sábado, mayo 27, 2006

Archivos agosto de 2005.


Martes 30 de agosto de 2005:

Man On The Moon.

"Now Andy did you hear about this one, tell me are you locked in the punch
Hey Andy are you goofing on Elvis? Hey baby, are we losing touch?

If you believed they put a man on the moon, man on the moon.
If you believe there's nothing up my sleeve, then nothing is cool".

La canción de R.E.M., Man On The Moon, ya tiene su buen tiempo. Apareció por primera vez en ese monumental disco que es el Automatic For The People. Y en su letra fue por primera vez que supe del nombre de Andy Kaufman.

¿Y quién era Andy Kaufman? Fue un comediante incomprendido, uno de esos tipos locos y artistas, que siempre van varios pasos más adelante de lo que va el resto. No es que vengan de vuelta ni nada, sólo que van por otros caminos, a pasos distintos de los que vemos. No estoy seguro de si lo que hacía era comedia precisamente. Más bien, hacía "performances", creaba situaciones extrañas sobre el escenario, involucrando a toda la audiencia que lo miraba estupefacto. Sus imitaciones de Elvis, sus números musicales, sus leídas de libros "clásicos". Su personaje extranjero (que derivó en el recordado Latka, de la serie Taxi) y su alter ego, el indecente y, a la vez, carismático Tony Cliffton. Murió en 1984, de cáncer. Y durante toda su carrera mantuvo una conducta enigmática.

Su vida fue la inspiración para una película. Una biopic, de esas que están tan en boga en estos días. Después de un apretado casting, Jim Carey se quedó con el rol de Andy Kaufman. Y el prejuicio que había con su nivel actoral era mucho. Casi encasillado en las comedias físicas y descabelladas, costaba mucho imaginar a Carrey en roles dramáticos. Pero en The Truman Show fue capaz de dar una impecable actuacón cotidiana. Y acá, en Man On The Moon, su ser parece ser absorbido por la persona de Kaufman. Ya a los cinco minutos de película nos olvidamos del actor y nos sumergimos en el personaje. Ese es el mejor indicio de que estamos frente a uno de los buenos actores contemporáneos, de esos que saben hacer su pega y demuestran que hacen pleno uso de las herramientas de su oficio. Como para callar a todos los que desconfiaban de él.

La película fue dirigida por Milos Forman, quien ya había tenido experiencias en biopics. Ya habíamos visto su ejercicio en la estupenda The People Vs. Larry Flint; aparte de la recordada One Flew Over The Cuckoo´s Nest. El desempeño en la biopic de Larry Flint lo ha hecho acreedor del título de "el director que hace biografías", y es en este tipo de películas donde ha encontrado su mejor vía de expresión. Forman ha encontrado el balance perfecto de historia, espectáculo y análisis para lograr elevar la biografía convencional al nivel de competente narrativa.

Para efectos de la película, Forman elige una mínima estructura lineal, lo suficiente para que no nos perdamos al verla, y le cede el control al comediante. No entra en su mente de manera íntima, sino que va reconstruyendo sus actos, sus excentricidades y su obra. Sus viñetas más características. Sólo así se va formando algo de su imagen personal, pero dejando todavía muchas aristas por recorrer. Es que Kaufman siempre fue difícil de abordar.

También se destaca la actuación de Danny DeVito, quien trabajó con el verdadero Kaufman en la serie Taxi. Acá DeVito hace del mánager de KAufman, George Shapiro, importante personalidad detrás de varios fenómenos de la comedia gringa. La aparición de Courtney Love no luce mucho, pues sale bastante poco, en el papel de la novia de Andy; su poca aparición no alcanza para comprobar si su notable desempeño en The People Vs. Larry Flint fue producto de talento o sólo una acertada elección de elenco. Mención especial para Paul Giamatti, quien interpreta al socio de Kaufman en mucho de su material, Bob Zmuda.

Y R.E.M. se hizo cargo de la banda sonora de la película. Mejor dicho, de la música incidental, demostrando verdadera maestría en producir texturas auditivas y crear estados de ánimo con apenas unas cuantas notas. Hay varios instrumentales ahí, que no van acaparando mucha atención; sólo están ahí para crear ambiente. Aparte de incluir el tema que da título a la película, el a esas alturas trío de Athens, Georgia, entrega un tema nuevo, uno de los mejores de los últimos años: The Great Beyond.

Man On The Moon se estrenó a fines de 1999, en un período en que había demasiadas buenas actuaciones dando vueltas (Kevin Spacey en American Beauty y Russel Crowe en The Insider, por citar a un par). Pero Carrey no alcanzó a tener su merecida nominación al Oscar. Pero sí al Globo de Oro por mejor actuación de Comedia, el cual ganó sin problemas ese año.

En todo caso, ¿se necesita de premios y espaldarazos de la industria para reconocer a un buen actor como se merece? Sinceramente, no. Ya todos tenemos claro de lo que Jim Carrey es capaz de lograr en sus interpretaciones. La de Andy Kaufman es un ejemplo apropiado para demostrarlo.



Sábado 27 de agosto de 2005:

Monty Python And the Holy Grail.

¿Quién no ha escuchado, leído o visto la historia del Rey Arturo y sus Caballeros de la Mesa Redonda? En este minuto, recuerdo una serie de dubujos animados que daban por ahí (¿alguien se acuerda en qué canal?) y un par de películas. Pero que no son nada comparado con lo que logra hacer ésta: Monty Python And The Holy Grail.

¿Monty qué? ¿Monty Python? Sí, Monty Python. Aquel célebre grupo de comediantes que saltaron a la fama con su celebrada serie, Monty Python´s Flying Circus, una aguda, ácida, efectiva, hilarante y delirante muestra de lo mejor del humor inglés. Eric Idle, Graham Chapman, John Cleese, Michael Palin, Terry Jones y Terry Gillian son los actores-escritores-directores-realizadores-creadores-locos-dementes-genios de todo el circo volador. Desde sus inicios, por allá por 1969 (qúe chistoso eso... decir "por allá" como si lo hubiese vivido... "extraño lo que no pude ver", como dice aquella gran canción :p), hasta su última temporada en 1974, los Pyton lograron reflejar con maestría sublime todas las virtudes y defectos (sobretodo éstos últimos :p) de la sociedad británica.

Y era lógico el siguiente paso para los Monty Python: incursionar en las motion pictures para seguir sus labores.

¿Y qué mejor que tomar la historia del Rey Arturo y sus nobles Caballeros de la Mesa Redonda para ilustrar de manera universal toda esta mirada ácida y despierta sobre la sociedad y el mundo? Estamos claros que no servirá el seguir al pie de la letra la historia que todos conocemos. No señor. Eso sólo nos servirá para ilustrar la escena. El resto se logrará sólo con buenas ideas. Y de esas está llena la película.

Un momento... ¿qué estoy a punto de hacer? ¿Contarles la película? ¿Cómo se me ocurre hacer algo tan desgraciado y privarlos de las sorpresas de los Python? Y me quedan unos tres mil caracteres (aproximadamente... este contador del flog me vuelve loco con el avanzar [mejor dicho, el retroceso] de números que indican que se acaban las palabras para escribir) para seguir escribiendo!!!!!!

Esperen... me mareo con el texto!!

Tanto como la secuencia inicial de la película. Creo no haber visto tanto delirio visual y estético, salvo en algunos capítulos de Seinfeld. Esos créditos que tienen que ver ustedes mismos y no contarlos yo. ¿Adelanto algo? Ok. Para que se entusiasmen. Un gancho. Desde los créditos, el sello de los Python es evidente: el delirio, la burla con el presupuesto, la sobrecarga visual de colores en algunos segundos... y da paso a la a entrada del Rey Arturo (Champman), galante y con clase, en un corcel imaginario, y con un escudero (Gillian) al lado. Va buscando a nobles caballeros que quieran unirse a su noble y elevada causa. Y reune a algunos: Sir Belvediere (Jones), un caballero bastante centrado; Sir Lancelot (Cleese), un noble y valiente caballero, y con un nada desarrollado sentido de la ubicación; Sir Robin (Idle), una aparentemente valiente caballero, no tan valiente como Lancelot, quie casi se enfrenta a un dragón y quien se orinó antes de una batalla; Sir Callahad el casto (Palin), un caballero ingenuo, quien busca la pureza máxima y renuncia al contacto sexual de todo tipo. Y también están los Sir que no aparecen en la película, obviamente.

