lunes, febrero 11, 2008

I'm Not There.


Queda exactamente un mes para la segunda visita a Chile del troesma Dylan, en el marco de su Neverending Tour, la misma que inició hace mucho tiempo y de la cual pareciera no cansarse nunca. Dylan, con 66 años y a punto de cumplir los 67, se mantiene más activo que nunca entre shows en vivo, vueltas por el mundo, programa de radio, memorias volcadas en crónicas y revisión generosa de su material en vida. Lo más reciente es un DVD con sus presentaciones filmadas del Newport Folk Festival, en un soberbio trabajo del realizador Murray Lerner, titulado apropiadamente The Other Side Of The Mirror. Lo único que faltaba era una biopic, género tan de moda por estos años de revisionismo a íconos culturales y populares.

Cuando se supo del proyecto de biopic sobre Dylan, no se sabía qué esperarse de él. Menos aún si el hombre a cargo de tamaño proyecto era el director Todd Haynes, conocido por su visión del glam en Velvet Goldmine y la tragedia tras la belleza en Far From Heaven. Haynes, fanático confeso de Dylan, retomó la vieja costumbre de hacerse cassettes compilados con canciones del troesma y, de a poco, haciéndose de cuanto bootleg pudo, desde la colección del Basement Tapes completa (el epítome del inédito) hasta los Bootleg Series que comenzó a sacar la Columbia a comienzos de los 90, con verdaderas joyas perdidas en el estante como Blind Willie McTell. Como todo dylanita, Haynes comenzó a darle su sentido personal al gran legado del troesma, elaborando una cada vez más compleja línea argumental.

El Trailer...


De a poco fue dándole forma al relato, pero la idea de Haynes llevó el concepto a otro lado, distinto al de una biopic promedio. Para Haynes, relatar la vida de Dylan de forma lineal no le haría justicia a su legado y lo más justo sería el poder retratar de manera efectiva esa característica tan evidente en Dylan: el cambiar constantemente, el nunca ser uno, sino que miles a la vez, ir mutando con los días, meses, años y eras. Es eso lo que Haynes quiso plasmar en I’m Not There. La película, era que no, está plagada de referencias al mundo (o mejor dicho, a los mundos) de Bob Dylan. Letras, personajes, períodos, citas. En I’m Not There, Haynes destruye la línea temporal y elige contar una historia desde la vereda de las vísceras en lugar de la lógica. I’m Not There privilegia el cambio de texturas y la multiplicidad de voces por sobre un único tono o un solo protagonista.

Y acá son seis: Un niño negro de 11 años llamado, al menos lo que dice él mismo, Woody Guthrie (Marcus Carl Franklin), la estrella folk Jack Rollins, que deja todo para convertirse en el pastor John (Christian Bale); el actor que interpretó a Rollins en la biopic Grain Of Sand, Robbie Clark (Heath Ledger, Q.E.P.D.); el joven y cuestionado poeta Arthur Rimbaud (Ben Whshaw); el ídolo folk que tomó la guitarra eléctrica y fue vapuleado, Jude Queen (Cate Blanchet); el forrajido que se retira al campo, Billy The Kid (Richard Gere). Esos son los Dylan de Haynes y a la vez no lo son. Cada uno de ellos representa ciertos aspectos de Bob Dylan, determinadas etapas, particulares fibras. Distintos personajes para tratar de construir a la persona, si poder lograrlo del todo. ¿Tiene que hacerlo?

Mientras la historia del Woody de 11 años recorriendo los Estados Unidos con la guitarra de palo al hombro está llena de colores y pod´ria ser de cualquier otro personaje, el Londres por el que Jude viaja de gira parece sacado de 8 1/ 2 del gran Fellini y es la sección que representa de manera más fiel el período del Dylan eléctrico, en gran parte gracias a la interpretación de Blanchet, digna de todos los premios de este año. A su vez, el tono de documental de la sección de Rollins y su forma casi caricaturesca de presentarse no tiene nada que ver con el ocaso de la relación de Robbie con su esposa (Charlotte Gainsbourg), con varios cortes del Blood On The Tracks de fondo, tan crudo que no se puede creer. El jóven poeta Rimbaud suena tan sabio como debe ser el forrajido Billy, quien huye de todo aquello que lo atormenta, del mundo acosador. Y ninguno de ellos es Dylan, no señores.

Otro trailer...


La presencia más evidente del legado del troesma en I’m Not There corre por cuenta de la música en la misma película, ya sea en las originales o en versiones correctamente realizadas por notables de la escena actual (Sonic Youth, Eddie Vedder, Jeff Tweedy, Yo La Tengo, Calexico, Jim James, la superbanda Million Dollar Bashers, etc), quienes cristalizan la esencia de las composiciones de Dylan. Pero el que más sorprende dentro del soundtrack es el mismo Dylan junto a The Band, en el track que da nombre a la película, y que había permanecido inédito hasta ahora.

Si no ubicas algunas referencias claves, I’m Not There te resultará incomprensible. Aún así, si conoces varios de los guiños, necesitarás ver la película una y otra vez. Yo voy por las 5 veces y se le disfruta siempre. Si la estrenasen en el cine acá en Chile, iría de todas maneras. Por mientras, me preparo para verla por sexta vez.

1 comentario:

noesmasqueblabla dijo...

Hey Héctor... cómo van las vacas.