sábado, mayo 27, 2006

Archivos octubre de 2005.


Lunes 31 de octubre de 2005:

Layla And Other Assorted Love Songs.

Este fin de semana estuve por un día y medio en la afueras de Santiago, en medio de la naturaleza y al lado de las montañas, con un aire un poco más limpio que el que respiro a diario en la ciudad. Había un enorme árbol, con una sombra increíble, muy parecido al que sale en la portada del Plastic Ono Band. Disfruté tocando la pequeña guitarra de viaje a la sombra.

Todo este entorno natural, más nuestras tocatas acústicas de la semana, me hicieron acercarme aún más a cosas de tipo orgánico. "Música hecha de madera", como dijo alguna vez Bowie. Ese tipo de música que sientes que está hecha de manera natural. Sin artilugios, sin efectismos, sin virtuosismo artificial.

De eso tenían mucho los primeros dos discos de The Band, los que calaron bien hondo en lo más profundo de la percepción de Eric Clapton. Después de la separación de Cream, Clapton buscó desesperadamente algún proyecto que lo acercara a ese tipo de vibra natural. Lo buscó en Blind Faith junto a Steve Winwood, en el conjunto de folk-country Delanie & Bonnie y tocando con quien se lo pidiese. En el fondo, quería ingresar a The Band y sumarse a Robbie Robertson en la labor de guitarras, pero nunca tuvo el valor de atreverse a preguntar. Pero el destino quiso otra cosa: acercarlo a un minimalismo Country-Folk con el toque de Blues que le pone a cada solo de guitarra que hace.

A mediados de 1970, se reune con dos músicos de Delanie & Bonnie (el bajista Carl Radle y el baterista Jim Gordon), con el notable Duane Allman (de Allman Brothers Band) y un joven Bobby Whitlock al piano, para darle rienda suelta a sesiones de improvisación y trabajar en varias canciones que Clapton tenía listas, y que eran desgarradoramente personales: estaba perdidamente enamorado de Patty Boyd, la esposa de su amigo George Harrison.

Ese amor era imposible, y estaba consumiéndolo cada día más. Ya era evidente para todos sus cercanos lo que pasaba con Clapton. Y lo supo canalizar en letras que no eran para nada sutiles ni figurativas sino que, por el contrario, explícitas, directas, y directo al hueso. Esa letras de dolor, desilusión y frustración por ese amor imposible pueblan todo el único disco de estudio de Derek And The Dominos (como se pusieron mientras grababan), Layla And Other Assorted Love Songs.

De partida, la portada. Si bien es una pintura de Frandsen-de Schonberg, nadie puede negar que la chica que sale retratada tiene mucho de Patty Boyd. Y la letra de la canción que abre los fuegos del disco completa el cuadro de impacto: I Looked Away, que se manda frases tales como "y, si parecía un pecado amar a la mujer de otro, sólo me queda seguir cantando, amándola hasta el último de mis días"... Clapton no lo mandó a decir con nadie en esta hermosa canción con una letra directa y solos de guitarra a dos voces entre Clapton y Allman. Le sigue un clásico resgitrado, Bell Bottom Blues, donde destaca el dúo de voces que hace Clapton con Whitlock, logrando una armonía perfecta.

Después, Keep On Growing, una canción demasiado contagiosa como para perdérsela. Le sigue la emotiva Nobody Knows You When You´re Down And Out, donde el dolor en la voz de Clapton llena todas nuestras ondas receptoras, con una letra de decepción que destroza.

I Am Yours nos conmueve con esas voces que suben y ese slide perfecto en la guitarra. Después, la preciosa y, a ratos, optimista Anyday. La antesala perfecta para un pedazo de tema que de seguro duraba más d emedia hora en base a improvisación, pero que decantó en casi 10 minutos para Key To The Highway, donde Derek And The Dominos (si, todo el lote, y sin estrellas) dan cátedra de Blues a la vena. Le sigue Tell The Truth, una genial juego de voces entre Clapton y Withlock, junto con unas palabras auto-aconsejadas del propio Slowhand. El tempo acelerado sigue con Why Does Love Got To Be So Sad, con otra letra de dolor y desesperanza amorosa de Clapton.

A continuación, 3 covers majestuosamente logrados: Have You Ever Loved A Woman (de Billy Myles), un número fijo de cada show de Slowhand. Le sigue Little Wing (original de Hendrix), elevada a una categoría celestial gracias a las armonías vocales entre Clapton y Withlock. Y cierra la tripleta It´s Too Late (de Chuck Willis), de la cual tengo la dicha de tener la única presentación en TV del grupo en el Johnny Cash Show: simplemente conmovedor, sintetizando los juegos vocales y la guitarra poderosa.

Casi cerrando el disco, Layla. ¿Qué puedo agregar de Layla que ya no se haya dicho? Solos de guitarra a dos voces; dos partes, que hace que fueran dos canciones distintas entre sí; una letra desgarrada ("Layla, me tienes de rodillas / rogando / ¿no puedes calmar un poco mi aproblemada mente?")... una carta directa para Patty Boyd.

El disco concluye con una hermosa canción de Withlock, Thorn Tree In The Garden; un magnífico punto final para este imperdible, que nos muestra que la espontaneidad y la naturalidad nos llevan a niveles insospechados.

Escucharlo es un deber...



Viernes 28 de octubre de 2005:

OK Computer.

De repente uno se pone nostálgico. Más bien, "subterráneamente nostálgico", como dicen un par de buenas canciones que andan circulando. El estar tocando con mayor frecuencia en este período me ha hecho recordar momentos de hace muchos años atrás. Bueno, no tantos, pero sí varios.

Mi última visita a la playa para unas vacaciones fue en ese año (al norte en particular); mi querida guitarra de 12 cuerdas viene de esos días... apenas sabía tomar una cuando comencé a tratar de aprender en ese mar de cuerdas. Pasé a un extraño y descolocador (por lo menos, a nivel emocional) Tercero Medio, en que la música fue la única compañera de tristes jornadas en ese indiferente Instituto Nacional. Uno de esos discos que giró en mi mente (y que se carreteó bastante en ese Walkman Aiwa que ya no funciona) es uno aparecido a fines de mayo de ese año y que, literalmente, me voló la cabeza (al igual que a muchos): OK Computer, de Radiohead.

El avance en la carrera del grupo formado en Oxford, el tercer disco de su carrera, fue gigantezco. Si bien su segunda entrega, The Bends (de 1995) es fascinantemente melódica y agresiva, en OK Computer es en donde Radiohead alcanzó la perfección. El disco es demasiado intenso y sobrecogedoramente melancólico como para ignorarlo. Mucho de lo que escuchamos en OK Computer fue posible gracias a la visión del joven productor Nigel Gordich, quien supo canalizar la energía de Radiohead a niveles insospechados.

Su fuerza es capaz de levantar a cualquier apático de la comodidad mediocre de su rutina. Su belleza nos envuelve en estados que las palabras no pueden describir, tan sólo se pueden aproximar tangencialmente. Incluso a Tom Yorke, líder de la banda y principal compositor, le cuesta definir las doce canciones que componen esta placa. Aunque hace el intento y sale con una frase para el bronce: "Estas canciones son como polaroids en mi cabeza". Una sucesión de instantáneas que forman algo mucho más complejo.

Al escuchar completo el OK Computer, nos llevamos la primera impresión de que estamos ante un disco conceptual. Pero, al igual que el Sgt. Pepper, esto es coincidencia. De hecho, en su momento, comparaba el OK Computer con la vibra que nos transmitía Pink Floyd en sus años mozos, esa ineludible conexión con lo más profundo y básico de las emociones humanas. Radiohead, al igual que los Floyd, lograron dar con esa fibra emocional que no cualquiera puede lograr.