¿Qué carajo tiene que ver el santo grial acá? Todo! Es una misión de Dios, dada personalmente al Rey Arturo. Una bendición según todo el lote.

¿Qué hice? ¿Conté algo de la película? Creo que no pude evitar el hacerlo.

Lo que sí quiero dejar en claro es la capacidad de los Python para reirse de todo y de todos: las viejas rivalidades de francos con sajones; los conceptos de nobleza, castidad, lealtad y entrega noble de miembros de instituciones; costumbrismo occidental en cuanto a rituales que ya van quedando medio obsoletos con el correr de los años; manerismos y freakeríos de los que siguen órdenes sin filtrarlas por la psique; el "ser inglés" en general.

Obviamente, y como toda película de nobles caballeros y no tan nobles aventuras requiere, la película luce increíbles secuencias de acción (siempre y cuando no sean interrumpidas por la policía, claro está). Mención aparte para las geniales animaciones de ese iluminado que siempre ha sido Tery Gilliam. Junto con Terry Jones (y un sinnúmero de otros extraños colaboradores acreditados al comienzo) realizaron la película.

Sigue algún orden en particular? No!! La historia va oscilando y sigue un vago hilo conductor. Honestamente, creo que los Python estaban bajo la influencia de algunas extrañas substancias mientras escribían las afiebradas escenas que pueblan The Holy Grail. ¿Y quién no lo estaba a mediados de los 70?

¿Qué mas decir? Sólo recomendarla, nada más. Consíganla de inmediato. Si alguien la exhibe por ahí, vayan a verla. Por ahí la reponen cada cierto tiempo en algún ciclo de los Monty Python.

Por cierto, vean la versión en widescreen y sonido digital. A pesar del maquillaje tecnológico, el mensaje sigue ahí. Vigente. Poderoso. Ácido. Efectivo.




Jueves 25 de agosto de 2005:

Wilco.

La primera vez que escuché a Wilco fue en un video que pasaron por MTV a fines de 1996. Era el video para el single Outtasight (Outtamind) y, simplemente, me encantó lo que escuché: sonidos limpios de guitarra, melodía atempral. De esas que podrían haber sido escritas hace 50 años o ayer. Dada mi preferencia por todos esos sonidos "viejos" de guitarras medio acústicas y folkies, enganché de inmediato con lo que escuché.

Encontrar algo de Wilco acá en nuestras tierras es demasiado difícil. Casi imposible para bolsillos populares. Pero no imposible gracias al necesario Internet. Pero eso es otro tema. Ahora les contaré algo de esta gran banda.

Wilco se formó hace más de 10 años. Su líder es el guitarrista, vocalista y compositor, Jeff Tweedy. Militante de otro grupo recordado de la escena indie, Uncle Tupelo, Tweedy decidió partir de cero y embarcarse en un nuevo grupo con un par de socios de su anterior grupo, John Stirrat y Max Johnson. Su disco debut se tituló A.M., una genial muestra de lo mejor de la tradición Folk Rock y Country independiente, de letras melancólicas y sonidos fascinantes. Sin embargo, su gran irrupción en la escena vino con su segundo disco (y doble), Being There, que consolida su sonido y las composiciones de Tweedy Tanta fue la aceptación de esta placa doble, que se le comparó en algún momento con el Exile On Main Street de The Rolling Stones. Tan errado no es: hay muchas raíces en esas 19 canciones. Entremedio, el siempre inquieto Tweedy forma un súper grupo, golden Smog, junto a miembros de Jayhawks y Soul Asylum.

Después de haber salido de gira junto al capo de The Byrds, Roger McGuinn, Wilco se pone a trabajar junto al respetado Bill Bragg para rescatar el legado de la leyenda del folclore norteamericano, Woody Guthrie. Como resultado de esa colaboración, tenemos un excelente par de discos Mermaide Avenue. Al llegar 1999, Wilco lanza su tercera placa, Summerteeth. Acá ya se comienza a ver las ganas de Tweedy por salirse del encasillamiento. Los sonidos acá no son tan folkies ni campesinos. Hay más pianos y melancolía en las letras. Y no logra provocar el nivel de aceptación de Being There. Pero Wilco se la juega por la innovación. Y están a punto de dar un giro definitivo.

Tweedy, a estas alturas líder absoluto de la banda, se asocia con el productor Jim O´Rourke (uno de los capos del post Rock de Chicago, ese que podemos encontrar en los grandes de Sonic Youth) y da rienda suelta a la creatividad más arriesgada. Y se embarca en la preparación de un disco conceptual, con canciones muy alejadas de aquel primario sonido de raíces. Todo en medio de un clima tormentoso para la banda: comienza el distanciamiento definitivo de Tweedy con su compañero Jay Bennett, quien decide salirse del grupo en medio de la grabación del nuevo disco. Tweedy comienza a colapsar. Todo se está viniendo abajo: después de terminar el disco, lo presenta a Reprise, su sello discográfico (perteneciente a Warner). Y se lo rechazan de plano, por encontrarlo demasiado extraño y alejado de lo que se puede esperar de ellos. Tweedy toma los másters y los lleva a varias partes, para encontrar otro sello que lo distribuya. Y lo sube a la red, llamando la atención de Nonesuch (compañía independiente, irónicamente también perteneciente a la Warner). El disco es Yankee Hotel Foxtrot, y lo podemos considerar su obra maestra. Una vez lanzado, reencantó a su público y recibió críticas excelentes. Wilco se consolida como toda una potencia dentro de la escena musical.

Pero eso no le bastaba a Jeff Tweedy. Con más años y experiencia, decide arriesgarse aún más y probar con sonidos más crudos y rudos en sus nuevas composiciones. Así creó la colección de canciones que grabaron para su siguiente placa editada el año pasado, A Ghost Is Born. Acá se acerca mucho al camino que trazó Neil Young en la experimentación instrumental de solos de guitarra abiertos y espontáneos, maravillas irrepetibles y auténticas, de esas que sólo pueden encontrar su origen en el alma. Tweedy quería superarse a sí mismo en este disco. Y lo logró con creces, en el disco que no pocos consideran como el mejor del 2004.

En este año, han realizado varios conciertos, embarcados en una gira mundial. Tienen una fecha programada en Brasil y telonearán a los Stones en su gira por EEE.UU. Y si teloneas a los Stones, es porque ya eres un consagrado.

Todavía tengo esperanzas de que se aparezcan por estos lados. Por mientras, a escuchar los discos y a conocerlos.



Lunes 22 de agosto de 2005:

Un poco sobre la lluvia.

La lluvia.

Ya entramos en los descuentos de agosto y todavía nos llueve sobre mojado en nuestra contaminada ciudad. Ya nos hacía falta que cayeran unas cuantas gotas para que se limpiara un poco el aire acá en Santiago. Aunque sea un poco. Es increible que sólo unos momentos de pureza ambiental tengan tanto valor en nuetsros días.

Lo que más me fascina de las lluvias es lo que viene después de ellas.

Imagínense toda una noche de lluvia. Y que pare de caer el agua poco antes del amanecer. Las nubes se hacen a un lado y aparece un brillante sol, como el de Go Day Sunshine de The Beatles. Y lo mejor es verlo cerca de las montañas (acá no es mucho el esfuerzo que se hace, estamos prácticamente al lado de la cordillera :P). Y con Here COmes The Sun sonando en el Discman... ¡que cuadro!, ¿verdad?

¿Canciones que se me vengan a la mente que tengan la palabra "rain" en su título, o que traten sobre la lluvia? Hay varias:

-Rain, de The Beatles: Lennon dando vuelta la primera frase para crear atmósfera en un tema de por sí atmosférico e hipnotizante.

-No Rain, de Blind Melon: Parte de lo quesonaba siendo un pendejo preadolescente, hace ya sus 12 años desde que me acuerdo. Esos neohippies la hicieron bien en ese single. Me trae bonitos recuerdos de cabro chico.

-Singing In The Rain: Obvio, de la película que protagoniza Gene Kelly, y usada magistralmente en A Clockwork Orange, esa obra sublime de Kubrick. ¿Se han dado cuenta de que es el medio tema? Un temazo!

