sábado, marzo 31, 2007

Sobre el Jueves, la mediatización y el uso de nuestras calles.


El Jueves recién pasado tuve mi primera tarde libre desde que empecé a trabajar. No porque me la haya merecido ni me la hayan dado dentro de un plano normal, sino por las circunstancias en la que estaba sumergido nuestro nublado Santiago de día Jueves 29 de marzo, fecha en la que se conmemora el Día del Joven Combatiente.

Sabemos que siempre hay problemas y disturbios en la vía pública por la conmemoración que se hace en memoria de los hermanos Vergara, asesinados por la fuerza policial hace ya 22 años. Sabemos que siempre habrá barricadas en la periferia, al igual que para cada 11 de septiembre. Y sabemos también que es una fecha delicada que nos debe llevar al recogimiento y la reflexión más que al caos y al desorden. Sin embargo, es nunca pasa. No porque sea así y no podamos frenarlo, sino que precisamente por no hacer nada al respecto y escudarnos en un miedo innecesario.

Ya se veía venir, según lo que iba a pareciendo en todos los medios desde que se inició la semana. El stress general por el Transantiago tiene a toda la ciudad con los nervios de punta, sacando lo peor de cada uno de nosotros al momento de reaccionar frente a dilemas tan cotidianos como la espera para un bus. Las amenazas de movilizaciones para manifestar este descontento. Las medidas de “precaución” de las casas universitarias, al llamar a la suspensión de clases para ese Jueves. El constante bombeo mediático de violencia y desesperanza. Si ponen todos esos ingredientes en una juguera, de seguro trae como resultado un clima nada de auspicioso para poder moverse por las calles de manera normal.

Todo ese clima previo tuvo su vergonzoso punto álgido en lo que pasó en la Usach en el par de días previos al Jueves. El rector de la Universidad de Santiago, faltando a todo el respeto que debe tener por sus propios estudiantes (a los que supuestamente debe respaldar y guiar, según dicta el sentido común :p) permitió que Carabineros allanara todas las dependencias de la universidad y}e incautara todo lo que encontraran “sospechoso”. Con eso en mente, todos aquellos químicos que los estudiantes de la Facultad de Ciencias Químicas son considerados material peligroso. Y los viejos machetes, que en realidad estaba usando un grupo de danza africana para un montaje en progreso, es para ellos armas de peligro en manos de terroristas. Sin duda, lo más indigno que he visto en mucho tiempo es a una cabeza de una institución ponerse en contra de aquellos que debe guiar y orientar. Parecía el papá de un cabrito que le pillaron marihuana en los bolsillos de su pantalón sucio y lo tacharan de vicioso, drogadicto y basura humana, sin siquiera preguntarse cómo llegó ahí y porqué estaba ahí. Es más fácil tachar con etiquetas convenientes para la conciencia paranoica que enfrentar el problema, si lo hubiese. Gente así no debiera nunca dormir con la conciencia tranquila. Si es que tienen conciencia.

El peligro aparente se respiraba en las calles. La gente corría despavorida por escaparse pronto de una eventual desgracia haca su integridad por sólo estar pasando por ahí. Esta paranoia no le hace bien a nadie, de eso estoy seguro. Son las 3 de la tarde, voy a la Casa Central de la católica y me pilla la lacrimógena impregnada aún en el ambiente, como si ahí hubiese estallado algún tipo de bomba. Y las calles, sin vehículos o micros que pasen. Son las 4 de la tarde, y ya de vuelta cerca de mi casa, veo a la gente correr desesperada para alcanzar algún tipo de locomoción de vuelta a sus hogares. El supermercado de la zona echa a sus clientes porque deben cerrar. Todos los negocios están echándole llave a sus rejas, terminando la jornada. La gente, en sus caras, reflejaba un pánico terrible, como si el mundo se fuese a acabar esa tarde o esa noche y necesitasen llegar a salvo a sus casas a esconderse.

¿Fue real algo de este clima apocalíptico? Según los medios en la tele, en las noticias de las 9, sí que lo fue. Guanaco, menores de edad tirando piedras y acorralando a los pacos, la jueza Chevesich siendo apedreada en su auto, vandalismo del que sólo podríamos ver en películas. Al día siguiente, los diarios titulando con desprecio hacia los menores de edad, con frases del tipo “día del joven delincuente” y demases. Con esto queda clara de inmediato una cosa: el miedo es creado, infundado, difundido y asimilado. Como los medios de comunicación, en masa, se dedicaron a sólo entregarnos miedo, paranoia e inseguridad, crean un ambiente de seguridad sospechosamente conveniente para el gobierno. ¿Por qué no se indagó un poco más en las verdaderas razones del cambio de gabinete? Fueron 4 los ministros “sobreazuleados” y nadie indagó en más razones (recuerden que Solis, el saliente de Justicia, estaba dispuesto a contar “la firme” de su salida de la cartera). Convenientemente, se crea el clima de terror y paranoia necesario para desviar la atención de las cosas que deberían de verdad ser difundidas. Y esto no es nuevo.

La gente debe volver a tomarse las calles no en barricadas, sino que en uso cotidiano. Que no sea un suplicio usar las grandes alamedas y transitar libremente. Es nuestro deber como ciudadanos el ocupar los espacios públicos que, lamentablemente por la influencia negativa de nuestro entorno, no estamos ocupando. Las calles son de todos nosotros para movernos como estimemos conveniente, no para dejarlas al más mínimo atisbo de miedo. Para mí, la prueba irrefutable de que debemos hacer nuestra vida cotidiana a todo momento es lo que pasó el 11 de septiembre. El dictador lo volvió feriado para festejar su acto inmoral y la gente, hasta bien avanzada la transición, se tomó las calles para protestar, conmemorar y dejar que el desahogo se exprese. En el minuto en que dejó de ser un día feriado, la normalidad fue volviendo. Ahora, salir a la calle un 11 de septiembre no es un hecho aislado, sino que está integrado como un 10 o u 12 de septiembre. Nunca olvidaremos qué pasó es día, pero no por eso debemos escondernos en la comodidad de nuestros hogares y esperar que las calles que tanto derecho tenemos de usar sean el escenario de un miedo mediatizado. Caminar más, disfrutar más. Que no se vuelva sólo un asunto de la casa a la pega y de la pega a la casa.

No va a llegar la guerra civil o el caos aberrante que tanto proclaman los medios. Según los noticieros centrales (los mismos que nunca dijeron “ex dictador” al morir Pinochet), vivimos en estado de sitio. No es así. Es cosa de salir un rato y ver que todo puede funcionar. No dejarse convencer por este aparataje de miedo y conformismo y sólo hacer una vida normal, sin temores mayores que los de sobrevivir.

La foto, por cierto, es la única de las 36 fotos que subió Emol.com de ese día que no mostraba destrozos, violencia o caos de armagedón. Unas velas por los Vergara. Creo que con ese espíritu hay que enfrentar esto, no con miedo infundado. ¿Ya sabemos qué hacer para la próxima?

2 comentarios:

noesmasqueblabla dijo...

Me daba una pena-rabia ver las noticias el jueves... no entiendo... así de simple.

Javiii Herrera dijo...

Yo tengo la suerte de no tener clases los jueves... y en particular ese jueves.
Lo que se vio creo que fue un aprovechamiento y mucha veces un acto de cobardia más que de conmemoración. Menos de 10% de los manifestantes te apuesto sabia que había salido uno de los carabineros en libertad... y ahi hay donde manifestar ...
ok
Eso
nos veeeemos