El disco arranca con Airbag, genial pieza eléctrica y melódica, muy en la línea del The Bends. Pero todo cambia al llegar el track dos del cedé: el arribo fresco y novedoso de Paranoid Android, verdadera pieza maestra de los 90, una suite eléctrica y posmoderna de desgarradora potencia, con uno de los mejores segmentos instrumentales que haya escuchado en mi vida. A continuación, viene la calma, parrafraseando al troesma Dylan de por medio, de Subterranean Homesick Alien, logrando crear una atmósfera única y sobrecogedora, plagada de arpegios en la guitarra y un buen trabajo de Ed O´Brien. Las revoluciones bajan aún más con la preciosísima Exit Music (For A Film), que contrasta a la perfección la melodía dulce de Yorke con la guitarra filosa de Johhny Greenwood. Let Down, la que le sigue, aparece como si fuese un rayo de sol en medio de una tormenta.

La canción que cerraba el Lado 1 de ese gastado cassette que escuchaba era el segundo single del disco, el clasiquísimo Karma Police, una canción hermosa y heredera de la mística presente en Sexie Sadie, del álbum blanco de The Beatles (fíjense en los acordes de la parte del medio) y, una vez más, conjugando con elegancia la vanguardia de los efectos con la tradición de la melodía.

El track que abría el Lado 2 era una pieza derechamente experimental: Fitter Happier, un discurso del cómo ser "emprendedor y digno" en este mundo competitivo y desgraciado, cómo cumplir con lo que se nos dice, cómo llevar una vida sana... y todas esas cosas que parecen sacadas de un manual más que de nuestras conciencias; totalmente irónico. Le sigue la intensa Electioneering, con una mordaz letra de Yorke. Nuevamente, de la agresividad pasamos a la calma con atmósferas delicadas, con Climbing Up The Walls.

Lo que le sigue a esa atmósfera novedosa es uno de los momentos más bellos del disco: No Surprises (irónicamente, lo que el disco tiene por montones son sorpresas), uná canción capaz de llegarle al corazón a cualquiera. Después, una canción ya conocida en un disco benéfico: Lucky; este pedazo de tema debe estar entre los momentos en vivo mejor logrados que les hemos podido ver a los Radiohead. Su inclusión acá es sublime y adecuada, una verdadera síntesis del sonido característico del grupo de Oxford.

El broche de oro lo trae el track número 12, The Tourist. Acá Yorke luce nuevamente su pluma irónica y desgarrada, haciendo invitaciones a bajar las revoluciones. A llegar a las metas con calma, probablemente. Todo eso, fundido con efectos in-crescendo, que parecen llegar al infinito, pero que se cortan abruptamente.

Aún lo escucho; y todavía conservo esa gastada cinta.




Martes 25 de octubre de 2005:

Una vez más sobre el rock en vivo, La Renga y Bruce Springsteen.

Creo que me he referido en más de una ocasión a todo lo que provoca la música en vivo. Y estoy seguro que me faltarán muchísimas entregas y palabras para poder dejar en claro lo que se siente al presenciar un intenso número en vivo. Las palabras se hacen escasas y se acumulan páginas y páginas de fluido mental para dar cuenta, aunque sea sólo un poco, de lo que pasa en medio de un show en vivo.

Uno de los primeros conciertos a los que asistí fue al de U2, el 11 de febrero de 1998, hace más de 7 años atrás. Los irlandeses venían promocionando el disco Pop, con toda la parafernalia posible: pantalla gigante, arco de McDonalds, dos escenarios. Y un Estadio Nacional repleto que los esperaba desde las 4 PM, con varias horas previas de calor intenso y una sonrisa en los labios tras la victoria de Chile frente a Inglaterra. Estuve en primerísima fila gracias a mi porte, jejejej. No me costó mucho pedir permiso, y pasé de estar unos 20 metro atrás a estar con la reja pegada al cuerpo y viendo cómo trabajaba The Edge en los efectos, mientras Bono se dedicaba a pasearse por el pasillo que conectaba los escenarios. Me gustaría verlos en la etapa en la que están ahora: maduros, renovados, sencillos, poderosos.

Otro concierto que recuerdo mucho es el de The Smashing Pumpkins en la Estación Mapocho, un 19 de agosto de 1998. Tuve la suerte de presenciar el real poderío del repertorio de Ava Adore y una de las mejores versiones de un tema de Joy Division que haya escuchado alguna vez, Transmission. Y fue un concierto con valor agregado posterior, ya que era esa vez la única que podría verlos.

Me perdí el de Paul McCartney en 1993; me perdí el de The Rolling Stones en 1995; me perdí el del troesma Dylan (un dolor con el cual todavía cargo :P) en 1998, me perdí el de PJ Harvey y Mars Volta el año pasado. Pero no me podía perder el de La Renga en octubre de 2002. Ese concierto, para mí (y creo que para muchos que seguimos a La Renga) mucho valor: siguiendo las enseñanzas de Neil Young, ellos no usan los modos de promoción tradicionales; no hacen muchos videos, no los pasan mucho en el MTV, no se adhieren a auspiciadores. Todo esto le daba a los conciertos de La Renga una mística que tenían los grupos en los 70, cuando la única oportunidad de conocerlos aparte de los discos era sólo en los shows en vivo.

Me recordaba mucho esas épicas giras de los Stones de las cuales he leido, esas en las que recorrían cada rincón, cada pueblo, cada parada. Y muchas veces, de sorpresa. Así se sentía con La Renga. Carlos Costas, un amigo quien en esos días recién empezaba su programa en la Rock & Pop tras su partida de Radio Futuro, nos confirmó en la charla de Rock a la cual lo invité (el martes 15, 4 días antes del Sábado 19 del concierto) que la 94.1 grabaría el show para retransmitirlo con una semana de desfase. Hizo una campaña contundente en su programa diario, que incluyó una edición especial el Viernes, a un día del show, con la compañía en vivo de Weichafe.

Recuerdo muy bien los primeros momentos del primer show de La Renga acá en Chile. La gente ansiosa, prendida después del poderoso show de los Weichafe. Las luces del Víctor Jara apagadas. Los efectos. Y el "rugido de león" de Chizzo para Panic Show, que dió el puntapié inicial a uno de los conciertos más emotivos a los cuales he asistido en mi vida. No necesariamente el mejor o el más importante, tampoco el de mejor repertorio o el de la mejor música. Es sólo que, simplemente, ese Sábado 19 de octubre algo nos llenó los espíritus de vibra y vida. Algo nos hizo renovar los votos. Algo nos estremeció. Era La Renga, quienes remecieron el lugar a punta de himnos y empatía con Los Mismos De Siempre.

El caso de La Renga lo pongo a la par de lo que pasa con Bruce Springsteen. Tanto el grupo argentino como el cantautor de New Jersey apelan a lo más básico y esencial de nuestras emociones a la hora de escribir. Tanto La Renga como Bruce logran dar con himnos que todos podemos cantar. No importa se son canciones reiterativas, con ritmos monótonos y frases cliché. A cualquier otro le quedaría mal. Estarían posando algo que no son.

La Renga y Bruce Springsteen no olvidan de dónde vienen. Y por eso mantienen una ética intachable de trabajo. Se la juegan por lo que creen, ayudan a los que se lo piden, no tienen miedo a los riesgos, no dejan que la grandiosidad de sus fenómenos se les vaya a la cabeza. Se mantienen atentos a su entorno. Conocen bien sus realidades. Y no las dejan atrás.

