martes, julio 22, 2008

Sobre cosas lindas que trae el vino en las venas.


Ha llovido un poco. Según recuerdo, esta semana en la madrugada se ha puesto a llover en más de una ocasión. La lluvia siempre trae algo de pureza consigo. Algo lindo, agradable y hermoso. Si no lo trae la tenue lluvia, al menos le da una caricia.

Llovió la semana pasada. Y llovió anoche. Siempre he dicho que me gustan las mañanas después de la lluvia cuando el sol sale radiante y acá en Santiago todo se ve limpio, como si el smog que respiramos nunca hubiese existido. Pero eso es sólo momentáneo. La lluvia que cae a gotas pequeñas cuando vuelves es la mejor. Esa que cayó en la noche, cuando estaba volviendo de una velada rica, de caricias, de besos en la sala oscura, de sentirme bien, de sentir un lindo momento contigo, de disfrutarlo a mil. Disfrutarlo. Disfrútalo. Palabras sencillas que te abren un mundo si te lo propones. Parece que hay muchos que no se dan el tiempo de disfrutar, de dejarse llevar por un torrente de vino, el mismo que se inyectó en mis venas, como una transfusión del alma, de esas que te revitalizan. De esas que no tienen precio, porque no es terrenal.

Harvest Moon...


Me gusta mucho el vino. Es un manjar de los dioses. Es un placer. Es un lujo. Es un combustible de emociones. Y los que reclamen en contra del vino, no tienen idea. No saben de lo que se pierden, no tienen idea. No hay nada más rico en el mundo que compartir una copa de vino con ella. All the rato. A cada instante. ¿Qué hacer ahí, en medio de toda la gente? ¿Todos esos que se cambian el apellido porque el propio es demasiado normal y poco cool? Nosotros nos reímos y hasta le rayamos el afiche a todo esos. Y ni se dan cuenta, todos tan embelezados consigo mismos. A nosotros no nos importa, el vino en las venas hace que seamos invencibles esa noche.

Más vino, más cine, más besos, más caricias, más trama inentendible. Eso no nos importa. ¿Cuál era el conflicto de la película? La gente salía de la sala a compartir con sus semejantes. Nosotros seguíamos con las copas dadas vueltas y la conexión a full. Tanto ruido no-ruido en ese cine, el mismo que alguna vez me vio romperme el corazón. La vida tiene unas vueltas que ni siquiera me imaginaba.

Salimos. Nos despedimos sutilmente. Una amiga nos vio y me dijo que me vio contento. “¿Tan obvio soy?” pensé para mis adentros.

De vuelta en casa, música puesta en el computador. Hablamos, y vemos que la lluvia habló por sí sola, con una calma de invierno piola, no de tempestad. Canciones van, canciones vienen. Juegos van, juegos vienen. Me conoce más de lo que pensé o creía. ¿Me gusta? Sí, me gusta. Me sigue preguntando. Me pone en jaque. Y yo respondo. ¿Me gusta? Sí, me gusta.

Just Like A Woman...


El banco confunde a la gente. Tantos en la fila esperando tener algunos billetes. La espera hace que a las niñas lindas las traten de señoras, se les nubla lamente a los tipos. ¡Y pensamos que un libro de The Beatles estaría carísimo! Esos mismos Beatles que son el abecedario del lenguaje universal. Afortunadamente, no está caro aquel libro. ¿Un regalo? Sí, un regalo. Más adelante, el que se alcance el cumpleaños primero. Esas calles con pinta de boulevard dejan algunos callejones preciosos, con restoranes escondidos, almuerzos sorprendentes, bancas a mitad de camino, un set como de película, un nuevo ringtone y cercanía. ¿Te quieres ir? No, no quiero irme. Pero debemos irnos. El deber llama.

Me desvelo. Tengo que hacer y no importa, me las ingenio para despertar. Sé que ella también lo hace. Duerme tranquila, descansa, le digo. Por mientras, suenan canciones lindas. Me gustan esas canciones lindas, ¿a quién no? Algunas de esas duran más de diez minutos y son como para echarlas a andar, asomarte por tu ventana y fumarte un cigarro, de esos que sabes que no son wenos pero que tu semi adicto organismo pide cada vez que los necesitas. Un vicio por otro, dicen.

Two Of Us...


¿Te llamo? Sí, llámame. Son palabras tan sencillas que siempre me gusta escuchar. Me gusta preguntarla y me gusta escuchar una respuesta así. Son pequeños detalles, tal como esos que tu mente influenciada por el vino en las venas hace que los tengas bien en mente. ¿Era todo el rato así? No siempre. Las llamadas son más ricas cuando son bien recibidas. Piensen en todas esas llamadas que no encuentran destino, que se topan con un “no puedo” o un “estoy ocupada” o un “¿para qué me llamaste?”. Ahí no hay comunicación nomás y hay que darse cuenta altiro. ¿Te llamo? Sí, llámame.

No quiero vivir en otro mundo. No me imagino un mundo mejor. Este es el mundo que me tocó y que amo. Estas son las cosas que quiero hacer. Esto es lo que quiero. Tocar, caminar, salir contigo. “Y después de todo, terminar pasándola tan bien”. Así dice una bella canción que ya conocerán y que es una gran verdad.

Te quiero. Y yo a ti. Palabras sencillas que significan mucho. No son más de cinco o seis, y te construyen un mundo en común. Ahora lo estoy entendiendo. Y lo disfruto. Y lo agradezco. ¿Leerás todo esto a estas horas de la noche? Sí. ¿Te mando una canción? Ya.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente blog, muy buenos escritos, claros, y dejan un sabor muy especial... besos desde Argentina...

Anónimo dijo...

that's way too cool.

noesmasqueblabla dijo...

Updates más seguido... vacaciones? tiempo libre? jaja...