abnegado (Phillip Seimour Hoffamnnun policía enamorado (John C. Reilly), un niño prodigio (Jeremy Blackman), un ex-niño prodigio de la TV con crisis sexuales (William H. Macey), el presentador de un popular programa de televisión sobre conocimientos (Phillip Baker Hall), una hija adicta a la cocaína (Melora Walters) y un original gurú televisivo que oculta sus orígenes (Tom Cruise, en el papel que le dio el Oscar por Mejor Actor Secundario). Todos ellos conforman los distintos relatos.

Con tantas historias desarrollándose de forma simultánea, cuesta encontrar algún punto en común, algún eje en el cual podamos, de alguna forma, alinear todas las historias. No hay espacios físicos, pero sí uno temporal: la exposición a un mismo programa de televisión vendría a ser lo único en lo cual podemos unirlos. Más que estas nueve tramas paralelas ocurran en el valle de San Fernando, es ese espacio virtual-temporal el único que logra cumplir esas funciones de eje. Además, los informes meteorológicos preceden a situaciones dramáticas y tormentosas. Ojo con una particular tormenta que sacude el valle de San Fernando, de proporciones literalmente bíblicas.

Magnolia logra acaparar nuestra atención con ese ritmo particular que posee. Logra proponer el azar como un fenómeno capaz de desencadenar relaciones y situaciones dramáticas. Las nueve historias paralelas comienzan a interrelacionarse gracias al azar.

Para mí, una de las secuencias más logradas en Magnolia es una de las más "cursis", por decirlo de algún modo: cuando todos los personajes van uniéndose en la bellísima canción de Aimme Mann, Wise Up. Es ahí cuando se logra un pequeño paréntesis entre toda esa locura y catarsis emocional. Es más, me atrevo a decir (en mi humilde opinión de espectador) que es una de las secuencias emotivas mejor logradas de toda la década de los 90. Y justo tenía que llegar en una película de 1999, un momento de obvia reflexión.

Ver Magnolia es toda una experiencia que quedará grabada dentro de nuestra memoria. Al igual que con Americna Beauty, Magnolia es capaz de hipnotizarnos y hacernos parte de su desarrollo. En Magnolia, Anderson logra superarse a sí mismo, después de ese otro gran pedazo de película que es Boogie Nights.

¿Cuesta mucho que logremos conectarnos emocionalmente con las películas? Con una película como Magnolia, no cuesta nada, al contrario.

Y esa es la función que deben cumplir las películas, los discos, los libros y cualquier tipo de expresión: lograr una conexión personal con cada uno de nosotros.

Magnolia, en cierta medida, lo logra.



Domingo 24 de julio de 2005:

American Beauty.

Han pasado muchas cosas en estos últimos cinco años. La misma cantidad de tiempo que ha pasado desde que vi por primera vez American Beauty (Belleza Americana, literalmente traducida y conocida por nuestras tierras).

¿Han cambiado mucho las cosas en estos últimos 5 años? Para mí (que es de lo que, al final del día, puedo hablar con más propiedad), sí. Han cambiado demasiadas cosas. Han cambiado circunstancias, estudios, metas. Pero no han cambiado esencias ni asuntos de fondo. No ha cambiado mi gusto por este gran pedazo de película que, de seguro, ya han visto todos.

American Beauty es un relato crudo, una crítica corrosiva, mordaz, demoledora y profunda de la sociedad universal. Específicamente hablando, de la sociedad y valores que definen el modelo occidental de vida. A pesar de lo condicionante del título, todo lo que airea la película va más allá de la sociedad norteamericana.

American Beauty trata con el arribismo, el aparentar ser, las máscaras de todo tipo. Y de cómo romperlas. Una civilización edificada sobre comida rápida y pantalones de jeans; una democracia que se afirma con insistencia en la corrupción y en el genocidio; una sociedad basada en la tradición y la mitomanía; una religión que sigue sólo lo impreso en billetes verdes. Todas esas cosas sólo pueden ser analizadas y atacadas "desde adentro".

Sam Mendes (un conocido autor de obras en Broadway) debuta en el cine con este maravilloso y desgarrador relato sobre la desintegración del mito americano. Acá aparecen todos aquellos elementos que podemos relacionar con la sociedad tradicional: el ejército, la comida rápida, los institutos, las viviendas unifamiliares. Pero también se muestran otras cosas de la América emergente, representada en las cámaras de video, los homosexuales, el sexo adolescente y las drogas. American Beauty no las pone en contraposición, sino que las mezcla. Y precisamente de esta mezcla de constantes surge un amargo drama con varios resquijos de humor negro, todo bien expuesto en la visión de Mendes.

El protagonista absoluto de esta historia es, sin lugar a dudas, Lester Burnham (Un brillante Kevin Spacey, ganador del Oscar por este papel), un publicista que ha caido en la rutina: su esposa, Carolyn (Annette Benning, otra notable acá), vive de las apariencias y pretende que todo ande "perfecto" en su vida... o por lo menos que se vea así; su hija, Jane (Thora Birch), apenas se comunica con él; su trabajo es un callejón sin salida, sin posibilidades de poder innovar o hacer algo interesante. Todo un "perdedor apático". Su vida va hacia ningún lado, y tendrá el mismo destino que sabremos todos.

Pero Lester encuentra en la trasgresión de las normas su manera de darse una nueva oportunidad en la vida. Su indolencia se trastoca en vigor por una pasión que roza en la obsesión por una compañera de su hija, la lasciva Angela (Mena Suvari). Lester logra revelarse contra los cánones que le ha impuesto la sociedad

Si Lester alcanza paz interior mediante la trasgresión, su esposa Carolyn va directo hacia el colapso. Su excesivo arribismo desencadena un estallido externo de furia, buscando un amante para proyectar éxito profesional y realización de falsas metas. Testigos de todo esto son su hija adolescente y el novio de ésta (Wes Bentley), un joven extremadamente existencialista, quien deja registrado en su cámara todo lo que lo conmueve.

Toda esta crónica cruda de la realidad está rodada en un estilo limpio y discreto, casi minimalista, que contrasta con las fuertes emociones que va presentando. Esto es mérito del excelente guión de Alan Ball, autor de esa otra gran pieza de crítica que es Six Feet Under, la serie de HBO. El dolor de los personajes y sus emociones logran llegar al espectador de forma sincera. Y nos logran conmover como muy pocas películas o relatos de un par de horas lo pueden hacer.

Lester Burhman logra entrar en esa galería de antihéroes a la que lelgan muy pocos de esta época. Su sincero y desesperado despertar lo hacen mostrarse como un ejemplo frente a toda la rutina de la inevitabilidad. ¿Cuántas veces hemos querido salir de la situación en la que estamos y que nos hace miserables?

La gran lección que nos deja American Beauty es, sin lugar a dudas, el atrevernos a hacer lo que realmente queremos hacer de nuestras vidas. Encontrar NUESTRA voz, NUESTRA identidad y NUESTRA motivación. Por más doloroso que sea, es lo que debemos hacer. Lester deja atrás su rutina y sus hábitos por vivir de verdad cada minuto.

American Beauty, mediante su aguda y ácida crítica a lo que damos por sentado y establecido, nos invita a vivir de manera plena, sin las restricciones mentales que nosotros mismos nos imponemos.

Creo que mucho de eso me ha pasado en estos últimos cinco años. ¿A quien no?



Viernes 22 de julio de 2005:

Sobre la próxima venida de los Stones y otros a nuestro país.

Por fin se está confirmando lo que muchos, como fanáticos, estábamos esperando.

THE ROLLING STONES EN CHILE!!!!!

La legendaria banda confirmó una gira por Sudamérica para presentar su gira mundial "On Stage". Hasta ahora, hay fechas confirmadas en Chile, Brasil, Argentina y Uruguay. Falta confirmar las plazas definitivas y los precios para cada lugar. La gira se realizaría en Febrero de 2006, llegando a Chile para dar un concierto en el Estadio Nacional, el Martes 28 de febrero. Todo esto en el marco de un nuevo disco y la partida de una gira mundial en Septiembre.

Ya desde el 2002 que esperábamos la visita de las piedras rodantes. Pero el grupo sacó a Chile de la bitácora de la gira mundial del Bridges To Babylon. Mientras acá nosotros nos quedábamos sin la oportunidad de verlos de nuevo en el Estadio Nacional, en Argentina no hicieron tres, sino que cinco River llenos.

Nos perdimos de todo aquello porque, en su gira del Voodoo Lounge de 1995, tocaron ante un Estadio Nacional a medias, mientras que llenaron tres veces el Estadio River en Argentina. Y aquí entramos a un tema bastante delicado: hay que saber poner las cosas en su lugar y tener claro que esto es un negocio y se regirá por las leyes del libre mercado. Nada de conciertos "a beneficio" ni con entradas rebajadas, como hemos visto en algunas ocasiones. Acá manda el dinero. El Mismo que nosotros nos esforzamos por juntar para poder ir a uno de estos megaeventos.

Si bien todos tenemos claro que iremos como desaforados ese 28 de febrero para disfrutar de un espectáculo de Rocanrol de la mano de la banda más grande que está (y sigue) activa, hay que tener en claro que será posible verlos única y exclusivamente porque será un negocio rentable para sus organizadores.

Es por eso que Jagger y compañía (quizás así debería la firma legal :p) ni siquiera consideraron una fecha para Chile en la gira de Bridges To Babylon de 1998. Pensaron que no habría el suficiente interés como para llenar un estadio con capacidad para 70.000 personas. Un mar de gente, como lo hemos visto antes lleno para U2 en 1998, Los Prisioneros en su regreso del 2001 (y dos veces lleno), el Ammnesty International de 1990 y Roger Waters en el 2002 (con un show que superó las expectativas de público de todo el mundo, a pesar de lo elevado del precio de las entradas). Los conciertos multitudinarios, desde siempre, han sido un negocio redondo... si se apuesta a ganador.

