domingo, marzo 11, 2007

Sobre Fother Muckers en Beauchef y la facultad de Injeniería.


Después de 303 entregas (por si nadie se acuerda, celebré las 300 subidas de textos en este espacio hace, precisamente, tres ocasiones atrás), me he dado cuenta de que subo cada vez menos. Y, como no es la primera vez que lo menciono, no lo reiteraré ahora. Para eso están las otras ediciones, claro está.

La foto que subí ahora es de fines de junio de 2005, en el único set acústico solo que, hasta ahora, he hecho en mi vida: abriendo la jornada de café concert de nuestra facultad, a modo de celebrar el fin de semestre, en el teatro Arte Bohemio. Con harmónica al cuello y la guitarra que prestó el wen Diego Cruzat. Hice como 3 o 4 canciones más nervioso que la cresta, pero creo que salí bien parado de la situación. Esa jornada la cerrábamos Fother Muckers, y era nuestra segunda presentación como grupo y la primera en que estrenábamos las primeras 2 canciones que tuvimos: Hector y Ya Veremos.

Aprovecho para hacer un “brieffing” sobre el show que Fother Muckers hicimos en Beaucfef. El primer show de regreso al ruedo en vivo fue en una fiesta universitaria para darle la bienvenida a los nuevos que estaban entrando esta semana. La “fiesta mechona”, como se le suele decir en todos lados por acá. La instancia para seguir en ánimo de pachanga y fiestota que ya se empezó con el brutal pero tradicional mechoneo, ese mismo que todos vivimos en alguna oportunidad en nuestras vidas.

Para mí, volver a Beauchef es rarísimo y les explicaré de inmediato el porqué. Yo salí de un cuarto medio matemático del Instituto Nacional, el colegio que garantiza que los inseguros adolescentes (que cuando niños fueron, según las notas de sus libretas de notas, los mejores de sus colegios) entren a la universidad sin problemas y asegurando en parte un futuro esplendor, ser emprendedor y digno dentro de lo que dicta el libro no escrito del “deber ser”. En lo que a los cuartos medios se refiere, el objetivo es uno solo: entrar a Ingeniería Civil Plan Común en la Universidad de Chile.

La formación en esos cuatro años de media, particularmente en los dos últimos (cuando ya estás en el área que elegiste sin pensarlo mucho en verdad), mete en los objetivos a corto plazo esa meta de llegar a estar en la Chile. Y, si no lo logras, el sentimiento de fracaso se apodera de tu ser, sintiendo prácticamente una caída al vacío, una incertidumbre y ganas de que el mundo pare. Si no tienes el puntaje que todo el mundo (incluido tú mismo) espera, pueden pasar todas esas cosas. Lo sé muy bien porque a mí me pasó en enero de 1999, cuando recibí los puntajes de la primera vez que di la PAA (se me cayó el carnet heavymente :P). Me iba bien, pero no a nivel de genio “top of the line” del colegio (menos mal… tenía vida :p), había ido a uno de esos cursos de verano en Beauchef que hacen para los que pasan a cuarto medio y ya me había hecho a la idea. Sin embargo, el destino me tenía preparadas otras cosas que sólo fui sabiendo con los años de errores y de vida.

Por eso fue tan raro volver a ir a ese lugar al que yo, en algún momento, pensé que iba a ir durante 6 o 7 años de mi vida. Volver a ese lugar fue raro, pues estaba volviendo no como un proyecto de estudiante de Ingeniería (así, con “j”, como lo pusieron en la lápida de la puerta de entrada :p), sino que tocando en un grupo de rocanrol para una fiesta de bienvenida a los nuevos que entran ahora, y en un plano completamente distinto al de los 17-18 años. Y volver para, más encima, dar un wen show, de esos para convencer al público deseoso sólo de webeo y más webeo. Un ambiente nada propicio para una banda de rocanrol, pero es precisamente en esos donde uno va probando de verdad el show. No ante audiencias controladas y seguras, sino que en partes donde nadie tiene idea de quién mierda eres.

Tocar ahí fue como todo festival acá en Chile es. Público muy difícil, que sólo quiere que lo complazcan con cosas fáciles. Algo esperado, por cierto. Imagínense a cientos de weones que, lo más probable, es que nunca han tenido contacto cotidiano con mujeres. Y mucho menos en la habitualidad de los salones de Beachuef. Esos cabros aprovechan cada oportunidad como vampiros en la noche, ávidos de conseguir algo entre la pachanga, el reaggeton, el webeo y las consignas de alianzas o lo que sea en que se organicen. Como pueden ver, nada propicio para que escuchen rocanrol.

Pero el rocanrol, en espíritu, sana todas las heridas con fuerza. Y nos tocó salir a eso de la 1 am, cuando ya habían jugado bastante eligiendo reina y pedían con fuerza música para sacarlas a bailar. Un grupo de rocanrol no tiene mucho que hacer ahí, pero igual salimos. Hicimos un set de algo más de media hora, donde tocamos puras “caladas” y un cover. Powderfinger sonó más poderosa y mejor que nunca, fácilmente es la mejor versión del himno de Neil Young que hemos hecho en este par de años desde que nos juntamos con los cabros a ver qué salía. No sé si fue por las circunstancias, por el fiato que tenemos tocando o por las coincidencias cósmicas que tanto citaba Jimmy Page para hablar de Led Zep. Yo creo que fue todo eso en conjunto.

Neil Young & Crazy Horse haciendo Powderfinger, del Weld...


Y pensar que tenía que estar temprano en la pega el Sábado en la mañana! Necesito dormir un poco más para recuperarme. Y si quiere ver cómo son los Fother Muckers en vivo, vaya a verlos este Jueves 15 de marzo a El Living del Cien Arte Alameda, a las 23:30 hrs. La entrada está a 1.500 preventa en la boletería del mismo cine, y a 2 lukas el mismo día. No se lo pierda.

1 comentario:

noesmasqueblabla dijo...

Supongo que nos veremos mañana, Héctor Unplugged...