¿Alguna prueba concreta de lo que estoy planteando? Simple: consíganse los DVDs de Insoportablemente Vivo de La Renga y el Live At Barcelona de Bruce Springsteen & the E Street Band; suban el volumen a nivel 10 (a 11, si pueden, como en esos amplis de los Spinal Tap!) pónganse cómodos. Podrán ver que despiertan el mismo fervor sincero, sencillo, crudo, auténtico y apasionado en la audiencia. Ambos logran sacudir el piso al pararse sobre un escenario, tocando con todo el corazón ahí arriba.


Domingo 23 de octubre de 2005:

Married... With Children.

Me acuerdo muy bien de un momento en particular de Los Simpson, cuando Flanders está desesperado porque toda su familia estaba enferma y en cama, delirando en fiebre. Con una angustia desconsolada, se pregunta "¿qué fue lo que hice para sufrir esto?". Y recuerda que estaba viendo, en alguna oportunidad, Married... With Children (Matrimonio Con Hijos, como la conocemos por estos lados). Y Flanders dice: "¡Ya veo porqué dicen que si ves FOX sufrirás el infierno!" Sin lugar a dudas, un válido antecedente de The Simpsons es, precisamente, "Married... With Children".

La foto (más bien, dibujo) que subí en esta oportunidad lo dice todo. Sinceramente, creo que la disfuncionalidad jamás fue tan encantadora como la que veíamos capítulo tras capítulo de esta serie verdaderamente de culto en que se convirtió Married... With Children. ¿Quién no se acuerda de esas situaciones que frecuentemente rayaban en el más delirante de los absurdos?

Un matrimonio construido en base a las circunstancias. La monotonía de un trabajo que se siente más bien como una condena de prisión perpetua. El permanente sentimiento de frustración y fracaso de un jefe de hogar. Una esposa insatisfecha, pero que todavía sigue al lado del marido. Dos hijos demasiado distintos entre sí. Estos temas darían como para un programa demasiado dramático y sufrido, de esos en los cuales uno queda tan desconsolado como los protagonistas del relato. Pero de la manera en que están expuestos en Married... With Children, se convierten en los ingredientes perfectos para una historia casi de caricatura.

Justo en un época plagada de series cómicas que mostraban familias felices y funcionales al máximo, Married... With Children apostaba por una mirada compeltamente opuesta: decepción, disconformidad, disfuncionalidad. Todo elevado a un exponente infinito del absurdo. Acá nunca veremos algún mensaje como los que vimos en The Cosby Show o The Facts Of Life, ese tipo de comedias que fomentaba la administración Reagan para difundir los valores de la familia. FOX, en ese momento un canal abierto nuevo, se arriesgó con esta serie de disfuncionalidad. Lo que podemos ver en Married... With Children es humor negro del bueno. De ese que hace que podamos ver nuestras propias realidades y reírnos de nuestros propios problemas.

Al Bundy (Ed O`Neil) es un vendedor de calzado femenino frustrado, recordando con nostalgia aquellos años en que era una estrella del fútbol americano de la secundaria. Pero todos esos sueños se esfumaron cuando dejó embarazada a su novia de colegio, Peg (Katey Sagal), una mujer que no cocina ni hace nada en la casa, y que sólo se preocupa de salir a comprar y de sobreexigirle en TODO a su marido. Los dos hijos completan el cuadro de la "familia perfecta": Kelly (Christina Applegate), una rubia tonta (más bien, extremadamente ingenua); y Bud (David Faustino), el menor, quien piensa en sexo todo el día. Ahh!!... y no hay que olvidar a la vecina, Marcy (Amanda Bearse), una mujer exitosa en lo laboral, pero ya con dos matromonios a cuestas: primero, con el extremadamente correcto y trabajador Steve (David Garrison), y después con ese vividor "playboy" venido a menos de Jefferson D´arcy (Ted McGinley). Obviamente, Marcy sufre de las bromas despiadadas de Al.

Ese era más o menos el cuadro que nos mostró Married.. With Children en sus 10 años de existencia, con 10 temporadas al aire. Al igual que Seinfeld o The Simpsons, el nivel del absurdo fue creciendo en cada temporada. Recuerdo la primera: los hijos eran demasiado chicos (Bud era un pre adolescente, de hecho) y Al no se mostraba tan frustrado. Fue después, a mediados de la segunda, que empezaron las situaciones caricaturescas: las ganas insaciables de Peg; la célebre salida del baño de Al; las tonteras ingenuas de Kelly y sus novios esporádicos; los descabellados planes de Bud para conseguir alguna cita; el célebre club machista "No maam", liderado por Al; cada intento de Al por volver a tener una pizca de gloria d e adolescente, pero frenado por Peg en el camino. Y un laaargo etcétera.

El cierre de funciones de la producción de Married... With Children fue casi abrupto. Justo en el momento en el cual tenían una fiel audiencia afirmada por años de culto, deciden cancelar la serie. Y todavía queda esa sensación de que no tuvo un final como se merecía. Las cosas quedaron demasiado en el aire, y los Bundy podrían habernos seguido deleitando con sus míseras vidas vistas desde el humor negro.

Pero los ejecutivos de FOX pensaron muy distinto. Las cosas habían cambiado: FOX se convirtió en el baluarte de la defensa de los valores que había partido criticando; The Simpsons parece una isla en medio de tanto mensaje patriótico, conservador y "políticamente correcto" que emite a cada segundo la cadena.

En estos tiempos de renovada conservaduría, no encajaría un show como el de Married... With Children dentro de la parrilla de una emisora como FOX. Pero para eso están las eternas repeticiones.



Jueves 20 de octubre de 2005:

Se Arrienda.

El día de hoy ha sido re largo: una levantada temprano para una clase de Narración Escrita, con un Pablo Márquez (aquel periodista que trabajó largamente en Wikén de El Mercurio, que entrevistó a McCartney y R.E.M., además de haber asistido al show de Nirvana en Argentina) repasando con velocidad nuestros trabajos delante de todos, el regreso del ciclo de funciones, proyecciones y charlas de Rock que estoy organizando en la Facultad de Comunicaciones de la UC (donde estudio Periodismo), seguir completando trabajos por entregar, comenzar a estudiar para una prueba enorme de la próxima semana, y asistir a la tocata en la que abría Hueso, el grupo de un amigo. Escribiré la biografía de ellos en estos días. La historia es breve (5 meses recién), pero entretenida.

En algún punto entre el término de la clase de Escrita con Márquez y las 10 de la mañana, pensé en que debía ir a ver de una vez por todas la ópera prima de Alberto Fuguet, Se Arrienda. Al final, fui a la función de las 10 y media.

Como varios, he leído a Fuguet. Seguía su columna Nación Alien en aquella lejana Revista Rock And Pop, leí sus libros Mala Onda y Las Películas De Mi Vida. Sus críticas de cine en el Wikén eran buenísimas. Fuguet es todo un melómano dedicado, de esos que saben muchísimos datos porque se devoran todo lo que pillan: discos, películas y alguno que otro libro. Su reseña sobre Almost Famous me llegó profundamente: pude ver que no sólo a mí esa película me impactó de una manera indescriptible.

En fin. Por todas esas razones, su debut en el cine podía ser tan auspicioso como decepcionante. Fuguet siempre ha sido un vilipendiado: sus libros han sido menospreciado por las "vacas sagradas" de la literatura; siempre le han criticado esa mirada tan urbana filtrada por la perspectiva propia de alguien que le tocó criarse algún tiempo fuera de casa. Siempre ha sido una especie de "paria". Y todas estas cosas se encuentran en Se Arrienda.