Si hay algo acá que llena de seguro los recintos son las giras de grupos Metal a nivel mundial. Bien es sabido que por estos lados la devoción por el Metal llega a niveles insospechados, muchas veces ilógicos -eso se merece otro texto-. Se encontró un nicho numeroso de fanáticos que están dispuestos a pagar doce, y hasta quince mil pesos por ir a ver a uno de esos grupos. Ya lo vimos la semana pasada con la visita de Deicide, y para las próximas semanas se esperan las visitas de Megadeth, Judas Priest y Slayer.

Por otro lado, se ha encontrado otro nicho distinto al del Metal: el público de bandas "alternativas". Hemos visto las visitas de Jon Spencer & The Blues Explosion, Yo La Tengo, Tortoise, The Breeders, Bjork y la reunión de Lemmonheads acá en Chile. Ya se perfila que con la costumbre que genere el SUE, ya se afirmen un poco más las cosas. El año pasado, la segunda versión de dicho festival contó con la presencia de Morrisey, PJ Harvey, The Mars Volta y Blondie, entre otros que no recuerdo en este minuto. Para este año, la tercera versión del SUE ya se rumorean fuertemente las visitas de Beck, Kings Of Leon, Wilco, The Strokes, Morcheba y Elvis Costello. Sólo habría que ajustar fechas para el triangulo Brasil-Argentina-Chile.

Pero estos son casos de públicos bastante específicos. Es distinto a lo que se puede apuntar para un concierto masivo en el sentido total de la palabra. Y a eso se pretende llegar con un concierto de The Rolling Stones acá. Tal como lo que pasó en el caso del show de Roger Waters, los conciertos masivos apelan más a la nostalgia que a la novedad. En estos casos, el cliente (nosotros) paga y exige ver lo que está pagando: un espectáculo de alto nivel de producción, con clásicos reconocibles y ojalá poca y casi nula innovación. ¿De verdad le importa al grueso del público de un Estadio nacional los nuevos singles que traerá el nuevo disco? La plata ahí, en una buena parte, se pagó para escuchar Satisfaction y Brown Sugar.

"Pink Floyd me cambió la vida!! Grande Pink Floyd!!" escuchaba una y otra vez en el concierto de Waters. ¿Acaso a la mayoría le importaba que parte del show consistía en temas de su carrera como solista? En lo absoluto. Casi todos esperaban la llegada de Brain Damage / Eclipse y Confortably Numb. Lo mismo pasará con el show de los Stones.

¿Lograrán llenar el Estadio Nacional?

Ganas no nos faltan de que sea así, pero hay que tener las cosas bien en claro antes de hacerse demasiadas ilusiones.



Jueves 21 de julio de 2005:

Eternal Sunshine Of the Spotless Mind.

Las historias de amor abundan.

Las hay muy buenas y bien contadas; también están las cosas más cursis que se le puedan ocurrir a un ser humano, de esas que sólo son aceptables cuando se está bajo el embrujo del enamoramiento; las hay de dolor y sufrimiento, de esas en que los involucrados son unos masoquistas de mierda, que sufren porque sí; y también las hay de esas tristes, tan trágicas como la vida misma.

La de Eternal Sunshine Of The Spotless Mind (Eterno Resplandor De Una Mente Sin Recuerdos, como la conocimos acá) una historia que tiene bastante de todas las que nos podamos imaginar.

¿En qué puede diferenciarse esta película de las millones de otras que tratan sobre el amor? Básicamente, en algo muy sencillo: en que Eternal Sunshine Of The Spotless Mind es capaz de contarnos esta requetecontra conocida historia romántica sin usar los elementos obvios.

Acá se recurre a la mezcla entre fantasía y realidad, al plantearnos las siguientes preguntas: ¿serías capaz de borrar de tu mente por completo a la persona con la que terminaste una relación? Si hubiese algún sistema que lo permitiera, ¿te someterías a él para borrar de tu mente todo rastro de esa persona? ¿Te harías el literal "borrón y cuenta nueva"? ¿Serías capaz de dejar atrás todos los recuerdos que tienes con ella?

La película es el segundo intento en el cine del reconocido director de clips Michel Gondry, con un guión del genialísimo Charlie Kauffman (¿de qué otra mente podría venir semejante idea? :p), quienes logran desarrollar un precioso relato. Gondry y Kauffman logran componer una compleja fábula romántica, que tiene en el juego de tiempos su mayor virtud narrativa. Acá no hay un tratamiento lineal. En cualquier momento, se recurre a la complejidad de la mente para ir resolviendo varios conflictos. No todo es tan plano como puede aparentar ser.

La pareja que conforman Joel (Jim Carrey, del que no se puede negar que es una de sus interpretaciones más intensas, sólidas y verdaderas de toda su carrera, lo suficiente como para que ya no hayan prejuicios sobre su trabajo) y Clementine (Kate Winslet, también magnífica acá, siendo capaz de darle sutiles matices a un papel que podría haber caído en lo predecible) es de aquellas que podemos encontrar a diario en cualquier esquina. Dos personas bastante distintas, que estaban desarrollando una relacón, y que tenían momentos malos, como todo el resto. Hasta que un día, Joel choca con la dura noticia de que Clementine se sometió al procedimiento neurológico de la clínica Lacuna, que asegura borrar de la mente todos los hechos, circunstancias, recuerdos y personas que causen dolor emocional. Dolorido y desesperado, Joel decide hacerse el tratamiento también, para borrar todos los recuerdos de Clementine. Pero la tarea no será nada de fácil. Joel, en su inconsciente, trata de aferrarse lo más posible a conservar el recuerdo de Clementine. Y el viaje extraño y atemporal comienza.

La complejidad de todo el asunto que se trata (el borrar los recuerdos) se muestra en la película en la forma de saltos espacio-temporales. Vamos construyendo la historia completa de la relación de Joel y Clementine a través del paso por todos los recuerdos de Joel. Vamos viendo desde las cosas más reconocibles hasta las más sutiles. Acá estamos expuestos a todo, incluso a las medidas desesperadas de Joel por salvar el recuerdo de Clementine. Su mente se resiste a olvidarla y hará todo lo posible para no hacerlo. Joel ve transcurrir sus más bellos recuerdos junto a otros no tan felices. Acá triunfa la subjetividad, en donde podemos remitir a recuerdos al ser amado, hasta dejarlo reducido a un lejano nombre y, eventualmente, pasarlo al olvido absoluto.

Debo reconocer que esta película me llegó profundamente. Hacía muy poco que yo venía saliendo de una relación extraña, mezcla de amistad-admiración y enfatuamiento romántico inconsciente, todo marcado por errores y falta de comunicación plena.

Muchas veces quise olvidarla, borrarla de mi mente, sacar todos los recuerdos que me seguían atando a ella. Me dolía el recordarlos. Pero luego pienso: esa relación tuvo bastante de positivo en mi vida. Me ayudó justo en el momento en que lo necesitaba. Y tuve la suerte de decírselo con todas sus letras.

Le agradezco el haber estado ahí conmigo: su amistad, su cariño, su comprensión. Y veo que no fue tan malo, sino que por el contrario. Aprendí que, más que dejar todo atrás y borrarla de mi mente, debo vivir con su recuerdo. Un dulce recuerdo. Seguir adelante y continuar con mi vida.

Creo que a ella no le gustó la película. Algo me dijo que no le agradaba Jim Carrey. El típico prejuicio hacia Carrey :p

¿Qué más les puedo decir? Vean la película lo antes posible! Y traten de conseguirse la hermosa banda sonora, tema del troesma Beck incluido.



Miércoles 20 de julio de 2005:

Taxi Driver.

Hace algún tiempo, leí en algún sitio web que Robert De Niro se había reunido con Martin Scorsese para conversar la idea de rodar la secuela de Taxi Driver. ¿será una buena idea hacer una segunda parte de una película que ya es perfecta por sí sola?

Mis primeros recuerdos de Taxi Driver provienen de aquella primera exposición a la película: un Jueves 7 de julio de 1994. Ya levaba tres meses con cable en mi casa, por lo que mi visionado de películas había aumentado considerablemente. Como en ese tiempo no había censura previa para la exhibición de televisión paga, podía ver películas "rated R" en horario para menores. Y Taxi Driver es de esas películas.

Más que por la violencia que pueda contener la película, la clasificación de "restricted" está bien aplicada. Un cabro de trece años difícilmente puede comprender cabalmente todo lo que Martin Scorsese quería transmitir en la que es, por lejos, su mejor película. Y la mejor película en muchísimo tiempo, desde cierto punto de vista.

Taxi Driver es un crudísimo relato sobre lo más decadente de nuestra sociedad urbana. Ahí aparecen los peores elementos que se pueden encontrar sicóticos, proxenetas, prostitutas, traficantes de drogas y armas, asaltantes de poca monta y políticos (¿políticos? si, políticos :p), todos mezclados con gente normal. Taxi Driver desmitifica la romántica New York que nos mostraba Disney y las comedias románticas. Taxi Driver está impregnada de sucia realidad, la que respiramos a diario, ya sea en New York o en Santiago.

Toda esta verdadera basura la canaliza el taxista nocturno Travis Bickle (un excelentemente increíble [¿acaso existe ese calificativo?] Robert De Niro, en una de las mejores actuaciones de su carrera), un tipo común y corriente, uno de los tantos veteranos de Vietnam que trataban de ganarse la vida al igual que el resto. Travis sufre de insomnio, no puede conciliar el sueño y se desvela. De los cines porno nocturnos pasa a manejar un taxi en condiciones deplorables, trasladando un montón de gente de la que sólo puede salir a esas horas.

Travis es poco sociable, y prácticamente no tiene relaciones de ningún tipo. De ahí a que desarrolle obsesiones: primero, con Betsy (Cybil Sheppard), una chica que trabaja para la campaña presidencial de senador Palantine; y luego con Iris (la, en ese tiempo, novel Jodie Foster), una prostituta adolescente. Con Betsy todo fracasa, al no saber Travis las maneras "normales" de comportarse. Betsy se aleja y Travis vuelca su frustración y odio en la figura del candidato.

