jueves, enero 11, 2007

Sobre la PSU y los cabros: al final todo sigue igual (o peor).


Esta semana entregaron los resultados de la PSU que dieron, en su mayoría, los cuartos medios del 2006, los que participaron activamente en la que los medios y la gente llamó “la revolución pingüina”. Los que defendieron, más que sus propios derechos y oportunidades, a los que vendrán después que ellos. Los que nos dieron una enorme lección de vida en mayo del año recién pasado. Esos que nos mostraron que hay que luchar por lo que uno cree. Esos mismos cabros son los que ahora, y por consecuencia de un montón de factores, están viendo qué hacer con sus “futuros” y puntajes que, en su mayoría, no se esperaban y les harán cambiar de planes.

¿Qué pasó? El resultado global de la PSU del 2006 nos muestra que, en esencia, no ha cambiado absolutamente nada. Salvo un no menor detalle: la brecha entre los colegios particulares y los municipalizados creció aún más, mostrándonos que, por más que se haya peleado por una verdadera reforma en la educación, ésta no llegará hasta quien sabe cuantos años más.

El gobierno llamó, premió y se sacó fotos con aquellos cabros que lograron puntajes nacionales. El mismo espectáculo que hemos visto desde tiempos inmemoriales, como se diría por ahí. Cabros que, seguramente (y con sus propias justificaciones), cambiaron las banderas de lucha y las jornadas de tomas en sus colegios por largas y constantes sesiones de estudios. La única forma de “progresar”, según nos enseña nuestro siempre imperfecto sistema educacional, es preparando una muy buena PSU para asegurarnos el ingreso a una carrera universitaria que, una vez terminada, nos dejará directamente ganando plata y subiendo de estatus. En un mundo donde, en la práctica nadie ayuda al que está al lado y, en verdad, a nadie le importa en qué está el de al lado, salvarse el propio pellejo se ha vuelto una filosofía de vida.

¿Y aquellos cabros que decidieron dejar su individualismo de lado y defender a los que vendrán después que ellos? Los mismos medios que en mayo los estaban apoyando y levantando como precoces líderes de opinión ahora prácticamente se estaban burlando de ellos por sus “mediocres” resultados en la PSU. De esa forma, se trata de dar el siguiente mensaje: “si sigue el ejemplo de estos cabros, va a terminar con esos resultados en la PSU; ni siquiera intente expresarse y menos salir a la calle”. Por un momento, parecía que nada hubiese pasado a mediados del año pasado.

Esas 2 imágenes nos mostraron los medios a comienzos de esta semana. Una de reconocimientos y de establecer “modelos a seguir”, y otra de frustraciones y de querer dejar en claro el “si quiere surgir, no siga a estos”. Más que mostrar, en este caso los medios estarían orientando a la opinión pública fuertemente. En casos como estos, queda claro qué es lo que está pasando: se va manteniendo el status quo.

¿No se suponía que la PSU iba a terminar con la tendencia histórica de segmentación excluyente que se recogía en la PAA? LA PSU, cuando la presentaron y la estrenaron en el 2003 prometía, principalmente, hacer un procedimiento más equitativo, en los cuales todos, absolutamente todos, estuvieran en las mismas condiciones a la hora de enfrentar la prueba. Como ya hemos comprobado (di ambas, la PAA y la PSU), esta Prueba de Selección Universitaria no dista mucho en la práctica a su antecesora, la Prueba de Aptitud Académica. Cambian los nombres y se revuelven un poco las formas, pero el fondo es exactamente el mismo.

Los preuniversitarios preparan igual que siempre. Los colegios, también. Y en esta carrera por el ingreso a la universidad, los que “triunfan” son los que tienen mayores recursos: un colegio “weno” en donde se les forme la cabeza desde que entran, preuniversitarios para ir ejercitando, etc. Para esas cosas, y como siempre ha sido, se necesita plata. Los colegios privados destinan sus recursos en la formación elitista de sus alumnos, los que son vistos como clientes a los que deben satisfacer y cumplir el objetivo: ingresar a la universidad. En los colegios municipalizados y los subvencionados, la cosa es bastante distinta: profesores muy mal pagados, incapacidad de imponer sistemas educacionales íntegros, faltad e visión. Son muchos los factores que entran en juego acá.

Voluntades para cambiar esta penosa situación hay por montones. El problema radica en la concreción de las medidas y reformas que se le puedan hacer a nuestro elitista y excluyente sistema educacional. Si los cabros en sus colegios fueron capaces de darse cuenta del problema y protestar con el alma y con fundamentos para mejorar las cosas, ¿qué mierda está faltando? Como siempre, la maquinaria del sistema, que se come al más débil. O mejor dicho, al que tiene menos en todos los aspectos.

¿Cómo es posible que, aun en nuestros días, el futuro inmediato (al menos, unos 5 años) se decida en tan sólo 2 días? ¿Acaso es ese un wen sistema para determinar los destinos de jóvenes que aún no están completamente seguros de quienes son? Creo que a todos nos ha pasado, ¿cierto?

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