-November Rain, de Guns N´Roses: Nunca habían sido más exageradamente ambiciosos. Y con un tema de altas rpetensiones. Todo el mundoa cordándose d eesa épica medio Queen que se mandaron estos tipos. ¿Quien no se acuerda del solo de Slash?

-Have you Ever Seen The Rain? y Who´ll Stop The Rain? de Creedence Clearwater Revival: Letras sencillas, música contundente. ¿Qué más pedir?

-Fire And Rain, de James Taylor: La marca registrada de este cantautor gringo, de sensibilidad pura y desgarbada. Aunque ahora sea un viejo prácticamente calvo y se llene de músicos, cuando Taylor toma la acústica se ve que todavía lo tiene.

-Box Of Rain, de The Grateful Dead: Aparece en el precioso Amercian Beauty, uno de los discos de recambio de estos grosos de todos los tiempos. Hermosa, Sutil. Poesía.

-Summer Rain, de U2: Esta sale en el disco de B-Sides del compilado de 1990-2000. Simplemente notable.

-The Rain Song, de Led Zeppelin: La favorita de muchos de nosotros en lo que respecta a la evocación de precipitaciones. Una delicia para los oídos y para los dedos que la tratan de sacar en esa guitarra de cuerdas tirantes y pesadas. Con un amigo la estábamos sacando, hace casi 5 años. Hay que cambiar la afinación y ya está casi listo. Aunque descubrí un pequeño truco para tocarla con afinación normal.

La foto que subí corresponde a lo siguiente:

-Neil Young tocó en el ya mítico Red Rocks, ese escenario natural, en septiembre del 2000. Tenía programadas un par de fechas y las iba a filmar en HDTV para lanzar un DVD. En cuanto llegó acá, casi 3 meses después del concierto (¡demasiado rápido!), lo fui a conseguir. Y me quedo pegado en la parte del video donde están tocando Cowgirl In the Sand, ese glorioso tema que cierra el Everybody Knows This Is Nowhere. Obviamente, lo alargó a más de 20 minutos... ¡y comienza a llover en el medio! Sonaban los truenos, que daban una iluminación extra preciosa, de esas luces que sólo la naturaleza es capaz de proporcionar. Y Neil Yong hacía que esa Gibson Les Paul negra con vibrato Bigsby, la querida "Old Black". No importaba si se elecotrocutaba. Daba lo mismo. La lluvia resultó ser la mejor compañía para esos truenos sonoros. Obviamente, la canción ahora la llamamos Cowgirl In The Rain...jejjejejjje.

¿Cómo no acordarse de La Renga con la lluvia? El grupo tiene una relación especial con ella. Ha llovido en la primera noche de cada estadio abierto en el que han tocado. Llovió la primera vez en Huracán. Llovió en el primer River. Llovió en el Chateau. Y llovió en su debut en España. Es tanta la conexión que, en caso de que no cayera ninguna gota del cielo en el debut en algún lugar abierto, nunca más se toca ahí. Estuve en una de esas noches: en la primera en el River, un Sábado 30 de noviembre de 2002. Llovió por casi hora y media, justo en todo el medio del show. Ese día viví todas las estaciones del año. Y me dejó un resfriado de regreso a Chile.

¿Cuántas tocatas me han tocado con lluvia? varias, pero casi todas en lugares cerrados. Lo divertido es la salida. La lluvia copiosa que cae del cielo. El frío que hace de noche, pasada la medianoche. La humedad. El correr de toda la gente por llegar antes a tomar micro.

¿Les gusta la lluvia? ¿Han visto una mañana despejada, luego de la lluvia de noche?

Creo que a Vulnerable Querubina le encanta la lluvia.



Sábado 20 de agosto de 2005:

Woodstock.

Ya hace 36 años que este afiche debe existir. Uno de esos afiches publicitarios de algún evento musical, como los había en demasía en 1969.

A toda esa generación de las flores, los que estaban en contra de la guerra en Vietnam y el intervencionismo gringo en el mundo, les hacía falta un evento que los juntara a todos. Crearse, por así decirlo, su propia ciudad. A estos hippies ya no les bastaba con haberse tomado San Francisco por asalto 3 años atrás. Ya no se podían hacer muchas cosas allá, debido a que el gobernador de California, el futuro Presidente Ronald Reagan, estaba poniendo demasiados problemas para realizar algo al aire libre. Así que decidieron buscar otro lugar. Y lo encontraron en las afueras de New York, en Bethel, en un terreno de propiedad de un tipo llamado Max Yasgur.

Así fue cómo el productor Michael Lang y el ejecutivo Artie Kornifeld, dos jóvenes hippies, se entusiasmaron para organizar un enorme festival de música y arte. Para lograr financiamiento, se asociaron con dos jóvenes con algo de dinero (por lo menos, harto más de lo que ellos pudieran mover). Tenían un presupuesto de 500 mil dólares y pensaban juntar a 50 mil personas en convocatoria. Se fijó el festival para los días 15, 16 y 17 de agosto de 1969.

La convocatoria superó las expectativas: al final, llegaron 500 mil personas, en el que fue (por mucho tiempo), el mayor evento en vivo de la historia. Tocaron los siguientes (todos en orden de aparición):

Viernes 15:
-Richie Havens
-Sweetwater
-Bert Sommer
-Tim Hardin
-Ravi Shankar
-Melanie
-Arlo Guthrie

Sabado 16:
-Quill
-Country Joe McDonald
-John Sebastian
-Keef Hartley Band
-Santana
-Incredible String Band
-Canned Heat
-The Grateful Dead
-Creedence Clearwater Revival
-Janis Joplin
-Sly & The Family Stone
-The Who
-Jefferson Airplane

Domingo 17:
-Joe Cocker
-Country Joe & the Fish
-Mountain
-Ten Years After
-The Band
-Johnny Winter
-Blood, Sweat & Tears
-Crosby, Stills, Nash & Young

Lunes 18 (debido a los atrasos por la lluvia, los últimos números tocaron al amanecer y en la mañana de ese Lunes):
-Paul Butterfield Blues Band
-Sha-Na-Na
-Jimi Hendrix

Al sólo ver los nombres, es evidente la cantidad de puntos altos de todo el evento: El himno crudo e irónico de Country Joe con Fixin To Die Rag; la emotiva presentación de Baez; el atraso excesivo de una drogadísima Joplin; la frustrada presentación de Grateful Dead; el potente show de The Who, con un Pete Townshend sacando a guitarrazos del escenario a Abbie Hoffman, quien se tomó el escenario para hablar en pro de John Sinclair; las revelaciones de: Joe Cocker, Ten Years After y sobretodo de Crosby, Stills, Nash la impecable presentación de Jimi Hendrix, con su inolvidable rendición de Star Spangled Banner incendiando su amplificador y las ondas sonoras con los gritos de la guitarra. En fin, demasiados como para seguir escribiendo de ellos.

Se les fue de las manos a los jóvenes organizadores. Hubo desorden en las cifras. En algunos momentos, pensaron que estaban arruinados. Pero el éxito del festival fue inmenso: se realizó un documental para ser exhibido en cine, dirigido por Michael Waldbergh. Se lanzaron los respectivos discos compilados. Y casi todos los que aparecieron ahí vieron subir sus bonos, inscribiéndose dentro de la historia del Rocanrol.

Pero Woodstock también es el puntapié inicial para toda la mega industria musical. La que mueve millones de dólares al mes. A la semana. Casi a diario. Con Woodstock, se abrieron todos los apetitos por el poder y el dinero. Y hubo muchos que se embarcaron con todo a la "aventura" de ver crecer sus cuentas corrientes explotando al máximo una fórmula ya probada. La inocencia se perdió para siempre. Y sepultaron todos esos ideales que tanto decían defender.

De ser la contracultura y lo "alternativo", pasaron a ser la norma y lo establecido. Al ideal lo convirtieron en una estampa de polera. Ya no se quería cambiar al mundo, sino que por el contrario, mantener un status quo que se logró con el inmenso ruido que se metió. Con un festival así de grande, imposible no ser ignorados. Pero a ser tomados en serio y hacer cambios reales, hay una gran diferencia y muchísimo por recorrer.

Ya todo se había convertido en algo falso. Woodstock, en cierta forma, fue el punto cúlmine de toda esa rápida y acelerada revolución de las emociones de post guerra. Si bien se hicieron su propia ciudad por tres días, no hubo un encauce real de todo el idealismo. Todo "de la boca para afuera".