La violencia va consumiendo a Travis. Tiene la necesidad de limpiar en algo la horrenda ciudad en la cual vive. No lo tiene bien claro, pero sabe que no puede seguir así. Dentro de sus limitaciones, va viendo que la única manera de empezar a cambiar las cosas es cometiendo un acto simbólico. Volcar la violencia hacia los focos principales. Pero, al mismo tiempo, quiere redención. Travis la busca desesperadamente. Y logra encontrarla en Iris, la pequeña prostituta. Travis se obsesiona con la idea de sacarla de las garras de su proxeneta (Harvey Keitel) y devolverla a su pueblo de origen. Pero no puede hacerlo sin algo significativo.

Travis se ve en una encrucijada que ni él mismo logra comprender. La putrefacción humana de New York ya es parte de él. Sólo ahí se puede pasar de ser un villano a un héroe, como le ocurrirá al final.

Pero, ¿hará realmente algún cambio significativo? Es ahí el verdadero dilema. Uno al que nos vemos enfrentados a diario. Lo que hace la ciudad con Travis es volverlo sicótico sin la necesidad de serlo. Travis se alimenta de toda la maldad, egoísmo y malas intenciones de la vida nocturna.

Esta hace mella en su mente y se vuelve uno de ellos. Y su dilema siempre será moral más que existencial. Donde queda más claro es en la escena donde se mira a le spejo y prueba sus recién adquiridas armas. Ensaya la maldad, ensaya su "lado oscuro", ensaya su rudeza. Estar siempre alerta en medio de toda la locura. El "you talkin´ to me?" se lo pregunta al resto, más que a su propio reflejo en el espejo. El antihéroe en su máxima expresión.

Por todas estas cosas, Taxi Driver sigue estando tan vigente como en 1976, cuando se estrenó originalmente. Nos demuestra que el mundo no ha cambiado tanto en estos 29 años.

Lo que logra exponer Taxi Driver a través de toda su crudeza es difícil de comprender a la primera. Especialmente si se tiene sólo trece años si se ve por primera vez. Claro que, después, me quedó claro.

O, al menos, eso creo. Debería ir a verla de nuevo ahora mismo.



Martes 19 de julio de 2005:

I Am Sam.

He estado escuchando mucho últimamente la banda sonora de esa película de hace como
3 años atrás, I Am Sam. Supe primero de la banda sonora antes que de película en sí.
Como cualquier rayado con The Beatles (como habemos muchos), no nos íbamos a tardar en toparnos con semejante colección de versiones (más bien, rendiciones sentidas) para clásicos de esos Fab Four que han sabido darle sonido a nuestras vidas.

Después vi la película. No fui a verla al cine (¿alguien recuerda si la exhibieron por estos lados más de 2 semanas?), pero la arrendé en DVD. Me habían advertido lo lacrimógena que podía ser. "Weon, esta película es última de llorona, cursi y obvia, una película demasiado típica, que no sale de lo común que puedes ver en el cable a eso de las 4 de la tarde", era el tipo de comentarios que había recibido de ella. Les puedo decir tranquilos: ESTABAN EQUIVOCADOS!!

I Am Sam es mucho más que una película lacrimógena y emotiva. Es un relato sutil y hermoso sobre la lucha por la gente que se ama, a pesar de todas las dificultades que presente el entorno y, especialmente, las propias. Un tipo con la capacidad mental de un niño de 7 años llamado Sam (interpretado magistralmente por ese troesma de la actuación, Sean Penn) debe criar solo a su pequeña hija Lucy (Dakota Fanning). Recibe la ayuda de algunos amigos y gente desinteresada, pero eso no bastará: se ha dictado la orden de quitarle la custodia de Lucy. Desesperado sólo como un padre puede estarlo, Sam consigue la ayuda accidental de una abogado prestigiosa pero con crisis personal (Michelle Pfeiffer) y se lanza a la lucha por su hija. El inicial desinterés de esta abogada se va transformando en genuina preocupación al ver la persistencia de Sam para luchar por su hija. Como ven, nada nuevo bajo el sol.

¿En qué punto puede I Am Sam hacer la diferencia? En las sutilezas. Nada más que en eso. Es ahí donde I Am Sam encuentra su salvación. Quizás lo logra por dos factores: la soberbia actuación de Sean Penn y su perfecta banda sonora.

Sean Penn nos da otra de sus acostumbradas lecciones de actuación al no exagerar el papel de un retrasado mental. Penn no lo hace una caricatura, sino un individuo de carne y hueso, con el cual podemos sentirnos identificados en su lucha interminable por las cosas en las que cree. Sam mira el mundo con ojos inocentes, no ve maldad ni codicia. Sólo es capaz de entregar amor a su hija y con eso es capaz de convencernos.

La banda sonora debe ser uno de los discos de covers mejor logrados en toda la historia. ¿Por qué canciones de The Beatles? Porque son precisamente éstas las que son cpaaces de llegar a lo más profundo de nuestros corazones. Las tonadas beatle son universales. Y el disco de la banda sonora (que aún sigo escuchando en este instante) nos presenta un abanico amplio de donde pueden ser abordadas.

Parte con esa preciosa letra de amor llamada Two Of Us, cantada por Aimee Mann y Michael Penn, dandole el sentido correcto al tema, al ser cantada pro una pareja, casi mirándose a los ojos. Le sigue Blackbird, interpretada por la elegantísima Sarah McLauguin. El tercer track es Across The Universe, con una de las versiones más honestas que haya escuchado, interpretada por Rufus Wainwright. la correcta versiónd e The Wallflowers para I´m Looking Trough You es seguida por uno de los tracks más emotivos del disco, la rendición de Eddie Vedder para You´ve Got To Hide Your Love Away, con tan solo voz, guitarra y harmónica al cuello, en la senda de su "padre" Neil Young y de Dylan.

Otra de las logradísimas acá es la de Ben Harper para Strawberry Fields Forever, seguida de la sutil Mother Nature´s Son tocada por Sheryl Crow. Luego aparece Ben Folds (ya solista) para una breve pero efectiva Golden Slumbers, seguida de una revelación, la versión de The Vines para I´m Only Sleeping (que me imagino fue el motivo para que algunos notaran influencias beatle en su par de discos). Una relajada Don´t Let Me Down de Stereophonics le antecede a la medio extraña Lucy In The Sky With Diamonds que hacen los Black Crowes. Llegan aires frescos con tres al hilo: Julia, por Chocolate Genius; We Can Work It Out, por Heather Nova; y Help!, por Howie Day.

El ambiente reposado sigue con Paul Westerberg y la elegante versión para Nowhere Man y la novedosa versión de Grandaddy para Revolution. Como broche de oro, cierra el genial Nick Cave, dándole el toque preciso a ese temón que es Let It Be. Les juro: la versión de Nick Cave es preciosa, sublime, demoledora y elegante.

Aún no se me olvida la primera vez que escuché esta banda sonora: un Martes 2 de abril de 2002. Y, cuando se llega a tocar el tema, no hago otra cosa más que recomendarlo de todas formas. No se arrepentirán.



Lunes 18 de julio de 2005:

Tommy.

Desde la primera vez que escuché (mejor dicho, vi) ese Listening To You en la película de Woodstock, sentí que estaba ante una gran revelación. Nadie me había hablado de The Who.

Nadie me había contado de esta mega banda, ni de sus recordadas presentaciones, ni del pedazo de obra conceptual que es ese disco doble sobre la historia de un chico ciego, sordo y mudo, que se vuelve estrella del Pinball, ese disco que todo el mundo conoce como Tommy.

Si la vemos de esa manera, no ha mucho más que agregar. Y la podemos dividir en puntos:
-Tommy nace en 1921, fruto de la relación pasional de una pareja que se conoce en plena guerra mundial.
-Tommy pasa sus primeros años sin si padre, quien se va a la guerra.
-Su madre conoce a otro tipo. Y Su padre los encuentra en la cama al regresar de la guerra.
-El padre decide matar al amante. Tommy ve todo lo ocurrido. Lo convencen de que no le diga nada a nadie.
-Tommy bloquea sus sentidos, volviéndose un autista.
-Sufre las bromas pesadas de su primo Kevin y el abuso de su tío Ernie, además de una experienca extraña con una prostituta y el ácido.
-Encuentra en el Pinball una manera de expresarse. Y llega lejos.
-Recién con la visita a un doctor sus padres se dan cuenta del bloqueo emocional en el cual Tommy está inmerso.
-Tommy reaciona y despierta. Se siente libre al fin. Y está listo para predicar a todos sus seguidores (los de su trayectoria en el Pinball) su experiencia de vida.
-Pero ellos buscan respuestas para sus propias vidas, y Tommy no se las puede dar. Los decepciona y lo dejan solo.

Así de lineal se vuelve la historia si escuchamos atentamente las 25 canciones que componen el doble vinilo, de 80 minutos de música. Pero Tommy es mucho más que la epopeya de un "Mesías de la era moderna". Es una mirada crítica y personal a la vida misma. Esa que Pete Townshend detestaba al no poder sentirse un ser "normal" para su época: tuvo malos "viajes" en ácido, sentía esa ira de quien es incapaz de expresar abiertamente lo que sentía; se alimentaba de la ira de su público (en su mayoría hombres, algo raro en la época); y no le compraba para nada los discursos a los nuevos gurúes de occidente.

En Tommy, Tonwshend es capaz de poner de manera explícita la búsqueda espiritual y el hecho de sentirse ajeno a todo lo que lo rodea. Al mismo tiempo, es capaz de pedir ayuda en su aislamiento ("See me, feel me, touch me , heal me"), y de encontrar la luz al final del túnel ("I´m free... and freedom tastes of reality"). También nos muestra lo más siniestro de la conducta humana, cortesía de las letras ácidas de John Entwhistle, en donde se llega a niveles horrendos de abuso; y lo más doloroso es que es real y sucede a diario, aunque no nos demos cuenta (basta ver las noticias en cualquier lado).

