miércoles, agosto 29, 2007

Sobre el troesma Dylan tocando para el papa, hace casi 10 años.


Me llamó la atención algo que ha salido recientemente en diversos sitios y lados donde se puedan leer párrafos que (se supone) comunican ideas: “Benedicto XVI reniega de Bob Dylan”, a propósito de una cita de un libe que escribió que saldrá pronto, llamado “Juan Pablo II, mi amado predecesor”. En 1997, Ratzinger era cardenal y cercano colaborador del entonces papa, e intentó por todos los medios de cancelar el concierto en el que participo el troesma Dylan, a fines de septiembre de 1997. A Ratzinger no le parecía que “este autoproclamado ‘profeta’ saliera a escenario”. Algunas cosas no vana cambiar nunca nomás. Esto me demuestra que una noticia como esta sonaba tan insólita hace diez años como hoy en día, sin lugar a dudas: un 27 de septiembre de 1997, Bob Dylan tocó tres canciones para el papa Juan Pablo II, en una transmisión vía satélite para todo el mundo. Y la foto que ven ahí arriba da fe del momento tan extraño como único.

Fue uno de esos eventos raros que le subió la popularidad al fallecido papa en esos momentos. Para “convertir la fe de los jóvenes del mundo”, el Vaticano había organizado un festival en Bolonia, titulado originalmente como el “Bologna Festival”. El evento multitudinario, transmitido en directo por la RAI, contó con un montón de números locales (Luccio Dalla, Andrea Bocelli, el pianista de jazz Michel Petrucchiani, Barbara Colla y un corner llamado simplemente Gianni), que fueron cantando una o dos canciones, adaptando letras a un sentido más “espiritual” y tratando de congraciarse con una autoridad de la iglesia, el anfitrión que los había convocado para tan bizarro encuentro. Cuando ya han desfilado todos estos performeros italianos, el mismo papa da un sermón de veinte minutos, en el que cita el célebre himno Blowin’ In The Wind, ese que Dylan había escrito hace 35 años, y que a sus 45 sigue tan vigente como en 1962. Como era de esperarse, el entonces papa volvió el sentido de la respuesta que sopla en el viento a un viento espiritual. ¿Tiene algo que ver el espíritu, me pregunto yo? Depende de lo que se quiera decir. En elc aso del papa, interpretó el “cuántos caminos debe andar un hombre antes de convertirse en un hombre” como “ese camino es el de Cristo, quien afirmó: ‘yo soy el Camino y la Vida’”, agregando que “las cuestiones de vuestra vida están silbando en el viento. Pero en el viento que sopla y en la voz del espíritu, y no en el viento que todo lo dispersa en los torbellinos en la nada". A la hora de las interpretaciones, el sentido es bastante subjetivo.

El troesma entonando Knockin' On Heaven's Door...


Casi sin aviso, el troesma Dylan y sus músicos suben a escena y empieza a sonar una sucesión de tres acordes, los que conforman la base completa de Knockin’ On Heaven’s Door. Y ahí está el troesma, vestido de traje impecable y sombrero enorme, con pinta de petrolero texano o de algún intérprete de country de esos de los años 30 o 40, un look que inmortalizó el siempre recordado Hank Williams. Además, cargando una preciosa guitarra Gibson Les Paul, que dan un sonido sólido y pastoso cuando se tocan amplificadas a tubo. En la pantalla, aparece a salir la letra de la canción traducida al italiano, peor eso no importa. Para sorpresa de todos, el troesma hace un cambio en la letra; en esa ocasión cantó lo siguiente: "I'm looking up to the skies, feeling like I'm knockin' on heaven's door". Weno, el cambio por la ocasión, puede ser. Terminan la canción y ovación automática.

Sin saludar, ni siquiera asomar un atisbo de sonrisa, el troesma sigue con su pequeño set, pasando a otro himno (pareciera que en un festival así sólo se oyesen himnos y nada más que himnos) como el que es A Hard Rain’s A-Gonna Fall, con un pasaje instrumental increíble, solemne, piola y jugado: todo a la vez, propio de una banda que tiene un fiato que pocas tienen (Dylan se armo la tremenda banda en vivo, de eso no hay duda). El troesma está cantando alto acá, no gritando pero sí muy alo, a pesar de un evidente resfrío que lo aqueja (cuando se aleja del micrófono, como que snifea un poco, típica molestia del resfrío), pero eso no le impide seguir con la tremenda presentación que está haciendo. El troesma dirige a su banda con la gracia que un director de orchestra dirige a sus músicos, pero con un grado de complicidad que lo da únicamente el viajar juntos para todos lados, tocar en todo el mundo y mantener la llama siempre encendida a la hora de reinventar todo e incluso a sí mismo una y otra vez. Esas 300 mil personas estaban viendo lo que Dylan y los suyos hacen casi 300 veces al año en gira.

Terminan la canción con otra ovación y Dylan se acerca al estrado donde está Juan Pablo II para el saludo protocolar. Se saca el sombrero y lo saluda por prolongados segundos (la foto es de justo ese momento). Se ve que el papa le dice algo que sólo ellos saben y que Dylan de seguro jamás contará en su vida. Dylan vuelve al escenario para una canción más, pero el papa se ha ido. Y esa Forever Young sonó fuerte y calma, sin sombrero y con un tremendo solo de guitarra del troesma en esa magnífica Les Paul que seguía flameando en sus manos. Y termina el show sin esbozar un saludo y yéndose de inmediato.

Dylan siempre le ha bajado el perfil a su participación en el Bologna Festival. “Fue un show más”, ha dicho más de una vez. Y es verdad. Sólo que ese show se transmitió para todo el mundo y destacó por lo freak e inusual. Para el troesma. Un tipo que constantemente está en búsqueda en lo espiritual, y que ha pasado del judaísmo a no creer en “nada” (sin dejar de tener dudas existenciales y, por consiguiente, espirituales) y al cristianismo por tres años (“si Jesús predicó solo tres años, ¿por qué yo tendría que hacerlo más tiempo?”, dijo alguna vez) y de vuelta al judaísmo en años recientes (al menos, los últimos veinte), ese show en Bolonia fue sólo una parada más de un viaje que no termina. De una gira que no termina. De una búsqueda que, a sus 66 años, aún sigue. Y una búsqueda que no puede atarse ni amarrarse a ningún tipo de religión. Es una búsqueda personal.

¿Sabían de este episodio tan freak? Pareciera que con Ratzinger a la cabeza de la iglesia católica, el mundo occidental retrocediera, mientras que Dylan no hace más que avanzar.

1 comentario:

noesmasqueblabla dijo...

Mi abuelo paterno murió el día en que vino el papa a Chile y luego el papa murió ese mismo día, años después... freaky, ¿no?