lunes, marzo 10, 2008

Into The Wild.


Un murmullo.

Tan solo un murmullo, y acompañado de una estructura sencilla, tan sencilla que la puedes tocar prácticamente de inmediato. En un instante, como la súbita pero refrescante tormenta que tuvimos ayer en Santiago. Un llamado de la naturaleza en medio de la ciudad que tanto amamos pero tanto nos disgusta a veces. Con ese murmullo partí mi pequeño set de 2 canciones solo, abriendo nuestro número tributo a Bob Dylan del jueves. Y ese mismo murmullo con una simple estructura de guitarra adquiere un significado distinto una vez que has visto Into The Wild.

Hace tiempo que esperaba esta película, pero no me quería hacer ningún tipo de ilusiones con ella. Dirigida por Sean Penn, Into The Wild nos presenta el siempre presente dilema del encontrarse a uno mismo, el dejar todo atrás y volver a la vida, re-nacer y re-existir. Algo tan venenoso como la rutina diaria y el “deber ser” que los parámetros sociales nos imponen, nos hace perder el verdadero norte de nuestra identidad. Nos volvemos seres dependientes de la tecnología y del contacto, nos hace adictos a querer mantener algo que o necesariamente elegimos. Todas esas cosas que, se supone, deben definirnos. Sin embargo, el propio llamado es el que debería contar. Y ese es el que propone el relato de Into The Wild.

Trailer...


Penn basó su guión en el libro de Jon Krakauer, quien cuenta la historia de Christopher McCandless (Emile Hirsh), un joven gringo como cualquiera que decidió buscar su propia identidad y renunciar al mundo al cual pertenecía. Un viaje espiritual que lo llevó a recorrer muchos lados y a buscar su propio lugar en el mundo, dejando atrás una estabilidad aparente. La meta de McCandless, asumiendo una nueva identidad como Alexander Supertramp, es la de cualquier ser humano: la felicidad. Esa que no se encuentra en el cúmulo material ni en la realización profesional, sino que en el encontrarse consigo mismo. Sin ataduras, sin dinero, sin domicilio permanente, siempre viajando y acumulando experiencias. La vida que todos quisiéramos probar pero que nunca nos atrevemos a elegir.

Into The Wild nos muestra el lado amable de Estados Unidos, ese que dan ganas de recorrer por carretera, el que ofrece las amplias llanuras, la sensación de libertad que ese amplio panorama puede dar. Recorrerlo a dedo, en auto, solo, acompañado… eso da lo mismo, con tal de ir avanzando, y “todos los caminos llevan al oeste”. Seguir el camino fue lo que hizo Supertramp en su viaje personal, topándose con gente, lugares, sensaciones, conceptos y vivencias que se salían de su vida anterior, esa vida de rutina y de lo correcto según la sociedad. Esas amarras que terminan por destruirnos a la larga son las que Supertramp deja de lado para vivir en contacto con la naturaleza y ser parte de ella, no importando el resultado.

Hard Sun...


Into The Wild, como película, nos ofrece una bellísima fotografía. Sean Penn no escatimó esfuerzos y fue a filmar a los mismos lugares por los que pasó Criss McCandless, haciendo todo el recorrido y registrándolo en celuloide. Muchas de esas tomas son verdaderas postales llenas de belleza natural, donde el paisaje se torna también protagonista y una vía válida para ir entendiendo la travesía de Supertramp, su búsqueda de la libertad plena.

El viaje no estaría completo sin música, y lo que nos trae Into The Wild a los oídos es algo especial. Todas las canciones son de Eddie Vedder, viejo amigo de Sean Penn (recordemos que Vedder trabajó en el soundtrack de Dead Man Walking, otro pedazo de película), y ellas apuntan a lo natural también. Guitarras acústicas, mandolinas y percusiones naturales que dan sonidos folk y primitivos, con los que Vedder crea atmósferas para el viaje de Supertramp y con sus letras va tratando de interpretar su travesía. Para Sean Penn, la voz de Vedder se convierte en la voz del alma del protagonista, es su expresión interior de la mejor forma posible. Y la música ayuda mucho a completar el estado mental y del alma que Penn desea mostrar. Y la banda sonora estaba disponible desde agosto – septiembre del año pasado, por lo que varias de esas tonadas ya sonaban por mi cabeza a la hora de ver la película.

Guaranteed...


Into The Wild no es una película de fácil acceso, al contrario. Partiendo por su duración (2 horas y media), hay que darle tiempo para que nos podamos subir al tren y encarrilar nuestra atención espiritual al viaje de Supertramp. Además, ¿cuándo las cosas buenas han sido fáciles de conseguir? El relato te pide tu atención, no es pasajero ni digerible. Pero vale la pena hacerlo.

Lamentablemente, Into The Wild no ha llegado a nuestras salas de cien. Y creo que no llegará, Pero para eso está el DVD: ya salió en R1 para que la busquen en sus picadas de arriendo del centro preferidas. Si la ven, cuéntenme qué les pareció. Into The Wild es como un maravilloso libro para recomendar. Incluso me dan ganas de preparar copias en DVD para ofrecerlas. ¿Alguien se anota con alguna? Como para irla pasando de mano en mano.

2 comentarios:

noesmasqueblabla dijo...

Nos vemos en taller!!

Dani® dijo...

CUANDO VEO ESTE FILM, CUANDO ESCUCHO SU BANDA SONORA, MIS OJOS SE LLENAN DE LÁGRIMAS Y SE ME PONE LA PIEL DE GALLINA, PORQUE SÉ QUE MI SUEÑO ESTÁ DENTRO DE ESTA PELÍCULA, PERO A LA VEZ TAMBIÉN SÉ QUE AUN NO PUEDO DEJAR ESTE LUGAR QUE OCUPO EN LA SOCIEDAD.

MIENTRAS MÁS ADULTA ME VUELVO, MÁS IMPOSIBLES VEO SUEÑOS COMO ESTE, PERO ESTOY SEGURA QUE MÁS TEMPRANO QUE TARDE ESTA UTOPÍA LA HARÉ REAL, PORQUE ESTE GRITO AL ALMA DE LAS PERSONAS ME REMECIÓ Y ME DIJO CLARAMENTE QUE NO HAY MÁS TIEMPO QUE PERDER EN POS DE LOS IDEALES.

ME GUSTÓ MUCHO LA EXPOSICIÒN QUE HIXISTE DE INTO THE WILD, GRACIAS POR COMPARTIR ESTO CON TODOS.

SALUDOS