Tommy aborda de manera brillante, y muy arriesgada para la época en que fue lanzado, el falso "amor libre e irrestricto" de fines de los 60, la llamada "generación de las flores". Algo que a Pete le molestaba sobremanera, y nunca comulgó completamente con el ideal de paz y amor que era políticamente correcto en esa época. El "come to this house, be one of us" que tanto se decía en esos años. Pero que después se convertía en "ya han pasado tres horas, ahora lárgate de aquí". Cosas que Pete detestaba completamente: la pose de hippie.

Si las letras son una verdadera declaración de principios de Pete, la música y la interpretación en el disco llegan a dimensiones épicas. En Tommy, como disco, The Who se luce como nunca: la increíble percusión espontánea de Keith Moon; las líneas precisas y virtuosas de The Ox, John Entwhistle; las vocalizaciones inspiradísimas de Roger Daltrey, casi bordeando lo teatral (y cómo no, si es una "Opera Rock" :p); y los riffs poderosos de Pete Townshend, el que es, a mi modo de ver, uno de los mejores guitarristas que ha visto el Rock. Basta con haberlos visto en vivo en esa época. The Who era, sin duda, EL acto en vivo de todos los tiempos.

Si el disco Tommy llega a tu vida, nunca más saldrá de ella. Como lo vemos representado en Almost Famous, cuando el protagonista, William Miller, se inicia en la escucha de Rock: justo con la aguja cayendo en el comienzo del instrumental Sparks. Llegan a salir verdaderas chispas con tamaña revelación.

Este debe ser uno de los discos obligatorios de cualquier ser humano. Ni la película ni la obra de Broadway son capaces de llegar a nuestros sentidos como el exponerse al disco completo y a una presentación íntegra de Tommy en vivo, como era costumbre para The Who.

Para contarles de eso, necesito más de los 5 mil caracteres que me deja el flog.



Domingo 17 de julio de 2005:

En los quiebres, la responsabilidad es de todos.

¿Qué tipo de ambiente se habrá respirado en ese enero de 1969, cuando The Beatles pudo darse cuenta de la inevitabilidad del fin? Un mes completo lleno de irreglaridades, peleas, discusiones, desgano y falta de "magia", de esa que echa a andar cualquier cosa que se propongan.

¿Hay culpables cuando ocurre una separación? Resultó re fácil echarle la culpa a Paul McCartney cuando un 10 de abril de 1970 anuncia a la prensa que se va de The Beatles por "diferencias musicales, económicas y personales" con John Lennon, George Harrison y Ringo Starr. El motivo de fondo era otro: lograr zafarse de la sociedad para editar su primer disco solista. Y pagó con sangre la afrenta de "terminar con The Beatles": sus primeros trabajos fueron sepultados por la crítica, y fue el hazmereir de toda la comunidad.

Pero, ¿Paul tenía la completa responsabilidad en la separación?

Bien sabemos que Lennon fue perdiendo el interés en tocar en el grupo cuando su relación con Yoko Ono creció, y sus intereses de hacer cosas propias también. George, por su parte, ya llevaba años de desilusión del mundo del Rock, lo que lo había llevado a probar otros horizontes, como la experimentación hindú.

En la separación de un grupo pasa lo mismo que en el quiebre de una relación amorosa: la culpa nunca es exclusiva de uno de los "actores", sino que es una suma de circunstancias, hechos y cosas sencillas, pero que marcan, las que desencadenan la crisis.

A todos nos ha pasado: siempre hay un doloroso hecho que es el que marca el quiebre definitivo. Pero es recién cuando la cabeza se enfría un poco que pensamos en todo lo ocurrido. Tal como decía Ringo en la Antología, "es lo mismo que pasa con los matrimonios: son años de miseria y sufrimiento los que llevan a la separación".

"Ella me engañó"; "¿por qué me hizo esto?"; "es injusto, yo siempre lo hice todo bien". Cosas que pensamos de inmediato cuando terminamos con una chica. ¿Acaso pensamos siempre que nosotros no tenemos algo de culpa? Por supuesto. Pero estamos demasiado equivocados para seguir así todo el tiempo. Haces el ejercicio de pensar y recordar cosas, y ya te das cuenta que hay responsabilidades compartidas. Uno también hizo cosas que no debía. Lo que sea. Incluso falta de comunicación.

La falta de comunicación es un factor determinante en todo quiebre. Ella nos quiere decir en todos los tonos que las cosas ya no andan bien. Que ya no es lo mismo de antes. Y uno insiste, sin siquiera poner atención a las señales. Creyendo que todo anda bien. ¿Hay alguien al que no le haya pasado esto?

Volviendo a lo de los grupos en quiebre: son las mismas situaciones. Y eso lo vemos claro en el caso de The Beatles. Una relación de 12 años (recuerden que Lennon y McCartney se conocieron en 1957) es toda una vida. Especialmente si se ha vivido tanto juntos. Y tan jóvenes: apenas quinceañeros cuando todo comenzó. Y fueron creciendo al mismo tiempo en que lograban cumplir esos sueños de adolescentes.

George Harrison es el que tiene una explicación más clara a la hora de tratar de establecer "responsabilidades" en la separación de The Beatles: "El grupo comenzó siendo un vehículo para expresarnos y desarrollarnos como músicos. Y después se convirtió en el gran impedimento para seguir desarrollándonos individualmente". De los cuatro, él era el que más sentía ese estancamiento: sus ideas y composiciones eran relegadas ante el lugar consolidado de Lennon-McCartney como fuerza compositiva.

Otra cosa que los desgastó fue la falta de experiencias en vivo. Hastiados de los gritos y situaciones casi absurdas, decidieron dejar de dar conciertos. Y, con eso, fueron perdiendo la llama que siempre mantiene unida a una banda: la expectación y la angustia antes de salir a un escenario. Una banda no puede seguir sin eso. No creo mucho en esos grupos de estudio; la historia ha comprobado que no hay mucho futuro ahí.

Así los encontró la historia un 30 de enero de 1969, dando su última presentación en público. Todo para darle final a un fracasado documental sobre el "regreso a las raices" de los Beatles. Idea de Paul, el que en ese tiempo insistía en que debían volver a sentirse como grupo y no como firma de empresarios. Volver a tocar, como lo hacían insistentemente en Liverppool y Hamburgo, cuando sólo estaban sus sueños y ambiciones compartidas, y no sus desarrollados egos al final.

Ese último "concierto" tiene el sabor de un final amargo. A pesar de que es una de las mejores presentaciones jamás filmadas, es el acto final de un episodio doloroso.

Pero no todo fue tan triste. Lograron ponerse de acuerdo y garbar un último disco, el Abbey Road. El "canto de cisne" perfecto para terminar medianamente bien. Sin embargo, el daño ya era difícil de reparar.

Todos habían crecido. Y estaban listos para tomar caminos propios.



Viernes 15 de julio de 2005:

Spun.

Anoche, en una de esas veladas sin carrete alguno y completamente desvelado pensando en cómo andaría nuestro ensayo de hoy, me puse a ver televisión tarde. Y en el canal Cinemax me topo con una película que recién estaba empezando.

La película se llamaba Spun. Y ya había escuchado algo de ella con anterioridad. De hecho, sólo la ubicaba de nombre, ya que estaban involucrados un elenco multiestelar (con Jason Schwartzman, Britany Murphy, Mickey Rourke, John Leguizamo, Mena Suvari y Patrick Fugit, con cameos de Eric Roberts, Debbie Harry, Rob Halford y Billy Corgan), el debut cinematográfico del afamado director de promos musicales Jonas Akerlund (quien ha trabajado con Smashing Pumpkins, Moby, Madonna y U2, entre los que me acuerdo en este minuto) y por el hecho de que el mismo Billy Corgan estuvo involucrado en la banda sonora, con varios temas nuevos, y bajo el formato de Zwan.

La película pone sobre la mesa el tema del abuso del speed, la nueva droga fetiche de muchos gringos. Atraviesa todos los estratos sociales y todas las tendencias imaginables. Es tan cotidiano su uso que ya nadie se da cuenta. No es muy distinto de nuestras costumbres alcohólicas a reventar auspiciadas por marcas de cerveza que auspician prácticamente todas las tocatas a las que asistimos.

En Spun, se entrecruzan tres historias: la de Ross (Schwartzman), un adicto al speed, quien hace lo que sea para obtener un poco más y prolongar el estado de euforia; la de The Cook (Rourke), quien se dedica a preparar toda la droga, y su novia Nikki (Murphy), una bailarina de striptease al borde del colapso; y la de Spider Mike (Leguizamo), el traficante que pierde los cargamentos de droga. Las vidas de todos estos personajes se van entrecruzando debido a las circunstancias. Ross, obsesionado aun con su antigua novia (a quien le debe mucha plata por culpa de su adicción), se involucra en un frenético "viaje" de cinco días en los que, de pasar a buscar droga donde Spider Mike, termina haciéndolas de chofer de la Nikki, para que The Cook le pase más droga. Todo esto, mezclado con novias medias turbias, mujeres lesbianas, matones de barrio de poca monta, un par de chicas excéntricas que atienden un minimarket... gente de todos los días en realidad :p

Para ser sinecros, no hay acá una historia verdadera, de esa que podamos seguir de principio a fin y que nos atrapen. Lo que logra engancharnos desde el comienzo es el ritmo frenético del relato. Casi haciéndonos sentir los efectos del speed, los relatos se van intercalando de manera desquiciada y delirante, vamos yendo de un lado a otro con el hilo conductor (y el único "cable a tierra" de toda la película) de la obsesión de Ross con su lejana (y alejada) novia Amy. Es ella la que se le aparece en los momentos de mayor delirio. Está presente de manera permanente en su inconsciente. Y es su deuda con ella (tanto material como emocional) lo que lo va moviendo en medio de la búsqueda constante de un "toque" más.

