domingo, agosto 26, 2007

Sea Change.


La primera vez que escuché algo del Sea Change de Beck fue hace casi cinco años atrás, cuando estaba recién lanzado. Fue en casa de un amigo que no pasaba por un wen momento en ese período de su vida: solo, con problemas de plata, en las últimas con su novia de entonces. Se sumergía en su trabajo y defendía a muerte su proyecto personal, rechazando ofertas que lo podían salvar y todo. En el loft donde estaba viviendo tenía cientos de discos, entre ellos muchos nuevos. Uno de esos discos nuevos era este de Beck. De inmediato, mi amigo me dijo “después de la tercera canción, no sabía si apagar el equipo o seguirlo escuchando; salía música demasiado dolorosa para aguantarla lúcido”.

Ya desde la portada, Beck Hansen nos viene diciendo algo: hay algo en su mirada perdida hacia el horizonte o no se donde que te dice que no está del todo atento al hecho de que le están sacando foto para un nuevo disco, el quinto de su carrera mainstream bajo el alero de Geffen Records y el sucesor de un funky y jugoso Midnight Cultures que nos hizo bailar a todos terminando el siglo XX. Y esta nueva placa (al menos, nueva en ese último trimestre del 2002) traía sonoridades muy distintas, unidas por un solo concepto tácito: la melancolía. Una melón colía distinta a la que mostró alguna vez Billy Corgan.

En el Sea Change, Beck se la jugó para volcar sus sentimientos de pérdida y desesperanza en una música demasiado hermosa para dejarla pasar, pero que te envuelve con una intensidad que muy pocos logran. Las canciones del Sea Change, probablemente, van emparentadas con las que alcanzó a hacer en vida el cantautor Nick Drake y el ángel caído Gram Parsons, cuya música también mostraba mucho de la fragilidad de sí mismos; asimismo, no podemos olvidar el Blood On The Traces de Bob Dylan a propósito de relaciones en el Sea Change. Para Beck, el término de una relación de años (casi como un matrimonio, podría ser) fue devastador, lo suficiente como para sentarlo, ensimismarlo y motivarlo a escribir canciones. Y contó con el mejor de los aliados tras las perillas, el genial Nigel Godrich, que bien sabemos saca lo mejor de cada autor con el cual trabaja.

El video de Lost Cause...


Todo en este disco fue hecho con un espíritu minimalista y elegante. Ya desde la partida, con The Goleen Age, Beck evoca atmósferas atemporales, tal como lo hace el troesma Dylan desde hace algunos discos atrás, con una firme guitarra acústica, xilófonos, suaves cuerdas, efectos aterciopelados y una voz etérea, casi frágil pero que es indudablemente suya, la misma que experimenta un montón todo el tiempo, sólo que ahora está en función del desahogo convertido en bella tonada. Paper Tiger pareciera estar hecha bajo los códigos de otro maestro del manejo de las texturas, el francés Serge Gainsburg, llegando a sonar hasta apoteósica con los arreglos “orchestrales”. Al momento de la llegada de Guess I’m Doing Fine, quizás una de las más explícitas del disco a nivel lírico, el Sea Change ya nos envolvió en el estado melancólico en el que estaba su autor a la hora de escribir estos pedazos de canciones; acá, la suave guitarra es acompañada de un piano también sutil y una banda que está ahí, piola, al servicio de las sutilezas. Si pueden, vean una presentación de esta canción con Beck tan solo con su guitarra de palo y una harmónica al cuello… te destroza.

Beck tocando Guess I'm Doing Fine en la BBC...


El Sea Change también se da momentos épicos y prolongados, que llegan con Lonesome Tears, donde se cruzan Dylan con el OK Computer, mostrándonos un camino honesto a la hora de desnudar tus emociones y volcarlas en grabaciones; los violines, los arreglos, la voz resquebrajada de Beck… todo acá alcanza puntos altos, tal como un I Want You de los Beatles, de esas canciones que podrían durar para siempre, pero que terminan súbitamente. Después, el que fue el primer single del Sea Change, la majestuosa Lost Cause, llena de guitarra acústica y de tristeza, de “causas perdidas”, las mismas por las que peleamos a diario pero que nos cuesta reconocer y asumir; Beck nos dice que está cansado de pelear por ellas, y de que tal vez él mismo sea una causa perdida… ¿acaso no hemos sentido todos eso? Y Beck lo inmortaliza con una canción que vuelve a destrozarte, como si no quedara mundo.

End Of The Day sigue reforzando el tono melancólico del Sea Change, pero nos presenta varios quiebres que la hacen interesante y que os llama a escucharla una y otra vez. Sin tantos cambios, pero con tan solo su presencia, es capaz de afirmar una canción tan directa como It’s All In Your Mind, tenuemente respaldado por su banda, llevándonos en un verdadero viaje por la tristeza, la que tenemos solo en nuestra mente. Después, los efectos y los tonos de orquesta inundan nuestros oídos con Round The Bend, donde Beck tan solo parece susurrar, en medio de una tonada que suena como si el mundo se estuviese acabando.

Pero lo peor siempre pasa y llega el momento de la superación y el seguir adelante, y Sea Change da cuenta de eso. La superación parte con el tono lúdico pero desolador de Already Dead, que recuerda a un James Taylor frágil pero poderoso a la hora de hacer tonadas en la guitarra de palo y letras penetrantes. La luz al final del túnel comienza a visualizarse en estos descuentos del disco y una que da fe de ello es Sunday Sun, con bellísimos pasajes luminosos, aunque aun falta mucho para dar vuelta el tono melancólico. Obviamente, la vuelta de tuerca no llega y, en cambio, la canción se descompone de manera soberbia.

Little One es la última de este viaje de Beck Hansen por la desesperanza, el desamor y la melancolía pura que se puede volcar en la mejor música que se pueda escuchar. Y el final no puede ser sino que épico dentro del tono de tristeza que sigue ahí. Si vimos algo de luz al final del túnel, salimos a ver un cielo nublado, con restos de neblina pero de día al fin y al cabo. Logramos atravesar el día de dolor para llegar al día siguiente y sentirnos un poco más desahogados. Y Little One, al menos en la música, tiene mucho de ese desahogo tras la noche tormentosa después de que viviste el dolor más grande de tu vida. Y Beck sobrevive tras el viaje.

The Golden Age en vivo del año pasado...


Varias de estas canciones siguen siendo parte del repertorio en vivo de Beck. Incluso, algunas las toca en un formato especial: acústicas y con la banda haciendo efectos con elemento inusuales: servicios d comida, copas con agua, percusiones domésticas; todo un lujo. Sin duda, el Sea Change es un disco que TIENES que escuchar en algún momento de tu vida, un clásico contemporáneo que mañana lunes, en La Bestia Rock de Radio UC, será pasado completo a las 23 hrs.

2 comentarios:

noesmasqueblabla dijo...

Me encanta Beck...

pomelorocker dijo...

simplemente es un disco exquicito, como muy bien describis con canciones terriblemente desgarradoras. "Round the bend" es mi preferida, por la tristeza con la que canta, por las cuerdas de fondo sonando tenues pero tetricas a la vez... donde uno se puede tirar en la cama y con este tema recordar los momentos mas felices, o melancolicos que desearia volver a traer en el tiempo o simplemente los peores momentos...
un disco para escuchar tranquilo, sin ningun ruido demas que puede afectar la sonoridad, y la contemplacion de esta obra.

mi disco preferido de beck sin duda...


P.D: me gusto mucho tu descripcion.