viernes, julio 21, 2006

Inside Deep Throat.


¿Se acuerdan de ese sketch de Plan Z, donde Rafael Gumucio hacía de un padre que le habla a su hijo de educación sexual? Le pasa una cinta de video vieja, con la película Deep Throat (Garganta Profunda, como todos la conocemos en el habla hispana), diciéndole que era un clásico y que había aprendido mucho de ahí.

¿Quién no ubica este verdadero clásico del cine triple X, sobre el cual se creó un montón de mitología? Dirigida por Gerard "Jerry" Damiano, quien cambió el negocio de peluquería por el de la realización de películas triple X, Deep Throat se centraba en una idea descabellada: el clítoris estaría en la garganta. Protagonizada pro Linda Lovelace y Harry Reems, Deep Throat se transformó en todo un fenómeno de masas en 1972, llevando al porno a las salas de cine regulares y generando un nuevo concepto, el "porno chic". Una vez que la película empezó a captar la atención del público a nivel nacional gracias en parte a las críticas en publicaciones como Variety y un artículo en The New York Times, a las menciones de todo el mundo desde Johnny Carson hasta respetados periodistas y a un aparente poder “de visión obligada” que atrajo a la alta sociedad y a las celebridades a los cines, Deep Throat consiguió más de lo que pretendía cuando se convirtió en el objetivo del intento de los políticos por limpiar lo que ellos consideraban como la marea de mugre que los 60 y los 70 habían arrastrado hacia las costas de Norteamérica.


El productor Brian Grazer tuvo la idea de hacer una película sobre Deep Throat y, en particular, sobre la vida de su protagonista, Linda Lovelace. Lamentablemente, Linda murió en un accidente automovilístico en el 2002, y dejó más interrogantes que certezas sobre su vida. Grazer todavía quería abordar el entorno de Deep Throat y decidió elaborar un documental sobre el fenómeno sociológico que involucró una película porno que, a modo de ejemplo, costó apenas 25 mil dólares el realizarla, pero que generó unos 600 millones de dólares a nivel mundial, siendo la película más rentable de toda la historia.


Es así como nace el documental Inside Deep Throat, dirigido por Fenton Bailey y Randy Barbato, los realizadores del galardonado documental The Eyes of Tammy Faye, y responsables de algunas de las entregas de Shock Video de HBO. Originalmente, iba a ser una película de ficción pero, tras la muerte de Linda Lovelace, se decidió hacer el documental. Después de más de 800 horas de material de entrevistas, se encontró la historia que debía contarse: el cisma socio-cultural que se originó tras Deep Throat. Como obra cinematográfica, no tiene casi valor alguno; a nivel estético, dista bastante de lo considerado de un estándar aceptable en nuestros días. Sin embargo, la interpretación entre líneas de Deep Throat fue, sin lugar a dudas, la liberación en todos los niveles.


El documental da cuenta de muchas cosas: la realización del filme, con Damiano dandod etalles sobre las locaciones y otras yerbas; el polémico primer período de estreno en Nueva York; la persecución por parte del gobierno de Nixon que, a la larga, fue la mejor publicidad que la película pudiera haber tenido; la censura y prohibición en los Estados Unidos; las acciones legales en contra de los involucrados, derivando en un juicio hacia Harry Reems; las consecuencias de este cisma socio cultural en la industria, etc.

No es casual que la voz en off que nos conduce a lo largo de este argumentado y lúdico estudio socio-político-industrial sobre la película que inaugurará el porno chic sea la de Dennis Hopper. Recordemos que Hopper fue uno de los protagonistas enloquecidos de aquella breve quimera de creatividad vivida en la industria cinematográfica e iniciada precisamente con Easy Rider, en 1969, su opera prima como director. Por tanto, el narrador del documental fue testigo directo de la polémica levantada en torno a Deep Throat.

Además, dado el talante radical de Hopper en la época, el espectador queda avisado de su posicionamiento, pese al tono aparentemente neutro que utiliza para narrar, si bien es cierto que desprende cierta ironía en sus comentarios, sobre todo cuando se refiere a determinados acontecimientos políticos y decisiones tomadas por la administración de Richard Nixon. Por ejemplo, el informe científico que se mandó realizar para demostrar la nocividad de la pornografía en la mente humana y que posteriormente fue rechazado al no coincidir con el veredicto dictado previa-mente por el gobierno. No resulta difícil hallar el paralelismo entre estas actitudes y las tomadas por Bush respecto a las armas químicas en Irak.


Viendo el entorno actual de gringolandia, con la mitad de la población cada vez más puritana y engañada por una administración que abusa de sus condiciones, la historia que narra el documental podría haber ocurrido perfectamente en estos años. Pareciera que, a grandes rasgos, nada ha cambiado desde 1972. Incide Deep Trota nos muestra cómo hemos y no hemos cambiado en nuestras percepciones y moral. Al parecer, la historia siempre se repite.

Estamos frente a un documental excelente y totalmente recomendable. Véanlo cuanto antes.

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