Spun tiene muchos puntos en común con Trainspotting o Kids, sus antecedentes más directos, también tiene mucho de Natural Born Lillers, Lost Highway, Rekiem For A Dream y The Salton Sea. Pero su diferencia está el mensaje que entrega. Si sus antecedentes trataban de dar una lección moral sobre la drogadicción, acá en Spun no se pretende eso. Ninguno de sus personajes experimentará algun cambio que los haga recapacitar y salirse de la vida que llevan. Y quizás no lo necesiten. Mal que mal, todo esto sucede en la "sin city" por excelencia: Los Angeles (la ciudad del pecado que sale tan bien descrita en esa letra de Gram Parsons para Flying Burrito Brithers, un recomendado total). Sólo en un lugar como California se pueden buscar nuevos horizontes yendo hacia Las Vegas.

A pesar de que pide muchísimo prestado a sus antecedentes directos, Spun logra frescura y originalidad de mano del sueco Akerlund. Supo traspasar perfectamente el ritmo acelerado e inmediatista de los videoclips al largometraje. En esto ayuda muchísimo la acertada banda sonora, que incluye temas de Zwan, Ozzy Osbourne, Motley Crue, Blues Traveler, The Ceasars, T-Rex, Foghat, Yes, Hellacopters, Rob Halford, entre otros.

En Spun no hay respiro. Y sus 101 minutos llenos de energía pedidas al speed son prueba de que es posible retratar lo más crudo y decadente de nuestra cada vez más hundida civilización occidental sin ser excesivamente sensacionalista. Sólo estando atento nada más.



Jueves 14 de julio de 2005:

Big Fish.

Hace exactamente un año vi una película que me emocionó de una forma que no lo había hecho una película en muchísimo tiempo. Aunque había escuchado comentarios con sentimientos encontrados al respecto, casi todos apuntaban a una misma dirección: este par de horas es capaz de revolver tu pequeño mundo y hacerte pensar sobre las cosas que de verdad importan: los lazos afectivos; buscarle un verdadero sentido a nuestra existencia; experimentar a concho todas las circunstancias a las que nos enfrentamos a diario.

De eso está repleto el film de Tim Burton, Big Fish (El Gran Pez, como se le conoció por estos lados). La historia fantástica de Edward Bloom, quien (según él mismo cuenta en uno de sus afiebrados relatos) leyó en un tomo de una enciclopedia, mientras estaba postrado en cama por su "acelerado desarrollo", algo que le llama la atención: un artículo sobre los peces grandes: "si éstos se mantienen en un espacio reducido, se quedan pequeños. Con más espacio, pueden doblar, triplicar e incluso cuadruplicar su tamaño". Desde ese entonces decide que su vida está destinada para grandes cosas.

Después de convertirse en el joven más destacado de su pueblo, se da cuenta de que, para lograr sus objetivos, tiene que irse del pueblo. Y se embarca en uno de esos viajes llenos de fantasía, locura, encanto, surrealismo, magia e inocencia. Todas sus aventuras las cuenta a quien se le cruce por delante, haciéndose fama de viejo contador de relatos llenos de fantasía. Pero, según él, ocurrieron en la realidad. Sin embargo, es lo suficientemente convincente, aunque todos a su alrededor

Eso es lo que creía su hijo Will, hasta que se fue dando cuenta de la falta de lógica y sentido común de muchas de las cosas que le contaba su padre. Y, justo en medio de su boda, cuando su padre contaba por enésima vez la historia de aquel pez grande, decide distanciarse de él. Pero la avanzada enfermedad de su padre los junta tres años después, y Will decide atar los cabos para ver qué es realidad y qué fantasía para, de una vez por todas, saber quien es realmente Edward Bloom.

La película posee una belleza excéntrica, y conmovedora hasta hacernos salir lágrimas genuinas. Pero, a la vez, transmite una sonrisa inspiradora al espíritu. Acá la fantasía mueve las más profundas fibras con una emotividad de carácter universal, con la cual todos podemos sentirnos identificados. ¿Cómo lo hace? Abordando a manera de mágica fábula la relación padre-hijo, que sabemos que no es fácil en la vida real. Acá, el padre y el hijo tienen visiones casi opuestas de cómo ver la vida y enfrentarse a la realidad, y podemos ir viendo los pocos puntos de encuentro.

Al ver Big Fish asistimos con placer y diversión a un cuento de dos horas, en el que Burton nos habla de la vida, no de una manera cruda, precisa y objetiva, sino que todo lo contrario, llena de todo ese encanto propio de los cuentistas. Con el mismo amor que Ed se presenta ante su hijo y ante todos los que escuchan sus fascinantes relatos. Su mirada es amable y positiva, y deja ver un espíritu generoso y, a la vez, lleno de ambición, de esa que lo llevó a salir de su pueblo para buscar más espacio.

Acá Burton conjuga con acierto momentos dramáticos con otros llenos de romanticismo y ternura, situaciones mágicas y surrealistas, y otras entrañablemente humanas. Lo logra con un estilo nada convencional: audaces rupturas temporales y de trama, una estética visual heredada del surrealismo fantástico y del cine de animación, todo esto adecuadamente ambientado con música popular de aires expansivos (aparecen temas de Buddy Holly, Allman Brothers, Pearl Jam) y con el sello de la literatura de Andersen o de Roald Dahl, por medio de personajes extravagantes y únicos.

Big Fish es una gran fábula sobre la vida y la abnegación en el amor, sobre la amistad y el espíritu de servicio. Es una odisea en la relación padre e hijo, con una defensa a la fidelidad matrimonial y al amor para toda la vida. Logra diseccionar una sociedad carente de horizontes espirituales de manera inteligente y con una dosis de humor.

Big Fish es una bocanada de aire fresco, llena de humanismo y optimismo, que se presenta como una manera amable de entender la existencia, abiertos a la magia del amor.

"Now the man of the hour is taking his final bow
As the curtain comes down
I feel that this is just g’bye for now".

¿Mucho optimismo y buenas vibras para nuestra decepcionante realidad diaria? Big Fish nos muestra que la leyenda puede ser más grande que la realidad. Tanto como para que el hombre se convierta en sus relatos. Todo se entrecruza con el "hombre de la hora", Edward Bloom.



Martes 12 de julio de 2005:

Monterey Pop.

Sicodelia y raíces, todo mezclado en una sola voz.

Eso tenían en mente John Phillips, Derek Taylor, Bill Graham y varios otros tipos totalmente entusiasmados con todo lo que estaba ocurriendo para mediados de 1967.

El lanzamiento de Sgt. Pepper a comienzos de junio; la consagración del primer supergrupo que se ha conocido, Cream; el cambio de percepción hacia la música popular; las sinfonías para adolescentes hechas por Brian Wilson; el surgimiento de formas más sinceras y emotivas de hacer Soul. Todas cosas que sentaban las bases para algo de lo que no se tenía ningún referente.

Todas estas cosas que estaban en el ambiente necesitaban de un evento gigante y multitudinario. Algo que jamás se había concedido antes. Se necesitaba urgente de lo que hoy conocemos como el Festival Popular de Monterey.

El Monterey Pop Festival, realizado los días 16, 17 y 18 de junio de 1967, casi dándole inauguración oficial al "verano del amor". Tal como se pretendía, lograron convocar nombres de todo el espectro de la escena popular. Así se fueron confirmando 31 números, entre los que podemos señalar los siguientes (en orden de presentación):

I. Viernes 16 de junio, en la noche.

-The Association, dándole el puntapié inicial al magno evento.
-Simon & Garfunkel, con sus temas listos para quedar en el inconsciente colectivo gracias a The Graduate.
-Una camada de "viejos" cantantes: Lou Rawls y Johnny Rivers, como para no dejar de lado lo que había estado rpesente a comienzos de la década.
-Eric Burdon & The New Animals cerrando la noche inicial, con una nueva formación y una delirante versión para Paint it Black.

II. Sábado 17 de junio, en la tarde.
Una sesión dedicada al Blues en todas sus variantes, contó con la presencia de:

-Canned Heat: el legendario grupo revisionista del Blues Boogie, prácticamente debutando en las grandes ligas, con una rendición logradísima para Rollin & Tumblin
-Big Brother & The Holding Company, con una sorpresa: su vocalista, una chica blanca con garganta de negra, llamada Janis Joplin.
-Country Joe & The Fish, con una variante sicodélica y experimental.
-The Butterfield Blues Band, con un siempre sólido Paul Butterfield, en voz y harmínica, a la cabeza.
-Al Kooper, con su combo instrumental y experimental.
-Los casi debutantes (en ese entonces) Quicksilver Messenger Band y The Steve Miller Band.
-Un supergrupo, The Electric Flag, conformado por Mike Bloomfield y Buddy Miles.

III. Sábado 17 de junio, en la noche.

-El toque distinto de Moby Grape y Hugh Masekela.
-The Byrds, con una de las más incendiarias presentaciones que se les recuerde, y con David Crosby robándose el espectáculo.
-La vuelta a escena de Paul Butterfield y su Blues Band.
-Laura Nyro, con una accidentada y confusa presentación.
-Jefferson Airplane, el nuevo grupo número uno de los charts gringos.
-El set instrumental Soul de Booker T. & The M.G.´s.
-Un cierre de lujo, de la mano de la intensidad vocal de Otis Redding, respaldado por Booker T. & The M.G.´s. Sin duda, uno de los puntos más altos en todo lo que va del festival.

IV. Domingo 18 de junio, en la tarde.

-Un emotivo, intenso, elevado y espiritual set de música hindú con el maestro del sitar, Ravi Shankar.

