sábado, julio 19, 2008

Zuma


El Zuma llegó a mis manos gracias a mi primo-hermano-amigo Francisco. Fue él quien me lo prestó en su momento, y fue un disco que me acompañó mucho en viajes largos a una rutina que me destruía. El Zuma fue uno de esos discos que me acompañó en los momentos en que necesitaba hacer un cambio en mi vida. Y lo hice. Y sobreviví. Y empecé a ser feliz o, al menos, a caminar por un sendero con más luz. Y el Zuma sigue estando ahí, para recordármelo. Para recordar de dónde vine. Un disco que hace cinco años me sonaba tan fresco como debe haber sonado en 1975, cuando salió originalmente.

El disco arranca con una de aquellas canciones que inevitablemente se te quedan pegadas en la cabeza, no se si por la sencillez de la atmosfera que genera, o por su letra en la que te puedes sentir de seguro identificado. Don’t Cry No Tears tiene una de las mejores frases: “Old true love ain’t too hard to see”. Neil Young lo hace ver sencillo, un dilema existencial de encontrar el amor, el viejo amor, el viejo amor verdadero, él lo ha tomado de forma natural. Es un tipo en paz, y me sorprende que con casi 30 años haya entendido el verdadero sentido.

Don't Cry No Tears, en vivo el 2001...

En esos años, con Ángelo siempre rayábamos con Dangerbird, hace varios años ya. Dangerbird es de esas zarpadas en que la marca registrada de Neil Young & Crazy Horse se nota en cada segundo. La batería firme y encantadora mente desprolija de Ralph Molina, las líneas de bajo llenadoras que definen un sonido como lo ha hehco el wen rufián que es Billy Talbot. El protagonismo espiritual y el corazón de la banda, el viejo y querido Neil Young, utilizando su Old Black con Bigsby y la cápsula Firebird que han marcado su sonido más jugado y más crudo; tanto tecnicismo freak de guitarra es para remarcar la alquimia perfecta con la que dio Neil Young para expresar su alma por medio de seis cuerdas amplificadas. Y el elemento que completa, en el momento en que Zuma salía, era nuevo: Frank Poncho Sanpedro, el nuevo guitarrista, que llegó a reemplazar al fallecido Danny Whithen, pero agregándole un elemento nuevo: una guitarra firme, un sonido que proporciona un colchón guitarrero que mantiene hasta estos días. El Neil Young & Crazy Horse que tanto amamos.

Pardon My Heart tiene la mano del Neil solo, que baja el tono de la guitarra acústica para caer en un estado de melancolía y en donde justifica su sentir (“pardon my heart if I show that I care, but I love you more than moments we have or have not shared”). Conmovedora, y más encima con pequeños detalles en la guitarra eléctrica, tan sutil e intensa a la vez en algunas líneas.

Lookin’ For A Love es de mis canciones preferidas de la historia. Y Neil Young tiene un talento por lo sencillo que casi nadie más tiene. En apenas 3 minutos y 16 segundos, crea una bella canción en la que expone anhelos y aprensiones que se nos presentan cada vez que buscamos. La búsqueda de alguien que aún no conocemos, que será ná que ver con lo que imaginábamos. Un amor que sea correcto pa uno, sin saber cuanto durará. Sin pedir nada. Solo esperar tratarla bien y no complicarla cuando comience a ver mi lado más oscuro. Eso dice el maestro, en una de las mejores declaraciones humanas de amor que existen escritas.

Barstool Blues trae espacios abiertos, un tono tenue y casi quebradizo en la voz de Neil Young y la inscripción de otro clásico a su ya contundente lista de inmortales, mencionando personajes, sellando todo con un solo de aquellos en su Old Black, todo lo que me puedo imaginar de la Crazy Horse que navega junto a Neil Young en ese mar de la comunicación en escena. El viaje sigue con Stupid Girl, donde juega con la lírica y señala con el dedo a la chica que tiene mucho por aprender aún, a todas esas chicas que se refugian en la superficialidad y la conformidad, y lo complementa con bellos coros rudos de sus colegas de Crazy Horse; si quieren conocer contrastes, échenle una probada a ese track.

Stupid Girl, del Year Of The Horse...

Drive Back tiene muchas, muchas bolas. Es un rocanrol de la putamadre que da gusto escuchar cada vez más. Y es inusitadamente agresivo, es otro Neil Young. Y este es el que juega con alguien que no es él, pero que puede interpretar. Y para eso tiene la potencia de sus compañeros y un riff seductor y powerísimo. Una línea de guitarra que yo uso cada vez que puedo en Tirado Al Sol en vivo. Si alguien tiene por ahí el show de la Sala Master grabado, la puede escuchar.

Cortez The Killer, del Rust Never Sleeps...

A Cortez The Killer le tengo cariño. No es sólo una de las canciones con más alma que he escuchado en la vida, sino que he tenido el honor de poder tocarla en vivo con un grupo de amigos que nos hacíamos llamar Cortez. La canción misma, un regalo de los cielos. Una sección que pareciera que es fácil, pero que no lo es. Son solo 3 acordes, y una de las piezas más difíciles de afirmar en la vida. No requiere virtuosismo, sólo honestidad y confianza en tus hermanos. La letra, es dolorosa: la opresión, el choque de culturas, el barbarismo y la destrucción. Neil Young lo denuncia, aunque haya pasado medio milenio. El abuso sigue y hacen que la temática de Cortez The Killer la mantiene vigente.

El cierre del Zuma no es con Crazy Horse, sino que con los CSNY. Crosby, Stills, Nash & Young preparaban material nuevo en 1974, pero no llegó a wen puerto. Giras con estadios llenos, pero sin concretar nuevo material. Sin embargo, quedó este corte: Trough My Sails, una bellísima canción con voces angelicales, una sola guitarra y solo naturalidad. Si hay algo que siempre ha tenido Neil Young en lo que hace es precisamente eso: naturalidad. Y una bella manera de cerrar un disco que marca un nuevo inicio para Neil Young junto a sus Crazy Horse y la confirmación de que su mística no se ha extinguido.

Y queda mucha más música del viejo y querido Neil Young para el futuro. ¿Habrán pensado eso en 1975?