martes, noviembre 04, 2008

No necesariamente un comentario del show de R.E.M.


Es re tarde y mañana tengo que estar temprano en la radio, trabajando como buen obrero que soy. Ahí, apoyando a mis compañeros en el diario vivir. Pero hay una inexplicable fuerza que se saca del cansancio de un intenso día. No todos los días se puede ver en vivo a una de tus bandas favoritas de todos los tiempos, y comprobar que sí hay bondad en el mundo, que sí hay cosas por las que vale la pena luchar, que sí hay cosas que defender y que siempre puedes aprender una lección de vida.

Creo que nunca había ido al SUE por dinero. El 2004 me perdí a PJ Harvey y The Mars Volta cuando se trajeron al gurú John Frusciante a jammear. El 2005 me perdí a The Strokes y Kings OF Leon, pero preferí un retiro “spiritual” en el Cajón del Maipo con amigas queridas y dormidas a la intemperie. El del 2006 no fue opción y el año pasado, imposible, por la SodaFiebre, mortalmente parecida a la PoliceFever.

Pero ahora fue distinto. Venía R.E.M., una de esas bandas que te enseñan varias cosas con tan solo verlos, presenciarlos, escucharlos, ver sus videos, leer sus entrevistas y ser testigos de su evolución y su crecimiento ahí, en lo más mainstream de lo mainstream. Siempre recuerdo una cosa que decía un wen amigo de la enseñanza media, el René Olivares, el que me enseñó un mundo de música a los 14-15 años: de todas las bandas que había en el mundo, la única de “pop” que respetaba y que le encantaba era R.E.M. . Y René era (y me imagino que sigue siendo) un tipo muy pero muy exigente con sus gustos, supongo que cada vez más refinados. Pero René respetaba con convicción a R.E.M., y hoy pude comprobar que sí, que hay cosa de verdad que te llegan a lo más profundo del corazón.

Un día de esos para grabar en la memoria a fuego. Partió temprano, con escasa posibilidades de asistir. Que sí, que no, que nucna te decides. ¿Ir hoy o mañana? ¿Habrá entrada o no? Y Justo llega San Ram, auqle santo de los de verdad, de esos que nos e ven, y me da un empujoncito para el momento feliz de estar a punto de ver a una de esas bandas que esperas durante toda la vida. Pero antes, recibir un impacto sonoro/emotivo tan fuerte que me hizo ir a mojarme la cabeza. The mars Volta no es el presente, es el futuro esplendor, donde no hay canciones sino que sensaciones. Es lo que, me imagino, Jimi Hendrix estaría haciendo hoy en día de seguir entre nosotros. Algo tan fuerte e intenso que te revuelve todas tus convicciones y que te golpea con tanta fuerza que te deja abatido. No es un sentimiento de angustia y muerte, sino de desconcierto. Ojalá llegar a viejo y teniendo una visión tan amplia de la vida, tanto como el cambio de tempos rítmicos con las guitarras. No es un caos. Es la interpretación pura del sentimiento en bruto.

Y después, el festín de R.E.M. Lo primero que notamos es lo increíblemente activo como frontman que es el wen Michael Stipe, un tipo sencillo, de esos de la misma fuente de San Ram, los que actúan bienintencionados, los que saludan cortésmente, los que no te venden la pomada pero sí son capaces de decir lo que piensan sin querer convertirte. Stipe no es un político, no podría serlo. Es demasiado honesto para ser cínico, y hoy lo pude comprobar.

El show que ofrecieron los R.E.M. fue de primer nivel en todo sentido. Estábamos ubicados ahí en cancha general, en una de las mejores ubicaciones que pudimos tener en la vida, presenciando absolutamente todo bien y más encima viendo la fuente de las visuales, factor esencial del show.

¿Postales? Varias. What’s The Frecuency Kenneth y su “don’t fuck with me!” al final, la bella Electrolite que me remontó a mi adolescencia grabando videos de MTV. La cantada fuerte de Imitation Of Life. La hermosísima The Great Beyond. La intensidad apabullante de Supernatural Superserious. El momento de Mike Mills al micrófono y su campestre estampa a-la Nil Llang. El rostro de Obama y la leyenda “hope” casi como un subliminal de esos que no te incomodan y que te convencen. Los balies del wen Stipe en éxtasis. Las escapadas de Stipe a la cancha que tenía enfrente. El decente español de los tres, salvo un enredado Peter Buck (quiero esa Rickembacker!!!). El It’s The End Of The World As We Know It desenfrenado por todos lados. El cierre emotivo con Man On The Moon con el espíritu de Andy Kauffman entre nosotros, el alma de la fiesta. Las sinceras sonrisas de los tres, ahí felices, contentos, satisfechos. Tantas postales se vienen a la mente. Tantas melodías, como dice un wen amigo mío.

El show de R.E.M. me dejó con las energías renovadas. Me renovó la fe en la música y en sus alcances. Me dio un norte a seguir: nunca perder la sencillez y seguirme maravillando con las cosas simples de la vida. Y gracias a San Ram por favor concedido. Faltarán velitas para prender, en serio. Lo weno es que puedo agradecértelo en vida y no olvidar nunca la lección de vida que nos diste hoy.

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