Para recordar algo de lo que pasó está la película y los discos compilados, las cajas especiales, las páginas web, las listas de canciones, las instantáneas y toda la memorabilia posible. Pero, al final del día, ¿qué son? Productos. Se les paga por ser rebeldes. Y les pagamos con nuestro esfuerzo diario. ¿está bien eso?

Parece que Townshend tenía toda la razón al sacar a golpes a Abbie Hoffman.



Martes 16 de agosto de 2005:

The Kids Are Alright.

Ha pasado mucho tiempo desde que vi esta película la primera vez.

Fácilmente, unos 7 años. Quizás más que eso. La pi9llé por accidente en el cable, en el Film & Arts para ser precisos. Estaba completamente subtitulada. Hasta las canciones! Toda una sorpresa, pues la traducción estaba bastante lograda y toda esa palabrería cruda y sincera propia de Pete Townshend quedaba de maravilla ahí retratada en subtítulos.

The Kids Are Alright es un documental increíble de los primeros 15 años de existencia de The Who. Es una celebración con bombos y platillos de la existencia de la banda más poderosa e intensa que haya pisado la tierra. Es el retrato descarnado y sarcástico sobre la relación de cuatro individuos que necesitan uno del otro, aunque parezca todo lo contrario. Es una instantánea tomada con cariño a un grupo.

Y está hecha por un fanático. Uno que insistió de manera casi majadera para poder realizar un homenaje a la banda que significaba su motivo de vivir y levantarse a diario. El fan acérrimo, ese que siempre está en todas la tocatas, ese que vive y respira para la banda. Así era Jeff Stein, director de este magnífico documento histórico sobre The Who.

Stein se demoró cuatro años en montar el documental, buscando material disponible por todos lados: actuaciones para la TV, presentaciones documentadas, material privado, cortos, promos, etc. Le costó bastante dar con el material, ya que en ese tiempo no se tenía una cultura de archivo. Todavía no existía MTV ni Internet, por lo que la mayoría de lo que se archivaba terminaba en el bote de la basura. Y Stein tuvo que, literalmente, sacvar de la basura algo del material que usó.

Para lograr contar la historia de The Who, Stein decidió no usar voces en off ni ordenar de manera cronológica el material que había juntado. Para partir, lo hace con esa ya legendaria presentación en el Smothers Brothers Show, donde Keith Moon puso explosivos a la batería, causando una explosión que dejó a Townshend con problemas de audición para toda la vida. De ahí, un salto hacia atrás, con una actuación en el programa de TV Shindig, que da paso a una aparición en un programa de TV británico, el show de Russel Harty, de 1973.

Stein quiso que los propios Who contaran su historia, y no necesariamente entrevistándolos de manera intensiva para el documental. Como buen fan, observó detenidamente sus comportamientos y fue capaz de seleccionar piezas notables para complementar su relato. Obviamente, sacó unas cuñas notables del maestro Pete, quien siempre ha sido algo así como "el portavoz oficial del Rocanrol", más que anda por sus siempre precisas declaraciones y puntos de vista.

Stein logró aprovechar mucho material que no había sido vuelto a exhibir desde su estreno. Presentaciones en el Beat Club y el Ready Steady Go; promos para aquellos primeros singles como Substitute y Happy Jack; montajes especiales de material sin sonido; un par de canciones de su set en Woodstock, intercalado con un Townshend odiando la experiencia, seguido del sacrificio de la guitarra; Young Man´s Blues sacado de un rollo rescatado de una bodega, casi a nivel de basura, de la gira de finales de 1969; preparando Who Are You; una delirante secuencia con John Entwhistle al ritmo de Success Story; un homenaje a la figura de Moon en un delirante corto; cuñas precisas en los momento más álgidos; el histórico My Generation del Monterey Pop Festival, "remozado" con una secuencia destructiva de aquellas; y la destacadísima presentación de The Who en el Rock And Roll Circus de los Stones, mostrado acá de forma íntegra, dando una cátedra magistral de Rocanrol, una que les hace falta a muchísimos de nuestros contemporáneos.

Lo que más le costó encontrar a Stein fueron presentaciones de la época de promoción del Who´s Next. Necesitaba de manera urgente poner presentaciones definitivas de Baba O´Riley y Won´t Get Fooled Again, dos de los himnos más representativos de The Who. Pero estas filmaciones escaseaban (aún hoy), debido a la negativa de Townshend al ser filmado en ese período del 69 al 71. Les rogó a los Who hacer un mini show para poder filmarlos en gloria y amjestad en su experticia definitiva: tocar en vivo. Y lo logró un 25 de mayo de 1978, en la que se convertiría en la última presentación de The Who junto a Keith Moon. Y son esas versiones las que se han quedado en nuestra memoria como las definitivas.

El sólo hecho de incluirlas en el documental hace que todo valga la pena. Casi dos horas de película, que el año pasado tuve la fortuna de disfrutar en un cine. Creanme, vale la pena. Creo que no hay mejor manera de disfrutar de The Kids Are Alright que no sea en pantalal gigante, con sonido espectacular.

The Kids Are Alright está definitivamente entre mis cinco documentales favoritos. Y tengo la fortuna de disfrutar de su versión remasterizada en DVD, con un increible comentario en audio del fanático número uno, Jeff Stein.

Si no la han visto... ¡háganlo de inmediato!



Viernes 12 de agosto de 2005:

Tom Waitts.

Se hace muy difícil el seguir una carrera tan prolífica y, a la vez, tan de avanzada en cuanto a entrega, como la de Tom Waits.

Hay que admitirlo: seguirlo resulta toda una proeza. Músico original, actor, compositor, escritor, realizador... todo un hombre del Renacimiento, con múltiples intereses para expresarse. Quizás el último de los poetas Beat, Waits se las ha arreglado para seguir estando vigente y seguir siendo un eferente a la hora de hablar de los realmente buenos letristas contemporáneos.

Como músico, es imposible clasificarlo. Waits hace mucha música de raíz. Ha hecho Blues, Folk, Jazz, música de vaudeville, canciones como las hechas en el Tim Pan Alley... pero Waits se da la licencia de mezclarlos y bastardearlos a tal nivel que lo convierte en algo completamente novedoso.

Sus líricas son demasiado urbanas y crudas como para dejarlas pasar. En muchas de ellas habla de esa pobreza que sólo experimenta alguien que lo ha perdido todo y que deambula entre esas polvorientas y peligrosas calles de una ciudad "desarrollada", muy en la línea de Lou Reed.

En un comienzo, fue catalogado como uno de los sucesores de Bob Dylan en cuanto a trascendencia lírica, junto a Bruce Springsteen y Patty Smith. Y los años nos han mostrado los caminos distintos que han seguido ellos tres. Para tener una idea de los paralelos entre Dylan y sus "sucesores": la música que Dylan hace en estos días (particularmente al de sus últimos 3 discos en estudio de material nuevo) va en la línea de lo que hace Waits.

Si nos guiamos por esos estándares de calidad vocal, de voces perfectas y virtuosismo cristalino, Tom Waits queda definitivamente fuera de rango: su voz es gruesa, profunda, grave y pastosa. De virtuoso en instrumentos, no tiene nada. Pero es capaz de conmover con una sencilla pieza de piano muchísimo más que algún concertista clásico. Con su histrionismo sobre el escenario, no tiene nada que envidiarle a los cantantes de lírica. Waits es capaz de imponerse tanto o más que ellos.

Sus discos no son muchos, como se podría pensar. Waits lanzó su primer disco, llamado Closing Time, en 1973. Los 70 fueron bien prolijos para él. A ese debut le siguió, en 1974, el disco con el que se hizo realmente conocido, The Heart Of Saturday Night, con el que sentó además su particular estilo. Nighthouse At The Diner y Small Change terminan por consagrarlo dentro de la escena de vanguardia. Después, Waits se involucraría en películas, grabando la banda sonora de One From The Heart, de Francis Ford Coppola, en donde también actuó.