V. Domingo 18 de junio, en la noche.

-La apertura con The Blues Proyect.
-La vuelta a escena (y por demanda del público) de Big Brother & The Holding Company.
-El debut en los escenarios masivos del que se convertiría en uno de los números de mayor convoctoria: The Grateful Dead.
-Uno de los números más esperados, Buffalo Springfield, que vio nacer la sociedad de Stephen Stills con David Crosby.
-Una de las últimas presnetaciones de The Mamas & The Papas, con la aparición especial de Scott McKenzie.
-El grupo inglés más explosivo que haya sido presentado en sociead: The Who, con destrozos de guitarra de Pete Townshend y el set de batería de Keith Moon.
-Un cierre de lujo con un regreso a casa de Jimi Hendrix. El guitarrista, antes rechazado por "inclasificable", volvía en gloria y majestad a casa con un power trío, The Jimi Hendirx Experience, y un set que superó los niveles de teatralidad que hayan sido presenciados (salvo por The Who): quemó la guitarra en pleno acto.

Se suponía que se realizaría un festival por año. Fue el primero y único. Y se inscribió en la historia por ser el primer evento masivo de Rock que se haya organizado.



Domingo 10 de julio de 2005:

Exile On Main Street.

A comienzos de la década de los 70, las cosas iban cambiando para The Rolling Stones.

Con el primer disco editado bajo sello propio (Virgin Records, dependiente del legendario Atlantic), el fundamental Sticky Fingers, decidieron autoexiliarse de Inglaterra para escaparse de la alta tasa de impuestos que debían pagar. Tal como les pasó a The Beatles unos 5 años atrás, Mick Jagger pudo ver que el grupo ya generaba los recursos suficientes como para ser una fuente importante de ingresos para el Fisco británico. Lo que denunciaba Harrison en Taxman, ya era una realidad para los Stones.

Deciden dar un concierto de despedida "en casa", y realizan una espectacular presentación en el legendario Marquee Club de Londres. Un lugar que los había visto crecer, ahora veía el último canto de los Stones antes de cambiar de ambiente. Ahí tocaron mucho material del Sticky Fingers; el repertorio en general mostraba la nueva dirección que los Stones iban tomando. Desde la inclusión de Mick Taylor para reemplazar al fallecido Brian Jones, el grupo ya estaba siendo dirigido por la dupla Jagger-Richards, como si fuese un eterno matrimonio el que estuviera a la cabeza de "la familia" Rolling Stones. Un vuelco definitivo hacia la expresión máxima de la fiesta en vivo, reafirmando con cada canción su verdadera esencia, más que irse por una experimentación sonora. Lo de los Stones, ya desde ese momento, era renovar los votos con el Rocanrol todos los días, en cada presentación.

Curiosamente, y contradiciendo la consigna de "sexo, drogas y rocanrol" que tan bien supieron vivir en su totalidad, aunque probablemente aún impactados por la tragedia de Altamount, los Stones necesitaban un respiro de la vida ajetreada, su indiscutible "marca registrada".

Establecen residencia en una vieja casona propiedad de Keith Richards en Nellcote, sobre la Riviera Francesa. Y se encierran a grabar el disco que, para muchos, es LA obra maestra de los Stones. Un disco cargado de lo más esencial de las raíces del Rock: el Delta Blues que escuchaban en su época de estudiantes; el Country, que ya estaba siendo mirado bajo una renovada perspectiva gracias a lo que lograba Gram Parsons en The Flying Burrito Brothers y a The Byrds de la mano de Roger McGuinn; el Blues de Chicago, revitalizado gracias a toda la generación de chicos británicos fanáticos de Muddy Waters y Howlin Wolf; el Rocanrol en su médula espinal, hecho con motivo de celebración y fiesta en amplios salones y, porqué no, estadios.

El disco que preparan se viene con todo. Han preparado muchas canciones. Casi todas destinadas a convertirse en clásicos de repertorio. El disco se hace doble. Y le encuentran un título, adecuadísimo a la situación de esos días, de exiliados: Exile On Main Sreet.

La placa doble abre su lado A con todos los fuegos posibles, y una invitación en el título: Rocks Off. Le sigue una de mis favoritas de todos los tiempos de los Stones, Rip This Joint, canción energizante, vigorizante y capaz de levantar a cualquier para bailar desenfadadamente. La atmósfera se torna boogie-boogie con Shake your Hips y se intensifica con Casino Boogie. Le da el paso a otra de aquellas clásicas instantáneas, con la afinación abierta exclusiva de Keith Richards (quizá sólo él puede tocar de esa manera, gracias a su movimiento de brazo único :p), Trumbling Dice.

EL lado B se nutre de la tradición Country: abre con la bellísima Sweet Virginia, y se complementa perfectamente con el ambiente que genera Torn And Frayed. Sigue el rescate acústico del Country con Sweet Black Angel. El piano toma el protagonismo en la perfecta Loving Cup, que cierra este tremendo aporte de los Stones para el nuevo Country.

La cara C se inicia con el que debe estar entre esas perlas perfectas del maestro "Riff" Richards: Happy, con un ritmo cautivante y una energía desbordante. Lo que sigue da cuenta de ese Blues del Delta, expresado en joyas como Turd On the Run y el gran Ventilator Blues. Se vienen sonidos cuasi tribales con I Just Want To See His Face. Y se llega a una atmósfera gospel con la invitación de Let It Loose.

El lado D, ya en los descuentos con los últimos 4 temas, aún guarda un par de sorpresas: otra marca registrada de los Stones con All Down the Line; otro Blues sacado de lo más profundo de Chicago con Stop Breaking Down; una emotiva ey luminosa Shine A Light; y el cierre perfecto con la síntesis apropiada con una declaración de principios partiendo desde el título, Soul Survivor. El disco cierra en fade, como invitando a seguir la fiesta y la celebración en una presentación en vivo.

Y eso es lo que los Stones prepararían para ese verano del 72: la más ambiciosa gira de Rocanrol que se haya visto. Como para hacerle justicia a este tremendo disco.



Sábado 9 de julio de 2005:

Led Zeppelin en el Royal Albert Hall, 1970.

Cuando Jimi Page, reconocido guitarrista de sesión y el tercer hombre en las seis cuerdas que pasaba por los Yardbirds, se encontró en la situación de rearmar la banda, se creó una expectativa que lo superaba. Sabía que no podía fallar y que todos los ojos estarían puestos en lo que hicieran.

La tarea no era fácil. Sabía que la nueva banda, los "New Yardbirds", estaban casi destinados a estar presentes. De ahí a que lograran trascender, era otra historia.

Corrían los primeros días de enero de 1970. Había pasado menos de un año del debut en sociedad de Led Zeppelin... y ya eran todo un fenómeno!! Su segundo disco (el Led Zep II :p) se había lanzado apenas tres meses antes de ese auspicioso comienzo de década.

Lo que lograban hacer en ese entonces era algo bastante arriesgado: tomaron todo lo que andaba dando vueltas en su entorno, y lo metieron en una licuadora, resultando un híbrido nunca antes visto: el Blues en su estado más crudo, guitarra afiladísima y demoledora de Page, sección rítmica llenadora y potente de Jones y Bonham, una voz demasiado poderosa como para dejarla pasar sin escucharla como la de Plant.

Lo que lograba crear Led Zeppelin era evidente incluso en esos apurados primeros discos. Había una urgencia casi desesperada por dejar que toda esa explosiva mezcla llegara a niveles insospechados.

Fueron los primeros en haber "nacido" consagrados... por lo menos para el público.

Precisamente, en un 9 de enero de 1970, Led Zeppelin se inscribió con un, a estas alturas, legendario show en el Royal Albert Hall de Londres.

El concierto fue filmado de manera profesional, en 16 mm, con el propósito de ser exhibido como un documental en la BBC TV. Ya se sentía lo que lograba Led Zeppelin en la audiencia con su entrega. Ninguna nota estaba desperdiciada, y las improvisaciones eran la norma para seguir un show electrificante, intenso y fresco.

Sin mostrar indicios de la superpotencia en la que se iban a transformar, las cámaras y la mesa de sonido instalados en el emblemático recinto londinense lograron registrar un momento único dentro de la contundente trayectoria de Led Zeppelin como experiencia en vivo. Acá vemos todo lo que ellos tenían por entregar en esas fechas.

La película parte con la poderosa e imponente We´re Gonna Groove, para dar paso a la intensa y emotiva I Can´t Quit You Babe, llenando el salón del Blues bastardo y ultra energizado que es marca registrada de cuarteto (parece que cada performance de Led Zep tiene, al menos, dos adjetivos para ser calificada :p).

Se siente en el ambiente (increíble que un pedazo d epoelícula logre crear eso) un demoledor sentimiento, que viene de la mano de la extensa Dazed Amd Confused, con 15 minutos de juego guitarrero de Page, en donde mezcla vanguardia con clasisismo, para cerrar con una verdadera aplanadora afirmada en los alaridos de Plant. En White Summer, Page se da la licencia de tomar asiento y darse el lujo de un instrumental completo, secundado en los descuentos por los sólidos Jones y Bonham. Todo adquiere una mística hindú, de ritual espiritual y eléctrico a la vez.

Llega la aparente calma con la groovísima What Is And What Sould Never Be, con Plant luciéndose en vocals. Eso sí, la maquinaria se agranda sobremanera al llegar el momento de How Many More Times; acá la cámara captó fuego intenso (debe ser el efecto de la tenue pero intensa luz roja capturada en film), al tiempo que Page y Plant van dialogando musicalmente.

Y toda esa máquina pesada da paso a uno de los momentos más queridos y entrañables: el solo de Bonzo!!! Moby Dick!!!! John Bonham en su estado más animal y de las raíces, jugando a más no poder con el infinito abanico de ritmos que pueda reconocer el oido humano. Notable!!

