domingo, junio 10, 2007

¡Feliz no-cumpleaños para todos!


Tantos caracteres que he volcado en estas páginas. Tanta cosa que he dicho. Tanta cosa que he subido. Tantas cosas que han pasado. Tanto que queda por compartir con tod@s los que pasan por acá. Tantas cosas que quedan siempre en el tintero y tantas otras que van a seguir quedando nomás porque no hay tiempo para todas las cosa que uno quiere decir. De tantas palabras que se escriben, siempre faltan algunas por decir y por hacer.

Lo anterior parecía una edición de celebración, ¿cierto? Un cumpleaños o un aniversario. Pues bien. Les digo de inmediato que esto es un no- cumpleaños o un no-aniversario. Así, tal cual. No estoy celebrando una edición 300 o 400. De hecho, este es el texto número trescientos veinticinco. Nada de celebraciones de cifras cerradas ni nada, sino que una no-celebración. ¿O acaso una no-celebración está obligada a no ser una celebración?

El concepto de no-cumpleaños lo saqué de ese excelente relato sicodélico que es y siempre será Alicia En El País De Las Maravillas. En al historia, de la que no me acuerdo con mucho detalle pero sí se me quedó el concepto, a Alicia, en su viaje lisérgico por el País de las Maravillas, le celebran con alevosía su no-cumpleaños, explicándole el proceso en el camino. El mismo proceso que les explicaré en los próximos caracteres, por cierto. Hay fiesta, hay jolgorio y hay extrañas mesas de té. Siempre me imagino que esas tasas de té debían contener el secreto del universo.

Veanlo ustedes mismos...


Volviendo al no-cumpleaños ¿Hay lógica en el concepto? Por supuesto que sí. Más bien, hay una conveniencia única. Imagínense esto: sólo tenemos un solo cumpleaños en el año, la conmemoración del día en que nacemos, cuando vemos la luz de este frío y cruel mundo en el cual nos desenvolvemos con no tanta soltura con la que deberíamos. Y, por lo tanto (salvo que sea año bisiesto, claro está), nos quedan exactamente unos trescientos sesenta y cuatro días de no-cumpleaños (si se mareó con verlo escrito en palabras, se lo doy en cifra: 364 días). Como pueden ver, y sacando sencillas cuentas con la calculadora mental, nos conviene celebrar los no-cumpleaños.

Imagínense las posibilidades. Y no sólo en lo material. Saludos cada día, de distintas personas. Atenciones especiales a pito de nada en especial. Cariños y regaloneos de nuestras personas favoritas a la orden del día. ¿Y por qué motivo? Simple: por el no-cumpleaños que celebramos a diario. Presentes espirituales y demases, todo por el simple motivo de que estamos celebrando algo que no es. Celebrando una negación, por lo demás. Un no-cumpleaños como el pulentoso manda. O como la guitarra más grande que Dios manda también.

¿Qué sería nuestra vida sin no-cumpleaños? Imagínense un desierto, donde el oasis fuese el día del cumpleaños. Esperaríamos todo un año para que nos acordemos de nuestra existencia y la de los demás. No nos preocuparíamos de nada más que de esos días grabados casi a sangre en nuestro sistema mental-neurálgico. Un mundo sin no-cumpleaños sería, lisa y llanamente, un manojo de nervios sin remediar, una bolsa llena de problemas sin resolver. Si no celebramos los no-cumpleaños, nos volveríamos unos seres amargados, sin vida y sin brillo, de esos que pierden el sentido de la vida que los Monty Python nos mostraron en una de sus obras maestras.

Si bien para mi cumpleaños número 16 recibí simbólicamente mi bella guitarra de 12 cuerdas (y digo simbólicamente porque la había recibido en verdad unos 9 días antes en, claro está, un no-cumpleaños :p), he recibido mucho cariño y saludos en los reivindicatorios no-cumpleaños. Pensándolo bien, y dado que celebro mi natalicio en pleno febrero (cuando no hay casi ni una alma acá en Santiago), me convendría hacer un trueque de mi cumpleaños por un no-cumpleaños de marzo. Claro que, en la práctica, siempre usamos alguno de los muchos no-cumpleaños para celebrar nuestros cumpleaños, si estas fechas están incómodamente ubicadas en la calendarización correspondiente. Si nuestro cumpleaños cae un día Martes, es iluso pensar en celebrarlo con una reunión y compartir con tu gente, ¿cierto? Conviene más celebrarlo un Sábado, en uno de aquellos siempre salvadores no-cumpleaños. Así que ya sabe qué hacer en caso de emergencia de celebración.

Algunas celebraciones de no cumpleaños, al menos acá en Chile, son los carretes con asado o sin él, con solo algunos tragos para compartir y simplemente juntarse a compartir. A veces, ni siquiera se conversa de verdad, sólo se habla mecánicamente. Peor se pasa un wen rato igual. ¿Quién sabe? Puede que, incluso, conozcan al amor de su vida en una fiesta de no-cumpleaños. Así de importantes son estas no-festividades. Siempre es weno juntarse a compartir el hecho de estar vivos, de seguir con nuestra vida, de cruzar nuestras vidas, de arriesgarnos en nuestras vidas y, valga esta y todas las redundancias redundatorias que saque redundantemente, de vivir nuestras vidas y vivirlas en medio de estos no-cumpleaños.

¿Celebran sus no-cumpleaños? ¿Qué les han regalado para sus no-cumpleaños? ¿Tienen algún no-cumpleaños memorable grabado en sus memorias?

2 comentarios:

noesmasqueblabla dijo...

Tengo tan mala memoria para los cumpleaños, que no te ofendas si te saludo para el no cumpleaños en tu cumpleaños...

Jajaja... que ando graciosa

Anónimo dijo...

Por estos dias, he tenido el desconcierto de no tener un no cumpleaños... casi siempre trato de celebrarlos, pero habra algo mala onda que llegue a echarlo a perder... Quiza mi regalo de no cumpleaños por estos dias ha sido regalonear con mi perrito,quien en estos dias pasados, si estuvo de cumpleaños, pero yo todos los dias trato de compartir y celebrar algun no-cumpleaños.

Espero que estos dias de no-cumpleaños sean de mucho goce para ti como para los tuyos. Me gusto bastante tu blog (lo saque de la revista kafeina), por la referencia a tu persona (bastante autocritica) y las historias que cuentas.

Espero que te encuentres bien y nos estamos leyendo, si asi lo deseas.

Chau