Esto le abrío el camino para desarrollar una carrera como actor de soporte, apareciendo en: Drácula y Cotton Club (del mismo Coppola); y Down By Law, de Jim Jarmush, grabando también la banda sonora. En 1985 lanza un disco importante para su carrera, Rain Dogs. Para los 90 vienen un par de bandas sonoras más (Dead Man Walking y Night On Earth) y un par de compilados con material de sus primeros años (The Early Years, volúmenes 1 y 2). Cierra la década con el excelente Mule Variations.

El siglo XXI encuentra a un Tom Waits de vuelta al ruedo, lanzando el 2002 dos discos de manera simultánea: Alice (basado en las supuestas obsesiones de Lewis Carroll con la niña que le inspiró su Alicia En El País De las Maravillas) y Blood Money (el que parte de una historia de 1837 en la que un soldado alemán que ha vivido varios conflictos bélicos se presta a sucesivos experimentos médicos a cambio de dinero, experimentos que lo conducen a matar a su novia y a suicidarse después). Si Alice trata sobre la fantasía, Blood Money se apega a la realidad. Recién el año pasado, Waits sacó otro disco de canciones nuevas, A Real Gone, del que destaca el corte de Make It Rain, un Blues de tempo sinuoso, interpretado con rabia, que retrata una traición amorosa desembocada en soledad. Es impresionante el nivel de histrionismo que Waits pone cuando la interpreta. Si la han visto, ya saben a lo que me refiero. El Real Gone ya se prefila como uno de los mejores trabajos de toda la carrera de Waits.

Como vemos, Waits tiene múltiples intereses y expresiones. Y lo vuelvo a decir, es difícil seguirle el paso. Como pasa con pocos, Waits no genera indiferencias. Así de simple.

Si tienen ganas d partir escuchando algún disco de Waits, es más fácil comenzar con los The Early Years, como para empezar a tomarle el gusto a ese mundo extraño y distinto al que comúnmente vemos. El mundo ¿irreal? Más bien, el mundo de Tom Waits. Con eso basta para definirlo. Si es que se puede.



Miércoles 10 de agosto de 2005:

Buddy Holly.

Este debe ser el primer caso de una estrella del Rock que se veía como cualquiera de nosotros. Un tipo común y corriente, muy joven (recién rozaba los veinte al momento de su irrupción en la escena), pero con un talento único y pocas veces visto para crear melodías agradables y ritmos que logran embrujar. Así era Buddy Holly.

Buddy Holly es demasiado importante para el desarrollo del Rocanrol a nivel mundial. La formación de su grupo The Crickets (dos guitarras, un bajo y batería) sentaría las bases para lo que conocemos como la alineación clásica del Rocanrol. Influenció de manera sorprendente a casi todos los músicos de la Invasión Británica de los 60 y, por sobretodo, fue de los primeros en grabar sus propias composiciones. Lo que para la mayoría e nosotros es algo común y básico, a fines de los 50 era demasiado extraño, ya que se acostumbraba a versionar temas tradicionales. Buddy Holly cambió todo eso. Po r lo tanto, no viene nada de mal tratar de conocer un poco más de él.

Nació un 7 de septiembre de 1956 en Lubbock, Texas. Una localidad pequeña, como muchas otras en esas tierras gringas, llenas de campesinos y fanáticos del Country. De hecho, Buddy creció escuchando Folk, Blues y Country en su casa. Y desde pequeño mostró interés por la música. Ya adolescente, sabía tocar la guitarra, el banjo, el violín, la mandolina y el piano. Su primerísima presentación ante público fue a los cinco años, junto a sus hermanos Larry y Travis. Cantaron Down The River Of Memories, un tema Country que le svalió ganar un premio en el concurso de la Feria de Lubbock.

A fines de los 40 formó, con su amigo Bob Montgomery, un dúo de Country y Bluegrass, llamándose Buddy & Bobo, con el que grabó sus primeros temas. Después de telonear a Elvis Presley, por allá en 1955, decide hacer Rocanrol de verdad. Se aleja de su socio y se pone a armar una banda. Incorporó al bajista Larry Welborn y al batero Jerry Allison. El sello Decca los firmó, pero Holly no quedó contento con los resultados de las primeras grabaciones. Decide abandonar decca y se pone en manos del productor Norman Petty. Graba el single That´ll Be The Day. Nacen The Crickets.

El éxito de este single fue avasallador. No sólo en los Estados Unidos, sino que al otro lado del Atlántico, en Inglaterra, lo que convirtió a Holly automáticamente en un ídolo. Llegaron las giras masivas y otros singles exitosos: Word Of Love, Peggy Sue, Everyday, Not Fade Away (para mí, quizás el tema con el mejor ritmo de todos los tiempos), Oh Boy, Rave On, It´s So Easy y Maybe Baby. The Cricets alcanzaron mucho más éxito en Inlgaterra que en EE.UU., y no tardaron en aparecer jovencitos preadolescentes versionando temas de The Crickets (un ejemplo: Johnny And The Moondogs, con John Lennon, Paul McCartney y George Harrison, grabaron That´ll Be The Day en una grabadora prestada). En 1957 aparece el LP The Crimping Crickets, compilando los singles del grupo.

En 1958 Holly graba un disco solista, Buddy Holly. Acá comienz aa alejarse d The Crickets y del productor Petty, en busca de nuevos horizontes musicales. Holly comienza a incorporar secciones de cuerdas en sus temas, tales como True Love Ways, Raining In My Heart y Moondreams. También se la arregló para producir las primeras grabaciones de un joven desconocido en esos días, Waylon Jennings. Holly lo incorporó como músico en su banda.

Las disputas contractuales y económicas con Petty lo pusieron en una situación financiera precaria. Se vio obligado a buscar muchas fechas en vivo para tratar de arreglar su situación.

El 3 de febrero de 1959 se unió a la gira Winter Dance Party, junto a nombres destacados de ese momento, como Ritchie Valens, The Big Bopper y Dion & The Belmonts. Después de actuar en Clear Lake, Iowa, Holly se sentía muy cansado y decidió arrendar una avioneta para tener más tiempo para descansar y estar más repuesto para la siguiente fecha de la gira, en Minnessotta. Lo acompañaron el joven Valens y Big Bopper.

En pleno invierno, las condiciones climáticas eran extremas. Había tormenta y nieve por todos lados. La avioneta sufrió un accidente aéreo. No hubo sobrevivientes.

La conmoción por la muerte de estos tres músicos fue enorme. En Inglaterra, su último single, It Doesn´t Matter Anymore, fue directo al número uno. Varios de sus fanáticos grabaron sus temas. The Hollies se puso su nombre en honor a Buddy. Don McLean dedicó su epopeya popular American Pie en honor a Holly, calificando ese 3 de febrero de 1959 como "el día en que murió la música".

Su legado no ha sido olvidado. A mediados de los 70, Paul McCartney compró el catálogo completo de las canciones de Holly a Norman Petty, y se ha encargado personalmente de mantener vigente, organizando cada cierto tiempo la Buddy Holly Week y relanzando su catálogo cada cierto tiempo.

The Beatles jamás hubiesen existido de no haber sido por Buddy Holly. Y eso es suficiente para que lo conozcamos y escuchemos.



Lunes 8 de agosto de 2005:

Seinfeld.

Recuerdo muy bien cada mañana de 1998. Con frío, con sueño, sin ganas de levantarme para un nuevo día de clases sin motivación alguna para mi existencia.

Estaba en cuarto medio, a punto de salir de esa etapa infernal que es la enseñanza Media acá en Chile. Y digo infernal porque me tocó demasiado difícil el último año de colegio. Más bien, casi toda la etapa escolar fue difícil para mí.

No conservo muchos amigos del Instituto Nacional. Deben ser como dos, y uno que pasó a ser pariente por la relación entre nuestros padres (padrinos y ahijados). Pero nada más que eso. Muchos de los rostros que pintaron esa época ya se han debilitado. Les perdí el rastro a casi todos. De seguro ya deben de estar egresando de sus carreras escogidas, o quizás en qué andan.

Creo que una de las pocas cosas que me mantenían contento en esos días eran las circunstancias de los primeros minutos de cada despertar. Vivo a pocas cuadras de donde queda mi ex-colegio, así que me iba caminando siempre. Si entraba a las ocho, estaba bien irme veinte minutos antes. Y por esas coincidencias de horario, cada mañana a las 7 am, en el canal Sony del cable, daban una serie fantástica.