En líneas generales, Se Arrienda cuenta la historia de Gastón Fernández, uno más de aquellos músicos (en su caso, un compositor) que no pudieron triunfar ni trascender de ninguna forma, salvo en una excepción de culto . La historia parte con Gastón y sus amigos llegando a Mendoza para el recital de Amnnesty por el triunfo del No. Todos esos jóvenes universitarios se muestran idealistas, de convicciones firmes y claras con respecto al "venderse" al sistema, jurando jamás doblegarse ante la máquina. 15 años después, Gastón se muestra como el único que siguió la línea de integridad que era la base de su diario vivir; pero ha vuelto a Chile sin nada: sin dinero, sin cuenta corriente, sin previsión, sin carrera. El resto, cedió ante el cinismo y el desapego emocional. Gastón tiene la mirada triste. El sistema está a punto de doblegarlo, si es que no lo ha hecho.

Fuguet, al igual que en sus libros, le saca partido a nuestra capital para mostrarla bajo todas las miradas posibles. Vemos un Santiago desolado en sus emociones, entregado a la convivencia pactada con la máquina, esa que se transó en la transición. Los ideales del No y el triunfo del Plebiscito parecieran ser de otra época. Pero hay un cierto encanto que despierta la urbanidad natural de Santiago, que queda muy bien plasmado en la película. Se Arrienda es, sin lugar a dudas, un relato urbano visto desde una mirada decepcionada, donde el transar y el mentir se han convertido en la norma a seguir. Una moral individualista y egoísta. La sobrevivencia no del mejor ni del íntegro, sino del más pillo, el más oportunista y el más sinvergüenza. Una verdadera bienvenida a la occidentalización del desarrollo.

Fuguet ya nos había demostrado lo hábil que es para lograr intimidad en sus relatos. Los hace cercanos. Todos podemos identificarnos con muchas de las emociones y varios de los personajes que pueblan sus historias. En eso se parece mucho a lo que hace el genial Cameron Crowe (hay una secuencia en Se Arrienda que es prácticamente hermana del ritmo de Jerry Maguire, además del uso fundamental de la música). Y tiene que ver exclusivamente porque gente así tiene un ojo especial para observar lo que le rodea. Son testigos de un mundo al cual pertenecen, pero que no pueden absorber como absoluto. Son miradas personales. Y son esas las que más nos pueden tocar.

He leido las reseñas que han hecho los distintos medios a Se Arrienda. Y, la verdad, no me sorprende lo dispares que han sido. Varias de ellas coinciden en que a Fuguet le falta oficio de cineasta, y que no puede plasmar todo lo que logra poner en un relato literario en una película. Que es lenta, que está sobrecargada de urbanidad, que estaría mejor como novela que película... al decir verdad, estas críticas no sorprenden mucho. Fuguet siempre ha sido basureado por el olimpo crítico. Y eso no va a cambiar mucho, por lo menos en el corto plazo.

Se Arrienda está hecha para ser vista solo, no con un grupo de amigos. Al final de la película, escuché de un grupo de gente "muy fome la weá de peli". Parece que no entendieron el mensaje.

A mí me gustó.



Martes 18 de octubre de 2005:

La caida del show de Elvis Costello y nuestro viejo vicio de falta de interés por la música en vivo.

Leyendo el diario en la mañana, y después confirmándolo en cooperativa.cl, me encuentro con esta lamentable noticia:

"La productora de SB2 informó de la cancelación del recital del cantante británico cuyo verdadero nombre es Declan Patrick McManus, que estaba programado en la Ciudad Empresarial.
´A raíz de la baja venta de entradas, la productora a cargo del concierto de Elvis Costello, que se realizaría este viernes 21 de octubre, ha determinado suspender el show de manera definitiva. La decisión ha sido tomada hoy (lunes), en conjunto con el representante del artista`, detalló una nota a los medios de comunicación.
´El dinero de las entradas vendidas será devuelto a través de Feria Ticket`, agregó el comunicado, que ofreció las disculpas a los medios y las personas interesadas en el espectáculo`.
Elvis Costello, es uno de los artífices de lo que se denominó la New Wave, que logró rescatar del olvido temas de Abba, Brian Wilson o The Beatles, dándoles un nuevo enfoque.
El intérprete del tema "She", que formó parte de la banda sonora de la cinta "Notting Hill" (1999), cuenta a su haber con una carrera musical 28 años y 21 títulos publicados en solitario".

Y esto salió en La Tercera:

"No todo podía ser tan bueno. En un cierre de año plagado de conciertos internacionales, el siempre impredecible criterio del respetable terminó por suspender a la que asomaba como una de las visitas más importantes del año: la de Elvis Costello programada para este viernes en la ciudad empresarial de Huechuraba. Según informó ayer la productora SB2, sólo se habían vendido 200 tickets (se esperaba una asistencia de cuatro mil personas) para el primer recital en suelo chileno del músico británico con entradas que iban de $ 11.000 a $ 42.600 pesos. Y, aunque se intentó reprogramar en un nuevo recinto, finalmente no quedó otra opción que cancelar: ´Si no nos quieren, no vamos`, escribió un miembro del equipo de Costello a los productores locales".

Lo ocurrido con Costello se puede relacionar con otras modificaciones en agenda: el SUE se trasladó del Espacio Riesco al Estadio Víctor Jara, para las mismas fechas, 28 y 29 de octubre. Práctiamente en tiempo récord, se agotaron las entradas para el show de Pearl Jam del día 22 de noviembre. Se programó una segunda fecha, para el 23 de noviembre.

Estos dos ejemplos nos muestran casos dispares: un festival "alternativo" que se cambia a un lugar de menor capacidad para asegurar un lleno, y la sobredemanda por un grupo que ha marcado pautas y hecho historia.

Lamentablemente, se canceló el único show programado en Chile del británico Elvis Costello, una verdadera leyenda viviente de la música popular. Tratar de poner en unas pocas líneas su importancia se hace un ejercicio difícil. Su carrera ha cubierto de manera transversal todas las aristas de la música popular. Por lejos, debe ser uno de los compositores más arriesgados de los que se tenga recuerdo.

La escasa venta de entradas para el cancelado show de Costello es sólo un síntoma de la falta de "visión global de cultura" en nuestro país. Ya son muchos los conciertos que se han caido a lo largo de nuestra historia reciente. En una nación llena de tribus, no es mucho el espacio que queda para cosas "inclasificables".

Pienso de inmediato en la gran afluencia de conciertos de Metal que se programaron este año. Y el anterior. Y el anterior al anterior. También pienso en todos esos shows de música romántica o ídolos adolescentes; casi ninguno se cancela. Pero, a la hora de programar un buen show de algo interesante, el interés que se despierta es escaso. El fenómeno del Metal y la música romántica popular atiende a una misma razón de ser: una campaña de marketing consolidada, en la que se logró cautivar al target de gente necesario. El calcetinero "metalero" y la calcetinera "popular" son básicamente lo mismo: un cliente seguro.

¿Por qué pasa esto? ¿A quién echarle la culpa? ¿Al apagón cultural? ¿A nuestra flojera y falta de motivación? ¿A la falta de espacios para difundir la mayor cantidad posible de expresiones? ¿Al sistema? ¿Al antisistema? ¿A la TV? ¿A los diarios? ¿A la radio?

Acá, más que culpas generalizadas, hay vicios extendidos. No se asume que los buenos espectáculos merecen de una atención acorde, ni tampoco se respeta como se merece las expresiones de diversa índole. Basta con recordar que, cuando alguien responde a la pregunta "¿a qué te dedicas?" con "soy músico", de inmediato recibe la contrapregunta de "¿y qué más haces?". No se le toma en serio. Se le ve como un pasatiempo, no como una opción real de trabajo. Y los músicos van asumiendo esa amarga realidad, no tomándose con la seriedad necesaria lo que hacen.