El público, a esas alturas del show, no daba más de lo extasiado. Pero el show no terminaba con Bonzo... seguía con un clásico de aquellos: Whole Lotta Love, el caballito de batalla de ese entonces. El diálogo entre Page y Plant acá es total. Incluso acá Plant hace participar al respetable en los coros. Inmediatamente después de los "thank you very much" respectivos, pegan una versión sin aliento y apuradísima de Comunication Breakdown y la despedida... ¿definitiva?

No!!! Led Zep vuelve al escenario y se despacha dos rocanroles de aquellos, y pegados: C´mon Everybody (de la leyenda Eddie Cochran) y Something Else. La despedida definitiva de tamaña presentación la dan con Bring It On Home.

Led Zep nunca había quedado registrado en su gloria máxima. Hasta ese día de enero de 1970.

Tuve la suerte de poder verlo en una sala de cine el año pasado, gracias a la versión en DVD y a un ciclo que lo programó. Les juro, parecía que estuviésemos todos ahí, en un abarrotado Royal Albert Hall, con una banda emergente y fresca.



Jueves 7 de julio de 2005:

Somos uno, pero no lo mismo.

Hoy en la mañana, muy temprano, Londres despertó en medio de la tragedia.

4 explosiones sacudieron al pueblo británico: 3 en el metro y una en un bus de 2 pisos. Detonaron al comenzar la actividad habitual de un día hábil, como en cualquier parte del mundo.

Los primeros informes señalaban 37 muertos y cerca de mil heridos.

Consecuencias inmediatas: se afectaron los mercados petroleros; los líderes de occidente manifestaron su repudio a los actos terroristas; se responsabiliza a Al Quaeda.

De seguro ya se han informado lo suficiente de lo ocurrido. Ha estado todo el día en las noticias, la radio vuela con los boletines e último minuto, y en la red las páginas se actualizan cada minuto. Ya sabemos la reacción de las autoridades y ya se ha identificado a los grupos responsables. Toda información obvia y lógica para cualquiera que tenga dos dedos de frente, ¿cierto?

Cuando llamas a la tragedia, ésta llega irremediablemente. Es un nuevo tipo de guerra el que vivimos, ahora ya inmersa en nuestra cotidianeidad. Los peores miedos de la guerra fría se están haciendo realidad para aquellos que viven una realidad más o menos distinta a nosotros.

Recuerdo cuando ocurrió lo de España el año pasado. Como consecuencia inmediata, el pueblo condenó a su gobierno de turno, castigándolo en los comicios. En EE.UU, para el 11 de septiembre, los gringos se vieron envueltos en una ola ultra nacionalista, en que la paranoia estaba a la orden del día. Se tomaron medidas desesperadas para dar "seguridad" de nuevo. Y su administración supo aprovechar la indefensión que sentía el pueblo para generar el miedo suficiente para justificar la invasión a Irak.

Parece que el "mundo desarrollado" está en constante involución. La olas conservadoras inundan las actuales administraciones; ya nadie confía en su vecino; la individualidad es la norma a la hora de actuar. Los líderes de ese autollamado "mundo desarrollado" han perdido toda noción básica de convivencia.

¿Creen que el pueblo británico tenga la misma reacción que el pueblo gringo?

Si vemos la historia, Inglaterra siempre ha reaccionado de forma racional a las tragedias en las que se ha visto envuelta. Londres se quemó; pasaron por numerosos bombardeos en la 2a guerra mundial; y se han sabido sobrellevar. Esperemos que sigan así. Aunque, si siguen la corriente involucionaria, capaz que se levanten en armas, lo que es bastante improbable. Pero ya no se puede dar nada por sentado. Ojo, que Inglaterra tiene un historial considerable de violencia... pero hay que distinguir entre administración en el poder y el pueblo.

Todo esto me hizo recordar el momento de ese "America: A Tribute To Heroes", esa especie de teletón gringa hecha 10 días después del atentado al World Trade Center. Bruce Springsteen sentó el tono general, al estrenar el tema "My City In Ruins". Todo reposado, concluyendo con un Willie Nelson llamando al amor patrio en "America", que me resultaba reminiscente a esa escena en la que él sale en la película "Wag The Dog".

En ese evento fue Neil Young el que supo ponerle un tapaboca a todos esos paranoicos encargados de la programación mediática en las radios, que habían publicado una lista con temas prohibidos: todos esos que incluyeran palabras como "cielo", "fuego", "infierno", "escalera" y otras que, según ellos, podían "herir sensibilidades".

Una de las canciones vetadas era el himno de la paz por excelencia: Imagine, de John Ono Lennon.

¿Qué hace Neil Young? Escoge interpretar el clásico de Lennon (la foto que ven es de esa presentación). Él al piano, con una sección de cuerdas acompañándolo. Y cambiando una palabra en la línea "I wonder if you can". Él cantó "I wonder if I can". "Me pregunto si yo podré". Ya no es si tú podrás.

Supo darle en el clavo y cambiarle el sentido a un himno. Lo convirtió en un clamor personal en vez de colectivo. Es la respuesta más honesta que se puede dar en estas circunstancias.

Me pregunto si yo podré.

Si podré vivir en un mundo sin jerarquías de posiciones (ojo, me refiero al sentimiento de sentirse superior o inferior en cualquier aspecto con cualquier ser humano, no a lo pasajero de lo material). Un mundo sin codicia ni hambre, una hermandad de hombres.

Hoy la letra de John Winston (como fue inscrito al nacer) sigue siendo relevante. Sigue conservando intacta su validez. Ese sueño de igualdad espiritual para todos nosotros sigue siendo medio inalcanzable.

Pero hay que seguir luchando a diario.

¿Han cambiado los tiempos?

"You may say Im a dreamer,
but Im not the only one,
I hope some day you`ll join us,
And the world will live as one".

"We`re one
But we`re not the same
Well we
Hurt each other
Then we do it again".

¿Podrá el mundo vivir como su fuese uno, si no somos lo mismo y nos hacemos daño una y otra vez?



Miércoles 6 de julio de 2005:

Los cambios se parten por la propia cuadra.

En estos precisos minutos se está realizando el décimo concierto de la serie Live 8. Quizás el de más relevancia para el propósito de toda la causa: tocar en la misma ciudad que es la sede de la cumbre del grupo del G8, en Edimburgo. Ahí arriba dice: "Edimburgh 50.000, the final push", aludiendo a que cada día mueren por lo menos 50 mil personas por el sólo hecho de ser pobres.

Me ha sorprendido ver la cantidad de opiniones y comentarios sospechosos con respecto a todo lo que ha rodeado la realización de estos conciertos. Si bien estamos todos de acuerdo de que un solo magno evento no cumplirá la meta total que plantea, sí logra establecer los primeros pasos para avanzar y solucionar dicho problema.

Un aparte: el Live 8 fue gratis; no se cobró por entrada. La infraestructura y maquinaria para levantar los conciertos corrió por exclusiva responsabilidad de los organizadores. Si se fijaron bien, no hubo auspiciadores como cervezas, bebidas u otros. Sólo se contó con la difusión en medios y el uso de AOL como plataforma multimedia.

Es cierto: una sola persona no puede hacer los cambios necesarios. Tampoco medio millón. Lo que sí pueden hacer es manifestarse todos juntos y decir "no estoy de acuerdo con cómo están las cosas ahora... queremos que cambien". Y eso no es ser soñador ni adherir a ningún tipo de utopía, sólo es cumplir con nuestra condición de seres humanos: preocuparnos por el que está al lado.

Lamentablemente, vivimos en tiempos donde prima el individualismo y el egoísmo. Se nos han olvidado las normas más básicas de la convivencia.

Se nos olvidó convivir. Somos ermitaños antes de tiempo. Y egoístas. Sólo pensamos en nuestro bienestar. El mundo comienza y termina con nosotros y con nadie más.

¿Qué nos pasó como raza humana? ¿Nos rendimos ante la idea de que todo es negro, negativo, sin solución y sin compasión?

Es muy fácil afirmar eso.

Casi todos lo hacen. Y se escudan en visiones alternativas de individualidad. Actualmente, un concierto auspiciado por una cerveza lleva más gente que un concierto para ayudar a gente que lo necesite. Lo veo siempre acá en nuestro país: todos critican la actitud de gente como Bono por apoyar las causas benéficas. Lo que desconocen es que Bono trabaja todos los días en campañas para condonar la deuda de los países del tercer mundo, y aprovecha de utilizar la plataforma publicitaria que le da U2 para poner esos temas en carpeta. ¿Acaso hay algo malo en eso? Si los tipos tienen los medios para poder decir lo que nosotros ya tenemos claro, ¿hay que condenarlos por eso?

Eso corresponde a cosas macro. Vamos a lo micro...

El mundo se empieza a cambiar desde nuestra pieza, desde nuestra casa. Primeros partamos mejorando nuestra cuadra y nuestra comunidad. Acá nadie lo hace. Salvo algunos grupos que hacen trabajo comunitario y a miembros de bandas que se preocupan de desarrollar talleres para cárceles como modo de rehabilitación, la ayuda comunitaria acá no se da mucho.

Así que doy algunos ejemplos de ayuda micro, que van dirigidos a causas cercanas a los que las organizan:

-En Argentina, La Renga siempre se está moviendo para ayudar en lo que pueden. No participan en ningún festival auspiciado por cervezas, pero se preocupan de ocupar su llegada a la gente para ayudar, ya sea con fondos, alimentos no perecibles y otros.

-La leyenda del country Willie Nelson, inspirado por Geldof y el Live Aid, quiso empezar una actividad anual para ayudar a los granjeros pobres de Estados Unidos, considerados la base de la sociedad; creó el festival Farm Aid, que se sigue haciendo.

-The Grateful Dead creó la Fundación Rex para ayudar a cualquiera que les pidiese algún tipo de ayuda. Han colaborado en causas filantrópicas y a diversa gente que los ha necesitado. Aprovechaban su amplia convocatoria en USA para recaudar esos fondos.

-Roger Daltrey, vocalista de The Who, está constantemente apoyando actividades para recaudar fondos para Fundaciones de niños con leucemia. The Who ha realizado una serie de conciertos para este fin.