¿Qué tenía de especial ese programa de TV? Aparentemente, no mucho. ¿De qué se trataba ese programa? De NADA.

¿NADA? ¿Cómo que de NADA? Eso mismo, de NADA. Simplemente, pones en situaciones absurdas a cuatro personajes que son amigos, y los dejas desenvolverse. Cualquier cosa puede ser tema. Lo importante es el cómo se desenvuelven estos seres extraños, que por ningún motivo puedo llamar humanos. Un ser humano "común y corriente" jamás reaccionaría como ellos. E insisto, no puede haber seres humanos como ellos.

-Jerry es un cómico medianamente conocido de Nueva York, obsesioando con el orden y la pulcritud, fanático de los cereales (los come a diario), incapaz de comprometerse en serio con nadie; su incapacidad de emocionarse de forma "madura" lo mantienen "joven" de mentalidad.

-George, su mejor amigo desde el colegio, es un ser tremendamente mentiroso, capaz de inventar las cosas más absurdas para no hacer nada, desde nombres falsos hasta ocupaciones inexistentes; también renuente a los compromisos, se espanta con la sola posibilidad de casarse, pues perdería todo ese ser complejo, atormentado y subvalorado que cree ser.

-Elaine fue alguna vez novia de Jerry, pero ahora son buenos amigos; una mujer totalmente histérica, y a la vez encantadora... de una manera bastante extraña; si bien busca todavía al príncipe azul, su histeria le impide establecer relaciones normales.

-Kramer es, sin lugar a dudas, el más extraño y desprejuiciado de este lote de cuatro "personas": nunca trabaja, siempre tiene dinero, le llueven las mujeres (aunque algunas sean tanto o más extrañas que él); siendo vecino de Jerry, se pasea por su departamento como si fuese de él, entrando impertinentemente en cada ocasión; es, asimismo, el más carismático del lote, y el que protagoniza las situaciones más absurdas que se puedan presentar.

¿He dicho algo después de los puntos de arriba? NADA. No he dicho ninguna cosa que se pueda considerar un "aporte". Sólo una descripción antojadiza y personal de los personajes principales de Seinfeld, la serie que hacía que sonriera cada mañana después de despertar a diario en ese último año de colegio. Por media hora, ese retrato delirante de la vida urbana (¿qué mejor que situarla en Nueva York?), ese absurdo relato sobre nuestros vicios cotidianos? El cómo un hecho tan trivial como perder la guía de la TV, el olvidar las llaves, el salir y equivocarse de lugar, todas cosas mínimas, pueden desencadenar situaciones fuera de lo común.

Ahora que lo pienso un poco mejor, Seinfeld mostraba la vida tal cual es... desde un punto de vista bastante extraño e innegablemente divertido. Un programa que fue mejorando con cada temporada que pasaba, y que terminó en su mejor momento. Tanto así, que su final de dos horas generó expectativa mundial. Lo transmitieron en directo para todo el mundo la noche de un Jueves 14 de mayo de 1998. El perfecto cierre para una comedia sobre la vida, sobre todo y nada a la vez.

Pasan los años y no me aburro cuando me topo con alguna repetición. En un momento, el verlos en el horario de las 11 de la noche se hizo un ejercicio sagrado. Pero no infinito. Son sólo 180 episodios de media hora, los que grabé en esa maratón de septiembre de 2003.Ahí están todos encapsulados para una revisión en cualquier momento. Aparte de las eternas repeticiones en el cable, que ya no son a las 7 de la mañana.

Se terminó ese 1998 tormentoso. Se terminaron las idas al colegio. Se terminó toda esa mala vibra de 8 de la mañana a 2 de la tarde. Pero no se terminaron las sonrisas después de cada capítulo de Seinfeld que dan y vuelven a dar.

¿Tienen algún capítulo preferido de Seinfeld?

Siempre lo hay. Y son varios los que puedo citar. Pero no lo haré. Prefiero que ustedes mismos se acuerden, y que la vean.



Viernes 5 de agosto de 2005:

Johnny Cash.

Johnny Cash era de esos viejos malditos de la música gringa; en algún momento, una leyenda viviente; un tipo que pasó por demasiadas cosas, cayó a lo más bajo de la miseria humana y se levantó para volver a vivir, todo en muy poco tiempo. Un intérprete como los hay pocos (más bien, como ya no los hay), con una voz profunda y sentida, de esas que pueden ser contradictoriamente depresivas y esperanzadoras.

¿Cómo es posible que muchas de sus interpretaciones sean capaces de llegar a lo más profundo del alma, sin siquiera estar hablando de romanticismo ni mundos preciosos? Muchas de las letras de Cash se relacionan con los mundos escondidos, las calles perdidas, la gente que no tiene ningún tipo de esperanza.. Cash hablaba para ellos. Tanto en lo que escribió como en las muchísimas canciones que versionó. Si Cash la tomaba, lo más probable es que esa canción se fuera para siempre de las manos de su autor original, y se uniera a la sombra del hombre de negro.

Cash partió su carrera a comienzos de los 50, tratando de hacerse un espacio en la escena Country de la época. En 1954 audicionó para Sam Phillips, el dueño de Sun Records. Lo que Cash tenía en mente era no cerrar sus posibilidades sólo con el Country, sino que incorporar elementos Gospel. Phillips dejó de lado esa propuesta y grabaron cortes Country junto a la banda que Cash había llegado. Así, su cuarto single grabado en Sun fue el tema que definió su carrera, I Walk The Line. Llegó al número uno de la Billboard, y se mantuvo rankeado por 43 semanas. Para 1957, Cash cumplió su sueño de tocar en la meca del Country de ese entonces, el Grand Ole Opry. En 1958 se cambia a Columbia Records, en busca de mayor libertad creativa.

La carrera de Cash crecía al comenzar los 60: aparecía dando presentaciones en los programas de TV más populares, ya contaba con clásicos del género con temas como Folsom Prison Blues, Ring Of Fire y Ballad Of Ira Hayes, por nombrar algunos. Su disco conceptual Bitter Tears and Ballads of the True West le ayudó a consolidar su prestigio en la escena Country, coronando todo con una presentación en el Newport Folk Festival.

Pero la vida personal de Cash no iba bien. El ritmo acelerado de 300 presentaciones al año le cobró su precio: su matrimonio entró en crisis y se hizo dependiente de los narcóticos para mantener el ritmo acelerado. En todo este tiempo, Cash fue el único miembro de la escena Folk en apoyar la evolución creativa de Bob Dylan. Se hicieron amigos.

Por 1967, Cash deja su adicción gracias a la ayuda de su amiga cantante, June Carter, y su familia. Se casaron en 1968 y retomó las ganas de rehacer su carrera. Grabó unas presentaciones en vivo, ya clásicas a estas alturas, en Folsom Prision (como su canción) y San Quentin, manteniendo la línea de apoyo a los marginados. En 1969 comienza su propio programa de TV, The Johnny Cash Show, con invitados de la talla de Bob Dylan, Neil Young, James Taylor, Stevie Wonder, Roy Orbison, etc.

Comenzando los 70, la carrera de Johnny Cash alcanzaba nuevos puntos altos. Vendía tantos discos como los grupos de Rock populares de la época, agotaba las localidades de sus shows, y seguía grabando y dando con letras y canciones que representaran a los oprimidos y olvidados, como en Man In Black, uno de los más emblemáticos temas de su carrera. A mitad de la década, publicó su autobiografía y decidió darle otra vuelta a su carrera, al comenzar a trabajar en versiones personales de composiciones del catálogo de canciones norteamericanas.

Para los 80, Cash ya es toda una institución de la música popular. Ingresa al Country Music Hall, y su contrato con Columbia no se renovó. A pesard e gozar de tanto prestigio, su música ya no era tan difundida como antes. Se cambia a Mercury Records. A comienzos de los 90 ingresa al Rock & Roll Hall Of Fame. Pero Cash sigue con las ganas de seguir experimentando en las grabaciones. Y se asocia con el productor Rick Rubin. La sociedad dio por frutos a un Cash rindiendo homenaje a los compositores de todos los tiempos. Recreando versiones de Tom Petty, Danzig, Nine Inch Nails, U2, Beatles, Simon & Garfunkel, Depeche Mode, y un largo etc, en los increibles discos American Recordings y Unchained.