Si queremos que la cosa cambie, hay que comenzar por casa: apoyar a las bandas, exposiciones y realizaciones nacionales, dándoles el mismo respeto que a los consagrados de afuera. Es difícil, pero necesario para generar un cambio de actitud necesario para un progreso bien entendido.



Sábado 15 de octubre de 2005:

Chaos And Creation In the Backyard.

Ayer revisábamos algunos videos de Paul McCartney. Poder verlo en acción en vivo, a los 63 años, y cuidando esa poderosa voz y aquella garganta privilegiada, la misma que le permite darse el lujo de ser casi el único capaz de cubrir canciones de Little Richard y resultar airoso del desafío, es demasiado notable y conmovedor.

El en vivo en el Cavern, aquel concierto de una sola vez de fines de milenio en 1999 (con célebres músicos acompañantes, como David Gilmour e Ian Pace) fue un ejercicio de rocanrol como los hay pocos. Y su mítico show en la Plaza Roja resultaba una experiencia medio extraña, al estar enfocado el programa en lo "salvador" de la música de The Beatles; la figura de McCartney elevada a categoría de "libertador" resulta muy surrealista de ver, pero tenía un concierto increíble por mostrar.

Este par de casos nos muestran que Sir Paul no es precisamente uno de aquellos individuos que escuchen mucho las opiniones de otros en lo que respecta a su trabajo. por más de tres décadas, ha hecho lo que ha querido en materia musical, con resultados dispares y alguno que otro notable disco solista (recuerden el Flaming Pie y el Driving Rain), sin descansar en cuanto a lo que respecta en calidad.

Debe haberlo sorprendido la llamada del reconocido productor Nigel Goderich, ese verdadero mago que ha creado piezas demasiado preciosas y sublimes como para no tomar en cuenta: el Sea Change de Beck, el OK Computer de Radiohead, ambos discos de cabecera para todos nosotros, están entre sus créditos. Godrich le dijo "Sr. McCartney, creo que usted está dormido, y quisiera ayudarlo a despertar en su nuevo trabajo". Paul accedió y lo contrató como el productor de los nuevos temas que se dispondría a grabar para lanzarlos en este año.

Y Godrich puso mano dura: de un plumazo, despidió a la aplaudida banda de acompañamiento del siglo XXI que ya se ha hecho costumbre el ver junto a McCartney en vivo. Godrich le dijo a Paul: "Es mejor que usted grabe todos los instrumentos". Paul, de quien ya conocemos su capacidad de mando y liderazgo de grupo, no aceptó de buenas a primeras tantas órdenes de este joven productor. Muchas veces pensó en despedirlo y ahorrarse los malos ratos. Pero Godrich estaba determinado en sacar un excelente disco de esas sesiones prolongadas y agotadoras. Lo obligó a salirse de su burbuja y explorar otras formas de trabajo.

Podemos escuchar los resultados desde hace un mes: Chaos And Creation In The Backyard, el nuevo disco de material inédito de McCartney. Ya de entrada, el sólo ver la firma de la dupla creadora "McCartney/Godrich" nos puede garantizar un buen resultado. El comienzo del disco, el primer single llamado Fine Line, es una de esas canciones medio flojas de Sir Paul, que no le hace para nada justicia a lo que estamos por escuchar. Le sigue la preciosa y melancólica How Kind Of You, construida cmo si fuese una pequeña sinfonía con el piano de protagonista.

A continuación, una herrmosa pieza de Folk de la mano de Jenny Wren, con un McCartney que se muestra conmovedoramente frágil, rescatando elementos de aquel pedazo de canción llamado Blackbird y de sus primeros trabajos como solista, esos minimalistas, que los críticos destrozaron por despecho en su momento, logrando conmover efectivamente. Otra muestra de la majestuosidad de un sencillo piano y la voz de Paul en At The Mercy. Friends To Go nos muestra a Paul desarrollando una efectiva melodía, confirmándolo como maestro consagrado de estas lides.

La orquestación que le da la intro a English Tea es capaz de llegar a lo más profundo de nuestra sensibilidad escondida, para seguir, nuevamente, con ese imponente piano y esa cuidada voz de McCartney. En Too Much Rain, las guitarras acústicas son las protagonistas, y el dolor, un elemento que no solemos ver en canciones de firma McCartney, se asoma con insistencia, siendo una de las más logradas en un disco que está lleno de belleza. Le sigue la melancólica Certain Softness, con una suavidad sutil propias de Sir Paul.

A continuación, el momento más polémico en la realización de la placa. En la canción Riding To Vanity Fair, Godrich pudo doblarle la mano a la voluntad de McCartney: Paul quería hacerla con más ritmo y Godrich la quería lenta y sofisticada; el resultado nos hace ver que Godrich tenía la razón.

Las cosas siguen un causal reposado en Follow Me, acelerándose sutilmente en el siguiente track, Promise To You Girl, que hace eco del lado B del Abbey Road, con 3 partes identificables, y una duración perfecta de 3 minutos. Vuelve el piano y un sutil arreglo en la hermosa This Never Happened To Me Before. El disco cierra con una pequeña obra maestra, Anyway, en donde paul hace gala de todas sus capacidades melódicas intactas, la orquestación perfecta, el tono reposado, la misma sensibilidad que hace que nos siga maravillando.

El Chaos And Creation In The Backyard es, dicho con toda seguridad, uno de los mejores discos en toda la carrera de McCartney.



Miércoles 12 de octubre de 2005:

Scent Of A Woman.

Martes 15 de febrero de 1994. Un día antes de mi cumpleaños número trece. Estábamos de vacaciones en Quintero con mi familia. Siempre acostumbrábamos a salir a todas partes: las playas, las visitas a Viña, las salidas a comer. Pero justo ese día, a eso de las 7 y media de la tarde, decidimos ir al cine, a esas típicas salas improvisadas de alguna dependencia de la Municipalidad de la zona.

Fuimos mi abuela materna, mi hermana menor y yo, mis papás salieron solos por ahí ese día. La película que exhibirían ese día era un drama del año anterior, del cual yo sólo había escuchado el nombre y que había ganado un Oscar por ahí. Era Scent Of A Woman (Esencia de Mujer, o Perfume de Mujer, como decía el afiche y como la conocimos en ese entonces), dirigida por Martin Brest, quien estuvo a cargo alguna vez de la serie Miami Vice, lo que no es un buen auspicio para un drama extenso y con pretensiones.

¿Qué puede tener un drama de dos horas y media que no hayamos visto antes? La trama es muy sencilla: Charlie (Criss O´Donnell) es un adolescente que asiste a un colegio exclusivo mediante una beca, y necesita ganar algo de dinero para viajar en Navidad a su casa. Para ello, se consigue una pega para el fin de semana largo de Acción de Gracias: cuidar a un viejo militar retirado ciego, el Teniente-Coronel Frank Slade (Al Pacino). Pero el coronel tiene una sorpresa: un viaje a Nueva York a todo trapo, "un festín de deleites", como él mismo lo define: cenar en restaurante de lujo, hospedarse en el mejor hotel, entre otros lujos. Pero lo que parte como una expedición extravagante de un coronel retirado, se convierte en un viaje de aprendizaje mucho entre el coronel ciego y su lazarillo de fin de semana. Pero el ciego está cansado, decepcionado, amargado y deprimido. Quiere concluir ese fin de semana de lujos con su vida. Y se genera todo un conflicto: el ciego sabe que no le queda nada por lo que luchar, pero su lazarillo trata de hacerlo entrar en razón, al mismo tiempo que tiene su propio dilema urgente en la escuela.

