viernes, marzo 23, 2007

Live At Massey Hall.


Hace prácticamente cuatro años atrás, cuando tenía 22 y me preguntaba qué hacer, me llegó una encomienda de Australia. Contenía unos 4 vecedés de Neil Young. Tres de ellos conformaban la “Video Anthology 1967-1973” y el cuarto era (siempre) maravilloso Yesteryear Of The Horse. De los vecedés de la anthology de videos, el tercer disco traía un gran e invaluable material de archivo: un documental alemán llamado Swing In Mit Neil Young, con entrevistas a un joven canadiense que recién se había comprado un rancho en California, la tierra que eligió como hogar en la vida adulta, mezclado con presentaciones en vivo.

Este desgarbado, pelilargo y patilludo personaje se sentaba encorvado en esa silla, como encogiéndose para tomar la guitarra de palo y sacar fuerzas de fragilidad. También se sentaba, igual de encogido, al piano, y se afirmaba de las teclas para no caerse. Al menos. Así se veía en esas increíbles imágenes de archivo. Una época única en la carrera del, en ese período (comienzos de 1971), ascendente Neil Young. Ese período de tiempo es el que encapsula el recién aparecido “nuevo” disco del viejo y querido neil, Live At Massey Hall.


Lo de “nuevo” es, obvio, porque pertenece a la laaaaargamente esperada ediciónd e los Archives, que partieron a fines de octubre del año pasado, con la edición del Live At The Fillmore East con los Crazy Horse. Ese era el Volume 2 (:O) de los Archives. El Live At Massey Hall vendría a ser el Volume 3. Ya lo saben. Neil Young es bastante díscolo con respecto a su obra. No es de extrañar que siempre se deja algo guardado por ahí para sorprender. El mismo tipo de 60 años que lanzó uno de los mejores discos de protesta de la década (por no decir el único: Living With War) revisa su historia y nos da esta pincelada de sentimiento, fibra, vibra, pasión, fragilidad y confesión por el que pasaba previo a la grabación de su disco clásico Harvest.

Neil Young tiene la periódica costumbre de ir estrenando sus canciones en los shows en vivo. Es un riesgo grande el tomar la aparentemente impopular decisión de no interpretar los “calados” para la gente y mostrar sólo lo nuevo, pero Neil Young nos enseñó que hay que hacerlo nomás, si uno cree que debe hacerlo. Nada de dudas, sólo fe. Y la necesidad de ir contando historias y sacarlas de tu sistema y tu propio mundo. Es ahí cuando dejan de ser tuyas y son de todos. Y suenan majestuosas en un salón como el Massey, en el Canadá que vio nacer al canadiense más gringo de la historia reciente, junto con casi todos los de The Band.

El trailer del DVD de la edición de lujo del disco...


Me imagino el salón Massey llenísimo (un teatro, con butacas, mucho orden y una solemnidad casi de dramaturgia si se quiere. Los aplausos fuertes del respetable que repleta el lugar y os primeros movimientos de la hermosa On The Way Home le dan el vamos al viaje que el viejo y querido Neil Young hace por sus emociones y su realidad de comienzos de 1971. Ese Tell Me Why que le sigue es capaz de quebrar corazones con esa duda que plantea sobre los principios. Y hasta ahí las conocidas por al genet ene se entonces, pues el joven y recién pudiente Neil Young nos cuenta que se compró un rancho en el que vivía un capataz de 70 años llamado Louis; le escribió, dice, una canción llamada Old Man, donde su voz de barítono frágil pareciera quebrarse a más no poder en el coro.

Old Man, en el Massey Hall...


El piano es un escudo. Más bien, como un viejo Cadillac, de esos que Neil gusta coleccionar a Neil Young. Y en el piano se sube para rendirle homenaje a su Canadá natal en Journey Through The Past y otra nueva, Love In Mind, que casi hace que me salgan algunas lágrimas cuando la iba escuchando hoy camino al trabajo. Creo que nadie puede interpretar de manera tan sencilla el estar enamorado como lo hace el viejo y querido Neil Young: sin cursilería barata ni recursos ridículos, sino que con la verdad y una honestidad brutal que tanto hace falta en estos tiempos fríos e insensibles.

Su interés por lo fílmico queda plasmado, al menos en idea, en la monumental A Man Needs A Maid, que en videos de archivo hemos visto en sesión con orquesta; acá, sólo con el piano y su voz recogida por micrófonos y llenando el espacio del salón. Una conocida de 1969 (la épica Cowgirl In the Sand acá simplificada a la guitarra afinada en Re) da paso a varias nuevas: The Needle And The Damage Done (que, secretamente, la dedica a su amigo de Crazy Horse Danny Whitten, cada vez más sumido en la heroína que finalmente le quitaría la vida), la hermosa Bad Fog Of Loneliness (que iba a esternar en el Johnny Cash Show meses antes de bajarse) y la incendiaria Ohio (esta, con solo la guitarra de palo, sigue siendo igual de incendiaria que al garbada con sus compadres de Crosby, Stills & Nash en CSNY) van completando un cuadro espontáneo que se arma en el lugar.

Ohio, a pura guitarra de palo...


Una de mis favoritas es la cristalina See Teh Sky About To Rain, donde un hecho tan cotidiano queda convertido en un acontecimiento hermoso y nuevo. El set termina y al gente lo sigue pidiendo. Neil vuelve para darles Down By The River, su marca registrada junto a Crazy Horse esta vez con la de palo, como ha sido la tónica de toda la jornada. La invitación a participar se extiende en Dance Dance Dance (es notable escuchar esas palmas de la gente haciéndole el ritmo y a Neil celebrarlo y pedir más de ellas) y el show tiene que terminar.

Pero no, queda una más. Una con las que empezó su historia en el período junto a Buffalo Springfield, la inmortal I Am A Child, que acá suena tan limpia y etérea como pocas veces. Un cierre de lujo para un show que nunca vi en directo, pero que pude ir recreando en mi mente mientras lo escuchaba una y otra vez. Un hermoso set, donde sólo está la voz, la guitarra y el piano. No se necesita más para compartir tu experiencia de vida con la gente y eso Neil Young lo sabe desde siempre. Y lo cristaliza en este Live At Massey Hall, que ya está ahí, en mis discos de cabecera.

1 comentario:

noesmasqueblabla dijo...

Encuentro como tétrica la primera foto... no sé por qué...