En 1997, le diagnostican el mal de Parkinson. Nadie sabía si seguiría grabando. Y lanza Solitary Man en el 2000, de nuevo en la línea de tributo a contemporáneos e influenciados. Su último disco vendría a ser el hermoso American IV: The Man Comes Arround. Acá Cash graba Hurt, de Nine Inch Nails. Y la hace propia. Su letra cobran muevo significado con su voz profunda y madura. Una interpretación sentida, que lo puso de vuelta en el mapa popular, con un premio MTV por el video de Hurt. Pero Cash vio al ceremonia postrado en la cama de un hospital.

Y el Viernes 12 de septiembre de 2003 el mundo despertó con la triste noticia del fallecimiento de Johnny Cash, después de una larga lucha contra su enfermedad. Tenía 71 años. Y dejó una obra de casi 50 años de grabaciones.



Miércoles 3 de agosto de 2005:

The Beatles At Shea Stadium.

Después de su exitoso paso por Europa, con localidades agotadas en teatros y salones de París, Italia y España, debían cruzar el atlántico para realizar la tercera gira por tierras gringas.

Llegaron a los Estados Unidos el 13 de agosto de 1965, el mismo día en que Capitol records lanzó la edición norteamericana de la banda sonora de Help!. La gira los haría recorrer todo el país, tocando en Atlanta, Houston, Chicago, Minneapolis, Portland, San Diego, Los Angeles y San Francisco.

Al día siguiente, Sábado 14 de agosto, fueron a los estudios de CBS a ensayar para grabar una presentación en vivo para The Ed Sullivan Show. Ya en la noche, se grabó el programa. Tocaron seis canciones en dos tandas. La primera: I Feel Fine, I´m Down y Act Naturally. La segunda: Ticket To Ride, Yesterday y Help!. Hicieron el mismo set que en un show en Inglaterra, el Blackpool Night Out.

Donde realmente partiría la gira sería en el megaconcierto programado para el Domingo 15 de agosto en el Shea Stadium. Se había organizado un gran contingente policial para controlar la histeria de las muchísimas chicas que llegarían al estadio. Se agotaron las localidades, llegando a tener... 55.600 personas en un estadio!! Todo un récord en ese entonces para un concierto de música popular, además de ser el primer megaevento en estadios abiertos y grandes.

Había grandes expectativas puestas en la difusión de este evento. Brian Epstein coordinó todo un contingente de registro para la ocasión, situando cámaras por todo el estadio para registrar el concierto. Además, la prensa acompañó a The Beatles todo el día, con una docena de cámaras siguiéndolos en el trayecto del hotel al estadio.

En un principio, se quería hacer una entrada espectacular al recinto, con un helicóptero que aterrizara justo en el área de juego de la cancha. En lugar de eso, prefirieron combinar el viaje con helicóptero y autos.

El show tenía algunos números de soporte. Estaban King Curtis Band, Cannibal and the Headhunters, Brenda Holloway, The Young Rascals y Sound Incorporated tocando antes del show principal.

Finalmente, apareció el popular presentador Ed Sullivan. Él fue el encargado de presentar a The Beatles. "Damas y caballeros... honrados por su país, condecorados por su reina... y amados acá en Norteamérica... aquí están THE BEATLES!!!!". Y John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr salieron del sector de camarines en donde estaban esperando y recibieron la bienvenida más ruidosa y numerosa que hayan visto y escuchado.

Tocaron en poco más de media hora un set de doce canciones:

-Twist And Shout
-She's A Woman
-I Feel Fine
-Dizzy Miss Lizzy
-Ticket To Ride
-Everybody's Trying To Be My Baby
-Can't Buy Me Love
-Baby's In Black
-I Wanna Be Your Man
-A Hard Day's Night
-Help!
-I'm Down

EL momento del show fue, sin dudas, el cierre con I´m Down. Lennon, quien ya estaba tratando de alivianar los nervios de los demás con una actitud divertida, toca el teclado para el tema. Y se vale de codos y todos para hacer un show a-la Jerry Lee Lewis, a tal punto que Harrison no paraba de reir mientras intentaba tocar la guitarra. Terminaron el set, y de inmediato se subieron a la van de seguridad que los estaba esperando a un costado de la cancha.

Ninguno de los cuatro pudo escuchar lo que estaban tocando, ya que los tapaba el griterío de miles de chicas histéricas. John, Paul y George tenían que estar mirándose entre sí para ver en qué parte de la canción iban y tratar de sincronizarse; Ringo se vio perjudicado, ya que no pudo escuchar y ni siquiera ver a los demás para coordinarse.

La amplificación no fue la adecuada, pues sus equipos fueron amplificados por el sistema de audio del estadio, el que se usa para anunciar a los jugadores. Y, simplemente, no estaba preparado para amplificar un concierto.

Debido a que se había registrado en film para ser exhibido, el show debía estar en perfectas condiciones. Como la amplificación fue un desastre, y hubo demasiados errores involuntarios, se tuvo que recurrir a una post producción de sonido en los estudios CTS del centro de Londres. Ahí doblaron voces y tocaron algunos intrumentales que se perdían por el ruido:

-Paul grabó el bajo para Dizzy Miss LIzzy, Can´t Buy Me Love, Baby´s In Black y I´m Down.
-John grabó toda la parte del teclado de I´m Down.
-George Martin quería que tocasen de nuevo I Feel Fine y Help!, por lo que tuvieron que "reconstruirlas" completamente para encajar el sonido con la película.
-Para Act Naturally, Martin usó directamente la versión del disco.
-Por horarios, no alcanzaron a grabar de nuevo Twist And Shout, por lo que Martin tuvo que utilizar el registro del Holywood Bowl de esa misma gira.
-No se arreglaron She´s A Woman ni Everybody´s Trying To Be My Baby, ya que fueron excluidas de la versión final.

La película se estrenó por televisión el 1 de marzo de 1966. Aun hoy, a 40 años del concierto, conmueve el verla.


Martes 2 de agosto de 2005:

Brainwashed.

Recuerdo muy bien la primera vez que escuché un tema de este bellísimo disco el cual están viendo la portada en esta oportunidad: fue un miércoles de noviembre de 2002.

Estaba terminando la edición de ese día del programa La Cosa Nostra de radio Rock & Pop, cuando Carlos Costas anuncia el estreno del single del disco póstumo de George Harrison. La canción se llamaba Stuck Inside A Cloud. Y me maravilló escucharlo. Era parte de Brainwashed, el disco póstumo del Dark Horse, un disco que venia preparando desde hace mucho, un cancionero perfecto. Pero nos dejó antes de verlo terminado.

Sé que alabar un trabajo póstumo es una de las cosas más odiosas que se pueden hacer. La muerte martiriza al músico, y le da tintes casi de "intocable". Ejemplos hay varios, y no pretendo analizarlos ni discutirlos esta vez. Lo que sí puedo contar es lo maravilloso que es este pedazo de disco que es Brainwashed. Y en eso no hay nada de malo. Sobretodo cuando hay preciosa música de por medio.

El disco fue terminado por su hijo Dhani (quien se incorporó como músico completo a la labor del disco) y el productor Jeff Lynne, el fan-músico Nº 1 de The Beatles. Su trabajo con George venía de hace mucho. Produjo el Cloud 9, tocaron juntos en Traveling Wilburys y produjo el par de temas de The Beatles en los 90. Y su mano se nota en los 12 temas que trae Brainwashed. El sonido medio ELO, heredado de los ecos beatle, está presente en las doce canciones.

El disco en sí es una muestra de la compleja personalidad del Dark Horse. Es uno de los trabajos más melódicos que nos haya dado Harrison. Parte con una canción que ya habíamos escuchado por ahí en 1997, en un programa que dieron en VH1. Any Road, que suena bastante a lo que hacía con sus socios en Traveling Wilburys. Le sigue Vatican Blues (Last Saturday Night), con una filosísima letra, criticando los vicios del Vaticano y la iglesia católica. Después llega Pisces Fish, un precioso tema con idem letra, que habla de contradicciones y ficción.