Como podemos ver, acá no hay nada nuevo. La historia del coronel y su lazarillo la hemos visto muchas veces en otras oportunidades. El guión, una adaptación de la película italiana Profumo Di Donna, de 1974. Este guión se centró en discursos largos de moral y momentos conmovedores, pero demasiado predecibles y que caen en una debilidad muy vista. En el papel, No es suficiente como para afirmar una película de dos horas y media de duración. ¿Qué es lo que hace a Scent Of A Woman especial?

La respuesta es una sola: la brillante actuación de Al Pacino como el coronel ciego que quiere terminar con su vida. Pacino se luce en este papel, para el cual se preparó rigurosamente: pasó varias semanas con la vista tapada, a oscuras, y conviviendo con ciegos para adquirir los guiños y cosas sutiles para nutrir su interpretación. Además, Pacino es capaz de darle un sarcástico sentido del humor al amargado coronel, que va tiñendo a la trama de una particular hilaridad.

Pacino no esteriotipa a su personaje, sino que lo nutre de muchísimos detalles que lo acercan a lo más esencial del ser humano. No hace una caricatura sin sentido y burda de un coronel ciego, sino que lo acerca al espectador. No se cubre los ojos con lentes oscuros, como lo hace la mayoría para interpretar a no videntes; él aísla su vista a puntos en el vacío, logra "apagar" su mirada, lo vemos y podemos decir "este tipo ha estado ciego por mucho tiempo".

Con todos estos elementos, Pacino se luce en su interpretación en algunas secuencias claves: la tensa cena del coronel con la familia de su hermano mayor; la brillante secuencia del baile de tango en una pista improvisada de un bar elegante, con una chica veinteañera (Gabrielle Anwar); manejando un Ferrari por los callejones desocupados de Nueva York; y el discurso final apoyando a Charlie en su colegio. Cualquiera de estas secuencias hubiera quedado mal lograda y débil sin la soberbia presencia de Pacino.

No fue mucha sorpresa cuando anunciaron las nominaciones al premio de la Academia de 1993 y estaba el nombre de Al Pacino en la lista de Mejor Actor. Ya había sido nominado unas siete veces anteriormente (como Mejor Actor Secundario por The Godfather, Dick Tracy y Glennary Glen Ross; y como Mejor Actor por Serpico, The Godfather II, Dog Day Afternoon y And Justice For All). Por eso, no fue mayor sorpresa cuando anunciaron el ganador y el sobre tenía su nombre. Ese era el espaldarazo de la industria a la prolífica carrera de Pacino, en el que no es necesariamente el mejor papel de su vida. Y en esto los premios son muy ingratos y, a la larga, completamente innecesarios.

Al final del día, es la fuerza de la interpretación de Al Pacino lo que hace que uno recuerde Scent Of A Woman. Es su solidez e intensidad lo que sostienen a la película y hacen que ésta sea buena, tanto como para obviar la función de Jurassic Park, tres días después, en aquella sala de cine improvisada en Quintero.



Sábado 8 de octubre de 2005:

El regreso de CREAM, por 4 shows seguidos, en el Royal Albert Hall.

Por esas cosas de la vida, logré conseguir un excelente material por intercambio acá. Y es algo prácticamente "recién salido del horno": el DVD doble de la reunión de Cream, que se grabó en 4 noches (2 juntas, descanso de una y las 2 finales juntas) en un Royal Albert Hall repleto, donde hubo magia, a pesar de todos los prejuicios que tengamos con las reuniones de bandas dinosáuricas, de esas que sobrepoblan la programación de radios de Rock Clásico.

Y mencionar una de ellas no es casualidad. Radio Futuro hizo muchísimo para que aquellos que "extrañamos lo que no pudimos ver" conociéramos a Cream y nos maravilláramos con ese sonido contundente e intenso, que parecía sacado de máquinas gigantes, pero que venía de un trío. De un power trío. Del más célebre, (sin contar a la Jimi Hendrix Experience).

"Cream!!! Ginger Baker! Jack Bruce! Eric Clapton!"

Así los conocemos. Y así nos maravillamos de espectaculares zarpadas isntrumentales, basadas en el Blues que Clapton cultivaba desde sus inicios en Yardbirds y su desarrollo bajo el alero de John Mayall, más la experticia de Bruce y Baker en el campo del Jazz sesudo. La combinación de esas 2 miradas particulares dio algo fresco y único (de hecho, no se consideran rocanrol, sino que una mezcla de Blues y Jazz, simpelmente música). Lanzaron apenas 4 discos, y un par en vivo. Funcionaron de 1966 a 1968, cuando se despidieron con un par de shows en noviembre, en el mismo Royal Albert Hall que repletaron en 4 noches, los días 2, 3, 5 y 6 de este año.

La idea de la reunión vino de Eric Clapton. Siempre la gente le preguntaba si acaso consideraba la posibilidad de reunirse en alguna ocasión con Bruce y Baker. La idea comenzó a crecer con mayor intensidad, especialmente porque los tres seguían vivos, siendo uno de los pocos grupos del período que podían hacerlo como corresponde. Y se juntaron a ensayar a comeinzos de este año para prepararse. Casi de inmediato, la química volvió a aflorar mientras tocaban... pero 37 años no pasan en vano, por lo que tenían muchísimo que hacer para volver a estar en forma como trío. Sentían que tenían una gran responsabilidad, y para eso seleccionaron cuidadosamente un set que recorriera toda su discografía, rescatando algunos temas que no solían tocar cuando estaban en pleno funcionamiento.

Y así los pudo encontrar el público un Lunes 2 de mayo. La primera de 4 noches en el Royal Albert Hall. El salón, repleto. La recepción, abrumadora. El grupo, con una ansiedad que los consumía... pero que pudieron controlar y encauzar adecuadamente en la primera canción de la noche, I´m So Glad. Y le siguió una impecable Spoonful. Los Cream ya se sentían cómodos arriba dele scenario, y todo fluía naturalmente; se les notaba en los rosotros. Els et siguió con Outside Woman Blues, Pressed Rat And Wahrtdog, la excelente Sleepy Time Time y un rescate sorpresa, NSU. Para continuar, uno de esos momentos que nunca habíapodido darse antes: la rendición de Badge "versión Cream", con un Clapton en llamas y un Jack Bruce sosteniendo el ritmo en sus líneas de bajo con precisión.

Si quedaban dudas de la fuerza que le pudiera quedar a Bruce (tenía un piso para que sentara de vez en cuando), la llegada de Politician demostró que aún lo tiene corriendo por sus venas. Y otro rescate a continuación, con Sweet Wine. Y una grata sorpresa, con Rollin´ And Tumblin´, con guitarra slide de Clapton, harmónica bluesy de Bruce y batería precisa de Baker. Stormy Monday, Deserted Cities Of The Heart y la excelentemente lograda Born Under A Bad Sign dieron paso a la atmosférica We´re Going Wrong.

Y el set sigue avanzando, con Crossroads y un Clapton luciendo un inspiradísimo solo de guitarra, incendiando las ondas sonoras. Le sigue la poderosa Sitting On Top Of The World y un clásico de todos los tiempos, White Room, en dodne ya se ve a Cream completamente natrales allá arriba. El dominio es total y la atención del público, completa. A continuación, la llegada de Toad da paso a un inspiradísimo solod e batería del genial Ginger Baker, unr emate instrumental del trío y la despedida.

Pero todavía quedaba una canción. Después de unos instantes en que el poúblico los pedía con fervor, los Cream se asoman de nuevo al escenario y se largan con una inspiradísima versión de su "marca registrada", Sunshine Of Your Love, una de esas canciones únicas dentro del amplísimo repertorio de lo que podemos considerar como Rock. ¿Quién no ha intentado tocar esta poderosa, decidora y magnífica canción con su grupo? De hecho, si no se conocen entre sí, los músicos perfectamente peuden intentar tocarla y llevarla casi sin problemas. Así se les veia a los Cream mientras la tocaban. Y es que la canción tiene algo inexplicable, que hace que siempre funcione. En cada tocata, ya sea un bar de mala muerte, un ensayo de principiantes, o una rendición de regreso en un salón emblemático.

