domingo, junio 17, 2007

Escribiendo en estado febril: Viernes de angustia y Monty Python.


Me duele la cabeza. Mucho. Son las 9 de la mañana de un Viernes en que hace mucho frío, y yo siento escalofríos en todo el cuerpo, esos que te hacen sentir más frío que nunca. Ya es oficial: ESTOY EN ESTADO FEBRIL y me toca hacer mil y un trámites hoy.

Weno, no son 1001 trámites, sino que es moverse de un extremo de la ciudad al otro, y de vuelta. Tanto viaje no sería necesario si te dicen bien claro qué hacer, dónde ir, qué papeles presentar y con quienes hablar para recibir el puto dinero. Si al final es todo por el dinero, para que a uno no se lo hagan weon, ¿cierto? El puto dinero que, dicen, mueve al mundo. El mismo puto dinero que necesitamos para las transacciones.

Si el dinero no existiera… habría que inventarlo, ya que el ser humano es un egoísta de mierda que siempre tiende a ver qué gana de cada situación.

Después de recorrer medio Santiago de ida y vuelta en un viaje que comenzó a las 9 de la mañana y que terminó pasaditas las 3 de la tarde, la fiebre me tenía más abatido que nunca. Mi voz era un bien escaso en esos instantes de delirio con frío. Son casi las 10 de la mañana y casi llego a destino. Si partí con el brillante sol post-lluvia-intensa que siempre contemplé de cerca cuando iba en la USM en los meses de invierno, al adentrarme hacia el poniente sólo había neblina. Nebulosa. Duda. Incertidumbre. Poca visibilidad. Imposibilidad de despegar, como le aplican en el aeropuerto cuando hay neblina horrible.

Esa misma incertidumbre se vivía donde me tocó ir. De toda la gente que estaba ahí, menos de la mitad ya tenían un destino seguro y firmado. El resto, o les avisan la próxima semana o simplemente empacan de vuelta y se quedan sin pan ni pedazo. Lo que antes era un colapso de papeles, expedientes abiertos, gente esperando ser atendida y causas esperando ser afinadas, hoy es un lugar helado, lleno de cajas selladas con números que indicaban su legajo; cero atención a público, a pesar de que la ventanilla por donde se atiende permanecía abierta; los ánimos no muy wenos, se siente la tensión horrible en el momento en que se llega. Y ese edificio, que por fuera parece un pequeño colegio, capaz que para qué sea ocupado. Más encima, el frío que calaba en los huesos en mi adolorido y afiebrado cuerpo.

La espera por los papeles fue larga. Y me quedaban más esperas en el resto del día.

Mi fiebre sigue ahí, acompañándome cuando ya es hora de almuerzo y solo recibo malas noticias. Que falta un papel, que falta una firma, que esto, que lo otro. La desesperanza de las 2 de la tarde, hora cierre de casi todos los servicios que se precien de ser servicios) invadía el ambiente de mi afiebrada y delirante mente.

Un respiro yendo a la casa por dos minutos se siente como un viaje corto para reponer energías, respirar y despejarse un poco. Ya queda poco. Un nuevo viaje hacia el poniente, otra espera más, otra firma más y estoy listo. Pero el último viaje se hacía cada vez más largo.

Ese último tramo, con el sol que-no-calienta-pero-puta-que-es-lindo pegándome en la cara, fue el más sufrido de todos. En mi pendraib de MP3 pasaba el OK Computer de corrido. Se me quedó ahí porque había dejado grabado el programa de radio de ese Viernes el día anterior, donde revisé el disco por sus 10 años de lanzamiento. El OK Computer de Radiohead me habla tan claro en el 2007 como en 1997. La desesperanza frente al caos cibernético-tecnológico y al fin del mundo (que no tenía que ser el 2000 precisamente) siguen siendo tan actuales. Especialmente si estás en estado febril.

Uno de los mejores videos para una de las mejores canciones...


Al llegar al hogar, a eso de las 4 de la tarde, no quedaba otra más que dormir y esperar que el sueño empezara a curar esas heridas abiertas del estado febril. Para eso, la compañía de Monty Python siempre es wena. “And now for something completely different”, introducía John Cleese en casi todos los capítulos de la segunda temporada, precediendo al clásico “it`s…” del náufrago barbudo que hacía el gran Michel Palin. Veo esos capítulos y me revigorizo de energía. Ese humor de primera debería ser la fuente de vida de todos. El presenciar cualquiera de los lúdicos episodios debería bastar para sanar todas las heridas de la amargura, la desesperanza, el dolor y el sufrimiento. Y en la mayoría de los casos, funciona como aliciente.

I'm a lumberjack and I'm ok, I sleep all night and work all day...


Sin embargo, el cuerpo me traiciona y esa energía se convierte nuevamente en escalofríos malditos que preceden al regreso de la fiebre.

Sigo en estado febril. Ahora, más dopado que la chucha y en medio de un trabajo que hay que entregar mañana. Entre principios de la universidad, gastos de los alumnos en carrete y recreación de TODO tipo, las escuchadas de azar del Winamp y la estufa con el gato al lado, sigo mi camino. Por lo menos, mi camino del resto del día, que es terminar mi parte del trabajo e ir a dormir.

Pero aun falta para eso. Dylan me dice que ha estado rodando y dando tumbos toda la noche. Pareciera que ese es el estado febril, ¿cierto? Dar tumbos, darse vueltas en la cama una y otra vez, sin poder dormir. Como un adicto sin su dosis. Como alguien a quien le han roto el corazón.

“¿Quieres café o té? No hay té”, canta el Pihuelo con voz grave. Necesito una wena tasa de té para seguir. O quizás solo dormir. A estas alturas, no sé. ¿Alguien sabe?

1 comentario:

noesmasqueblabla dijo...

Me da miedo Radiohead... por bizarro, depresivo y bueno a la vez.