En Looking For My Life da cuenta de su eterna búsqueda de vida espiritual, en una hermosa melodía. Y en Rising Sun es donde más se asoma el motivo principal de la lírica de Harrison; el comenzar una vida nueva, mediante la búsqueda espiritual, criticando al mundo material que nos ha hecho olvidarnos de la importancia de la madre naturaleza, y al hecho de que todo lo vemos desde alguna ventana, todo es virtual y simulado. George hace bastante tiempo que había adoptado una forma de vida que lo alejaba de este mundo material, sintiéndose muchas veces como no perteneciente. Y justo llega otro de esos momentos preciosos (que los hay demasiados ene ste disco), el instrumental Marwa Blues, que musicaliza perfectamente toda la mística espiritual que rodea al disco.

Stuck Inside A Cloud, esa primera canción que escuché de este disco, tiene los elementos más reconocibles de la música de George: guitarras acústicas y de doce cuerdas, slide, y bella melodía... aunque tiende a palidecer un poco frente a otros temas de este mismo disco, aunque es el favorito de su hijo Dhani. Le sigue Run So Far, un tema que podría haber estado perfectamente en el Cloud 9; lograda melodía, letra discreta, sin muchas pretensiones, pero precisa en lograr crear atmósfera. En la misma línea está Never Get Over You, pero ésta tiene una letra melancólica que da un toque distinto a la melodía cristalina que lo acompaña.

Después llega uno de mis momentos favoritos en el disco. George armando un poderoso tema... con sólo un ukelele. Harrison lo tocaba todo el tiempo, lo llevaba a todas partes, tocaba de todo ahí. A la primera escuchada de Between The Devil And The Deep Blue Sea se nota eso; una tonada ultra retro, con mucho de vaudeville de los 20 ahí, más una inquietante letra... ¿qué más se puede pedir? Sólo sentarse a disfrutar.

Pero todavía quedan un par de temas en el Brainwashed. En Rocking Chair In Hawai se respiran unas vacaciones de ensueño, alejado de todo el mundanal ruido, en una isla, sin importar que el de al lado lo comprenda. El disco cierra con el nombre del tema que le da título, Brainwashed. Y acá es donde George luce de nuevo esa letra que se torna filosa y ácida parra criticar nuestros vicios. Acá hay crítica a todo. Ya no nos queda una vida por vivir, debido al lavado de cerebro que nos hacen en el colegio, en los medios, en la economía. Herramientas de control que hemos creado nosotros mismos, que nos impiden llegar a lo que de verdad importa: la realización personal, familiar y espiritual. Y George se despide con oración hindú al final, en un coda que hay que escuchar con mucha atención.

Doce temas que no son necesariamente lo mejor de la discografía de Harrison, pero que al menos nos muestra que el Dark Horse gozaba de creatividad y buenas ideas al momento de su partida.

Un amigo puso en su guitarra una calcomanía de Dark Horse Records. Y George sigue vivo ahí, en la música que nos dejó para escuchar, tocar y compartir.



Lunes 1 de agosto de 2005:

Charlie And the Chocolate Factory.

Siempre que llegan las vacaciones, las salas de cine se inundan con películas infantiles. De animación, dibujos animados o de temáticas para menores, las salas se llenan con niños llevados por sus padres a ver todas estas películas. Basta con caminar por el centro en vacaciones y comprobar por cuenta propia lo que les digo.

De hecho, todos nosotros fuimos mucho al cine cuando éramos niños. Nuestros papás nos solían llevar y hacer la larga fila para entrar a una sala y ver una película para niños. Casi de inmediato, se vienen hermosos recuerdos a la mente. Mis papás nos llevaban harto al cine a mi hermana y a mí. Con dos años y medio de diferencia, nos han criado casi como si fuésemos mellizos, sin diferencias de ningún tipo. Por lo mismo, nos llevaban a todos lados: cine, juegos, parques, plazas.

Exponerse a Charlie And The Chocolate Factory (Charlie y la Fábrica de Chocolate... que literal la traducción para nuestras tierras :p) debe ser uno de lo ejercicios más espectaculares por estos días. Es de ese tipo de películas que quiero que todo el mundo vea. Una película infantil.

¿Una película infantil? Sí, una película infantil, pero que no lo es tanto. Todo gracias a la perfecta labor de Tim Burton en la adaptación del libro de Roald Dahl. Burton apostó por la adaptación precisa de todos los pasajes de este genial cuento lleno de referencias a los vicios cada vez más habituales de la humanidad. Burton desarrolla un increíble relato, una hermosa historia y una entretenida película de casi dos horas de duración. Dos horas que, en sus manos, parecieran diez minutos. Así de rápido se va el tiempo.

Ya todos conocemos la historia, gracias al libro y a la película de 1971, Willy Wonka And The Chcolate Factory, la clásica versión protagonizada por Gen Wilder, que creó su propio culto. Willy Wonka, excéntrico dueño de una fábrica de chocolates (un impecable Johnny Depp), abre las puertas de su fábrica para invitar a cinco niños que poseen el "ticket mágico". Charlie es uno de ellos: un niño bueno de verdad, y pobre. Cuda de sus abuelos junto a sus padres y que fantasea con la idea de poder llegar alguna vez a conocer a Willy Wonka y entrar a la fábrica de chocolate. Los otros cuatro, representan todos los vicios de nuestros días: Augusto, un hambre insaciable; Veruca Salt, una niña malcriada, que siempre exige que se cumplan sus deseos; Violeta, la competitividad llevada al extremo; Mike TV, el ejemplo de todos esos "tweens", los niños que creen sabérselas todas por dominar la tecnología. Sus padres son las extensiones de esas conductas, pero en la vida adulta. Charle, en cambio, se acompaña de su abuelo, quien había trabajado en la fábrica

Dentro de todo el lote, Charlie es el que crea simpatía con el espectador: un niño que no ha perdido la capacidad de asombro ni la fascinación por la imaginación, como les pasa a los otros cuatro.

Willy Wonka hace funcionar su fábrica con el trabajo de los oompa loopmas. Ellos también son los encargado de divertidísimos números musicales, que aluden a los niños que están visitando la fábrica. Y hasta ahí nomás les cuento. La idea es que vayan a ver la película.

Mención aparte merece la genial caracterización que hace Johnny Depp de Willy Wonka. Depp logra crear un personaje ambiguo, un excéntrico adulto con mente de niño. Como una especie de Michael Jackson, sin toda esa nuve de pedofilia que lo envuelve. Depp da en el clavo con ese niño grande que es Willy Wonka. Una interpretación extraña, como la que hizo de Hunter Thompson o Ed Wood. Depp se agrega otro crédito más gracias a su Willy Wonka del siglo XXI.

Tim Burton logra darle su sello personal a esta hermosa historia. Una vez más, y de manera sutil, plasma el conflicto padre-hijo en los personajes principales. Como manteniendo la línea de Big Fish, Burton crea un onírico espectáculo visual. Acá los colores son intensos, como las golosinas de niños. La fotografía es espectacular, dando el toque de fantasía necesario para que toda la historia se vaya desarrollando.

Y como toda buena película infantil, Charlie And The Chocolate Factory lleva moraleja: la originalidad y la imaginación son las cosas más importantes. La copia de ideas lleva a la monotonía y a las cosas mal hechas, a todo lo falso que suelen ser los productos y pensamientos "en serie" (¿o "en serio"? es casi lo mismo).

Es sano mantener la capacidad de asombro de cuando éramos niños. No hay que perder la costumbre de leer y maravillarse y volverse a maravillar con esas historias preciosas. De ahí podemos sacar varias lecciones.

Fue toda una experiencia el haber ido a disfrutar esta película al cine. La sala estaba llena. Quizás deberá ir a verla de nuevo, esta vez con mi hermana y mis papás, como en los tiempos en que nos llevaban al cine.

5 comentarios:

bitxuverinosa dijo...

oooooh, mis dos artistas favoritos, Tom Waits y Buddy Holly, en mismo mensaje.

Si desea usted seguirle la pista al escurridizo Tom Waits, puede usted hacerlo en la Máquina de Huesos:

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En lo de Buddy Holly ya no voy a poder ayudarle. Lo paranormal queda fuera de mi jurisdicción amigo.

Anónimo dijo...

Me encanta este Blog, desde luego son todos mis artistas preferidos. me encanta que alguien se acuerde de Woodstock y la revolución hippye y lo mismo con Buddy Holly,mi artista roquer predilecto. Desde España saludos y ánimos con este Blog, de lo mejorcito que vi en mucho tiempo.

Keruac(Jordy)
Saludos.

Anónimo dijo...

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