-Neil Young, para apoyar los esfuerzos de su esposa Peggi y su escuela para niños parapléjicos Bridge School, creó un evento para cada fin de semana de Noche de Brujas. El Bridge School Benefit Concert, del que pueden ver una foto ahora. Este concierto anual consta de una serie de presentaciones acústicas de varios grupos e intérpretes. Este año se realiza la décimo novena versión.

Como ven, no cuesta nada levantarse para mejorar tu propia cuadra. Sólo es cuestión de voluntad.

¿Qué harían ustedes para mejorar su cuadra?


Martes 5 de julio de 2005:

Live 8.

Había que estar muy desconectado para no haberse enterado que el pasado Sábado 2 de julio, pasará a la historia como el día más
importante en lo que se refiere a convocatoria y magnitud de eventos
en vivo: se realizó el Live 8.

¿Qué fue el Live 8?
-Una serie de 9 conciertos simultáneos en Londres, Filadelfia, Berlín, París, Tokyo, Moscú, Barrie, Roma y Johannesburgo.

¿Por qué se organizaron?
-Como "llamado de atención" a los líderes del G8, que tienen cumbre en estos días en Edimburgo. Se espera un décimo concierto para el 6 de Julio.

¿Quién organizó tamaña jornada múltiplemente maratónica?
Bob Geldof, el mismo tipo que organizó el lejano Live Aid de 1985 con
el fin de reunir dinero para apalear un poco el hambre en África.

¿Algún slogan o frase característica de todo este magno evento?
-Ya se inscribieron frases como "Make Poverty History", "End
Ignorance" y "No More Excuses". La más representativa es "Live 8 - G8 - be great".

En el aspecto musical, ¿qué "le llevó" el magno evento?
-Uuuuf!! Es medio laaaaargo. 150 números en total! Así que vamos resumiendo en algunos puntos (de lo que me acuerdo primero):

1) La apertura "oficial" fue en el Hyde Park de Londres, a las 2 PM
hora local. U2 y Paul McCartney tocaron el clasiquísimo Sgt. Pepper.
Inmediatamente depués, U2 siguió su show. Bono aprovechó para recordar el porqué del Live 8: "no queremos su dinero, queremos su voz".

2) La foto que ven lo dice todo: Hace como 3 semanas atrás se confirmó que Pink Floyd volvería a tocar en vivo con su formación clásica. La sola inclusión de Confortably Numb bastó para "congelar el infierno"). Notable!!!... pero recuerden que fue sólo una instantánea. No se hagan ilusiones apresuradas de una gira mundial.

3) Live 8 contó con figuras importantes de lo contemporáneo: Placebo
(París; Bjork (Japón); Coldplay (Londres); Green Day (Berlín);
Stereophonics (Londres)... y "viejos zorros": Elton John (Londres); Brian Wilson (Berlin); Neil Young (Barrie); R.E.M. (Londres); Roxy Music (Londres)....

4) Se incluyeron algunos "flashazos" de los 80: Motley Crue (Barrie);
Bryan Adams (Barrie); A-Ha (Berlín); Duran Duran (Roma); Def Leppard
(Filadelfia); Bon Jovi (Filadelfia)...

5) La jornada fue cerrada por sir Paul McCartney en el Hyde Park, con un derroche de energía que ya se querría para sí un veinteañero, rocanroleando con su banda llena de juventud, y haciendo clásicos. Demostró que el legado de The Beatles es eterno.

¿Se logrará algo con estos conciertos recién realizados?
-Difícil se ve el panorama. Lo dijo el mismo Geldof cuando explicó por qué le puso "Band Aid" a ese lejano primer experimento benéfico. "Es como poner una venda en una herida abierta gigante: no importa cuánta plata se recaude, JAMÁS será suficiente para terminar con la hambruna y la pobreza". El problema no pasa por recaudar fondos, sino por crear un verdadero cambio de conciencia.

Lo que se pretendió hacer con el Live 8 es hacer un gran llamado de
atención a los líderes del G8. La idea era juntar la mayor cantidad de atención mediática posible para que este clamor no pasara desapercibido, sino que por el contrario.

Pero seamos honestos: ¿Realmente el Live 8, por cuenta propia, va a
hacer que se solucione el problema de la deuda externa de todos los
que estamos en el tercer mundo? (aunque a algunos les cuesta admitirlo, todavía somos tercermundistas) No lo va a hacer.

Para lograr cambios sustanciales se deben hacer este tipo de cosas
TODO EL TIEMPO y no cada una cantidad más que "prudente" de años. Es
costoso, demanda muchísima energía y muchísima entrega, pero si se
quiere realmente hacer que las cosas cambien, esto debe ser intenso.

Si el Live 8 no pasa a la historia como el evento que hizo el cambio
definitivo, por lo menos se inscribe en los libros de registro como el evento más masivo de toda la historia de la música popular. Lo que no es menor.



Sábado 2 de julio de 2005:

Un poco sobre el rocanrol en vivo.

"El Rocanrol es como una droga... no lo hago muy seguido... pero cuando lo hago, es con todo... sé que no lo puedo hacer todo el tiempo, porque podría matarme".

Eso lo dijo Neil Young en alguna entrevista que dio a comienzos de los 90, probablemente durante la gira del disco Ragged Glory, de 1991. Una nueva entrega junto a los Crazy Horse a comienzos de aquella tan significativa década para nosotros, los que la vivimos y presenciamos. La foto que ven es precisamente de esa gira.

El rostro de Neil Young ahí lo dice todo.

De todas las artes de la representación, la que conlleva la mayor catarsis y vuelco de emociones en la entrega es, sin lugar a dudas, el concierto en vivo. Ya sea un tipo solo con su guitarra, o una banda de garage que suene a nivel 11: si logran crear una conexión con la audiencia, se habrá logrado una de las cosas más hermosas y puras que puede entregar este mundo tan corrompido por la avaricia, el egoísmo, el individualismo y la competencia viciada: nos entrega comunidad, unión, hermandad.

La música en vivo es una experiencia tan completa, que resulta imposible reproducirla en algún formato. No importa cuantas palabras se usen para describirla, ni la calidad de registro audiovisual que se emplee para dejarla grabada. Esos jamás serán sustitutos de la experiencia en sí.

Para percibir la real magnitud de un concierto en vivo, hay que estar ahí, como espectador, entre el público. Ya sea en una cancha llena de Wembley, River o Estadio Nacional. O en un teatro cerrado, como el Providencia. O bajo la comodidad de una sala SCD, con toda la atención puesta en el show. O en un pequeño club o bar, en donde el escenario esté a la altura de los espectadores. No importa. La comunión se logra igual.

Algunos ejemplos de buenos momentos en vivo (los primeros que se me vienen a la mente en realidad :p):

-Elvis moviendo la pelvis al ritmo de los solos de Scottie Moore;

-Chuck Berry haciendo el "duck walk" mientras hace un solo;

-Jerry Lee Lewis destrozando un piano en pleno Whole Lotta Shakin´ Going On;

-Bob Dylan respondiéndole al que le dijo "Judas" con una de las más desgarradas versiones de Like A Rolling Stone que haya escuchado en mi vida;

-The Beatles en pleno 1965, ante un Shea Stadium repleto de chicas histéricas, sacudiendo sus cabezas;

-Pete Townshend rompiendo al guitarra al final de la presentación de The Who en el festival de Monterey;

-Jimi Hendrix, casi a modo de respuesta, quemando la suya en el cierre de su presentación en el mismo festival;

-Page y Plant intercambiando guiños vocales y guitarreros en las improvisaciones de Whole Lotta Love;

-Bruce Springsteen cumpliendo 30 años en un maratónico show en el Madison Square Garden;

-Dee Dee Ramone gritando eufórico "one, two,three, four!!!" entre tema y tema;

-Neil Young junto a Pearl Jam haciendo Rockin In The Freeworld en los VMAs de 1993;

-Pearl Jam haciendo vibrar el Madison Square Garden en el 2003;

-Rush siendo coreado por miles de fans en Río;

-Jack White cortando cuerdas en plena performance.

Han pasado más de 50 años del nacimiento del Rocanrol, pero hay cosas que no cambian. "Ya crecerás y dejará toda esa tontera de tocar de lado"; "ya se le va a pasar el gusto por los tarros"; "deja de meter bulla con esos vagos!" ¿Cuántas veces hemos escuchado lo mismo? Problemáticas generacionales que nunca van a desaparecer.

El mencionar lo de las generaciones no es en vano. El despertar de las emociones más viscerales y básicas vino en la post guerra. Habían ganas de relajarse un poco y dejar atrás tanto sufrimiento de años. Se formaba un nuevo estilo de vida y aspiraciones materiales, que dejaban de lado el simple hecho de vivir y experimentar. Era lógico que se alzaran nuevas concepciones. Nuevas formas de mirar la realidad. De ahí la contracultura, el rescate de las raíces autóctonas de cada lugar, y un nuevo concepto: el ser adolescente.

ADOLESCENTE. - "Smell like teen spirt" (¿les suena?)

¿Adolecer de qué? ?¿De "madurez" ¿De "responsabilidad"? ¿De "proyecciones"? ¿De "sentido común"? ¿De "determinación"? Todos esos conceptos que antes ni siquiera se pensaban comenzaron a estar en el aire. La línea rígida entre el ser niño y ser adulto se rompió definitivamente. Y se encontró un nuevo nicho de potenciales consumidores.

¿Quién iba a pensar que la proeza de The Beatles iba a generar toda una industria maquiavélica que impone modas y corrientes para las masas? Se ha llegado al extremo de crear verdaderos "productos de consumo", desvirtuando el verdadero propósito de la música: transmitir emociones y lograr identificación.

Afortunadamente, veo que la llama original sigue estando viva en varios exponentes de la escena global. Hay que buscarlos eso sí. En cada tocata de fin de semana.

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