martes, enero 22, 2008

Oz.


La primera vez que vi Oz por el HBO Olé (de ese entonces, obvio) fue en agosto de 1998, y fue el sexto capítulo de la primera temporada. Una serie como no había visto antes. Claro que después se vendrían las obras maestras de Los Soprano y Six Feet Under, pero aún faltaba tiempo para que eso funcionara, algunos años para ir puliendo el arte de contar historias de manera distinta a como te la cuentan por señal abierta. Y lo que vi en Oz me dejó pa’entro. Al menos en lo que a formato de series en tele se refiere, no había visto tanta crudeza en la pantalla.

Claro, ahora sabemos que es ya normal que los productos de ficción de HBO Entertainment nos sorprendan con tramas complejas, rudeza en el lenguaje usado y lo más crudo que te puedas imaginar tanto en trama como en estética. La gran ventaja del cable, en el fondo, es esa: no restringir el tipo de contenidos en lo que a drama se refiere, ampliando el rayado de cancha a lugares impensados hace tan poco como 15 años. ¿Y qué mejor partida que el contar las historias dentro de una cárcel de máxima seguridad? Oz comenzó lo que quedó cristalizado en la frase “it’s not TV, it’s HBO”, y eso siempre se agradecerá. Oz se atrevió a darle el puntapié inicial a una revolución en la ficción televisada que la sacó del sopor conservador en que se encontraba. ¿O quizás le pongo mucho?

Oz parte su relato en julio de 1997, apunando su foco a la llegada de nuevos internos a la Oswald Maximum Security Penitenciary a la inauguración de un nuevo concepto en prisiones en el bloque 5 del complejo: Emerald City (o Ciudad Esmeralda, como bien y literalmente lo traducían en los subtítulos del HBO), un concepto de “prisión perfecta”, en donde no existe la privacidad y el control es máximo, toda esa aparente privación extrema a cambio de maneras progresistas de reforma, casi como si fuese el futuro. Sin embargo, de a poco se va viendo que un concepto como el de Emerald City sólo puede funcionar en la ficción misma, y no en un retrato de la realidad. Entre medio, Oz va retratando con cierta fidelidad la crudeza y la miseria del sistema penitenciario gringo, sacando a relucir sobretodo la enorme diferencia racial a la hora de las sentencias y el trato en las cáceles gringas. Oz trata de ser una especie de espejo de esa realidad que no se muestra a diario.

El relato de Oz está construido como si fuese una tragedia griega, ocupando la estructura clásica de un narrador que, en su omnipresencia, va guiando a la audiencia en las emociones y las reflexiones a considerar en cada episodio. El narrador en Oz no recurre tanto a metáforas, sino que a una reconstrucción de los mitos y una nueva y fresca perspectiva para tratar temas universales. El narrador, de hecho, es uno de los mismos internos, Augustus Hill (Harold Perrineau, el Michael de Lost), un reo paralítico, ex traficante y ex adicto que cumple una condena perpetua por matar a un policía. Fuera de su desarrollo de personaje, es Hill el que nos va conduciendo y orientando dentro de la dinámica carcelera en la penitenciaría de Oswald. Hill se convierte en la voz de la conciencia en este mundo corrupto, la voz de la decepción y de alguien que mira las cosas desde otro prisma, el de la privación. Hill también nos va presentando a cada nuevo interno en Oz, con su número de prisionero, su delito y su condena. Y hay de todo, señores.

Oz no le teme a ningún tema y los trata con una naturalidad que en un principio choca. Abusos, guerras raciales, drogas por doquier, violaciones, sodomía, conflictos étnicos y religiosos, corrupción política y administrativa, conflictos de visiones entre los mismos funcionarios de la prisión, y un largo etcétera que no vale la pena enumerar si quieren ver la serie. Así como tampoco referirse al universo de personajes que pueblan el universo de la prisión, para eso hay sitios web a los cuales ir, partiendo por el oficial, http://www.hbo.com/oz , donde hay galerías de personajes, defunciones y una completa guía de episodios.

Luego del impacto inicial, Oz pulió su mano en las segunda y tercera temporada, estableciéndose como un antes y un después dentro de la tv de ficción. Sin embargo, la misma riqueza de personajes empezó a conspirar contra la frescura de su universo descarnado. Los dramas cuidadosamente reflejados al comienzo derivaron en dramones así de teleserie. De hecho, el apodo de “teleserie para hombres” que le pusieron a la serie se justificaba plenamente en su segunda mitad. Y, como bien sabemos, una teleserie es sumamente adictiva.

Si la quieren ver (o volver a ver), el cable ya no es opción. Su sexta temporada fue emitida acá a mediados de 2003 y no la han vuelto a dar desde entonces. Sin embargo, gracias a eso que conocemos como DVD, podemos tener acceso a la serie completa, sus seis temporadas, en una veintena de discos. Y también, gracias a san internerd, podemos bajarlas por torrent y encontrar los subtítulos. Elija el método que más le convenga para introducirse en el universo de Oz.

2 comentarios:

Marulista dijo...

Aer

Vamoh a probar qué tal eso de OZ

me tincó

me tincó

Xauxera

noesmasqueblabla dijo...

Parece que en verdad no paso mucho de Sony, Warner y MTV