Cream se despide de la audiencia.

Y lo repetirán en Nueva York, a fines de este mes, en el MSG.



Miércoles 5 de octubre de 2005:

Sobre los libros para Narración Escrita: Capote, GArcía Márquez y Chillón.

Hoy, muy temprano (8 y media de la mañana), tuve un control escrito de Narración Escrita, ese ramo en el que debemos pulir nuestras habilidades como redactores y, más que nada, como contadores de historias. Este ramo me ha tenido pegado a las teclas del PC todo el semestre. Por ahí subí por esta página un par de escritos que he entregado para la asignatura. Claro que he tenido que pulirlas y corregir los odiosos errores de tipeo habituales.

En la prueba de hoy me entraban 4 textos:

-3 capítulos del libro "Literatura y Periodismo", de Albert Chillón (más que nada, datos teóricos sobre el Nuevo Periodismo, la literatura y el periodismo uniéndose en el siglo XX y las novelas de no-ficción): bastante didáctico, y parte troncal de lo que me tocó responder en la prueba, pues debía comparar muchas cosas con los demás textos que me tocó leer; una muestra interesante de técnicas y ejemplos de estilo a seguir.

-"Relato de un náufrago", del genialísimo Gabriel García Márquez: cuenta el caso real de un tipo que un tipo "que estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza, hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre", textual y tal como sale en la primera hoja que se aprecia del libro, junto con el mapa que muestra el lugar del accidente de la embarcación, y el lugar en donde lo encontraron. En el libro, García Márquez hace propio el relato del náufrago sobreviviente, en base a su testimonio registrado fielmente y utilizando un retrato global del personaje, creando un relato novelado de no-ficción, poblado de detalles que describen escena, dando la ilusión de que es el mismo protagonista el que escribe su historia, por el narrador den primera persona. De hecho, está demasiado bien escrito como para confiar en la narración en primera persona. Pero es una historia demasiado entretenida como para dejar de lado; un recomendado para cualquier hora y lugar.

-"11 de septiembre: Historia de un ataque terrorista": un libro alemán sobre los atentados al World Trade Center, relatado desde todos los frentes posibles: reconstrucción del secuestro de los aviones; detalles de la caída de las torres; la lucha por la supervivencia; la batalla de los bomberos en las torres, la inexplicable vagancia de George W. Bush sin rumbo por Estados Unidos, incluido ese episodio en que ni siquiera reaccionó cuando le comunicaron la noticia, mientras visitaba un colegio en Florida, tal como lo vimos en Fahrenheit 9/11; la caza de los autores, la red terrorista de Hamburgo (explicada con lujo de detalles y saltos temporales); los lazos de Al Quaeda de Osama Bin Laden; y un epílogo lleno de cosas de "grueso calibre", como la transcripción del video de 40 minutos que encontraron de Bin Laden, el testamento que dejó Mohammed Atta (uno de los terroristas que se tomaron los aviones), elextractos del "manual del terrorista", guía del guerrero suicida, etc. Exaustivo y detallista, muy largo pero no cansador.

-"A Sangre Fría": ¿Qué puedo agregar de este verdadero clásico de todos los tiempos de Truman Capote que no haya sido dicho? Un relato de no-ficción (como lo definió el mismo Capote, una "non-fiction novel") sobre un asesinato ocurrido en la vida real, escrito como si fuese una novela de ficción. Las técnicas de ficción que emplea para el relato son propias de la literatura, pero basadas en una investigación exhaustiva, con visitas a terreno, entrevistas a todos los involucrados, y seguimiento cercano a los asesinos, generando omnisciencia en su relato. La construcción de escena que utiliza está plagada de detalles, y logran situar al lector; une ejemplo de uso de detalles lo encontramos en la apertura del libro, inspirada en la estética de la novela realista del siglo XIX, dando una gran panorámica para describir a grandes rasgos el escenario principal de los hechos.
Capote logra dar con un uso realista del detalle, quedando de manifiesto en la reconstrucción del encarcelamiento de los asesinos, Hickock y Smith, alternando de tiempo presente general a pretérito perfecto para dar fuerza a la escena construida.
La función de los diálogos en el libro es usado en función de un relato novelado, usando muchos apartes para dar cuenta de los estados de consciencia de los personajes, y utilizando estilo directo para darles precisión a dichos diálogos.
Capote logra alternar eficientemente entre sumarios y escenas, característica propia del la novela realista de los 900s, siendo éste uno de los rasgos compositivos que caracterizan el modelo de novela de no-ficción, además de la ausencia total del autor como personaje en el relato.

Este es un ineludible para quienes les interesa la lectura. Y un norte para los que aspiramos a contar historias de la vida real verazmente. Sin lugar a dudas, fue Capote quien sentó las bases de los nuevos estilos de literatura que seguimos con pasión... y al cual aspiramos llegar.



Lunes 3 de octubre de 2005:

The Grateful Dead.

Lunes por la mañana. Me despiertan muy temprano. No fueron mis viejos que me quieren dejar despierto para que aproveche la mañana, sino que unos intensos rayos de sol que atraviesan el vidrio de la ventana de mi pieza, y que la iluminan completamente, muchísimo más que el foco de mi ventana. El Sunshine Daydream se me viene a la mente. Y The Grateful Dead es lo ideal para poner en un momento como esos.

Los tipos que ven en la foto son 3 de sus integrantes: Jerry García (guitarra y voz, a la izquierda), Phil Lesh (bajo, al medio) y Bob Weir (guitarra y voz, a la derecha); haciendo aquello en lo cuales eran los mejores en muchos aspectos (no nos olvidemos de los bateros Bill Kreutzmann y Mickey Hart; del eterno socio de García, Robert Hunter): tocar en vivo largo y extendido, ampliando los horizontes de la música de arreglos tradicionales con innovadores solos y una onda irrepetible. Sé que la mayoría los puede considerar sólo unos "hippies lateros", pero esos no se han dedicado a escucharlos realmente. the Grateful Dead fue mucho más que voladas largas de fines de los 70.

En The Grateful Dead hubo inquietud por el rescate de la melodía dulce y las raíces folk y country, además de generar todo un culto alrededor de ellos: sus fanáticos, los "Dead Heads", los seguían a cada show, llenando arenas y estadios grandes; han editado la no despreciable suma de 102 discos editados (entre 30 discos de estudio, varios discos en vivo, compilados, cajas y antologías), y sin contar los miles de bootlegs que andan dando vueltas (los Grateful Dead dejaban que los fanáticos se instalaran y grabaran los shows); sobrevivientes definitivos de toda la escena de San Francisco en el cruce Haight-Ashbury de fines de los 60, siguieron en actividad hasta la muerte de Jerry García, un 9 de agosto de 1995 (su muerte, en los Estados Unidos, fue tan impactante como la de John Lennon o Elvis Presley).

Tratar de escribir algo breve sobre la historia de The Grateful Dead es difícil. Así que esta vez no lo trataré de hacer; sólo les comentaré sobre su importancia y algunos discos escogidos. Es que con Grateful Dead, es recomendable acotar un poco, lo suficiente como para no marearse. Cruzaron los más diversos estilos: rock pop, rhythm and blues, amplios jams instrumentales y una mezcla única de bluegrass, country, folk, reggae, hard rock y sonidos electrónicos experimentales. Grateful Dead se paseó por todos los sonidos que nos podamos imaginar en su larga trayectoria. Hasta salieron de gira acompañando a Bob Dylan (quien admiraba mucho a García) a mediados de los 80; de ello, da cuenta el disco en vido, Dylan & The Dead. The Grateful Dead sentó las bases de lo que ahora hacen Dave Matthews Band y Phish en vivo, que generan tanto culto como los Dead.

