jueves, octubre 18, 2007

Sobe la melon colía: el sufrimiento hecho canción e himno.


¿Se han fijado que acá en Chile somos mandados a hacer para incorporar canciones de sufrimiento, dolor, angustia, desesperación, desamor, pesimismo, melancolía y tristeza a nuestro inconsciente colectivo? Canciones que nos hacen pedazos el corazón y que nos echan literalmente a la basura nuestras vilipendiadas almas son el alimento de nuestra pasión y nuestro deleite.

Lennon fue honesto a la hora de mostrarse tal cual en sus canciones; el troesma Dylan supo darle forma y cristalizar momentos personales con unos símbolos nunca antes vistos. Ahí hay dos ejemplos de autores que se vieron enfrentados a sus propios demonios a la hora de escribir y dejar atrás el sufrimiento al convertirlo en canción. A ese sufrimiento que involucra nuestros sentimientos más profundos y en los que fácilmente se puede caer en cursilerías baratas a la hora de exteriorizarlos. Pero hay pocos que lo pueden hacer con tanta gracia y clase.

Le he estado dando vueltas a esta idea desde hace no poco tiempo. En verdad, siempre ha estado presente ahí, en los ratos de ocio. Pero ha estado más presente desde hace un par de días, cuando tuve la suerte de ir al avant premiere de documental Ángeles Negros, de los realizadores Pachi Lobos y Jorge Leiva, los mismos tras ese pedazo de documental que es Actores Secundarios. Y el avant premiere era para toda la elite obviamente, yo llegué ahí tan sólo por las circunstancias de ese día. Pero el documental se disfrutó igual. Y, como todo avant premiere con invitados VIP, había su cóctel. Y su sorpresa en vivo: Germaín De La Fuente y Los Búnkers. Claro que el que mandaba acá era el seco de Germaín, quien tiene un dominio escénico único. Una apariencia frágil, casi como de señor que debiera estar más disfrutando de una jubilación bien merecida que de los trotes en vivo, y al mismo tiempo un carisma sobre el escenario que hace que cualquiera que toque con él sea un fome.

Y Germaín es un ídolo. El tipo le canta al amor desde una mirada melancólica, dolorosa, y de anhelo que viene desde una posición del deseo frustrado, por así decirlo. Germaín le canta con aplomo, con soltura y con pasión, de eso no hay duda. Y lo que hace es tan rock como ver como un show de Ac/Dc o de los Stones. Distintas formas de entregarlo, pero una misma pasión sobre el escenario. Y la gente corea, y la gente le grita “ídolo!” y “maestro!” todo el rato como si fuesen adolescentes que siguen a sus ídolos todo el rato. Y Germaín retribuye ese cariño y canta más fuerte, manteniendo una voz impecable. Y la gente celebra con sus copas de vino en la mano (del cóctel, obviamente), encumbrando sus tragos y aplaudiendo a rabiar cada nota ejecutada y cada melodía entonada por el maestro Germaín. Pero todo, absolutamente TODO, con letras tristes, palabras cortavenas y verbalizaciones de frustraciones varias. Los “cómo quisiera decirte” y los “debut y despedida”, junto con los “y volveré”, todas esas frases difíciles y esas palabras que cuesta más que la cresta verbalizar, pero que en las canciones se encuentra la manera más noble de decirlas.

Germaín en sus años mozos, en Los Angeles Negros...


Y pienso que Germaín no es muy distinto a ese otro gran maestro que fue en vida Roy Orbison, una de las voces más dulces y poderosas que hayan pasado por este mundo, Orbison era de esos seres tocados por esa mano misteriosa que da el don y el talento de pro vida. Y a cada línea, cada letra que cantaba, le daba su sello. Imagínense cómo hacer de canciones de letra tan melancólicas y depresivas como In Dreams, Crying y Only The Lonely verdaderos himnos universales, en los que ni siquiera necesitas saber inglés para poder entenderlo y que el sentimiento que transmita te llegue de una, te impacte más que la chucha. Eso sólo lo hacen tipos como Roy Orbison, también conocido en algunos círculos como Lefty Wilbury, un verdadero mártir.

Roy Orbison cantando Crying...


¿Por qué mártir? ¿Acaso se mueren en el intento? En lo absoluto (si bien el weno de Roy murió hace casi 20 años, no fue de pena precisamente). Son una especie de “mártires” porque, sencillamente, en eso se convierten estos tipos que le cantan al sufrimiento y lo logran convertir en un momento prístino. Con sus voces y sus carismas, logran exorcizar esos demonios y transformar la melon colía en cantos celestiales con pastad e himnos generacionales. Ellos tienen las suficientes bolas como para lidiar con ese dolor y convertirlo en canción. Ya sea escribiendo sobre él, cantando sorbe él o simplemente grabándolo, son ellos los que se convierten en héroes de esas trágicas historias sobre las cuales cantan.

No sé cómo decírtelo, pero te lo canto mejor. La canción te permite esa gran oportunidad de sacarte ese enorme peso de encima y de hacer esa aflicción más llevadera. Y, extrañamente, a esos tipos no se les ve tristes ni cabizbajos interpretando, sino que todo lo contrario. Y esa es la prueba más concreta de la exorcización del dolor, el ver esas caras felices que proyectan sobre el escenario y a la cual la gente, por naturaleza, responde. Y convierte en himnos tipo estadio verdaderos testamentos de frustración, dolor, desamor y melancolía.

2 comentarios:

noesmasqueblabla dijo...

Poca música mamona me gusta...

Anónimo dijo...

Hey Héctor. .. (Saludos). Les he seguido la pista a los Fothermuckers desde que los vi
por primera vez el 19 de mayo en el Club Mist.// Necesito contactarme urgente% contigo o con cualquiera de los Fothermuckers. ¿¿POr qué no se han conectado al myspace o no han renovado el fotolog?? Espero que veas esto, o el mensaje que les dejaré en el myspace y fotolog. Ojalá pronto
(antes del miércoles)

Cuídate. Un abrazo.