miércoles, diciembre 06, 2006

Sobre la creatividad (o la falta de ella) y Mónica Bellucci.


El calor atonta la cabeza. Siendo las cuatro de la tarde, el cráneo se siente explotar. No hay mucho por hacer, salvo ir revisando la modesta colección personal de películas. Por los rayos catódicos de la tele se filtran imágenes que ya he visto más de una vez. Algunos diálogos los puedo citar, y otros los puedo recordar vagamente. Mejor me consigo un ventilador para la pieza, uno de esos pequeños, que no abultan mucho.

Mi creatividad es prácticamente nula. Mi primo/hermano/amigo, con su honestidad brutal habitual, me lo recuerda cuando estamos hablando. Debe ser de las pocas personas que me dice las cosas cruditas. Sin anestesia. Creo que nunca me ha felicitado por nada. Menos lo va a hacer cuando ve que yo no hago absolutamente nada con mis ideas. “Tu contexto te ha impedido ser creativo”, sentencia con la tranquilidad del que sabe que tiene la razón y que no lo pueden contradecir. Por más argumentos que presente, sé que está en lo correcto. Mejor que cuelgue el teléfono. El servicio es bastante caro como para estar escuchando cosas que nos e quieren escuchar.

Vuelvo a la pieza. En una de esas, me puedo quedar dormido. Como que necesito recuperar el sueño. Durmiendo a ratos por exámenes, pruebas y trabajos no le hace bien a mi gastado cuerpo de 25 años. Después de la experiencia de estar ocupado de Lunes a Domingo en lo de la grabación del disco y las clases, le tomé el valor al descanso y al, literalmente, no hacer nada. Mirar al techo, al horizonte o a un punto fijo se han vuelto wenos viajes temporales. No subestimen el tiempo de la nada.

Escuchar a la hermosa Joni Mitchell y su Both Sides Now me calma por unos momentos. ¿Podré crear algo a partir de eso? No lo sé. Pero se siente rico el escucharla, como si me estuviera susurrando con esos tonos altos a los que llega con facilidad. Ella es una de esas musas inspiradoras de las que hablé una vez por este mismo medio. ¡Ahora sí que haré algo! Pero nada sale de mi abultada cabeza, salvo el acordarme de algunos acordes que ella hace y del hecho de que está en la banda sonora de mi película favorita, Almost Famous.

¿Es dañino para la creatividad el ser tan busquilla? Creo que sí. Y debería funcionar de manera opuesta. Pero creo que tanto dato, tanta memoria, tanta weá en la mente como que no va ayudando en el proceso de encontrar tu propia voz y tu propia identidad. Me acuerdo que Paul McCartney se refirió a eso en alguna oportunidad, de la dicha de no saber de teoría musical, que le gusta maravillarse como cabro chico en todo momento. O la sencillez abrumadora del viejo y querido Neil Young, cuando conversaba con Jim Jarmush, mientras filmaban varios momentos de la gira con los Crazy Horse en 1996. Si Jim Jarmush salía con algo muy intelectual, Neil Young lo bajaba a sus términos, a lo más elemental, a la tierra misma. Uno se eleva, y el otro le recuerda que las cosas simples se hacen medir. Eso me deja contento y saco el DVD del Year Of The Horse del equipo.

Me acuerdo de Irreversible, esa película de mierda. Le digo así porque el directror, Gaspar Noé, recurre a lo más crudo y lo más maldito de nuestra condición de humanos para mostrarnos violentamente cómo realmente somos o, mejor dicho, de lo que somos capaces. Tanta crueldad, tanto sufrimiento, tanto dolor. Y lo peor de todo es que pasa. Lo que más duele ver es la horrible escena donde vemos a la increíblemente hermosa Mónica Bellucci tendida en el piso, en medio de un túnel de mala muerte, siendo atacada por un hijo de puta que la golpea y la viola. La escena es larga y te puede dejar con pesadillas. Ya no hay límites para mostrar el dolor en pantalla. Cada vez más “realista”.

Mónica Bellucci consume mis pensamientos. Es como una tía joven (la mujer tiene unos muy bien llevados 42 años), de esas de las que uno estuvo perdidamente enamorado en la preadolescencia. De esas tías que te van enseñando más de una cosa con tan solo su presencia. Pero Mónica Bellucci es inalcanzable. Es una diosa. Una diosa del olimpo, que no va a bajar de ahí porque un no creativo de 25 años se lo exija.

Ella me encanta, me cautiva. Es una de esas musas. Bastante lejana, eso sí. Hay otras musas que tengo que son más cercanas, chicas que conozco. A más de una se lo he dicho. Y se siente bien el decírselos. Podrían intentarlo. Pero decírselo a Mónica Bellucci cae dentro de lo platónico y lo totalmente improbable.

Pero sí sé que su sola presencia espiritual me ha motivado a escribir esta sarta de estupideces. Es un paso que sea. No puedo tocar guitarra a esta hora porque es re tarde y puedo molestar a mi gente acá, que intenta dormir mientras tecleo

¿Será creatividad? Ni idea. Pero es un intento, un pequeño paso que se da a estas horas en que el sol ya se escondió hace rato, pero que el calor sigue presente. Al lado la Kitty se estira en el sillón. La gata rollinga ni se preocupa de todo este rollo de la creatividad. Duerme con una sonrisa en el rostro.

Quiero hacer un dúo musical con una chica, en la onda de Johnny Cash y June Carter, de Gram Parsons y Emmylou Harris. Quizás ahí la creatividad fluya. Lo intentaré, al menos.

Mónica Bellucci me inspira. ¿A alguien más? No soy uno, sino mil. Recuérdenlo.

2 comentarios:

Deskalibraciones dijo...

la creatividad, en algunos kasos se desarrolla, alguna experiencia la puede desatar, hay que explorar y abrir la mente no mas, salirse del cubito encerrador y liberarse,

para mi recien ahi nace la creatividad.

saludos!!!!

ahi te ves !!!



xausito baby!

Anónimo dijo...

La creatividad y Mónica Bellucci: dos grandes temas, sin duda.
uta compadre Héctor, qué ganas de darle una receta para el éxito y para lograr la creatividad... pero si yo la tuviera, ya sabes, no estaría a acá.

Saludos y siga buscando. Algo encontrará por ahí.