Algunos discos recomendados e imprescindibles para intentar introducirse en su amplio trabajo:

-Live/Dead (1970): Da cuenta de la gira de 1969, destacando la extensa versión para Dark Star, The Eleven y Turn On Your Lovelight.

-Workingman´s Dead (1970): Un verdadero giro para la obra de los Dead. Canciones preciosas, con sencillas estructuras acústicas y notables harmonías de voces, quizás inspirado en lo que venían haciendo CSN. Uncle John´s Band y Casey Jones son prueba de ello. Ben Fong-Torres, editor de la revista Rolling Stone, recuerda que los Dead les fueron a mostrar el disco recién terminado. Lo tocaron, encenideron marihuana y dejaron que la música fluyera. En las oficinas de la revista no podían creer que la música tan preciosa y atemporal que salía por el sistema de sonido hubiera sido grabada por un grupo que se había hecho un nombre por sus largas improvisaciones en vivo.

-American Beauty (1971): Quizás el mayor logro en estudio de los Dead. Acá se mejora lo hecho en el anterior y nos dan canciones increíbles, como el clásico Sugar Magnolia, la preciosa Ripple, y la electrificante Truckin.

-Blues For Allah (1975): Acá los Dead retoman un poco el camino de las largas sesiones instrumentales, dejando suites increíbles, como King Solomon's Marbles.

-Europe 72: Disco doble en vivo, extraído de la gira europea, da cuenta de unos Dead que afirmaron su capacidad para tocar canciones más que improvisaciones. EL clásico de acá es ese tema que Bob Weir puso en su disco solista, pero que terminó por convertirse en número fijo de cada concierto de los Dead: One More Saturday Night.

-In The Dark (1987): Uno de los últimos discos de estudio, dio el único Top 10 a la banda, Touch Of Grey. Y fue el disco por el cual alcanzaron a una nueva generación de fanáticos (los neo - Dead Heads) y conciertos a gran escala en estadios. Para comienzos de los 90, The Grateful Dead era uno de los números en vivo activos de mayor masividad.

Eso es una pequeña parte de lo que hay en la obra extensa de Grateful Dead. Lograr tomarlos y escucharlos con detención requiere mucho de nuestro tiempo y esfuerzo, pero es lo suficientemente estimulante y llevador como para dejarlo escapar.



Sábado 1 de octubre de 2005:

Un poco de actitud y Johnny Cash en vivo en la prisión de Folsom y San Quentin.

Johnny Cash las había vivido negras. Para él, tocar en la prisión de San Quentin era algo muy importante, pues podía identificarse con el sufrimiento de los presos. Y tocó ahí en 1969. Cash sonó como nunca antes.... por lo menos eso es lo que se percibe en los registros. Y dejó una instantánea eterna: mirando a la cámara, levanta su dedo del medio con furia inusitada.

Lo de Cash no es pose: lo hizo como gesto de protesta por la actitud de la industria de olvidar a los consagrados para apoyar proyectos de country-pop que dejaban mucho que desear. Pero hay algo más en ese dedo de Cash (tal como en el dedo de Lagos). Es una rabia acumulada contra un sistema represor. Es un insulto momentáneo a todas esas cosas que reprimen nuestros actos. Es un gran "fuck off" a lo que nos molesta a diario. O quizás no es nada más que un gesto.

De esos gestos está llena la historia del viejo y querido Rocanrol. Y esa es su esencia también: dejar en claro que no nos la tragamos fácil, que tenemos nuestra propia visión de la realidad, que queremos que las cosas que no nos gustan, y que encontramos injustas, cambien. Pero todo se ha degenerado. Y es nuestra culpa también: de protagonistas conscientes y activistas despiertos, pasamos a convertirnos en consumidores pacíficos de productos masivos. Nos quedamos cómodos sentados en nuestro sillón (o echados en nuestra cama) viendo la tele. O pegados al PC, la nueva tele.

Toda esta comodidad ha dado origen a una nueva especie: el eterno destructivo, ese que pasa criticando todo lo que se le cruza por delante. Esa actitud, si bien nace de un deseo genuino de mejorar las cosas, debe estar acompañada de acciones pro activas, es decir, no sólo se debe hablar, sino que se debe actuar. Y la gran mayoría de los que critican desde su sillón de comodidad nunca hacen nada para poder cambiar las cosas. ¿De qué sirve criticar y criticar, atacar sin piedad y destrozar, si no tienes elementos de construcción?

Se ha perdido la capacidad de debatir. Los grandes oradores ya son una especie en peligro de extinción. De tener utopías pasamos a tener metas materiales a corto plazo. Y no sólo ha pasado acá en nuestra tierra, sino que en todo el mundo. "¿Para qué cambiarlo, si todo está perdido y yo no puedo hacer mucho? Mejor me quedo sentado en la comodidad de mi hogar". Eso es lo que, de seguro, pasa por las cabezas de todos los que bombardean porque sí.

Un buen amigo me dijo alguna vez que escribir reseñas sobre discos o películas es el ejercicio más inútil que se pueda hacer, porque las palabras son incapaces de transmitir lo que se percibe por la vista y el oído; además, me argumentaba, no se puede dar una opinión de algo que todavía no se ha escuchado o visto. Que los críticos y comentaristas que se dedican a reseñar estrenos audiovisuales están sobrando. Y puede que tenga razón: no se puede dar un juicio sobre una obra... sencillamente porque nadie tiene la palabra final al respecto de nada.

Pero yo le doy otra vuelta al asunto: no se trata de criticar no emitir juicios de valor, sino que de compartir la experiencia de estar expuesto ante cosas que nos conmuevan. Por lo menos, eso es lo que me mueve para escribir. No imponer ni vomitar infinitos datos irrelevantes, sino que el compartir con el resto las cosas que han logrado emocionarme. Creo que ese es el norte que debe tener cualquiera que quiera dedicarse a observar la realidad y tratar de interpretarla para el resto de la gente: lograr transmitir la emoción que se siente.

Mi generación es la del egoísmo, la del narcisismo exacerbado. Mi generación es la que defiende sólo los derechos personales. Sólo le preocupa el propio bienestar. "¿Para qué compartir y preocuparme, si me puedo concentrar en mis propias metas inmediatas y llegar muy lejos?" Esa actitud la vi muchísimo en mi época de colegio (esos años de la enseñanza media en el Instituto Nacional) y en esos años en que estuve en Ingeniería. Y me tocó sufrir, porque nunca compartí esa visión egoísta de la vida.

Por eso, me da mucho gusto el ver a las nuevas generaciones más involucradas con su entorno: los cabros salen a protestar y reclamar por sus derechos, tienen ganas de involucrarse en los procesos políticos, se organizan de maneras que jamás sospeché en la mayoría de mis contemporáneos, llevan las ganas de trabajar todos juntos. Los veo muchísimo más abiertos de mente que a mi generación, que todavía la veo encerrada en su burbuja-tribu. Eso me mantiene esperanzado en que no todo está perdido, sino que hay "luz al otro lado del túnel".

Tengo claro que queda muchísimo por recorrer. Hay varios cosas que hay que mejorar. Y esto ya lo he dicho antes: se parte por la cuadra propia. Aterrizar las ideas y aplicarlas a nuestros desafíos cotidianos. Como dice Lito Nebbia "romper con todo, pero siempre con un elemento de construcción al lado". De eso se trata.

La foto de Cash la tengo pegada con orgullo en la pared de mi pieza. Y está visible para todo el que entre.

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