viernes, octubre 05, 2007

Sobre la memoria, Violeta Parra, Allende y Balmaceda.


En mis aún pocos años de vida, me ha quedado una cosa absolutamente clara con respecto a nosotros como pueblo chileno: somos unos ingratos de mierda, unos cortoplazistas mandados a hacer para el sólo ver cosas “pal día”, unos malagradecidos hasta con nosotros mismos y un pueblo que ni siquiera se tiene real amor por sí mismo.

¿Tan duro soy con lo que estoy diciendo? En verdad, no. La historia lo comprueba, es cosa de ir revisando los libros, los testimonios y los documentos para ver que todo es cíclico. Más cercano aún es el hecho de ver el poco apoyo cotidiano a las distintas iniciativas que se dan en diversos ámbitos. A modo de ejemplo: en nuestro país, ni siquiera podemos hablar de escena en ningún ámbito cultural, de expresión, de realización o cualquiera que esté relacionado. Me da risa cuando se habla de una “escena”, porque esta no existe aún. Y no sé cuánto tome lograrla.

¿De qué me sorprendo? Sólo basta ver esa maldita dualidad con la que se trata el legado de la madre de todos, Violeta Parra. A exactos 90 años de su nacimiento y a 40 de su muerte, aún no se le da el lugar que se merece dentro de la cultura local. Ella es la piedra fundacional de todo lo que hacemos para expresarnos con honestidad, con sentido y con pasión verdadera, sin pose alguna, siendo sólo nosotros mismos a la hora de comunicarnos. Para mí, con ella parte todo.

La radio Rock&Pop lleva a cabo esta semana una notable iniciativa: cambiarle el nombre a la calle donde se realizaba la legendaria peña de los Parra, la calle Carmen en el centro de Santiago. Sin embargo, ¿por qué esta misma radio no dedica esfuerzos, ganas e intenciones verdaderas de programar las canciones de Violeta Parra dentro de su parrilla? No como especiales documentales (que son un aporte, obvio, pero no la solución para una difusión como corresponde), sino que en la parrilla programática. Aún me sorprende que, a más de cuatro décadas, aún se le considere a la música de Violeta Parra como algo extremo, radical, crudo e intenso, demasiado intenso para pasarlo en radios comerciales. Sin duda que ella fue las más punketa de todas y esa crudeza era parte de su esencia, pero es la crudeza sincera que nos mostró el camino a seguir. Y pensar que nos la seguimos farreando.

La Violeta, que terminó con su propia vida por esta indiferencia absurda e ingrata, entra al panteón de esos personajes innovadores que sufrieron el escarmiento social, ya sea por ignorancia, desidia o derecha amenaza a sus patéticas formas de vida. Me parece curioso que, 40 años después, su obra siga siendo lo suficientemente de vanguardia para que no se le considere como algo elemental. ¿Cuánto sabemos de su obra plástica y de su exposición en el Louvre, dato que no es menor? (Recordemos que, ahora en noviembre, el Centro Cultural de La Moneda estará exponiendo algunas de las obras que Violeta Parra expuso allá en París) ¿Tenemos claro que todo lo que hemos escuchado de la Violeta no es toda su obra y que faltan cosas importantes por reeditar? (atentos con la reedición de Carpa De La Reina, de 1965).

La memoria de Chile no dura más allá de unos cuantos años, eso la sabe muy bien la familia de Violeta Parra, quienes lucha a diario para que su legado pueda mantenerse en la memoria colectiva, y aun no lo logran como corresponde. En lo que respecta al panorama del rock nacional, la situación no es la mejor. Con un porcentaje de no más del 10 % de programación de música chilena en radios, el panorama siempre pinta para negro. Y con las multinacionales ignorando con cada vez mayor vehemencia a las bandas de acá, peor aún. Si no sales en la tele, no existes. Si no tienes portada del LUN, no existes para el público general. Si no protagonizas escándalo, no existes para los consumidores de farándula idiotizante. Si no participas de la maquinaria de vender mierda, no existes a nivel mediático. Es una vergüenza que los medios ignoren eventos masivos de música nacional sólo porque “no vende”.

Pero parece que siempre se ha preferido lo de afuera, ¿cierto? De los presidentes de Chile, los únicos que se atrevieron a enfrentarse a la hegemonía foránea fueron Allende y Balmaceda. Sus circunstancias tienen tantos puntos en común que no cuesta para nada compararlos. Ambos quisieron que Chile fuese un país que no tuviera que depender de la codicia del primer mundo y que no vendiera lo que es suyo. Ya sabemos el destino de ambos, muertos y pasados al olvido por la memoria colectiva. Menos mal que hay muchos de nosotros que no usamos la disculpa del “yo nací después del golpe” para no tenerlo siempre presente cada día de nuestras vidas, el qué somos capaces de hacer si nos cegamos ante la codicia, la misma codicia que tiene al clan Pinochet en cana y pidiendo recursos de protección como los santos que no son.

Tanto Balmaceda como Allende pronunciaron unas últimas palabras públicas optimistas, quizás sabiendo que, tarde o temprano, la historia les daría la razón a ellos y no a los traidores guiados por la codicia que los traicionaron por la espalda. Y en el caso de Violeta Parra, las puñaladas por la espalda son dardos de indiferencia que recibió durante toda su carrera por gente que, a nivel póstumo, aún no le da el lugar que se merece y, en cambio, le dedica homenajes sin conocerla. Vergonzoso.

Pareciera que es cool que reivindiques a la Violeta Parra, ¿cierto? Que choro es pedir una calle por ella y ni siquiera conocer canciones de ella, fuera de las típicas. Que pena que siente el alma por no poder tener acceso a todas sus canciones. Ojala que más temprano que tarde sean sus canciones las que se canten como himnos por las marchas en las alamedas por donde pasa el (supuestamente) hombre libre y que su espíritu, con todos sus delicados afectos, esté entre nosotros.

¿Llegará ese día? ¿O sólo habrá que conformarse con homenajes populares? Tremenda tarea que nos queda. Por ahora, solo nos queda redescubrirla y darle el trato que se merece. Darle el respeto que se merece, no solo calles, plazas y monumentos, sino que darle nuestra atención.

2 comentarios:

Carlos Carvacho dijo...

Nos cuesta creernos el cuento, en cualquier cosa. Es un hecho que violeta está en el corazón de todos y le debemos mucho, mucho, mucho. reconocemos la inluencia d elos beatles, elvis, quien sea, pero los de acá...nada. Ayer, cuando fui al cumpleaños en el bellas artes, me di cuenta lo que nos cuesta querernos a sí mismos. Paso lo mismo con Neruda, Mistral. Pero con la viola tenemos una deuda mucho mas grande aún, por todo el trabajo recopilatorio que hizo por los campos de Chile. Weon los mexicanos tan locos con Frida este año. Y Violeta es mucho más que ella y con suerte hacemos un actito, chiquitito por ahi.

Me recuerdo que de cabro chico, en la basica me toco hacer un trabajo sobre su vida y me di cuenta en verdad lo seca que era. Sus letras son para quedarse pegado una y mil horas.

VIVA VIOLETA MIERDA!!!

noesmasqueblabla dijo...

Ojalá que me informes para prueba de noticia el miércoles... jajajajaja